Estado de derecho o Estado de derechas
- Opinión
Sé que corro el riesgo de confundir a España con el Partido Popular. Nada más lejos de mi intención. En España hay gentes admirables, trabajadoras, solidarias, hospitalarias, por todos sus rincones. Pero es verdad que a bastantes de estas magníficas gentes se les cruzan los cables cuando hablan de lo territorial, de Catalunya o de Euskadi. Trato de ponerme en sus zapatos y me cuesta adivinar por qué. Debe ser que siglos de dominio de una clase poderosa que no hizo la revolución burguesa ha contaminado las mentes de poblaciones sencillas y bienintencionadas. Mucha España vive en la pre-democracia. Dicen que es posible darle la vuelta a esta España trasnochada y a quienes lo afirman yo les animo a luchar por ello. En realidad no tienen otra alternativa. Afortunadamente yo tengo opción a otra identidad y a otro empeño político. Lo siento por ellos. Pueden contar conmigo como apoyo, pero yo me he salido ya de esa España que como Estado-nación ha dejado de ser útil y funcional para la defensa de la justicia y la libertad.
Ese es el problema de España. Estar dominada por un establishment castellano mediocre que se comporta como los funcionarios civiles de un gobierno militar. Dominada por una clase política patética, sin otro discurso que la amenaza, la violencia, la venganza. Hoy, las palabras Justicia y España son una contradicción en sus términos. Lo que estamos viendo y viviendo en los últimos tiempos es una tormenta judicial perfecta que consiste en el servilismo de algunos órganos judiciales del máximo nivel al poder político de la derecha. Sin base legal las acusaciones de rebelión y sedición evocan a regímenes cuarteleros. La división de poderes ha saltado por los aires bien a pesar de que sigue habiendo jueces y juezas que meritoriamente hacen justicia. Pero la existencia de estos buenos jueces es sólo el decorado que necesita un sistema de justicia trufado de ideologías partidarias y sobre todo de una militancia política pre-democrática que está presente en los juzgados.
Tribunal Supremo, Constitucional, Fiscalía general, son figuras jurídicas en los que se apoyan las intenciones más retorcidas, haciendo pasar por justicia independiente lo que es no es sino un obediente despliegue de sumisiones y resoluciones que fuerzan el derecho en beneficio de la España más arcaica y primitiva, y en particular al servicio del PP. El aquelarre que se ha formado es una amalgama de políticos, jueces, empresarios, con un discurso que violenta la ley si es necesario para defender la sacrosanta unidad de España, a la que consideran eternamente suya para mayor gloria del franquismo al que están emocionalmente atados.
Miren, no hay más que escuchar a los ministros y ministras para darnos cuenta del nivel intelectual y de la catadura moral que demuestran. En política digna de ser llamada política un principio clave es el respeto. Respeto al rival. Algo que no sucede. Respeto es discutir las ideas, proponer propuestas en contraposición a otras, pero sin entrar en ese escenario propio de los ministros españoles que es la burla, la ofensa, el chiste, todo ello a falta de categoría para hablar de ideas y propuestas.
Lo siento por la buena España, por la España de trabajadores, campesinos, agricultores, estudiantes, mujeres, jóvenes, que cada día luchan por sus ilusiones y legítimas aspiraciones. Lo siento por la España que merece otros partidos y otras políticas. Pero estamos viendo que como en un estercolero, huelen muy mal todos esos movimientos que tratan de exonerar al Partido Popular de responsabilidades penales; huele muy mal esa cruzada mediática orientada a imponer el pensamiento único de la España campeadora; huele muy mal ese intento de colocar a la señora Arrimadas en el pedestal de una Juana de Arco envuelta en la bandera española; huele muy mal los movimientos para configurar tribunales que favorezcan al PP; huele muy mal las resoluciones exprés contra el proceso catalán atendiendo a los dictados del Gobierno; huele muy mal el encarcelamiento de políticos catalanes (presos políticos por sus creencias y sus actividades consecuentes) por el hecho de pretender aplicar su propio programa electoral; huele mal un Gobierno que va imponiendo la recentralización, recorta las libertades y destruye la caja de pensiones para impulsar su privatización.
Es aquí donde tocamos madera. Lo que está sucediendo, un viaje al pasado autoritario lo encabeza la derecha de tradición secular que apesta a un españolismo desatado. A ellos les digo que se vayan, que nos dejen en paz, que desaparezcan de la vida política, que devuelvan lo robado; largaros de una vez, sobráis todos, dais asco. Dejad de contaminar, dejad de ofender nuestra inteligencia con vuestras burdas y cobardes explicaciones, comeros vuestra basura entre vosotros mismos. Y callaros, callaros para siempre. Y marcharos, marcharos a una isla desierta donde no podáis hacer mal a nadie, hacerlo de manera permanente y no revisable.
Pero, aviso a navegantes. Esta derechosa se está cobrando venganza. No pudo evitar la muerte de su Caudillo y lo que vino después, pero muchos años más tarde ha encontrado el modo de convertir su España y la política en un bacanal de corrupción, haciendo de la democracia una sombra de sí misma. Nada se puede esperar de esta gente de mentalidad sectaria, excluyente, inmoral, capaz de robar los cepillos de las iglesias. Escribo todo esto al tiempo que en la televisión emiten una documental sobre la matanza del Tarajal. 15 africanos muertos en esa otra versión del ¡A por ellos!
Esta derecha está destrozando la democracia y está jodiendo la vida a muchísima gente. Roban y después te multan si protestas por lo que han robado. Es de vosotros la culpa de tanta desafección a la España que defendéis. Nunca habéis sabido seducir a las nacionalidades periféricas. Sólo sabéis de violencia. Así sois de burros que reclamáis Gibraltar y en lugar de enamorar a los gibraltareños los sometéis a presiones, colas aduaneras, y otros métodos coercitivos. ¡Qué mentalidad de hace un siglo la vuestra! Somos muchos los que hemos renunciado a compartir patria con vosotros y buscamos la nuestra lejos de vuestro autoritarismo y de vuestra locura.
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