Crisis de la educación y pedagogía emancipadora Tlacahuapahualiztli

14/11/2018
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Continúa el genocidio cultural

 

Imaginemos esta idea náhuatl de comunalidad en la educación del ser humano. El arte de criar y educar a los hombres o Tlacahuapahualiztli, de los términos tlaca: “hombres”, y huapahualiztli: “crianza o educación”.

 

Para nuestros antepasados es la filosofía de formación “del rostro y el corazón” (dar sabiduría a los rostros y firmeza a los corazones), que contrario a la filosofía aristotélica, parte de una integración antes que de la fractura, estando desde los cimientos de la historia náhuatl.

 

Fuera del marco de las versiones oficiales occidentalizadas, resulta ser el arte en la comunicación de la herencia cultural, en la inducción en el amor para la formación del ser, y en la formación de las nuevas generaciones como individuos y colectividades hacia el proceso social. La comunalidad es entre otras cosas nuestra primera raíz educacional y pedagógica, en este sentido, el Tlacahuapahualiztli es su expresión más desarrollada en nuestra historia.

 

Pues bien, a pesar de todo, pese al olvido colectivo que nos han creado en torno a la memoria histórica, pese al genocidio perpetrado sobre nuestras raíces y fundamentos culturales, pese al despojo de la instrucción burguesa sobre estos saberes; perdura y renace su huella genética en ciertos trasfondos de nuestra enseñanza y vida social, desde luego, subyugada bajo las pedagogías dominantes, subordinada a sus pautas y desvirtuada al control social u otras enseñanzas morales del sistema.

 

Semejante problemática se presenta hasta nuestra actualidad en que las experiencias docentes son constreñidas por planes, programas y teorías oficialmente asentadas en torno a los procesos “aceptables” de aprendizaje y enseñanza en la actividad escolar. Las y los docentes somos inducidos a no encontrar condiciones para sustraer toda la experiencia profunda en la labor, cercándonos en los márgenes de desempeño de calidad en base a un practicismo sobre líneas rígidamente reguladas.

 

Naturalmente estamos lejos de tomar una actitud exclusivista de posicionar esta proposición ancestral como el centro de todo cuanto haya por hacer para replantear la educación y la pedagogía. Más respecto de nuestra memoria histórica, nos enfocamos en percibir ese arte como una entre tantas cuestiones descartadas y quebrantadas por la ideología y enseñanza dominante

 

Es por demás tan notorio que su atención conduce a ver diversos aspectos de hasta dónde hay que reconfigurar la panorámica educativa actual en función de la conciencia colectiva y el desarrollo del ser social; que incluso algunas corrientes de la enseñanza burguesa se proponen un utilitarismo de lo social y moral para restablecer los fracasos estrepitosos en la materia.

 

Otra razón para retomar la carga histórica, resulta del hecho de que la instrucción existente inculca la conformidad con el mundo establecido tanto como lleva al rechazo o vulgarización de lo nuestro. La educación neoliberal aquí busca administrar el saber y la ignorancia. Esta ignorancia inducida fortalece la circulación cínica de posiciones frívolas en torno a los grandes procesos de la historia en México y América Latina, por ejemplo, es un lugar común comenzar las historias oficiales sobre la pedagogía a partir de la invasión europea, poniendo la historia anterior en un anecdotario estéril.

 

Si seguimos abriendo más el arco del proceso histórico mexicano, advertimos que en especial el neoliberalismo tiende a desmantelar la laicidad, a suplantar los aportes sustanciales de los procesos democráticos y revolucionarios acontecidos, a degradar e invisibilizar la construcción educacional y pedagógica desde abajo, a negar la trascendencia del 2 de octubre del 68 y Ayotzinapa como procesos en que se transparenta la naturaleza autoritaria del Estado y la necesidad de cambios trascendentales.

 

Todo el sistema social establecido avanza a desestimar los aportes de los sectores y clases populares en la batalla de las ideas y por la formación, impugnando además el fondo de las tradiciones e identidades culturales del pueblo. O negando tantas luchas y reivindicaciones sociales en que nos debatimos hasta el presente, que innegablemente aportan a la educación y la cultura, puesto que la lucha de clases de nuestros pueblos se inscribe en una tradición formativa y sociocultural.

 

A más de que, como debemos comenzar descolonizándonos de las historias oficiales en torno a nuestro devenir. Aunque el descolonizarse es sólo un aspecto del proceso de emancipación del dominio colonial y neocolonial, los cuales no son otra cosa que expresiones históricas especiales de las relaciones sociales capitalistas en la América Latina y el Caribe hasta nuestro presente. Una vez despejado esto, inmediatamente cabe proyectar la necesaria visión revolucionaria.

 

En particular la idea-raíz de la cual partimos no solo es viable en sí misma para recuperar el hilo de una educación emancipadora de mayores alcances en el seno del pueblo mexicano, sino que está en la labor formativa de nuestro desenvolvimiento socio-histórico y nuestra configuración sociocultural.

 

Especificando esta recuperación de la memoria, tenemos que el arte del Tlacahuapahualiztli, expresa la conciencia de los nahuas (compartida en procesos similares por los pueblos mesoamericanos, los pueblos de Alaska o sudamericanos), del sentido pedagógico universal de su antigua sociedad.

 

Si bien este arte estuvo concebido para los objetivos de la estructura social de su época, como incorporación de los nuevos seres humanos a la vida y objetivos de la comunidad. Dicha recuperación es irreemplazable, dada la profunda interconexión de nuestros pueblos antiguos en el mundo que constituyeron y los sentidos que estos dieron a su accionar social en diversos trazados comunes, además de su permanencia entre nuestros pueblos originarios y de sus reductos entre nuestras comunidades urbanas o rurales.

 

Pretenden arrancar nuestras raíces

 

Necesario es señalar que el capitalismo avanzó a una cultura de la opresión sistemática, al modo de enfocar las cosas y relaciones según lo requiera la sujeción del ser. Obra así, sabiendo de las potencialidades en nuestras raíces, en la educación popular, en la pedagogía crítica, socio-histórica y revolucionaria.

 

Como se sabe, el capitalismo siempre está en el empeño de cubrir las brechas que permitan a la pedagogía romper con los fueros de la educación burguesa, hasta imponiéndole fronteras conceptuales y reducción de sus líneas. Porque la pedagogía es más que un modelo en que se concreta la instrucción, es el vehículo de las cosmovisiones de clases, de las ideologías y batallas de ideas con que se reconstruye una y otra vez las premisas de la formación socio-cultural, técnica y científica de los pueblos. La pedagogía popular es una herramienta para subvertir el orden de la enseñanza establecida, por lo cual es ferozmente rechazada desde arriba, desde sus burocracias académicas y por sus castas intelectuales.

 

Mientras tanto, volcados a la educación, en contraposición al tema de la comunalidad y el arte de la formación del ser humano integral; asistimos al fracaso de los valores universales del imperativo categórico liberal, que obliga a las mayorías a unas conductas y acciones, en tanto santifica el poder de las minorías para hacer y deshacer. Este imperativo esconde el secreto de una remasterización de lo religioso al servicio de la sociedad capitalista de nuestros días, o bien, la divinización de los roles de la pirámide social bajo un subliminal adiestramiento de estos.

 

Actualmente en las bases de la enseñanza burgués-neoliberal, como consecuencia de la inflexibilidad del sistema educativo en su lógica empresarial, los valores son enfocados a:

 

  1. La simplificación del patriotismo y la enseñanza tradicional oficial.

 

  1. Las competencias y competitividad del individuo, al igual que a la veneración del espíritu de lucro, la persecución individual del éxito, la felicidad, el poder y la propiedad.

 

  1. El respeto al orden social, junto a la aceptación de las relaciones de poder en el aula y la sociedad.

 

  1. A someterse al deber establecido bajo la estandarización formativa del ser humano.

 

  1. Al culto a las ideologías al industrialismo, al progreso y el desarrollo tal cual son concebidos desde arriba.

 

  1. La doble moralidad y la descalificación sobre “pérdida de valores”.

 

  1. La centralidad de la moral y ética burguesas.

 

  1. El relacionamiento de la inteligencia con las habilidades para insertarse en las relaciones de sujeción.

 

  1. A desaprender, a no aprender los saberes prohibidos, a no encontrar las lógicas y sentido del conocimiento social imprescindible.

