Venezuela: La Constituyente y cambio climático

29/05/2017
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
asamblea_popular_constituyente_venezuela.jpg
-A +A

Sin lugar a dudas, la Asamblea Popular Constituyente (APC) se ha manifestado como la alternativa más sabia y de alta condición moral, para el respeto de la nobleza y la dignidad del pueblo venezolano. Más aún, la APC es prácticamente la única alternativa viable para evitar una guerra fratricida, impuesta e intervencionista. Al fin y al cabo, la alternativa de la guerra, propuesta por los Estados Unidos y seguida por la MUD, como toda guerra, sólo serviría para llevar el país hacia el caos y la destrucción, donde las y los venezolanos sufrirían miserias inimaginables.

 

En el momento de escribir este artículo, al menos una docena de municipios del territorio nacional, se encuentran social y mentalmente convulsionados, por las escaladas y desquiciadas acciones del fascismo y del bio-terrorismo bajo la dirección de la MUD. La campaña de odio de la MUD y otros factores pro-guerra ha causado incidentes de agresión hacia aquél que luce, piensa, o se asume como diferente a los de la MUD. Es el fascismo, la intolerancia, la destrucción lo que parece mover el accionar de la MUD y sus simpatizantes.

 

Sin embargo, como ya es costumbre, nadie en la MUD asume responsabilidad por sus nefastas acciones y las terribles consecuencias de estas últimas. Peor aún, tratan de culpar a otros, al mismo gobierno, y en especial al presidente Nicolás Maduro por las terribles consecuencias de sus llamados a la violencia y de sus intentos de derrocar al gobierno. Comenzaron con el dólar paralelo; culpaban al gobierno por el control de precios. Luego escondieron productos y contrabandearon muchos hacia Colombia y otros países; y cuando empezaron a escasear, culparon nuevamente al gobierno y a Nicolás.

 

Más tarde, cuando los precios subieron producto de la escasez, del contrabando y del dólar Today, culparon a Nicolás, de una manera más fuerte aún. Ahora sí llegó la hora de tumbar el gobierno, decían cada vez y desataban una oleada terrorista. Paralelamente, sus medios de comunicación nacionales e internacionales, presentan al gobierno como responsable de la violencia, de los muertos, heridos, de la destrucción de bienes y de la naturaleza causadas por las acciones terroristas. Llegando a calificar al gobierno más democrático del continente como dictadura. Curiosamente, a la dictadura de Temer en Brasil, le dan todo el apoyo.

 

Más recientemente, se han descubierto de las alianzas de la MUD con organizaciones criminales a lo largo y ancho del país, a las que asesoraron, les dieron nuevas herramientas, como radios para monitorear las comunicaciones policiales y militares; entrenamiento militar y armas; y las incorporaron como parte de una estructura paramilitar para cometer crímenes, distribuir drogas, y mantener en zozobra a la población. Pero nuevamente, todo este tiempo han culpado al gobierno por los crímenes que ellos provocaban macabramente.

 

Otras instancias que acompañan esta arremetida siniestra, como la cúpula católica venezolana, tácitamente está renunciando a la paz. Por increíble que parezca, la jerarquía católica venezolana no le hace caso al papa Francisco y no está fomentando el diálogo por la vida y por la paz; más bien asume una actitud demencial al defender una opción política bio-terrorista-partidista y sumarse al odio y al terrorismo. Sí, como es tradición en otras asonadas anteriores, la cúpula eclesiástica ha tomado lado con los violentos, y en esta oportunidad, ha rechazado el llamado a la Asamblea Popular Constituyente.

 

Todo lo anterior con el fin de crear condiciones propicias para crear y justificar la guerra civil en Venezuela y propiciar la intervención extranjera.

 

¿La Constituyente Ecosocialista?

 

La APC, busca decirle al mundo, que hay una voluntad política y dosis de desprendimiento de la alta dirigencia revolucionaria, en darnos a todos los venezolanos la oportunidad histórica, de seguir debatiendo sobre la nueva civilización posible. La sociedad soñada, deseada, aspirada y necesaria ante las tensiones socio-ambientales que estamos confrontando.

