Horizontes de la cooperación en un mundo post Covid-19: Cuba y los referentes asiáticos

22/10/2020
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Foto: https://tobleronecubano.wordpress.com
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Resumen: El actual contexto internacional signado por los efectos de la pandemia del coronavirus demanda mayores esfuerzos en aras de la cooperación internacional efectiva para hacer frente a esta problemática y a otras de impacto global. Diversos actores han confluido en el combate contra la Covid-19, entre ellos se destacan Cuba, China, Japón, Vietnam, y Rusia. Estos países han tenido una respuesta efectiva y ponen de manifiesto las potencialidades que existen para que esa colaboración y cooperación tenga nuevas dimensiones y alcances. En ese sentido vale la pena explorar las potencialidades aprovechando las capacidades y experiencias de los actores involucrados en el área de la salud y la formación de profesionales en regiones como las de África Subsahariana, por ejemplo.

 

Palabras Clave: Covid-19; Cooperación, Salud, Cuba, China, Rusia, Vietnam, Japón, África.

 

Introducción

 

Problemáticas globales derivadas del cambio climático, la crisis alimentaria o el avance de la pandemia de la Covid-19, evidencian que el mundo necesita de nuevos procesos dinamizadores integrados. No se trata de un proceso de desglobalización, ni de una lógica de bloques, sino todo lo contrario: de transformar el orden internacional vigente, como parte de los propios reajustes que están teniendo lugar en el sistema y transitar, de las políticas neoliberales establecidas desde mediados de la década de 1980, obsoletas para las actuales circunstancias del mundo, hacia nuevos mecanismos de cooperación.

 

La actual circunstancia obliga a repensar las futuras políticas exteriores. La Covid-19 ha demostrado la necesidad de reforzar las acciones conjuntas que permitirán obtener beneficios comunes sobre la base de la cooperación y no de acciones separadas. Diversos actores han confluido en el combate contra la Covid-19, entre ellos se destacan Cuba, China, Japón, Vietnam, República de Corea y Rusia. Estos países han tenido una respuesta efectiva, a partir de las infraestructuras nacionales de salud, ya sea por la capacidad científico-tecnológica, productiva, el desarrollo de la industria biotecnológica y farmacéutica, los recursos financieros, y el personal altamente calificado o preparado. Por otra parte, han sido países que se destacan por su disposición de cooperación y coordinación internacional; no condicionan su ayuda y han compartido experiencias, en función de desarrollar y fortalecer capacidades locales a favor de adoptar una estrategia para el manejo y afrontamiento de la enfermedad, objetivo que han puesto por encima de sus diferencias políticas.

 

En el enfrentamiento a la pandemia ha sido de gran utilidad los intercambios entre la comunidad científica, la formación de profesionales y personal capacitado, así como el fortalecimiento de las capacidades locales para el enfrentamiento de la crisis sanitaria, el envío de material sanitario y las donaciones financieras destinadas al sector de la salud, de ahí la pertinencia de pensar en un escenario poscovid-19 las potencialidades inexploradas aún en materia de cooperación triangular a partir de intereses compartidos.

 

Esto permitiría adoptar nuevos patrones de relacionamiento que vayan desde la construcción de confianza, el intercambio cultural y el reconocimiento mutuo, hasta el fomento de nuevas estrategias de emprendimiento y cooperación. En este sentido, las dinámicas de cooperación triangular no se corresponden con la tradicional visión Norte-Norte, Norte-Sur o Sur-Sur, sino que se trata de hecho de un esquema de relacionamiento, triangular, asimétrico y abierto, puesto que se basa en las experiencias acumuladas y los intereses comunes a la vez que genera nuevos espacios y áreas de cooperación, por lo tanto puede identificarse como plural y abierto. Esta propuesta escapa a una visión estrecha de la cooperación tradicional que ha sido la dominante.

 

Como modalidad de cooperación para el desarrollo, la cooperación triangular puede ser definida como la colaboración entre un proveedor del Sur (algunas veces llamado pivote) y un donante del Norte en beneficio de un tercer país receptor. La cooperación triangular implica el aprendizaje de todas las partes y no debe ser confundida con el apoyo directo a la cooperación Sur-Sur, por ejemplo, a través solo de la financiación. La cooperación triangular implica un enorme potencial para la asociación horizontal. Pueden surgir situaciones de verdadera ganancia mutua, en las cuales los socios aprenden y se benefician unos de otros, disolviendo los límites entre “donantes” y “receptores”. (La cooperación Sur-Sur en el contexto de la eficacia de la ayuda). La cooperación triangular aparece como un camino aún reciente pero con gran potencial para asociaciones horizontales y situaciones de mutuo beneficio. De ahí que es importante identificar complementariedades entre la cooperación Sur-Sur y Norte-Sur, si se considera el creciente interés de los donantes tradicionales por convertirse en “trianguladores emergentes” y el creciente número de mecanismos creados para ese fin.