 

  1. A coartar, vetar e imposibilitar el pensamiento crítico-revolucionario, científico, humanístico y democrático del magisterio, estudiantes y pueblo en general.

 

Como es reconocido, dichos modelos de la enseñanza en valores vienen de la mano de la exaltación de las relaciones sociales capitalistas “posmodernas”.

 

Somos pensados desde una programación de nuestras mentes que inicia con nuestras vidas, aquí somos pensados desde los valores de la educación burguesa, no para crearnos unos valores nuestros, sino para adaptarnos a la moralidad establecida, al deshonor de la burguesía y el imperialismo, así también a la justificación de las acciones pertinentes a esta compleja sociedad y de determinadas clases o sectores sociales.

 

Esta formación se centra en el individuo, fue proyectada desde el occidentalismo a través del Emilio de Jean-Jacques Rousseau en la relación del individuo con la sociedad, en la construcción de un sistema educativo del ideal individual para convivir en una sociedad corrupta. Lo cual entra en consonancia con el carácter del actual modo de producción, pero en su esencia constituye su más grande “error” interno; el individualismo no es educativo en el nivel humanístico más profundo, es ante todo un medio instruccional. El individualismo occidental viene de la desestructuración de nuestra comunalidad por la división social sustentada en los tantos antagonismos de nuestra sociedad.

 

Por lo que respecta a los antagonismos, podemos decir que en el centro de estos se encuentran los que sustentan las bases del capital, siendo los ejes sobre los que opera el sistema a lo profundo de su proceso socio-histórico, económico y político. No cabe desdeñar la relevancia de otros antagonismos que acrecientan las dificultades y crisis educativas del sistema.

 

De entre esta siguiente línea antagónica tenemos los que surgen de las relaciones conflictuadas entre la autoridad académica y el poder subyacente, frente a la base docente y trabajadora que hace el oficio en los sistemas educativos.

 

A su vez se exacerban los antagonismos ante la existencia del cuerpo y acción burocrática, la corrupción congénita a la estructura, el interés público en confrontación, el poder político como centro gravitacional para las relaciones opresivas, la instrucción privada, la instrucción religiosa y más, que en su conjunto actúan en un universo de relaciones sociales problematizadas y conflictuadas. Es decir, que en el campo educativo se viven contradicciones que llevan a conflictos. Que las relaciones sociales como se desarrolla este campo, han sido erigidas sobre la base de conflictos sociales en su entorno y al interior de su formación.

 

Cabe incluir en ellos la naturaleza conflictiva antagónica entre los propósitos globales del Estado en la materia y los intereses radicales de los monopolios de la cultura de masas que con sus producciones recargan la caotización de la sociedad, des-culturizan al extremo y replantean aprendizajes proclives a la reestructuración de nuestras mentes hacia una ultramoderna supremacía aristocrática burguesa hacia nuevos picos de alienación para hacer de nosotros y nosotras otro ladrillo más en la pared1. Si en general el sistema funciona de este modo, en lo concreto se problematiza más creándose antagonismos, conflictos y callejones sin salida a su crisis educacional y pedagógica.

 

Consonante al sistema, el individualismo junto con el individualismo pedagógico y la globalización de parámetros sobre la identidad superficial del sujeto; vino a ser la ideologización educativa desestructurante del ser social. Por contradictorio que suene, a este nivel la educación en valores, que echa tierra a los problemas y su tratamiento directo; es una distorsión de la lucha de clases, un intento por paliar situaciones cuyos fundamentos y tratamientos tienen otros epicentros.

 

No negaremos que para muchos y muchas la educación en valores alberga buenos propósitos, la cuestión es que está trabajada sobre una manipulación moralista de nuestro compromiso educativo. Sin embargo, en tanto desintegra los procesos sociales queriendo solucionarlos por las ramas de sus consecuencias en torno a la ética y la moral; es una desviación de las verdaderas causas de la mayor crisis social y educativa que estamos viviendo. Tal crisis que golpea asimismo valores universales y particulares, sin trazarse una cosmovisión de mayor calado para nuestros pueblos, puesto que el sistema va por nuestras raíces y saberes para hacerlos operar en su exclusivo beneficio, modificarlos a versiones convenientes o reducirles a apariencias.

 

En este contraste, las cosas se tornan tan manoseadas que dichos valores liberales se adoctrinan a partir de nuestros procesos culturales, conduciendo el llamado epistemicidio o destrucción sistémica de los saberes de nuestros pueblos. Llegamos al punto en que a través de nuestra propia historia y cultura manipuladas, las burguesías yanqui, europea y nacional nos meten en la cabeza sus dogmas educacionales trans y desculturalizados.

 

Lo anterior está direccionado en el sentido de destrucción de la episteme (saber, ciencia, conocimiento) de un pueblo para imponer la visión de los vencedores, como destrucción de saberes propios de los pueblos engendrada por el occidentalismo. Se trata de la desacreditación y liquidación cultural supremacista de algunas formas de aprender, crear o transmitir conocimientos-saberes comunitarios, ancestrales o los propios de la cultura de todo pueblo, apoyándose en los patrones del método científico cuantitativo como validador positivista acrítico y absoluto de un tipo de conocimiento dominante.

 

Frente a esta realidad monocultural, es decir, de monopolio jerárquico de valores saberes y conocimientos, la visión se debe amplificar en una raíz todavía más profunda. La noción remota del Toltecáyotl mesoamericano (el arte para vivir), no debemos permitir que se le desgaje por la monocultura con que se nos aliena de nuestro entorno sociocultural e histórico. El Toltecáyotl es la sustentación del buen vivir y la convivencia armoniosa del ser social como una propuesta de conciencia para que cada uno de los individuos de la sociedad alcance la trascendencia espiritual en su vida, en armonía con la comunidad, dignificado en la perspectiva de la formación y concientización del ser social.

 

Visibilizar el Toltecáyotl como sabiduría cultural popular, como elemento en nuestra vida social y organización profunda de nuestros pueblos es una labor de conciencia, pero también de lucha. Está en nuestras batallas y el sentido revolucionario transformador, así como en el espíritu reivindicador de futuro tras los grandes acontecimientos de la lucha del pueblo mexicano.

 

Respecto de las actuales condiciones que nos abruman; está presente aún en buena parte de los pueblos a través de su gobernanza en usos y costumbres, tequio, trabajo comunitario, ciertas estructuras del pensamiento colectivista, el mandar obedeciendo, el consejo a las nuevas generaciones, nuestro optimismo por la vida, el resurgir de otras lógicas sobre la vida, la naturaleza y lo productivo. Es también un rechazo a la opresión y su razón, la conexión e información colectiva para solventar algunas de sus necesidades más urgentes y activar el sentido de comunidad solidaria.

 

Reflexionando desde estas perspectivas, ante tantas matanzas a nuestra cultura y nuestros pueblos, recuperando sus realidades y ejes, podemos permitirnos pensar en la construcción de un proyecto propio, de nuestro sentido sobre la tríada compleja entre individualidad y lo social. Se trata de hilvanar un pensamiento colectivo necesario que impulse a amplias corrientes de educación popular, integral, con formación cultural, crítica, revolucionaria y en el arte para vivir; que procese y accione a la formación del ser social necesaria frente al capitalismo depredador, explotador y deshumanizante.

 

Como sabemos, la idea predominante, que configura todo nuestro mundo educativo capitalista para asimilarnos a una realidad hecha fetiche, es muy opuesta, convirtiéndonos en objeto de su riqueza. Su enfoque delirante consiste en promover el individualismo, el sujeto competitivo-destructivo, lo lineal, la inserción en las reglas del capitalismo salvaje, el socavamiento de las condiciones sociales y de vida, el adoctrinamiento y la renuncia a un mundo libre de las actuales relaciones de opresión, y la incapacidad de recuperar la fuerza transformadora de lo colectivo.

