La dignidad en la justicia
28/02/2012
- Opinión
En los últimos meses hemos visto el debate en torno a las denuncias, capturas y audiencias contra militares implicados en genocidio y delitos contra los deberes de humanidad. Algunas personas alzan la voz afirmando que estos procesos judiciales no son más que la búsqueda de venganza por parte gente de la izquierda y sus ONG. Otros siguen repitiendo el discurso viejo y pseudorreligioso del perdón, entendido como borrón y cuenta nueva, dándole la espalda al pasado. Y más recientemente, un conjunto de voces empezó a cuestionar por qué los procesos en los tribunales solo se han enfocado en los mandos militares y no en los de la guerrilla. Y siguen persistiendo algunos que niegan que haya habido genocidio en Guatemala.
Mientras tanto, el sistema judicial se ha fortalecido creando una Fiscalía de Derechos Humanos, para atender estas denuncias planteadas por familiares de víctimas y organizaciones de derechos humanos. Esta fiscalía, además, intenta llevar casos por sí misma, sin la necesidad del querellante adhesivo, que generalmente es una de estas organizaciones.
Los procesos, a pesar del debate, continúan. En este momento hay tres militares en prisión preventiva por genocidio y delitos contra los deberes de humanidad. Otro más cumple prisión domiciliar. Estas primeras audiencias nos obligan a escuchar la larga lista de crímenes horrendos –como los llamó la jueza Patricia Flores, encargada del caso contra Ríos Montt– lo que arranca de la indiferencia, impide seguir pensando que ese pasado se puede olvidar así sin más, y ya no permite seguir negando que hayan ocurrido.
El 24 de febrero fue el Día Nacional de la Dignidad de las Víctimas del conflicto armado interno. ¿Qué podemos entender por su dignidad? En el momento en que miles fueron selectivamente asesinados, secuestrados, desaparecidos, torturados, violadas, o perecieron en masacres, fueron considerados enemigos internos peligrosos y por lo tanto, se buscó su aniquilamiento.
Dignificar a las víctimas significa reconocer, primero, que estos crímenes ocurrieron. No se puede seguir negado cuando se multiplican los testimonios de sobrevivientes, y conocemos a familiares que todavía buscan a sus parientes desaparecidos.
Dignificar a las víctimas es también estar del lado de la justicia, que no es lo mismo que la venganza, y no se parece en nada a un juicio político. Ojalá que la justicia alcance para todos, es decir, que todos los familiares de víctimas y sobrevivientes puedan complacerse con el progreso de sus casos en cuanto a investigación y proceso.
Por otro lado significa reconocer el miedo, ingrediente fundamental de la conformación y mantenimiento del Estado guatemalteco, que ha operado con diferentes máscaras en cada etapa de la historia. Durante el conflicto armado interno se instaló el terror estatal dirigido contra esos que fueron considerados enemigos: jóvenes urbanos organizados, guerrilleros en las montañas, poblaciones indígenas, activistas del movimiento social. Después, se instaló como silencio: no se hablaba de lo sucedido, ni se hacían públicas las tendencias y opiniones políticas. El miedo sigue marcando el compás de la historia, y es a través de los familiares de las víctimas, de las organizaciones acompañantes y del sistema de justicia que se le puede hacer retroceder.
Las organizaciones que buscan los cuerpos de quienes murieron víctimas del terror estatal, el Banco Genético Nacional donde los familiares depositan una muestra de saliva para poder comparar su ADN con el de los cuerpos encontrados, la lectura analítica de los Planes de campaña y la Doctrina de Seguridad Nacional de los años más cruentos, entre 1981 y 1984, son esfuerzos que buscan la verdad.
Las pruebas que se presentan en los juicios son contundentes, y los peritajes de expertos explican cómo funcionó la lógica que llevó al genocidio. Todas estas son tareas que dignifican a las víctimas, que dejan de ser enemigos internos –como se les consideró– para convertirse en los hijos, hermanos, amigos, maestros, estudiantes, campesinos, sindicalistas, que fueron en vida.
Guatemala 28 de febrero del 2012.
- Ana López Molina, Área de Estudios sobre Campesina, AVANCSO - www.avancso.org.gt
La Opinión fue el Editorial del Noticiero Maya Ka`t de la FGER. el 28 de febrero del 2012.
https://www.alainet.org/de/node/156190?language=en
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