 

Dicho de otra manera, es una oportunidad única para demostrar la madurez socio-política de los venezolanos y poder confrontarnos libre y democrática-mente. Todo ello, para saber encontrarnos con nuestras propias verdades. Las cuáles y muy a pesar de tener las diferencias ideológicas, en la construcción de una nueva sociedad, nos permitan, como hermanos re-encontrarnos y en conjunto vayamos valorando, armónica y equilibradamente nuestra evolución como pueblo.

 

La APC nos presenta 9 objetivos programáticos, entre ellos existe interrelación e interdependencia. No hay uno, más importante que otro. Todos deben ser tratados con la sabiduría, el conocimiento y la necesaria mesura, para ir encontrando su sinergia y complementaridad entre ellos. Lo que no quiere decir, que no se priorice en los objetivos inmediatos, como lo es: aceleradamente conseguir, la exigida paz (objetivo #1 APC). Una paz con justicia, con verdad, sin impunidad para los asesinos terroristas, para poder avanzar en su re-afirmación histórica, y evitar nuevos episodios.

 

Otra prioridad es que nuestro pueblo le otorgue a nuestra constitución bolivariana el carácter de la autodeterminación eco-socialista (objetivo#9 APC)+ (Ley Plan Patria); como una inédita expresión constitucional.

 

Desde diferentes dimensiones, este cercano sueño posible, contiene múltiples justificaciones ecológicas, sociales, culturales, científicas y políticas. Con propiedad lo reafirmamos y ansiosamente, no nos cansamos de repetir, que los extraordinarios cambios climáticos que estamos confrontando, no se desarrollan gradualmente, sino a través de saltos cualitativos.

 

Es por ello, que este gran fenómeno natural no se circunscribe, sólo en el aumento de la temperatura. De ahora en adelante, debemos tratar otras causas y efectos, como por ejemplo: el derretimiento de los casquetes polares y la liberación del gas metano; aumentos del nivel de los océanos; las inundaciones, los huracanes; los cambios en los fenómenos electromagnéticos de la Tierra; las severas sequías que nos han llevado a la desaparición de cuencas hidrográficas y de la diversidad biológica, las pérdidas de nuestros suelos agrícolas y toda la incertidumbre creada en las actividades agrícolas y agroalimentarias.

 

Otras emergentes consecuencias con las que comenzamos a lidiar, son las distintas irrupciones que se están manifestando en los ciclos hidrológicos en países como Francia, Turquía, Estados Unidos, México, Brasil y Argentina.

 

Como política de estado, la APC está en la obligación de elevar el debate sobre los derechos del agua (objetivo#4 APC). Implica la ampliación en las competencias del sistema de justicia ambiental y blindarnos frente al fascismo bio-terorista que estamos en la actualidad confrontando.

 

Por razones de seguridad y defensa de la nación, la producción, valoración, gestión, distribución, uso, consumo y protección de nuestros recursos hídricos, tienen que ser debatidos en la APC. Sin agua no hay continuidad de vida y no hay futuro para nadie (objetivo#8 APC).

 

La APC no tendría sentido si no se discutieran mecanismos para perfeccionar el sistema económico nacional (objetivo#2 APC). En este objetivo#2 de la APC ya hay propuestas rodando. Una de ellas, la del historiador Luis Brito García, quién en la Cátedra Federico Brito Figueroa del Centro Nacional de Historia, celebrada el jueves 18 de mayo, propuso que el texto constitucional debería consagrar "la propiedad social de los medios de producción", es decir, saltar del modelo actual de medios de producción mixtos, donde la propiedad estatal coexiste con la propiedad privada de dichos medios, a un modelo inequívocamente socialista en su acepción más clara y directa, incluso trascendiendo las visiones convencionales del socialismo, que postulan la propiedad estatal de los medios de producción, para dar el salto hacia una concepción más avanzada del sistema socioeconómico, donde lo que se postula es la propiedad social de los medios de producción, ni siquiera estatal. (ver Garvazut 2017).