 

Por supuesto, la cultura burguesa finge, está aferrada al sueño de suponer que combate la desigualdad, pero a 200 años de despliegue de su fuerza institucional, ella dista mucho de haber resuelto los dilemas de nuestra sociedad al respecto, centrándose en combatir toda revolución social, cultural, educativa o política. Su premisa de adaptar o educar al individuo para un mundo colmado de angustias, no logró establecer armonías sociales ni mucho menos.

 

Por si ese engaño fuese poco, la cultura burguesa borra de un plumazo otras visiones, otras percepciones, declarándolas no compatibles con sus criterios, sus interpretaciones, sus valores, o más prosaicamente, al no coincidir con sus prioridades; en tanto para el pueblo de lo que se trata es de retomar todo el acervo conseguido, suministrándole un sentido universal y profundo.

 

Padecemos una educación de sentido despótico

 

Situemos otro de tantos contextos de la instrucción mexicana. Durante décadas en el cinturón de miseria de la Ciudad de México el Estado Federal y el Estado de México fueron omisos de las necesidades de enseñanza entre los millones de familias desplazadas en su búsqueda de trabajo. Allí fueron las comunidades, los barrios, las mujeres, las organizaciones populares y revolucionarias, quienes se encargaron de abrir escuelas a los distintos niveles de enseñanza para atender a sus hijas e hijos, para alfabetizar y capacitar, para reclamar tantas necesidades en el abandono, extorsión y explotación de que eran objeto.

 

Dentro del cinturón de miseria ello dio impulso a la construcción de fuerzas populares y proyectos de formación alternativos ante el abandono del Estado a las áreas del proletariado y sectores suburbano-populares. Así, en especial en estos sectores tuvo lugar la formación de una educación popular alternativa a la impuesta por el Estado y las empresas en la educación, por ende el conflicto con los actores de la instrucción burguesa es constante.

 

Entre tanto el régimen priista se abocó a perseguir los liderazgos, establecer organizaciones gubernamentales, especular con el suelo, captar votantes y reprimir recurrentemente estos procesos, por lo que se desarrollaron resistencias bajo las cuales ha sido posible continuar luchando. La lucha sigue aún ahora que la burguesía actúa con la modalidad de crear escuelas privadas y públicas con fines económicos, ideológicos y políticos.

 

El factor preponderante, revelado por sí mismo en esta madeja concreta de situaciones trazadas por la política gubernamental; es que el sistema educativo se convirtió en un entramado de poder, y la educación propiamente dicha pasó a ser una moneda de cambio de acuerdo con las dinámicas e intereses del aparato estatal.

 

Todo este tiempo el sistema mundial ha operado con la fragmentación de objetivos, la desculturización y alienación de las sociedades, enfocándose con lo que respecta a los cinturones de miseria con total indiferencia frente a la marginación, negando el derecho a la cultura. Pone el énfasis represivo en rechazar una educación desde abajo que cuestiona por ello el monopolio gubernamental y que asienta actitudes críticas donde el pueblo adquiere aprendizajes políticos.

 

El sistema se construye aparatos y medios a medida que el desenvolvimiento social plantea desafíos de todo tipo frente a sus controles, pero la situación es tan compleja que ya no puede resolver los grandes problemas que acarrea. Esto se percibe a flor de piel en las zonas densamente pobladas en torno al conjunto de problemáticas sociales. En ellas se condicionan el futuro de sus niñas, niños y juventud bloqueando para una mayoría abrumadora el acceso a los grandes centros de enseñanza. Los casos varían:

 

  1. En muchos casos por la insolvencia económica.

 

  1. Otros porque son inducidos por la fuerza de su realidad a buscar un modo de ganar el sustento.

 

  1. Así como porque la instrucción recibida resulta insuficiente, ajena, fuera de su realidad e inductora de la no continuidad en los estudios.

 

Sobre este último aspecto, que va en el sentido general despótico, hay que subrayar que los métodos de enseñanza establecidos, al tiempo que tienden al elitismo, proporcionan una base de argumentación clasemediera del conocimiento desvinculada con las necesidades y posibilidades de producción capacitación o profesionalización. Argumentación que no encaja en las especificidades culturales de nuestras poblaciones urbanas, originarias y rurales, dificultando todavía más el aprendizaje.

 

El sistema capitalista forjó así un ciclo para el estatus de marginación que funciona con gran precisión donde (en comparación porcentual con las clases medias y la burguesía), pocos contingentes de jóvenes del pueblo logran superar los obstáculos, y generalmente en las carreras de menor remuneración. Caso sintomático de esta situación es el de las carreras docentes, más accesibles al pueblo, pero con la peor remuneración. Situaciones de este tipo divulgadas por la OCDE sobre la “falla estructural” desalientan el estudio ante la reducción del estatus o de alcanzar un empleo estable. Sería irresponsable dejar pasar que la no superación de las pruebas, se debe en cierta medida a que los dados están cargados, tratándose de pruebas inclinadas a favorecer a determinados sectores sociales por cuestiones de “política educativa” de las instituciones media y superior.

 

Frente a estos proyectos, al igual que contra toda perspectiva de formación, la educación burguesa aniquila otras narrativas sociales, comunitarias o libertarias. Para este objetivo ella se articula en subsistemas y separa sus tareas como si fuese de su exclusiva competencia resolver cuestiones tales como el futuro social en torno a los resultados supremos de su labor, en la simulación de que con la buena instrucción se resuelve toda la madeja de problemas sociales. Sin embargo a la hora de cuestionar a sus autoridades sobre su crisis, los gestores de la enseñanza burguesa sabrán decir que se trata de condiciones de orden superior que les rebasan o están fuera de su competencia.

 

De esta manera, la complejización y la problematización del sistema llegan a ser herramientas para el discurso del poder en su fuga de las responsabilidades y los cuestionamientos al sistema social en sí mismo.

 

Dado que desde el sistema en general y el sistema educativo en particular se predica que cada área es una competencia única pero que no atenderá plenamente sus problemas o resultados; por tanto, la cuestión de la crisis educativa será imposible de resolver si es que no se le dimensiona en el todo que es. Porque ese todo implica innumerables relaciones de fuerza, o en el caso de reducirle sus proporciones a ciertas esferas tecnocráticas para la enseñanza, sus obligadas atenciones e intervenciones no superarán la grave situación, ya que en 30 años en el conjunto de problemas no han hecho otra cosa más que empeorar sus consecuencias.

 

Cuando de una crisis civilizatoria se trata, el sistema ya no tiene respuestas coherentes, no invierte lo necesario en educación, el Estado mexicano es de los que menos aporta en esta inversión social. Y lo que invierte lo mal invierte centrándose en cubrir los ingresos de su alta burocracia para pagar mal a su base docente, dedicando poco a su infraestructura y menos a los sujetos sociales a quienes se dedica la enseñanza. Sus subsistemas no resuelven, ni su conjunto es capaz de conducir una energía eficaz, dados los antagonismos, las implicaciones directas en dicha crisis y su sentido despótico.

 

La supremacía en educación burguesa, es trasmitida por el atributo de reproductora de la organización social y su universo de relaciones sociales, la cual resulta ser una función en constante crecimiento e innovación para los fines de la reconstitución de esta sociedad. La dominación en la enseñanza afecta a todos los seres humanos, sean cuales sean nuestros intereses, deseos o aspiraciones. Siempre pasamos por el filtro del adiestramiento, aquí se ordenan nuestros pensamientos y estructuran nuestras mentalidades conforme al mundo establecido, sin embargo, permanecemos en un conflicto constante entre ese molde y las tendencias a su ruptura.

 

Como las sociedades viven en constante movimiento, contradicciones, antagonismos y conflictos, la cultura hegemónica no logra forjar para siempre la armadura suprema que controle totalmente nuestra acción y pensamiento. Por esto, el orden social siempre da más pasos hacia ello en correspondencia de una cosmovisión burguesa de supremacía total sobre la humanidad.

 

No obstante, claro está que no todo es opresión, los pasos en cultura y humanización de la enseñanza son colosales, nadie lo duda, no se los pone en tela de juicio. Esa es sólo una cara de la realidad, la única que el poder nos permite ver, enajenándonos a ella e impidiendo que podamos ver su cara oculta.

