La macumba es nuestra
28/06/2011
- Opinión
La palabra “macumba”, usada popularmente en forma peyorativa para señalar las prácticas de las religiones afro, es un término que alude a expresiones litúrgicas y al tambor consagrado para llamar a los espíritus en dichas ceremonias africanas bailadas y cantadas; clandestinas durante la esclavitud pues el amo blanco las prohibía por temor a lo desconocido y a sus posibles efectos emancipadores.
Desde entonces se arrastran muchos preconceptos y estereotipos cultivados por la ignorancia y el interés en mantener y acentuar predominios culturales y por ende la injusticia social.
Ninguna religión busca hacer mal a las personas. La de los negros e indígenas tampoco.
El ritual Kimbanda es el culto a las entidades denominadas Exu y a su par femenino Pombagira, también histórica y erróneamente asociado a magia negra o brujería,
Exu (se pronuncia Eshú) llamado Elegua, Elegbara, Bará, es una entidad sagrada del panteón yoruba, venerado en las religiones de matriz africana.
El término “kimbanda” significa sacerdote-curador o dueño de los misterios necesarios para las curas físicas y espirituales. A él acude la comunidad, y sus conocimientos no radican exclusivamente en lo terrenal, relacionados directamente con la medicina tradicional africana.
Sucede que al encontrarse las creencias del blanco europeo, el negro africano y el caboclo indígena nativo de la llamada América, se prohibió a los pueblos originarios sometidos expresar sus cultos propios. La forma de perpetuar la raíz de su fe en las fuerzas de la naturaleza u Orixás, fue esconderla detrás de las imágenes católicas a las que eran obligados a convertirse. Así surge el sincretismo que comienza con la asociación del santoral cristiano a la cosmogonía afro-indígena. Por eso Jesús es llamado Oxalá, y Iemanjá es la Virgen de los Navegantes, por citar dos ejemplos. También debido al mestizaje conviven en los altares de Umbanda las indias Iara y Jurema, el Cacique Tupinambá y tantos otros junto a Pretos Velhos o ancianos negros portadores de la memoria ancestral.
Exú es el mensajero de los Orixás, quien primero debe ser homenajeado para que abra las puertas de la comunicación entre el orum (mundo espiritual) y el aiyé (mundo terrenal). Sin comienzo ni fin, dueño de los caminos y de la llave que permite la entrada y la salida, principio dinámico, es la energía superior más cercana al plano humano y el que más rápidamente le interpreta y a la vez adolece de sus virtudes y desvirtudes; pasional, veleidoso, transgresor, pícaro, celoso, frenéticamente alegre.
Vibra especialmente en encrucijadas o cruces de calles. Sin transitar caminos y abrir puertas no se llega a ningún lado y de allí su importancia. Se le pide por negocios, amor, conflictos en general, uniones complicadas, decisiones difíciles, juegos de azar, pasiones, trabajo y dinero. A Exu y también a Pombagira que es su lado femenino y representa a la mujer valerosa y determinada que lucha por aquello en lo que cree y se entrega a una causa sin oscilaciones.
El uso -con moderación- de bebidas alcohólicas y cigarrillos en la kimbanda y en otros ceremoniales afro-indígenas, cumple la función de transmutar la energía negativa en positiva en ambientes y cuerpos físicos, por medio de evaporaciones etílicas y el humo que hace las veces de sahumerio o defumación.
Agua, fuego, tierra y aire están siempre presentes en las sesiones de diferentes formas. De allí la utilización de hierbas, flores, comidas, perfumes, alimentos; olores, colores y sabores que atraen vibraciones intangibles imprescindibles para el beneficio de fieles y creyentes.
En la doctrina de la Kimbanda -la más joven y dinámica religión afro americana- no se concibe un principio de maldad absoluta. Se cree que hay espíritus atrasados, que son incitados a evolucionar a través de la caridad.
El carácter burlón y fuertemente sexuado de Exú fue identificado por los misioneros -primero en Africa y luego en América- como el “Diablo” o “Satanás”.
En Africa es común que se lo represente con un falo erecto por tratarse de la divinidad que gobierna la fertilidad y la fecundación de la tierra generadora del alimento, por eso es asentado en el mercado donde se comercializa el producto de las cosechas, las frutas y los granos como el maíz, representando la abundancia y la perpetuidad de la vida.
La tipificación errónea probablemente persistió debido a sus colores rojo evocando la sangre como símbología de vida, y negro, de la tierra de donde surge y hacia donde va todo lo que existe, su asociación al fuego y otras particularidades. Antiguamente y hasta hoy, algunas imágenes tienen cuernos y cola de punta de flecha, junto al tridente de Poseidón que mantuvo la iconografía ritualística como símbolo de poder.
El africano fomentó el mito de la vinculación a la “magia negra” usándolo como defensa y a su vez como entrada de dinero y beneficios en una sociedad que le excluía aún abolida la esclavitud.
Intentar dañar a alguien manipulando a nuestros Orixás, Caboclos y Exús, significaría resignar identidad y ordenaciones sacerdotales que por leyes kármicas nos indican hacer y procurar el bien, siguiendo el camino marcado por el Creador; Zambi u Olodumaré.
Un kimbandero, umbandista o macumbero como quieran llamarle, no es mejor ni peor que cualquier persona perteneciente a otra religión o a ninguna de ellas.
Algunos autodenominados pastores venden por televisión a la noche mentiras grotescas sobre “demonios” y su capacidad para vencerlos, cuando su única meta son millonarias ganancias materiales. Dicen combatir “la macumba”, que aún bajo ese nombre usado despreciativamente es únicamente nuestra, transgrediendo ostentosamente sin que nadie se inquiete, leyes que penan con cárcel la discriminación religiosa en el derecho positivo uruguayo e internacional.
Siete “Salves” a los llamados “Compadres y Comadres” “El Señor y la Señora”; fuerzas de puro amor recibido y prodigado en todas sus formas. La energía del enigmático Mensajero se resume en esta frase: “Exu mató un pájaro ayer con la piedra que tiró hoy.”
Dios-Zambi y la maravillosa Macumba bendigan a todas y a todos.
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