 

Desde la visión ecosocialista le agregamos, que no es sólo cambiar, las relaciones sociales, de producción y de propiedad. Es necesario también transformar las distintas estructuras y funcionamiento de las fuerzas productivas (incluyendo componentes tecnológicos) que el capitalismo ha impuesto y que han sido emuladas por los socialismos productivistas-destructivos.

 

Con tal argumentación sería también difícil consolidar las grandes misiones (objetivo#3 APC) y los nuevos sujetos del poder popular (objetivo#5 APC) todos encaminados, hacia la suprema felicidad social. El Plan de la Patria sigue teniendo vigencia y debemos incluirlo en el debate. Nuestro nuevo modelo económico debe ser fundamentalmente eco-socialista.

 

El proceso de la APC, es una extraordinaria oportunidad para profundizar y definitivamente re-encontrarnos con nuestra venezolanidad, es decir, con nuestra identidad nacional, integral y cultural. Sacarle el jugo a esa rica diversidad mestiza que nos proporciona el carácter identitario como pueblo. Esta genuina interculturalidad o pluriculturalidad (objetivo#7 APC) está fundada, en la cultura de la sustentabilidad por y para la vida (objetivos#9 APC). De allí, que sabiamente planteamos el reto, como pueblo, de avanzar en la perfección ideológica y cultural ambientalista.

 

No es casual, que sectores patriotas estén considerando debatir en la APC, la categoría o los derechos hacia la autodeterminación ecosocialista. Lo valoramos como parte del proceso de evolución constitucional, propio de los procesos revolucionarios.

 

Además, ello va acompañado de las tantas razones o derechos que están emergiendo, como lo es; la soberanía ambiental. Particularmente en las corresponsabilidades sociales, económicas y culturales, que se dan entre los distintos territorios y crucial-mente, con el estratégico y prioritario tema del agua. Pareciera que en la autodeterminación eco-socialista, la soberanía ambiental, es para las naciones, lo que para los seres humanos es el derecho a la vida.

 

Venezuela afortunadamente es un país joven y en su empuje, estamos seguros que la nueva APC, un inédito e histórico espacio, permitirá que emerjan nuevos liderazgos, con visiones y misiones, ideas y planteamientos frescos, muy superiores a los que hemos vistos hasta ahora.

 

Sería un riesgo de muerte para la revolución la posibilidad de introducir en la APC maniobras de control o de imposición de participantes. Por ello deben alejarse los olores y aromas de la manipulación e incapacidad técnica política burocratizada; los desgastados acuerdos cupulares y los atrofiados liderazgos que en definitiva no aportan nada y sólo buscan paralizar los cambios verdaderos, desde una posición de resentimiento, falta de entendimiento, egolatría, y subordinación a la corrupción y a la cuarta república.

 

Esta gente no tiene absolutamente nada que aportar y tampoco son garantía alguna, para congeniar con diálogos creativos y constructivos como lo está demandando el pueblo venezolano y sería desaprovechar un momento histórico y una herramienta maravillosa de participación popular como es la Asamblea Popular Constituyente.

 

Compromiso para crear y creer, es la necesidad mediata e inmediata, para trascender, en los diálogos y decisiones por venir. Todo ello, en virtud de alcanzar los mejores y formativos diálogos de paz social, en armonía y equilibrio con nuestros ambientes culturales, ecológicos y en aras de lograr ese futuro posible que como pueblo estamos exigiendo.

 

Referencias bibliográficas

 

Garvazut L.E. (2017). Lo que hay detrás de Luisa Ortega Díaz. En línea

https://www.aporrea.org/actualidad/a246360.html

 

Miguel Ángel Núñez

@17MiguelAngel

 

https://www.alainet.org/de/node/185773
America Latina en Movimiento - RSS abonnieren