 

Lo cierto es que, por ejemplo, así como la ciencia y las industrias desarrollan inmensas fuerzas productivas y otras tantas formas de beneficiarse las sociedades, a su par, dadas las relaciones sociales en que encuentran su cauce, corren los intereses especiales y los inmensos daños colaterales a la vida, a la libertad, a la igualdad. Así, al decir del tema educativo, sus logros conllevaron a un poder y monopolio colosal de la gran empresa y el Estado en el control y adoctrinamiento social. Además del impulso de tendencias educativas proclives a las variantes culturales del posmodernismo, del occidentalismo y de la cultura de masas para la sujeción de las personas en la reproducción del capital.

 

Se dice en los estándares de la sociología burguesa que la educación es un modo de buscar la felicidad, el ascenso de estatus, la mejora del rol social, todo dentro de los márgenes de una sociedad impuesta, ante la cual no cabe el cuestionamiento central de su legitimidad, sólo de sus asuntos menores siempre y cuando no desestimen su trascendencia y divinización. Eso es lo que hace reconstituir su carácter despótico de fondo.

 

A la llegada del siglo XXI, dicha prédica, vino haciendo agua, especialmente después de la última gran crisis global. La enseñanza en más de un sentido vio reducir sus posibilidades para nuestros pueblos, si bien mantiene las expectativas de su sistema dada la amplitud de su propagación y su vinculación al mercado laboral. El tema de la desigualdad hace tiempo que cobró curso también a través de los procesos de elitización y formación del estatus de profesiones, lo cual hizo del campo de estudio un refuerzo potenciador de las tendencias del sistema, cancelando logros antes conseguidos.

 

El ejército de profesiones resultó ser un amplio sector igualmente sujeto a las leyes del capital con sus desigualdades internas y externas en los ámbitos del predominio neoliberal con sus distintas vertientes entre “centros y periferias”.

 

Con ello, y debido a otras líneas del progreso o desarrollo capitalista, la reconversión de la educación como empresa desplomó las viejas percepciones del campo educativo como promotor de la igualdad y bienestar de nuestros pueblos. Si bien la absolutización de la idea de educación como un bien deseable, su materialización en términos capitalistas, bajo este esquema de depredación sistémica, se hizo íntimamente despótica, se transparentó en la sustancia que le configura por su relacionalidad capitalista que determina los alcances de su eje individualista, se volvió en el revés de su propuesta liberal al decir de Galeano2.

 

Este era el tránsito ineludible en un mundo regido por la propiedad privada y el ánimo de lucro, rectores de nuestras relaciones: golpear una y otra vez los sueños y aspiraciones acariciados por nuestros pueblos en torno a la mirada de la educación como punto de apoyo para solventar algunos de sus problemas o generar capacidades para superar las actuales condiciones. Lo cual sólo fue posible en los márgenes de la individuación del propósito educativo contra su sentido social-comunitario.

 

El modelo excluyente

 

En la historia moderna de la instrucción en México tenemos el registro de un gran proceso formativo de docentes para contribuir a la enseñanza y la pedagogía, que sin embargo por estar integrado a las tradiciones comunitarias, organizativas y de lucha de clases en el campo, las comunidades originarias y a las zonas suburbanas, ha sido duramente golpeado por el Estado.

 

Particularmente el normalismo rural, que llegó a contar con 32 centros de internado por todo el país, antaño orgullo del campesinado y demás sectores populares del campo, a estos momentos únicamente cuenta con cerca de la mitad de ellos porque el Estado decidió cerrarlos y mantener en la quiebra a los restantes para que dejen de ser catalizadores de importantes necesidades sociales y educativas desde abajo.

 

En otras formas ello es lo que el neoliberalismo reproduce como línea económica y política hacia todo el proceso educativo, porque hasta sus anteriores ejes de formación son ahora motivo de reconversión privatizadora o de anulación plena para hacer de la ignorancia general una prioridad. Dice la regla capital en esta región del mundo que a mayor ignorancia, mayor gobernabilidad, por lo que la ignorancia es ya una política educativa oculta detrás de las frases superadoras oficiales. Los programas de enseñanza tienden a anular la esencia formativa del ser humano, suplantándola por lo instruccional para asegurar dependencias, y además a impedir que fluya el conocimiento significativo del que se pueda levantar el hombre nuevo.

 

Desde el momento en que se impuso el neoliberalismo en nuestro país, bajo la justificación de alcanzar la calidad educativa, la equidad, la coordinación de sus subsistemas y la actualización de sus programas; las realidades arrojan un saldo que simplemente no acredita las políticas oficiales y empresariales en este campo.

 

Ante el ajuste estructural y la crisis de los años 80´s, el neoliberalismo coronó sus políticas de recambio y desmantelamiento de la formación nacional con Miguel De La Madrid, en la figura de la “modernización y descentralización educativa”. Experimentación que en el contexto del resto de políticas al final pasó a ser conocida como la década perdida. En ese periodo la matrícula escolar básicamente creció por la dinámica demográfica, aunque en la enseñanza primaria fue manifiesto su estancamiento, lo cual sería una constante en las fases sucesivas del neoliberalismo, resaltando un estancamiento en la captación de alumnos, bajando la creación de nuevas infraestructuras escolares.

 

El huevo de la serpiente, Carlos Salinas de Gortari, el maestro de las privatizaciones y la corrupción, desestabilizador del Estado y de las condiciones de vida de las clases populares, se asentaron golpes demoledores a la educación pública al despojar al Estado de los recursos de empresas paraestatales que fueron privatizadas. En ese sexenio se lanzó el Programa Nacional para la Modernización Educativa y la Ley General de Educación, a pesar de la demagogia con que se revistió el régimen, todo se centró en la defensa de la globalización, el desembarazo del Estado respecto de sus responsabilidades, y la degradación de los contenidos educativos.

 

El gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), alardeó de centrarse en el tema como un factor estratégico del desarrollo, la equidad, la calidad y la pertinencia de la formación, lo cierto es que las resistencias magisteriales mostraron otra cara de la realidad educativa pública impidiendo la reforma educativa neoliberal en ese tiempo impulsada, así como el proceso de la huelga de la UNAM paró la marcha de su privatización.

 

Vicente Fox en su gobierno de 2000-2006, el cachorro del imperio, nos habló de cobertura con equidad, calidad de los procesos educativos, niveles de aprendizaje e integración, funcionamiento del sistema educativo y enseñanza en valores, mas sus expectativas terminaron en farsa.

 

Canderón se dedicó a mantener las cosas como estaban y continuar la línea neoliberal por mandato de las instancias hegemónicas. Ciertamente las luchas magisteriales consiguieron formalizar la obligatoriedad de la instrucción secundaria, al tiempo que se impuso el recorte al presupuesto del sector educativo. Su reforma a los contenidos educativos trajo consigo la pérdida de contenidos históricos, el caos en estos, la anulación de contenidos humanísticos, y el fortalecimiento de los viejos procesos de adiestramiento.

 

El gobierno de Peña Nieto se presentó en la fase más avanzada del neoliberalismo, lo suyo fue el saqueo y la corrupción, como ya no hayan a quien robar, se roban entre ellos mismos. El accionar educativo se enfocó a su reforma punitiva, manteniendo la verborrea neoliberal de las competencias, la educación en valores, los clubes, la calidad, el liderazgo, el adiestramiento, la transparencia, las habilidades.

 

Al final su labor consistió en arrastrarnos al desastre de una crisis educativa, afrontando una desculturización general, la carencia de saberes universales, la privación de conocimientos necesarios para una sociedad que requiere herramientas de transformación.

 

En este momento nos han estrechado el pensamiento social del pueblo, hemos quedado sin poseer extensamente los últimos adelantos del conocimiento, de la ciencia y la tecnología, y sin recuperar el sentido de nuestro ser social o nuestra comunalidad perdida frente a la educación individualista, consumista, conformista, instrumentalista, conductista, memorista, mecanicista, de conocimientos fragmentados.

