Déjà vu
18/11/2012
- Opinión
BIENINTENCIONADOS. La Inquisición asesinó en nombre de Dios; la Revolución Francesa en nombre de la libertad; el marxismo-leninismo en nombre de la igualdad. Durante el pasado siglo XX, Dios, la Libertad y la Igualdad representaron verdades absolutas, caras a espíritus nobles y diversos. Para cada grupo, la imposición de su verdad era básica para el destino de la Humanidad. Pero la Libertad moderna se oponía a Dios, según los fundamentalistas; la Igualdad socialista se oponía a la Libertad, según el capitalismo; y la religión y el opio se oponían a la Igualdad del pueblo, según los marxistas. —Durante el pasado siglo XX la sangre corrió siempre en nombre de Dios, la Libertad y la Igualdad. Pensamos que en el próximo siglo la sangre seguirá corriendo, aunque ya no necesitará de tan nobles excusas para hacerlo.
COMPETITIVIDAD. Después de la caída del muro de Berlín hablar de “lucha de clases” pasó a ser un anacronismo. En su lugar se acomodó la no menos ideológica doctrina de la “libre competencia”, que no es otra cosa que la traducción light de la antigua muleta marxista, ya que la famosa Competencia no se plantea simplemente a nivel de individuos sino, sobre todo, de clases sociales.
SIGLO XXI. No hace mucho, en la pequeña Suiza, se fusionaron dos bancos: el UBS y el SBS. El nuevo banco es ahora el segundo más grande del mundo, después del Tokio-Mitsubishi, con un activo de 658 mil millones de dólares. Cuando se concretó la fusión se despidieron 7.000 trabajadores, pero éste es solo un detalle. Asociar bancos, empresas y concentrar capitales está en la naturaleza del nuevo mundo, tanto como prescindir de trabajadores humanos. Por lo tanto, no sería absurdo suponer nuevas asociaciones de dinero. Se calcula, por ejemplo, que si se juntaran cuatro o cinco de estas grandes instituciones financieras el total del capital sumaría más de dos mil billones de dólares. La cifra alcanzada significa que podrían comprarse o controlar (es lo mismo) toda la economía de Alemania, casi toda América del Sur o la tercera parte de Estados Unidos. Actualmente la suerte de los países del mundo depende de las decisiones de estos siete monstruos del Apocalipsis. Basta con que lleguen a alguna región del mundo y luego se retiren para descalabrar las economías de los países más fuertes. Y esto es solo una muestra. Sobre el próximo siglo se terminará de dibujar un terrible triángulo, en cuyos vértices se opondrán la concentración libre del Capital, los desplazados y la Pobreza, y la Democracia, la que será el objetivo y el instrumento de los otros dos vértices que se oponen.
ECONOMÍA. La idea de Progreso indefinido es del siglo XIX y se apoyaba a la inconsciencia sobre los recursos limitados del planeta. Pero en poco tiempo la explotación de la naturaleza por el mercado y por la industria diezmó y contaminó las selvas, las praderas, los ríos y los cielos de Gea. Una fracción minoritaria de los habitantes del planeta consume la mayoría de sus recursos bajo la miope visión de que consumen lo que producen. Pero recordemos que casi no hay producción sin explotación. Por otro lado, los mayores contaminantes mundiales se niegan a reducir sus desperdicios arguyendo que ello afectaría su economía. La industria tradicional explota y contamina la biosfera hasta extremos mortales. Y el consumo también. El consumo de bienes y servicios es alentado desesperadamente por los gobiernos como forma de activar las economías subdesarrolladas y como forma de sostener los niveles de vida de los países ricos. A ningún ministro se le ocurriría recomendar austeridad a sus electores, un automóvil por familia en lugar de dos o tres. No, porque eso afectaría la economía y el crecimiento. Pero, ¿de qué crecimiento estamos hablando? En un planeta con recursos limitados, ¿no es un deber ético ahorrar excesos? ¿Por qué es menos rica una familia con un automóvil que otra con dos? ¿Lo es porque el PBI o el ingreso per cápita pueden disminuir, avergonzándonos ante la comunidad internacional? Si en alguna medida existe una nueva conciencia ecológica, ¿por qué no hay una conciencia de austeridad? Claro que estoy pidiendo mucho en tiempos en que el dinero y la ostentación son los Mandamientos principales de la existencia.
SUBOCUPADOS. En 1998, según informes como el CEPAL, los jóvenes con más años de estudio no logran la misma estabilidad social y laboral que lograban sus padres con menos preparación. En respuesta a esto, los ministros del mundo entero los fustigan por su insuficiente preparación para insertarse en “un mundo cada vez más competitivo”. En países como Japón, ser incompetente equivale, por lo menos, a traición a la patria. El resultado es estadístico: los adolescentes que sobreviven lo hacen en un suicidal state (no confundir con “harakiri”); y el país también. En Latinoamérica no llegamos a tanto; incompetencia es solo alta traición al mercado, y éste mismo es el que se encarga de hacer justicia. —Creo que el mayor problema de los próximos años no será la desocupación, porque los economistas o las agencias publicitarias se están encargando de ello. El mayor problema será la subocupación, porque es el principal recurso para abatir la desocupación. Los full-time serán reducidos a favor de los part-time, para insatisfacción de todos. No se trata de enseñarle al Mercado lo que ya sabe hacer muy bien; de lo que se trata es de no permitir que nos diga qué debemos hacer los seres humanos. Aquellos que asocian la palabra “control” o “intervención” al comunismo y a otras brujas del siglo XX, pueden ir pensando en otra cosa. Porque, señores, la alternativa no es dejar a la bestia suelta adentro del bazar.
PROGRESO. El mayor peligro del progreso material es su visibilidad. Y la visibilidad de sus efectos es la consecuencia de todo optimismo. Cualquier espíritu que logre asociarse con él será internacionalmente venerado. No importa lo demoníaco que pueda ser. También los regímenes comunistas tuvieron su momento de gloria cuando sus números cerraban bien y la Unión Soviética era potencia mundial, tanto aquí en la tierra como en el cielo. Cuando los regímenes comunistas cayeron, no cayeron por sus carencias morales; cayeron por sus defectos económicos. Y eso es, precisamente, lo que se les reprocha como principal argumento. ¿No fue la misma historia la del apogeo y caída del nazismo? Al parecer, la justicia sólo llega con el fracaso económico. ¿Qué diremos de este anacrónico fin de siglo cuando fracase? ¿Debemos esperar hasta entonces para decir algo
REFLEXIÓN. Los gobiernos de todo el mundo invierten hasta lo que no tienen en investigación científica y productiva. Eso cuando invierten bien. Es decir que de la producción de cosas se ocupan los profesionales, pero la reflexión ética sobre los resultados siempre se la deja a los aficionados. En el planeta Tierra, la reflexión ética se la cultiva en los programas deportivos o en apasionados debates electorales.
- Del libro Critica de la pasión pura, 1998, de Jorge Majfud.
Selección de Angela Willats
https://www.alainet.org/de/node/162699
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