Las causas del histórico giro entre Estados Unidos y Cuba
20/12/2014
- Opinión
El 17 de diciembre quedará en la historia como el día que se inició la postergada distención de la política de Washington hacia La Habana. Motivaciones de orden geopolítico, económico y electoral explican la audaz jugada de Obama, que plantea desafíos para Nuestra América.
En noviembre del año pasado, el Secretario de Estado John Kerry les planteó a los embajadores del continente en la sede de la OEA: “La doctrina Monroe ha terminado”. En aquel momento él ya sabía que se llevaban a cabo negociaciones secretas con el gobierno cubano, que recién se hicieron públicas hace dos días, nada menos que con los discursos simultáneos de Barack Obama y Raúl Castro. Teníamos por aquel entonces buenas razones para desconfiar del jefe del Departamento de Estado, quien apenas unos meses antes, el 17 de abril de 2013, ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, había vuelto a usar la ofensiva denominación de patio trasero estadounidense para referirse a Nuestra América.
Obama, desde que asumió hace casi seis años, dio sobradas muestras de que sus promesas de una nueva etapa en las relaciones con sus vecinos del sur eran apenas eso, promesas. Ni cerró la cárcel de Guantánamo, ni clausuró las actividades de la IV Flota del Comando Sur, ni permitió a Cuba participar en las Cumbres de las Américas, ni frenó la proliferación de bases militares en todo el continente, ni frenó la fracasada guerra contra las drogas, ni dejó de desestabilizar a los gobiernos opositores de la región, como lo prueba la cobertura que se le dio a los golpes de Estado en Honduras y Paraguay.
¿Por qué entonces se produce ahora este giro copernicano en la política de Estados Unidos frente a su histórico enemigo? Por motivos geoestratégicos, económicos y electorales.
Estados Unidos pretende recuperar su histórica posición hegemónica en la región. A lo largo del siglo XXI, América Latina avanzó como nunca antes en un proceso de integración regional por fuera de la órbita de Washington. La Unasur, la CELAC y el ALBA fueron iniciativas que horadaron el poder de Estados Unidos en la región. En la última Cumbre de las Américas (Cartagena, 2012) los 32 países latinoamericanos y caribeños presentes plantearon que era imperioso incluir nuevamente a Cuba, expulsada de la OEA en 1962. La creciente presencia económica, política y militar de otras potencias, como China y Rusia, también contribuyeron a desafiar la otrora indiscutible hegemonía estadounidense en el continente. La exclusión de Cuba era un obstáculo para Estados Unidos y hacía peligrar la suerte de la próxima Cumbre de las Américas (Panamá, abril de 2015. Al mismo tiempo, el bloqueo contra Cuba era una medida anacrónica y cada vez más antipática en la propia ONU. En la última votación, 188 países exigieron el levantamiento del mismo, y Estados Unidos quedó en soledad, con el único apoyo de Israel. El inicio de la distensión con Cuba, entonces, permitirá lavar la cara de la diplomacia estadounidense.
La segunda causa es de orden económico. Cuba requiere divisas para importar combustible y alimentos, y la caída del precio del níquel, sumado a las crisis económicas en Rusia y Venezuela limitan el auxilio recibido en los últimos años y generan una creciente necesidad de divisas.
El gobierno de Raúl Castro viene implementando, paulatinamente, una serie de reformas que, entre otras cuestiones, permiten y alientan la radicación de capitales extranjeros. Mientras empresas chinas, españolas, canadienses y brasileras se instalan en la Isla, los capitales estadounidenses no pueden avanzar en este codiciado mercado por las limitaciones que impone el bloqueo. En este sentido, hay un sector de la burquesía estadounidense que impulsa el relajamiento de las sanciones para desembarcar en un país que hasta 1959 había sido casi su área exclusiva de influencia económica.
Por último, razones de orden electoral explican este giro de la Casa Blanca. El voto latino es crucial para las aspiraciones del Partido Demócrata de retener la Casa Blanca dentro de dos años, luego de la dura derrota que sufrieron en noviembre pasado. El poderoso lobby anticastrista, los famosos gusanos de Florida, tienen una incidencia decreciente. Incluso parte de la comunidad cubana en el exilio, las nuevas generaciones fundamentalmente, rechazan el bloqueo. Así, Obama intenta pasar a la historia como el presidente que logró distenter las relaciones con la isla luego de medio siglo, y a la vez tiene un buen argumento para intentar recuperar el entusiasmo con el que la población latina acompañó su elección en 2008.
Por supuesto que es todavía prematuro aventurar hasta dónde llegará realmente el cambio en la política hacia Cuba. El levantamiento del bloqueo es todavía incierto ya que debe votarlo el Congreso, que desde el próximo mes de enero estará dominado por los Republicanos en ambas cámaras. Su líder ya se expresó en contra de la distensión propuesta por Obama, al igual que lo hizo Marco Rubio, senador por la Florida y uno de los precandidatos republicanos a la presidencia.
El gobierno cubano puede exhibir como un gran triunfo la liberación de sus héroes (los tres que faltaban de “Los 5″) y las medidas anunciadas por Obama. Fracasó Estados Unidos en todos los intentos de hacer colapsar al régimen cubano luego de la disolución de la Unión Soviética, cuestión que fue admitida por el propio Kerry. Los países latinoamericanos también pueden celebrar este avance como un reconocimiento a su firme posición en pos de que se respete la soberanía del pueblo cubano.
Ahora bien, tampoco hay que ser excesivamente triunfalistas ni ingenuos. Esta audaz iniciativa de Estados Unidos busca empujar una rápida transición hacia el capitalismo en Cuba y a la vez quitar argumentos al eje bolivariano, para propiciar el avance de la Alianza del Pacífico en detrimento de la CELAC y aislar los procesos radicales en Venezuela y Bolivia. No es casual que apenas horas después del anuncio de Obama, la Casa Blanca haya establecido sanciones contra el gobierno de Caracas.
En los próximos meses se verá cuáles son los alcances de este anuncio histórico y cómo repercute en los procesos de integración regional que construyó Nuestra América en los últimos años.
Leandro Morgenfeld
@leandromorgen. Docente UBA. Investigador del CONICET. Autor de Vecinos en conflicto. Argentina y Estados Unidos en las conferencias panamericanas, de Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos y del blog www.vecinosenconflicto.blogspot.com
https://www.alainet.org/de/node/166329?language=es
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