 

En el diseño del poder hegemónico, ocurre que quienes lo detentan, generalmente se enfrentan a la dificultad, imposibilidad o incapacidad de establecer lazos comprensivos sobre las y los otros, tienden a desechar las experiencias alternativas al modelo instituido, a lo sumo admiten interpretaciones acordes a lo que el sistema apetece. Esta circunstancia también es llevada al nivel de las relaciones de poder dentro del aula por los actores que en ella concurren, sean las relaciones establecidas, la autoridad del saber oficial, la burocracia, el poder económico, o la naturalización de los cánones.

 

Con esta admisión exclusiva de sus prerrogativas, el neoliberalismo vino a cerrar el paso, a perturbar el escenario popular alterno; porque en sus propósitos está el reducir las perspectivas liberadoras de la educación, máxime cuando se ponen en juego sus dogmas y estrategias de dominación ideológica. Tan sólo si atendemos a los programas de estudio, es notorio que estos buscan reforzar la posición del Estado y la gran empresa frente a la sociedad.

 

En el caso de los pactos sociales históricos del Estado burgués con o frente a las sociedades, han sido quebrados por las élites dominantes detrás del aparato, para quienes la educación entró definitivamente en la esfera de los grandes negocios sin perder su carácter reproductor. Esos pactos se rompieron porque en general el capitalismo entró en una fase crítica de grandes complicaciones para seguir creciendo exponencialmente, requiriendo de la educación, la concentración de los aprendizajes hacia la dominación y el mercado; en tanto durante un largo proceso la tendencia concurrió las fuerzas al ensanchamiento de la educación como una necesidad del crecimiento social capitalista que se fue.

 

A todo lo cual se le ha llamado benevolencia del capital para permitir que los pobres asciendan económica, social y culturalmente asimilándonos a su visión, sobre la base de la ausencia o eliminación de nuestra conciencia social.

 

Para el poder político-económico la cultura viva de los pueblos es un obstáculo a la estandarización ideológica y mercantil de la vida, en consecuencia, nos impuso una educación deshumanizante en retroceso de sus perspectivas históricas.

 

El modelo de calidad gerencial ve a la educación como un gasto social, por ello se enfoca a la privatización sistemática, asimilando las necesidades educativas hacia la población como el impulso de un mercado fuente de ganancias para la burguesía. Entre tanto, como ha quedado dicho, desde la perspectiva de los pueblos, la enseñanza siempre será una valiosa inversión social frente a tantas necesidades implicadas en la formación hacia todos los campos de la vida. Desde nuestra óptica el carácter de inversión social es un factor de lanzamiento para una política consecuente con el interés popular y social.

 

La narrativa dominante en pedagogía dio curso a un neoconservadurismo y la educación neoliberal como negocio, negada a las contradicciones sociales y los trasfondos del daño al planeta. En ello se atendió a las reformas educativas para sustraerle su sentido humanista y reestructurar los programas siempre en un ámbito técnico-reduccionista.

 

Si bien se resuelven temas sobre la exclusividad en torno a los rudimentos del saber, la enseñanza siempre corrió a la zaga de la división social, entre el trabajo manual y el intelectual, el empuje de los privilegios, o la agudización del analfabetismo.

 

Para comprender la caída de la enseñanza del país en el cambio de prioridades en la estructura del sistema de opresión, debemos considerar los hechos acaecidos el 2 de octubre de 1968, el control sindical y represivo sistemático al magisterio en general, la agresión a las distintas expresiones de la educación pública, las continuas reformas emprendidas desde los años 80s del siglo pasado, y la amplia cobertura brindada a la educación privada. Pues estas acciones fueron propulsadas por una burguesía cada vez con mayor capacidad de decisión, en seguimiento de su línea estratégica de reconstitución del poder político-económico a su favor.

 

Escenario de la crisis educativa

 

Dicho estrechamiento contrario al movimiento en pro de la educación popular, fue trazado bajo el proceso de acumulación capitalista tal como se emprendió en los últimos 30 años. Las relaciones capitalistas consolidadas, el despotismo financiero sobre el país, la crisis global del 2008, las crisis recurrentes, al igual que el mismo proceso de imposición absoluta del neoliberalismo; son las principales causas de fondo del deterioro educativo tal cual ahora podemos ver:

 

  1. La drástica reducción de los fondos públicos.

  2. El aumento del desempleo.

  3. El deterioro de la capacidad de compra del salario.

  4. El largo proceso migratorio.

  5. La pauperización de todos los sectores y clases populares, incluidas las capas medias.

  6. La marginación de diversas zonas, regiones y sectores del país.

  7. El problema del narcotráfico, la forma de guerra del narcotráfico, y el crimen organizado que alteraron más la economía, el poder político, la estructura y el tejido social.

  8. La violencia permanente contra los sectores estudiantil y magisterial.

  9. El contexto de dependencias del Estado mexicano.

 

Son muchos más los problemas del país que trascienden a este campo, pero sirvan estos de ejemplificación al propósito nuestro. Por otra parte, en la línea de reflexión sobre la problematización educativa, vale hacer referencia a estos otros aspectos que repercuten en la situación.

 

Primeramente presentamos el retraso en el manejo didáctico, pedagógico y educacional de las nuevas tecnologías bajo el enfoque unilateral de las tantas corrientes de la educación burguesa enfocadas en este aspecto a su utilitarismo.

 

A continuación tenemos el asentamiento de la autoridad de reconocimiento de la academia establecida, la ciencia dominante y sus procesos. De tal forma que son estos y solo estos mecanismos con los que se define el grado de conocimientos, su aval y autorización.

 

Como en otras áreas, la detentación del poder no permite ver a los otros, ni a las demás perspectivas educacionales, aun cuando las academias siguen saqueando conocimientos ancestrales o desarrollados desde abajo para presentarlos como suyos y no de nuestros pueblos en su proceso independiente de construcción del saber.

 

Si gustas tomar cualquier proceso aleccionador de lo que cuenta la historia de la instrucción en México hasta nuestros días, notarás que para el poder político-económico, cultural e ideológico (al margen de la propaganda), en atención a sus objetivos, no hay otras perspectivas que las que dictan las suyas propias. Sólo tienes que revisar cualquier hecho.

 

Igualmente enfrentamos el eslabonamiento del mando institucional educativo mediante una terrible cadena de mandos desde las instancias centrales, hasta las locales, con márgenes reducidos para operar debidamente con la labor educativa tras su verdadera necesidad pedagógica. En la educación básica se presentan circunstancias en que la labor docente es constreñida a las piezas de un engranaje de enseñanza regimentada pese a que los verdaderos sujetos de la formación crean y recrean nuevos medios e instrumentos de su accionar cuyas bases tienden a romper con los esquemas que vienen desde arriba e incluso divorciadas de nuestras tradiciones pedagógicas.

 

La actividad de la educación básica debe enfocarse a la culturización popular y universal, al desarrollo de los procesos intelectuales, la humanística de nuestras relaciones y vida social, tanto como a la potenciación de las capacidades individuales y de colectividad en las/los escolares.

 

Por si fuese poco, la reproducción de las relaciones de poder en el aula, viene eslabonada en la actividad educativa propiamente dicha. Tales relaciones afincan una enseñanza de las reglas sociales sobre la dominación que posteriormente habrá de sufrir o ejercer el sujeto.

 

Por otro lado son críticos los bajos salarios a los y las trabajadoras de la educación, los presupuestos deplorables, el deterioro y retraso del equipamiento tecnológico de las escuelas y universidades, la creación de elefantes blancos supuestamente para la investigación y la ciencia cuyos aportes están muy por debajo de los recursos que se les destina. En las universidades públicas podemos ver esos extremos entre la vida de potentados que se dan las autoridades educativas en tanto que algunos sectores estudiantiles suelen vivir hacinados en casas de estudiantes sostenidas con la lucha, o sus profesoras y profesores llevan condiciones económicas que desincentivan su labor formativa.

 

Finalmente subrayamos las formas obsoletas de formación y trabajo docente por los métodos burgueses, en que sigue repitiéndose las herencias escolásticas, el teoricismo y las limitaciones para la práctica como medio esencial en la construcción de conocimientos, u otras tendencias al tecnicismo.

