ALBA- Petrocaribe… ¿otro cuento?
14/01/2013
- Opinión
Como escritor admiro y respeto el cuento, como género literario, por supuesto, aquel que define el diccionario: “Narración breve de sucesos ficticios o de carácter fantástico, hecha con fines didácticos o recreativos”. Y también está el otro cuento, el que ha (im) puesto de moda el gobierno sucedáneo del golpe de Estado en Honduras de Porfirio Lobo Sosa y Juan Orlando Hernández, presidente del Congreso Nacional y también copartícipe del golpe, definido así: “Mentira, pretexto, simulación.”, también conocido como “El cuento de nunca acabar: Asunto o negocio que tarda en resolverse o que parece que nunca va a acabar.”
Ante el vía crucis que estos falsos profetas (Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández) están haciendo pasar al pueblo hondureño, al cual ya lo tienen colgado en la cruz, y si no lo han terminado de crucificar es por la escasez de clavos y martillos, mismos que piensan adquirir con la reintegración de ellos (no del pueblo hondureño) al Alba y a Petrocaribe. Ya dicho sin metáfora: tanto Porfirio Lobo como Juan Orlando Hernández creen que Venezuela y todos los países que conforman el Alba, les reintegrarán de inmediato y recibirán ya combustible a precio favorable, préstamos y/o donaciones, para el derroche en su campaña electoral con miras a recontinuar el golpe autoerigiéndose como los ungidos por Dios para maltratar a través de la eternidad al pueblo hondureño.
No es de dudar que tanto Lobo como Hernández (aquí también cabe Mauricio Villeda-Michelleti), creen que Honduras es el centro del mundo y que ellos son los emperadores vitalicios de ese “imperio”, por tanto lo que ellos digan, desde la imperial Honduras, es verdad absoluta alrededor del globo terráqueo. Y, por supuesto, esos presidentes y primeros ministros del Alba son analfabetas si se compara con la brillantez de ellos, solo equiparables a la del rey Salomón.
Ellos, en su autoengaño, piensan que se les cree ciegamente cuando dicen que han hecho un gobierno de unidad (claro que sí: la unidad golpista y la unidad desde las matemáticas, del indivisible uno: único grupo golpista que quiere gobernar Honduras hasta el fin de los días). Pobrecitos (no de dinero, de ese han robado bastante) de arrogancia, de petulancia… suponen que enviar un papel membretado con el escudo de Honduras, letras doradas, y la firma de cualquiera de ellos, ya es “versión oficial”, y al resto de países solo les queda asumirla como tal.
“Piensa” el gobierno de Lobo y Hernández que a todos estos países ellos pueden darles atol con el dedo. Nadie, fuera de Honduras, se da cuenta de que uno de los cabecillas del golpe de Estado, general Romeo Vásquez Velásquez fue premiado con la gerencia de las telecomunicaciones (por cierto, la tiene quebrada luego “emplear” cantidades de militares “paracaidistas”). Nadie sabe que el ministro de Relaciones ‘Sexteriores’, Carlos Arturo Corrales Alvarez, representó y defendió al aprendiz de dictadorzuelo Roberto Michelleti. Nadie sabe que la misión ante la ONU está infestada e infectada del golpismo, teniendo como “embajadora” a Lizzy Flores Facussé, hija de Carlos Flores Facussé, uno de los principales golpistas en la sombra. Nadie sabe que por allí en Bélgica tienen al mequetrefe como Sisimite endemoniado, despotricando contra todo lo que huela a izquierda, a socialismo –para ser suave y que no se sienta insultado –embajador Roberto Flores Bermúdez. Ni tampoco se sabe que en Washington el golpismo instaló sus cuadros, para intentar limpiarse de la barbarie cometida.
Nadie sabe que el militar, egresado del Liceo del Norte, Juan Orlando Hernández y Pepe Lobo, van a contraatacar con una nueva versión de las Ciudades Modelos para vender el país a pedazos, y que para esto ya tienen comprado al apodado “Premio nobel” , que dirige una organización garifuna que ha vivido de tumbarle la caspa a los gobernantes de turno. Nadie sabe, fuera de Honduras, que la “guerra” entre la Corte Suprema de Injusticia, el Congreso y Porfirio Lobo, no es sino un conflicto entre dos grupos de poder, a quienes les importa un carajo el pueblo hondureño, por amasar más fortunas, delinquir más y terminar de someter al pueblo hondureño para que no aspire a su liberación, entendido esto en el sentido de que recupere lo que le pertenece: su territorio, sus riquezas y finalmente pueda encaminarse a un país con justicia social y oportunidades para todas y todos.
