Cuba hacia el 2015
Cuba desde la tozuda e impertinente esperanza (I)
21/12/2014
- Opinión
“Yo soy un apasionado de la libertad y la he ejercido siempre un poco más allá de donde se ha podido, pero no voy a tirar por la borda la soberanía, después de lo que nos ha costado, nos cuesta mantenerla”. Guillermo Rodríguez Rivera.
Aun si llegaron juntas y por la misma vía son un acontecimiento por una parte, y el anuncio de lo que podría serlo si llega a materializarse en todo su alcance por la otra.
La confirmación de Fidel de que volverían ha significado la mayor conmoción para este fin de año. El regreso de los tres Héroes aún prisioneros en los Estados Unidos es un acontecimiento de felicidad (aun cuando esa palabra no es suficientemente confiable), porque todos los cubanos dignos, en mayoría somos sus familias.
¿Estuvo Barack Hussein Obama guardando la grata nueva sobre el inicio de las conversaciones para la normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los EE.UU. para endulzarles la cena de fin de año al pueblo cubano? Lo dudo.
Preferiría discernirlo como una decisión expedida a ¿última hora?, debido al incómodo atolladero en que viven el gobierno estadounidense y su presidente y actual ocupante de la Casa Blanca. Todavía si por la estólida e inútil guerra económica contra Cuba, la normalización de las relaciones con la isla hubiese sido el último problema que Obama elegiría solucionar, incluso teniendo conciencia de, y habiendo ratificado por él mismo en público que era una herramienta enmohecida, por inútil, de la política angloestadounidense.
Es un problema que lo pone a las puertas (aún cerradas para él) de la actual región Latinoamericana y Caribeña en su nueva integración deslastrada de su intrusismo. Quizás de ahí provenga la intención de negociar la normalización de relaciones diplomáticas con Cuba –que no levantamiento inmediato del bloqueo-, balanceándola con el aumento de sanciones contra el gobierno de Venezuela Bolivariana; ¿posible objetivo?, que ambas naciones no asistan juntas (no coincidan en) a la cumbre de abril del 2015 en Panamá. Es preciso para Obama –genéricamente hablando-, que esa nueva integración regional no se haga presente, de cuerpo, en la próxima ocasión, como en la anterior cuando la mayoría de los países insistieron en que no se celebraría otra sin la presencia de Cuba. El quid está en negociar con los gobiernos –por separado, o “reajustados”-, no con los pueblos.
Pudiera inferirse que la decisión de Obama con respecto a la normalización de las relaciones diplomáticas con Cuba, le haya costado un porciento no despreciable de valor personal y político (quizás sean una misma cosa), porque lo enfrenta contra una ultraderecha cubanoamericana que posee el control de los asuntos exteriores en ambas cámaras, y que comenzarán el periodo posterior al fin de año enfrentado, de facto, a la peor de sus pesadillas –Cuba-, con todo lo que ello puede implicar de “adiós” al dinero presupuestario y a la pérdida de prosélitos del partido republicano cercano a las próximas elecciones presidenciales. ¿Obama aplica una estrategia de partido con Bill y Hillary Clinton de por medio buscando continuidad demócrata en el poder? ¿Será una venganza contra determinados republicanos o neoconservadores que lo han vilipendiado de lo lindo y frente a los cuales perdió en las últimas elecciones parciales, y de paso, llevarse un gato histórico al agua en las postrimerías de su segundo mandato? ¿Estará echándole grasa a la disculpa, por parte de los miles de emigrantes indocumentados, sobre todo latinoamericanos, por la imposibilidad de una ley migratoria prometida? ¿Diluir las grandes manifestaciones de protesta contra la matanza de jóvenes afroamericanos en plena vía pública por parte de policías blancos? ¿Disimular la situación en la que se encuentra embutido en el Medio Oriente con ese trastornado Ejército Islámico que aspira a convertirse en Califato, a costas de “cogerle la baja” a sus jefes “americanos”, y estrechando relaciones con Erdogán en Turquía? Y no hablemos de las preocupaciones con Rusia y China.
¿Es o no Barack Hussein Obama un “hombre de la CIA”?
Muchas cosas peligrosas por complicadas está haciendo a la carrera, y a la misma vez, sin que parezca que algún disparo perdido le suene por detrás de su oreja. El jueves pasado en la Mesa Redonda del canal cubano Cubavisión a las 07:00 pm, el abogado cubanoamericano José Pertierra calificó al bloqueo contra Cuba como un “cascarón inservible”, y dió como explicación, entre otras, que la mayoría de los empresarios estadounidenses que costeaban los lobbies para el mantenimiento de los planes contra Cuba estaban ahora más interesados en invertir en la isla. Bueno… puede ser. Pero también lo es que Obama mantiene a ese bloqueo codificado como ley en un estatus de interrogante para conveniencia lógica del sistema político angloestadounidense.
Nada existe más peligroso para el pueblo cubano que unas relaciones diplomáticas normales con los Estados Unidos, bajo ese inmundo bloqueo, y con la base militar ilegal de Guantánamo ocupada. De nada vale que Cuba sea borrada de la lista de países terroristas –lista confeccionada por el país más terrorista de todos-, ni que sea invitada a la próxima Cumbre yanqui. Sería como abrazar a alguien, dentro de su casa, apretándole el cuello hasta la falta de aire. Siempre estarían la soberanía del país y la libertad del pueblo conquistada y salvaguardada a través de esa, en inminente peligro.
José Martí advertía hace mucho que en política lo real es invisible. De lo anterior procede la preocupación acerca de cuál será el objetivo, o los objetivos de Barack Hussein Obama, presidente de los Estados Unidos, que ocultan su decisión de canjear a nuestros Cinco Héroes Antiterroristas Cubanos por Alan Gross y comparsa, convoyando a la intención oficial manifiesta de normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba. Pero sin levantar el bloqueo ni salir de la base de Guantánamo. Los EE.UU. jamás harían algo realmente bueno solo por altruismo. Ese valor no existe en el fundamento de su cultura política.
El alborozo popular debido al anuncio de tal acontecimiento, solo puede obnubilar a los tontos que aspiran a cabalgar sobre una hamburguesa McDonald, significándola como símbolo de la libertad.
El presidente cubano Raúl Castro, lo expresó en su intervención que cerró la última sesión del año de la Asamblea Nacional del Poder Popular el 20 de diciembre de 2014, no habrá cambios en los principios que rigen a la política de Cuba; tendrán que aprender a convivir con nuestras diametrales diferencias. La soberanía no se cambia por nada; menos por una libertad en la desigualdad, equivalente a salvajismo.
Desde el litoral oeste de La Habana martiana, marxista, revolucionaria y bolivariana.
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