 

Al respecto es de ver que a todo vaciamiento de conocimientos, a toda posición rígida de contar lo que el Estado y la burguesía cuentan en sus textos de enseñanza, por más que se introduzcan didácticas novedosas o alternativas; en el rango de dichos conocimientos lo que va en su vena y torrente es la plasmación del proceso memorístico y positivista o te saldrás del aro rigurosamente establecido, debiendo atenerte a las consecuencias. Como ya se echa de ver, para eso son las evaluaciones al magisterio y los procesos pedagógicos calcados de las relaciones empresariales y de producción capitalista.

 

En conjunto los mecanismos de la problematización repercuten en los siguientes aspectos:

 

  1. El incremento de los índices de repetición y fracaso escolar en la educación básica, así mismo nuestros estudiantes no alcanzan el nivel que la autoridad académica espera.

  2. El riesgo de deserción escolar debido a la baja calidad escolar y al estatus económico de los adolescentes y jóvenes.

  3. Abundan en la interrupción del proceso de incorporación de los hijos de las familias de sectores populares a la instrucción media.

  4. Conllevan a la desintegración de las fases del sistema educativo, con énfasis en el divorcio de la escuela, academia o universidad, con la comunidad.

  5. Son causantes estructurales de la degradación de la calidad educativa.

  6. Propician la deformación mental de la niñez y juventud desde los programas oficiales para colonizar y alienar el pensamiento.

  7. Establecen la persuasión de los criterios de dominación.

  8. Las dificultades en el manejo de conocimientos y su praxis entre los estudiantes de niveles medio y superior.

  9. La formación unidimensional del magisterio, su represión, el agotamiento de sus capacidades y la inducción a que sea un sector de practicantes con limitados potenciales intelectuales y críticos.

 

Entre otras situaciones, de presión y represión en la juventud, los hechos del verano de 2018 contra los y las bachilleres y universitarios de la UNAM, son parte de una gran montaña de agresiones contra la juventud, contra su libre expresión, contra su derecho a reclamar. Tal como lo acaecido en la desaparición de los 43 de Ayotzinapa revela el sentido que hasta hoy día ha tenido el formato educacional del sistema, tanto como las nuevas muestras de control del sistema educativo como monopolio de la burguesía y una rancia burocracia que pretende continuar por muchos años en el dominio de esa esfera.

 

Ahora lo privado es glorificado, es ensalzado a un nivel de “cultura avanzada”, el paradigma del individualismo es colocado en el centro de la formación del ser humano como una fuente propulsora de la penetración del mercado en nuestras vidas, pero nada han podido mejorar las cosas en una sociedad desgarrada por los efectos perjudiciales del individualismo asociado a las ideologías burguesas, haciendo de este modelo, una agravante más para la descomposición social.

 

Lo que se vino a asentar derivó en un capitalismo académico, protagonizado por dos fuerzas fundamentales, las cuales son la educación pública y la educación privada. El poder académico como monopolio cultural e instruccional, se impuso sobre grandes contingentes magisteriales, estudiantiles y de comunidades afines al campo, estableciéndose las líneas de un amplio mercado que va de la asesoría, la “proveeduría” y la inversión capitalista directa.

 

Dicha actividad se sustenta en la hegemonía de sus proyectos, la legitimidad que les fue conferida por el Estado, y la fuerza institucional para acreditar el saber. Todo esto, sin importar el cuestionamiento global a sus méritos, la evidencia de sus fracasos formativos, la decadencia de su paradigma educativo escolástico-neoliberal.

 

Sinteticemos el entorno del sistema educativo cuya gestión es la base de tantos descontentos y conflictos sociales. En el medio de esta crisis el sistema educativo lo que hace es acumular problemáticas irresueltas o mal resueltas en el marco de la acción neoliberal eficientista, productivista y privatizadora.

 

El sistema Básico está compuesto por Preescolar, Primaria y Secundaria, ha mostrado una desconexión de sus componentes en el tránsito, contenidos y enseñanza de estos, además de estar rigurosamente regimentado por sus burocracias administrativas y ejecutoras. Para variar el charrismo sindical proclive a los de arriba, mantiene secuestradas sus estructuras en una red clientelar y corrupta que impide, entre otras cosas, el debate abierto, las propuestas de pedagogía crítica y el sentido revolucionario transformador de la educación.

 

Tales subsistemas insertan el entramado de la educación de sentido empresarial instruccionista, carente de éticas, precarizado y doctrinario en falsos valores; generando a nivel institucional y privado el divorcio entre la comunidad, la escuela y la familia como el complejo dinámico que es necesario al escenario educativo y su sentido de proceso en acción colectiva-individual.

 

El Medio-Superior integra el nivel de bachillerato, los demás niveles equivalentes a éste, y el adiestramiento profesional que no requiere bachillerato o equivalentes. Igualmente el Estado burgués y las escuelas privadas siguen siendo intervencionistas en el día a día escolar a través de sus políticas sobre el sentido de la educación. En estos procesos se incentiva el espíritu acrítico y la docilidad frente al sistema, al tiempo que se deja a las y los jóvenes adolescentes a merced de tantas dificultades de la vida social, precisamente cuando más se requiere del acompañamiento.

 

El tipo superior es el punto cúspide de la ausencia de equidad educacional, tiene una cobertura cada vez más elitista, generada mediante un híbrido público-privado ante las protestas contra su plena privatización. Está compuesto por la Normal, las licenciaturas en general, la especialidad, la maestría y el doctorado, además de otras opciones terminales previas a la conclusión de la licenciatura, como el de Técnico Superior Universitario. Es un sistema que denota la represión, la baja calidad, las intenciones privatizadoras, las ineficiencias de todo tipo, retraso en el diseño de contenidos, hasta la instrucción de escasos niveles pedagógicos, deshumanizante en sus contenidos y desinteresada por aproximar con todo el arte los esfuerzos formativos.

 

El capitalismo ha hecho de las universidades y demás instituciones de enseñanza superior, ejes de trasmisión del comercio en el área y para la ideologización de su cultura dominante. En este sentido el comportamiento de las élites universitarias dista mucho del puro interés académico o cultural, entrelazándose con los fines y negocios del capital, transformándose en capas aristocratizadas que detentan presupuestos y constriñen toda posibilidad de cambio democrático en su seno.

 

En la actualidad es necesaria una ardua batalla ideológica y política de largo aliento, desde los movimientos estudiantiles y magisteriales, como condiciones para debilitar el imperio tecnocrático que rige la enseñanza superior y las redes en como ésta se sostiene. Estas luchas y estos sujetos sociales de cambio, históricamente establecen bases de una auténtica revolución y democratización en su seno, contra el tradicional adoctrinamiento en torno a las prácticas y el pensamiento dominante formador de sus reproductores.

 

Hemos descrito que de conjunto algunos aspectos obedecen al retraso en nuestras concepciones pedagógicas, los esquemas neoliberales, la atmósfera de burocratismo, mercantilismo y relaciones de poder, la elitización de la educación, la deserción escolar, los escasos incentivos a estudiantes, docentes y profesionistas, los esquemas y relaciones de poder internas.

 

Para completar, existen varias cuestiones que dificultan o desincentivan la enseñanza superior, tales como la disminución de los salarios de profesionistas durante la era neoliberal, la desatención pública a la juventud y adultos en necesidad de estudiar, hasta el esquema represivo dentro y fuera del aula. En conjunto es requerido un nuevo modelo formativo en estos planos, una nueva política de formación en general y particularmente superior que se concentre en las prioridades profesionistas que nos hacen falta como pueblo mexicano.

 

Educación popular, crítica y revolucionaria

 

Sólo la gran burguesía y desde luego que sus seguidores, insisten en el auge de su cultura y la educación vueltas negocio, aunque haciendo fraude sobre la realidad en torno a la profunda crisis educativa, reportando logros ficticios en todos los rubros del campo de la enseñanza. Están enorgullecidos de sus nuevas elites, de lo fascinante de sus preceptos tecnocráticos, del reduccionismo antihumanístico en sus contenidos, y del practicismo de generar mentes abocadas a nichos restringidos del conocimiento y la técnica.