Nadie, pero nadie, fuera de las fronteras hondureñas sabe que los 100 millones de dólares que otorgó el Alba en el gobierno del presidente Manuel Zelaya Rosales, poquito antes del golpe de estado del 28 de junio del 2009, fueron 50 millones de ellos utilizados en parte (y robados en otra) por el aprendiz de dictadorzuelo Micheletti para comprar bombas lacrimógenas y materiales de represión contra el pueblo hondureño. Los otros 50 millones de dólares aceptó públicamente Porfirio Lobo, quien preside Honduras, que los tenía en el Banco Central de Honduras y que con ellos haría casas a los policías (eso lo dijo en el aeropuerto cuando iba rumbo a Venezuela a la cumbre de Celac)… y ni casa a policías ni nada. Tanto así que la policía tiene que delinquir para poder subsistir.
La trilogía: Lobo, Hernández y Villeda-Micheletti, iluminada por la gracia no divina, creen que esos otros países son timoratos y no saben que los mismos grupos que ellos representan y defienden, fueron, por ejemplo, quienes en el 2004 presentaron una resolución en la ONU, elaborada por Collin Powell y su equipo para condenar a Cuba por violación a los Derechos Humanos. Y así se vio Honduras en su momento, como en este editorial del periódico Liberación, de abril del 2004: “Un pequeño país centroamericano donde los famosos DD.HH. de una población mayoritariamente indígena y muy pobre, nunca han sido muy vistos ni salvaguardados por los oligarcas locales y militares. Una nación subdesarrollada, la hondureña, que por otra parte, ha sido utilizada permanentemente como base de contrainsurgencia del ejército norteamericano y la CIA en la región, particularmente activa durante los años de la agresión a Nicaragua sandinista y de intervención militar en El Salvador sublevado.”
Por todo esto no entiendo cómo un dirigente campesino, del Frente Nacional de Resistencia Popular y del Partido Libre, Rafael Alegría, se alegre por la posibilidad de que el gobierno de Lobo y Juan de la Tortilla Hernández, no Honduras, sea reintegrado al Alba y a Petrocaribe (lo escuché a él en entrevista concedida a Radio Globo). ¿Acaso cree Alegría que si hubiese beneficios dejarían manejarlo al sector campesino, al obrero, se le pagaría al magisterio? No seamos ingenuos, cualquier dólar o euro que le caiga al actual gobierno irá dirigido a conspirar contra el pueblo hondureño, a la campaña electoral de estos político-empresarios del noviembre 2013., que no tiene como objetivo sino derrotar a puro fraude, desarticular, dividir, al partido emergente de la población pobre, que es la mayoría, que no es otro que el Partido Libre y su candidata Xiomara Castro de Zelaya.
Reintegrar a “Honduras” (entre comillas porque sería reintegrar a una minoría oligarca) al Alba y a Petrocaribe sería una traición contra el pueblo hondureño, no solo de parte de los países que conforman el Alba sino de los países en vía de autonomía como Brasil, Argentina, Ecuador, etc., pues no estarían respaldando al pueblo hondureño sino todo lo contrario, a sus opresores. ¿Y entonces en qué quedaría lo de la Patria Grande Latinoamericana que comenzó Simón Bolivar?
Profetizo: por ahora no habrá reintegración ni a Petrocaribe ni al ALBA. Por tanto el pueblo hondureño no debe de creerles a los vendedores de ilusiones que “gobiernan” coyunturalmente por un golpe de Estado. Los periodistas del pueblo deben de ser más sagaces, suspicaces, analíticos, y no caer en las trampas de estos, como diría el poeta Roberto Sosa: “encantadores de serpientes”.
Son nuevos tiempos, tanto las oligarquías locales como los Estados Unidos y la Comunidad Europea, deben de saber que se acabó el patio trasero, y es mejor reiniciar el diálogo, reinventar las reglas del juego, eliminar de la tarima conceptos como amos y esclavos, y sustituirlos por socios y humanos.
Nueva York 13 enero 2013.
Roberto Quesada
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