El cambio climático y el Nuevo Pacto Ecológico Mundial desde la perspectiva de los sindicatos latinoamericanos
14/09/2010
- Opinión
Sumario
El cambio climático es una de las problemáticas más graves que enfrenta la humanidad en el Siglo XXI. Sus consecuencias, aunque globales, no afectan a todas las regiones ni a todos los grupos sociales del mismo modo. Paradójicamente, aquellos que menos han contribuido a causar el problema son los más vulnerables frente a los efectos del cambio climático, y los que menos capacidad tienen de dar respuesta. En América Latina, los efectos del cambio climático se verán posiblemente en el medio plazo, a excepción de las regiones más vulnerables a los eventos climáticos extremos. La actividad económica también sufrirá las consecuencias, lo que tendrá efectos directos sobre el empleo. El sector agropecuario, la industria pesquera y el turismo estarán, muy probablemente, entre los primeros sectores en ser afectados.
Aunque los efectos del cambio climático parecen inevitables, es importante considerar los retos y oportunidades que se derivan de la implementación de medidas de mitigación y adaptación a este fenómeno. Éstas pueden convertirse en instrumentos para la promoción de nuevas fuentes de empleo en sectores emergentes o en sectores que deberán transformarse. Es aquí donde las decisiones políticas a nivel local, nacional y regional juegan un papel crucial, y la acción de las organizaciones sindicales puede ser definitoria para la orientación de las mismas.
La propuesta del Nuevo Pacto Ecológico Mundial o Global Green New Deal(1) por parte de las Naciones Unidas frente a la crisis financiera de fines de 2008, que ha contado con amplio apoyo del movimiento sindical, es un intento por promover que los paquetes de recuperación integren las variables sociales, de empleo y ambientales, incluido el cambio climático. Sin embargo, a casi dos años de su lanzamiento es muy poco lo que se ha avanzado en ese sentido, tanto en la inclusión de la variable ambiental, como en la del empleo.
En este contexto, la iniciativa de una “economía verde”, o sustentable, puede presentarse como una estrategia global a mediano y largo plazo. Es un debate abierto que despierta suspicacias y tensiones, por lo que puede implicar para las economías de los países menos desarrollados en términos de nuevas barreras comerciales, y por la necesidad de incorporar con mayor fuerza las agendas social y laboral, hasta el momento no tan visibles.
Para el movimiento sindical de América Latina, la agenda ambiental se vuelve un tema inevitable. Cuando el sindicalismo hace propuestas para el desarrollo de la región, debe enfrentar el reto de incorporar la variable ambiental a sus demandas y propuestas. A pesar de que América Latina no tiene una gran responsabilidad por el cambio climático, dado su bajo nivel de emisiones históricas, sufre sus consecuencias, las que a su vez impactan en el mundo del trabajo.
A qué desarrollo apostar, qué energía generar, qué comercio impulsar para la región… son preguntas que orientan la acción sindical frente al cambio climático. El escenario político progresista en buena parte de los gobiernos de la región, podría ser aprovechado para una intervención sindical activa que implique un planteo diferente del desarrollo, con empleos sustentables y justicia social y ambiental.
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