 

Porque los hechos lo que remarcan es que ello trae alienación, desregulación y desincorporación de las responsabilidades del Estado. Así también de aprendizajes con obsolescencia programada que al cabo de unos cuantos años dejan a las personas al margen del cauce sin piedad de los intereses trasnacionales, de la homogeneización de la cultura de masas para borrar los códigos de lucha cuando el sistema agrede las comunidades, les saquea sus recursos e implementa la emigración.

 

Puede y debe cuestionarse los desastres de las reformas educativas a lo largo del periodo neoliberal, para no ir más atrás, la pésima gestión gubernamental, la corrupción general y la ausencia de compromiso de sus gestores de alto nivel; aun así, lo real es que esas reformas fueron hechas bajo el auspicio de los grandes centros financieros e imperiales que dominan a México, en colusión con las castas de gobernantes.

 

Recapitulando, las reformas cumplieron con el objetivo de desmantelar la antigua educación nacional, lo que obligatoriamente nos trajo a esta crisis y desintegración.

 

La enseñanza escolarizada es una construcción histórica de los estados modernos, se emplea como instrumento de sus ideologías progresistas y desarrollistas potenciando las fuerzas productivas y el necesario despliegue cultural de la sociedad. Está encadenada al sistema capitalista, siendo necesaria subvertirla hasta que sea otra, para una sociedad libre, transforme sus procesos e inclusive se supere en todas las formas.

 

La educación burguesa es un conglomerado integrado para obtener de los pueblos lo necesario según el rol que el desarrollo capitalista les ha impuesto, pero sus principios se caracterizan por acentuar cierto aislamiento de nuestras cualidades sujetos así a la dependencia piramidal como organiza la sociedad.

 

Para abordar en detalle este aspecto, puede auscultarse el cortometraje Mi amigo Nietzsche, a fin de facilitarnos el acceso a la idea del pensamiento bloqueado, de la incapacidad de reflexionar que la formación social y cultural dominante opera en los sectores magisteriales, convirtiéndose en un serio problema para la conciencia social y popular. Este cortometraje brasileño despeja un conjunto de temas sobre la enseñanza formal y plantea la necesidad de la escuela nueva, con cambios en los roles, las didácticas, sin la opresión del pensamiento.3

 

Lógicamente en diversos sectores sociales se plantean la cuestión de la crisis de la educación, algunos llaman la atención sobre la irresponsabilidad, atraso o ineficiencia del aparato estatal para cubrir las demandantes necesidades educativas de cara a un capitalismo humanizado.

 

También es cierto que se clarifican los problemas a que ha llevado la privatización educativa y el florecimiento de la instrucción privada masificada a todos los niveles de enseñanza. Como también se cuestiona estos dos ejes por ser estructuralmente afines con el paradigma tradicional de la enseñanza organizada, en tanto que privan de otras posibilidades o alternativas que retoman elementos de las nuevas condiciones sociales para este campo, y se niegan los saberes y formas de aprendizaje que subsisten en nuestros pueblos y sus procesos e instrumentos de organización.

 

Por lo que se refiere a la presente crisis de la educación, nos hemos concentrado en un conjunto de diversos ámbitos como los recursos e infraestructura, la formación de docentes, “ilustración” privatizadora, la práctica docente, descomposición y burocracia, inercias, relaciones jerárquicas en sus estructuras, y el contexto globalizador imperialista cultural.

 

La organización social de hoy va constriñendo los derechos educativos, descarta a los sectores de adultos sin estudio entre la clase trabajadora y el pueblo, adoctrina, distrae y divide a la juventud, enajena desde la infancia, niega las necesidades específicas de la mujer u otros sectores que requieren tantas atenciones educativas y el replanteo de una pedagogía crítica y revolucionaria.

 

El sistema educativo se sustenta en esta norma de exclusión social y clasista reforzada por la conducción financiera del mundo y en especial por la política imperialista norteamericana y occidentalista que durante mucho tiempo penetró en la enseñanza nacional. Esta cuadratura antipopular del sistema es enfocada a los fundamentos de un orden regimentado en estructuras y acciones cuyo fin es lograr el máximo de dominio sobre las conciencias y capacidades de los pueblos del mundo y sus clases trabajadoras, como recurso para adelantarse a la constitución de controles cada vez más penetrantes sobre nuestras vidas y nuestra formación.

 

Por supuesto, no hay idilio educativo al modo burgués, sino problematización constante de la educación, no obstante en lugar de marchar hacia la edad de piedra, la formación debe colocarse como instrumento de la formación humanística, creadora y transformadora del proceso social hacia la emancipación del dominio capitalista y de todas sus ideologías. Para las y los revolucionarios en este campo no cabe la renuncia en esta lucha, se deben tener presentes las posibilidades de elevar la formación político cultural sobre la base concreta de la enseñanza en cualquiera de sus niveles, y del trabajo social con los sectores que en él concurren.

 

El pueblo mexicano lucha por su formación, por salir del atraso seglar en que lo hundieron las elites de antes y de ahora, batallando contra esas tendencias que de manera alevosa le inducen a una mayor regresión cultural. Una pedagogía libertaria, es urgente, porque solo desde bases socioculturales será posible reconstruir nuestro tejido social y replantear la profundidad de nuestra educación y cultura popular.

 

Una pedagogía política con sentido crítico, popular y revolucionaria es posible para configurar las líneas indispensables hacia una política educativa centrada en el pueblo y sus necesidades. Para ello se propone avanzar, con la integración de Programas de estudio debidamente fundamentados en los conocimientos y saberes que plasmen nuestra perspectiva de una formación popular, solidaria, colectivista, impulsora de las conciencias y propulsora de cambios en el hacer profesional, el compromiso y conjunción de esfuerzos con el pueblo mexicano.

 

Bajo esta pedagogía instructiva, crítica, revolucionaria y de movilización social, se requieren contenidos educativos que destaquen los valores del conocimiento en la trayectoria de las auténticas necesidades sociales de formación general y profesional frente a lo que el neoliberalismo y su individualismo de consumo nos dejó.

 

En cada estudiante del pueblo hay la posibilidad del humanista, del talento, del profesional comprometido, de la joven creadora, de la mujer cultora y organizadora de su entorno, del intelectual capacitado para hacer gestoría social, para liderar soluciones comunitarias, elaborar e impulsar proyectos del buen vivir comunitario, desplegar la información y comunicación desde abajo, para tejer la conciencia colectiva de su comunidad y en su medio de trabajo.

 

Tal plano se proyecta por una formación integral y multifacética, capacitación concreta, práctica continua, además de una especialización en determinada área. Así entonces esta formación será siempre en relación estrecha entre el trabajo y el estudio, entre la colectividad y la individualidad, en las condiciones y circunstancias particulares de la zona o región de trabajo, por tanto, como un proyecto amplio para cubrir un horizonte mayor al que actualmente se puede visualizar.

 

Concebimos la educación como proceso social, colectivo-individua para la construcción activa de los conocimientos ya dados, los que permanentemente crean nuestras sociedades y los que hay que crear en el seno de la actividad cultural-educativa. Esta educación se sustenta en las tradiciones pedagógicas de nuestros pueblos, donde la escuela va al pueblo, se asienta ahí y se hace pueblo, cambiando su sentido tradicional, centrándose en su desarrollo concreto, local, profesional, cultural, anticapitalista, sustentable y socialista. En esto mismo la apuesta está en una proyección de impacto económico hacia amplios proyectos de lo productivo, social, cultural, técnico, político, humanístico y ecológico.

 

Por otra parte, se hace indispensable superar los métodos obsoletos en el trabajo docente, innovar las formas de aprendizaje hacia la construcción colectiva del conocimiento, hacia la evaluación continua y diversificada en sentido de que constituya fuentes fehacientes de los aprendizajes adquiridos, en lo escrito, oral, visual, exponencial, la reflexión, la práctica, lo tecnológico y los cambios en el ser social.

