Santos negros: otra forma de dominación

04/01/2012
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Los “santos negros”; como Nuestra Señora Aparecida y por aquí San Baltazar y San Benito, adoptados por los afro en Latinoamérica merced al inevitable sincretismo al fusionarse las creencias de los europeos con las de los pueblos originarios y africanos, fue y es otra manera sutil y perversa de someter.
 
A la prohibición de culto y demonización del mismo; “los negros adoran al diablo”; se sumó la crueldad de obligarles a creer en el santoral católico, en ese momento usado como pretexto para el genocidio de la colonización. Evangelizar o matar eran las premisas si los “salvajes” se negaban.
 
Agregan a esto la astucia de crear santos negros para “engañar” y ganarse la simpatía de los africanos hacia la cosmogonía cristiana: miserable identificación por la línea de color, limosna envenenada del verdugo opresor.
 
De todas formas eran íconos de segunda categoría para las autoridades católicas, asociados a la servidumbre muchas veces y, como el caso de Baltazar,  no canonizado, o sea que La Iglesia no lo reconoce como adorable.
 
Los santos de los blancos, en los hechos, fueron la desgracia de los negros porque en la cruz se sustentó el devastador imperialismo colonialista robando territorios, asesinando a cientos de millones y dando lugar al tráfico esclavista desde el África.
 
¿Cómo bailar para ellos por más que no tengan culpa directa? Es un dilema porque los esclavos se apropiaron de las fechas en que les era permitido expresarse; Navidad, Año Nuevo, Reyes; ocasiones de celebración exclusivamente cristiana.
 
Aceptar eso en tales momentos de la historia tenía el sentido de la sobrevivencia. Hoy estamos rompiendo cadenas e intentando descolonizar cabezas. Las figuras originales de la espiritualidad africana se llaman ORIXÁS. Si hablamos de democracia, es hora de tomar las verdaderas banderas sin vergüenzas y con absoluta legitimidad, fortaleciendo aquello por lo que murieron nuestros abuelos y abuelas. Hoy, cada afrodescendiente es un reducto pacífico de libertad. Seamos auténticos.
 
Esto es a favor de la igualdad entre las diversas raíces culturales del Uruguay: si homenajeamos con nuestro arte típico a las deidades católicas, con más razón deberíamos hacerlo con nuestros símbolos religiosos ancestrales. Es un derecho humano.
 
¿Provenimos de la Cuna de la Humanidad y aún tememos mostrar lo que somos?
 
Siento que ofendemos a las fuerzas de la naturaleza u Orishas, verdadero objeto de culto de los africanos, cada vez que reivindicamos otras creencias escondiendo las propias, olvidando defender el sentimiento sagrado de las naciones esclavizadas. Ya libres, reproducimos el estigma de relegar nuestra liturgia originaria, sus valores y ética.
 
Entonces a pensar; las costumbres impuestas colaboran a perpetuar la colonización estructural. ¿Tambores por san tal o san cuál? Todo bien. ¿Y las Llamadas de los Orixás o Llamadas de libertad para cuándo? Hoy se está descubriendo América y sólo desde el respeto por nosotros mismos es concebible la integración. 
 
Tres raíces tiene la identidad uruguaya y solo dos de ellas fueron despojadas y víctimas de genocidio durante la invasión: africanos y originarios. Revaloricemos la memoria histórica para lograr una profunda equidad social y para la pública felicidad.
 
- Susana Andrade – Atabaque
https://www.alainet.org/de/node/154973?language=en
America Latina en Movimiento - RSS abonnieren