 

Otra educación exige combatir el charrismo sindical, la estructura piramidal del sistema educativo, la burocracia depredadora que posee todo el aparato educativo, el espíritu de lucro y amoralidad del que está saturado, la corrupción, la carencia de recursos, los desatinos de sus reformas educativas, y el desvío de las prioridades educativas.

 

Bajo estas premisas es necesario crear universidad en todas partes, llevarla a donde el pueblo la requiere, para lo cual adelantamos una propuesta en el Proyecto Calmécac. Con comunidades universitarias desplegadas en los cientos de ciudades del país, en sus 2,464 municipios y las alcaldías de la ciudad de México. La lucha de clases del pueblo mexicano nos plantea precisamente generar más medios que posibiliten avanzar y prepararnos política, científica, humanística, revolucionaria y culturalmente frente a la oligarquía, la reacción y el imperialismo.

 

Como queda establecido, el aprendizaje va hacia la asimilación de la experiencia social humana, lo cual avanza consecuentemente en la asimilación de la experiencia integral, sociocultural, moral, intelectual, estética, motriz en el proceso escolar. Esto se da en dependencia de los objetivos, las clases, sectores, ideologías, teorías y métodos empleados. De esta manera la educación es un proceso de múltiples dimensiones que se ejecuta en todos los campos de la vida social, sin embargo atañe muy especialmente a los medios propiamente educativos y formativos ponerla en marcha de forma sistemática conforme a propósitos sociales definidos.

 

La educación puede significar un proceso de construcción sociocultural y lucha democrática revolucionaria del pueblo, de recomunalización integradora contra el capitalismo, de acción social integradora por la emancipación anticapitalista.

 

Ir a nuestras raíces históricas y educacionales y pedagógicas, generar un nuevo mundo y espacio social para la vida (toltecáyatl) y un nuevo arte de enseñar a pensar, de enseñar a estudiar, de enseñarnos a aportarle a la sociedad, de enseñarnos la felicidad de la libertad verdadera (tlacahuacahualiztli); sólo tienen cabida para luchar por una sociedad revolucionaria superadora de los antagonismos, conflictos y contradicciones actuales con un modo humanístico de formación; es la cuestión central para la educación y pedagogía crítica-revolucionaria.

 

Si nos referimos al campo especial de la pedagogía la tarea consiste en forjar también una educación popular, cimentada en los lazos del interés colectivo y las formas para la adquisición, asimilación y creación del conocimiento.

 

La crisis formativa, cultural y de la educación tiene distintas respuestas:

 

  1. Se continúa la desestructuración neoliberal hacia su globalización imperialista en aras de una calidad elitista e individualista.

 

  1. Se retoman posiciones conciliadoras entre mejorar servicios e elevar coberturas sin alterar sus bases capitalistas y estatistas.

 

  1. O se trazan líneas de acción revolucionaria.

 

Sobre este último punto, es una revolución contrasistémica, organizativa, contrahegemónica, moral, ética, epistemológica, pedagógica, magisterial, estudiantil, proletaria, popular, comunitaria y formativa.

 

Las vicisitudes de la pedagogía en México son mayores dados los fenómenos políticos, culturales, sociales y económicos a que se encuentra sujeta, por ello, en el esfuerzo desde abajo por reconstituir nuevos planteamientos populares en materia de educación, en la visión de un nuevo tipo de universidad-pueblo “la universidad debe ser flexible, pintarse de negro, de mulato, de obrero, de campesino” (Che Guevara). La formación del arsenal pedagógico, “los educadores serán educados” (Carlos Marx), asume la necesidad de solución a una parte de las demandas de nuestros pueblos en la materia educativa y de profesionalización con consciencia social de sus sectores.

 

¿Queremos lograr una cohesión en el hacer y propuesta pedagógica para afirmar los propósitos programáticos de humanismo, compromiso social, la gestión de las demandas sociales, los liderazgos en las soluciones comunitarias, el impulso de proyectos populares? pues tendremos que luchar por todo.

 

Atendiendo la diversidad temática y enfoques en la instrucción, la perspectiva crítica y los aportes indispensables en esta labor colectiva trabajamos por la formación integral y multifacética, capacitación concreta, además de una especialización en determinada área de los sectores y clases populares.

 

Tal es el cocrear una educación popular para y por el pueblo por una revolución también en el aprendizaje y la pedagogía que forme a los niños y niñas en el desarrollo de sus vidas hacia su felicidad y amor; que forme en las y los estudiantes y facilitadores de la enseñanza, auténticos, críticos, autocríticos, éticos, participativas, protagonistas, abnegadas e identificados con la lucha social, y en la formación de las nuevas generaciones desde la instrucción básica a la enseñanza superior, pero que también genere para las y los adultos las posibilidades de estudiar.

 

Así mismo se requiere desarrollar las habilidades teóricas, metodológicas y procedimentales para conducir la formación profesional crítico-revolucionaria hacia una pedagogía emancipatoria, para el proceso social mexicano en sus nuevos contextos. Lo cual nos lleva a:

 

  1. Potenciar las características pedagógicas del pensamiento crítico-revolucionario y su sentido libertario.

 

  1. Desarrollar la visión de escuela-universidad-pueblo en todos sus sectores involucrados.

 

  1. Repensar y desentrañar las circunstancias en que se porta y se trasmite la sustancia subjetiva de la cultura dominante en la enseñanza.

 

  1. Aplicar las herramientas didácticas, técnicas, tecnologías, criterios e instrumentos de la educación popular crítica, científica y revolucionaria para enseñarnos a pensar y lograr conocimientos significativos imperiosos.

 

  1. Analizar de manera crítica consciente las bases conceptuales de los programas oficiales y alternativos en el marco de las exigencias educativas del pueblo mexicano.

 

  1. Asimilar desde una perspectiva crítico-revolucionaria nuestras experiencias pedagógicas a partir del intercambio de situaciones y el amplio conocimiento de la vida y problemáticas de nuestras niñas, niños, adolescentes, jóvenes y trabajadores o sectores que aspiran al estudio.

 

  1. Forjar los espacios pedagógicos, acompañamientos, debates, conjunción y desarrollo de la nueva pedagogía popular, crítica y revolucionaria.

 

Una de las evidencias para afrontar la presente crisis de la educación la podemos ver en la tendencia de importantes sectores populares y magisteriales a retomar las tradiciones propias y acopiarse del acervo cultural-pedagógico de otros pueblos que con sus luchas forjaron las experiencias claves en su desarrollo, en torno a la educación marxista y el proceso social que les tocó vivir.

 

Este es un proceso necesario para la lucha de clases y el planteamiento socialista. La educación del pueblo, es obra de este, lo que nos lleva a la concurrencia de sus múltiples sectores y clases trabajadoras, a la animación de las fuerzas y organizaciones hacia propósitos de lucha, a incentivar y estimular a la juventud y niñez con la perspectiva de otro futuro opuesto a la opresión y explotación capitalista, al trabajo de sus intelectualidades, talentos y profesionales, con un proceso claro hacia una vida que solucione nuestras necesidades.

 

Vamos a un nuevo proceso social con la primera derrota electoral popular a los neoliberales, pero nada está resuelto, el gran capital controla el poder económico y presiona para recuperar todos los espacios del poder político.

 

El Estado capitalista no ha sido alterado, por lo que sus tendencias continúan, pero en un plano de resistencia frente a los descalabros de sus acciones, ello pone en circunstancias especiales al país, generándose perspectivas de lucha desde abajo y de desarrollo de la conciencia política de los pueblos frente a lo que es y ha sido el capitalismo. Esta situación abre otras compuertas de combate por mejores condiciones de existencia, por mayores transformaciones sociales, por el socialismo y la educación socialista.

 

 

1 La canción Otro ladrillo en la pared, del grupo de rock Pink Floyd es considerada toda una metáfora del sistema educativo dominante engendrado por el capitalismo industrial: https://www.youtube.com/watch?v=HUUdwuMkg_Q

 

2 Eduardo Galeano, Patas arriba, la escuela del mundo al revés.

https://www.alainet.org/de/node/196513?language=es
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