 

Cuba y los nuevos horizontes de la cooperación internacional

 

Cuba es uno de los actores internacionales con mayor experiencia en materia de colaboración internacional en los sectores de la salud y la educación, especialmente en lo que respecta a la formación de profesionales de las ciencias médicas, y a entender ambos aspectos como parte de un gran sistema que, a partir del fortalecimiento de las capacidades locales, tribute, en general, a la soberanía y calidad de vida de los pueblos.

 

En cuanto a los enfoques, principios y fundamentos de la colaboración de Cuba, ésta ha estado directamente relacionada con su política exterior marcada por el internacionalismo, la solidaridad y el respeto a la soberanía de los Estados. También se ha basado en el principio de compartir lo que se tiene con una profunda vocación humanista, logrando romper paradigmas y fronteras, al colaborar con países con los cuales incluso no comparte afinidades políticas. Además, Cuba ha contribuido al debate y a la construcción de nuevas prácticas de cooperación internacional, como un medio eficaz para erradicar la pobreza, el hambre y la exclusión en el mundo.

 

En el contexto de la Covid-19, Cuba se ha destacado por su colaboración internacional a través del envío de profesionales de la salud, entre otras experiencias de colaboración, a prácticamente todos los rincones del planeta. A pesar de su larga experiencia internacional en emergencias sanitarias y desastres naturales, la actual pandemia ha abierto nuevos horizontes y posibilidades de desarrollo a la parte cubana. Ello ha estado propiciado por la confluencia, desde distintas aristas, en un mismo terreno, de otros profesionales de la salud y expertos de diversas áreas del conocimiento así como de otras partes del mundo, entre los que sobresalen los asiáticos. Además la profunda crisis sanitaria mundial ha condicionado la colaboración entre las distintas naciones cooperantes y el personal local.

 

En lo que respecta a la experiencia cubana con otros actores ya se ha comprobado la validez de algunas iniciativas similares adoptadas en África, por ejemplo para el combate del Ébola de conjunto con Estados Unidos durante la segunda administración de Barack Obama. Así también recientemente el embajador de la UE en Cuba expresó la idea de crear una escuela de medicina en África, similar a la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de La Habana, con financiamiento europeo y profesionales cubanos.

 

En el actual enfrentamiento a la Covid-19, ha sido fundamental el uso del Interferón Alfa-2b Humano Recombinante Cubano (Cuban Recombinant Human InterferonAlpha-2b). Este interferón ha formado parte de los protocolos internacionales para el tratamiento del virus y uno de los puntos de partida esenciales en la búsqueda de soluciones definitivas. Este contexto BioCubaFarma y la compañía del Reino Unido, SG InnovationsLimited, anunciaron, en julio de 2020, el lanzamiento de una nueva empresa, BioFarmaInnovation, centrada en acelerar el desarrollo y la accesibilidad en Europa y la Mancomunidad Británica de medicamentos innovadores y líderes a nivel mundial.

 

En medio de la actual crisis mundial y la amenaza a la salud pública, BioFarmaInnovationsampliará sus redes de distribución e incrementará la accesibilidad de estos productos para una mayor cantidad de personas en todo el planeta, incluida la lucha contra la Covid-19. Los ensayos clínicos de varios productos desarrollados por BioCubaFarma para el tratamiento del nuevo coronavirus han mostrado resultados alentadores y con perspectivas en varios países. BioFarmaInnovationsposibilitará la evaluación de éstos y otros productos de su portafolio en Europa y la Mancomunidad Británica.

 

En tiempos de Covid-19 debe destacarse la importancia de la cooperación hacia Cuba de varios países, entre los que sobresalen los asiáticos China, Vietnam, Rusia y Japón. Asia Pacífico tiene una gran importancia para las relaciones internacionales de Cuba. Históricamente, áreas más cercanas como América y Europa han tenido un vínculo estrecho y directo con La Habana. No obstante,  los lazos con naciones asiáticas, pese a ser relativamente recientes, son muy profundos en varios casos y tienden a intensificarse. En ella radican varios países con un alto impacto en la economía y geoestrategia mundial, pero a su vez, políticamente es una de las áreas de mayor respaldo y concordancia con Cuba en aspectos bilaterales y multilaterales en el escenario internacional.

 

La ayuda ofrecida a Cuba también impacta en la Cooperación de Cuba en el mundo, sobre todo en el contexto de la lucha contra la Covid-19. En tal sentido ha sido de gran utilidad los intercambios entre la comunidad científica, el envío de material sanitario y las donaciones financieras destinadas al sector de la salud.

 

En el marco de la pandemia, Vietnam transfirió a Cuba la tecnología para la producción de kits de diagnóstico del coronavirus desarrollado por la Universidad de Medicina Militar, mientras La Habana proporcionó a Hanoi el medicamento antiviral interferón ALFA-2B. A su vez, un grupo de expertos cubanos apoya a los vietnamitas en la lucha contra la pandemia.

 

Vietnam donó a Cuba 5000 toneladas de arroz y el Club de estudiantes vietnamitas graduados en la isla entregaron un donativo a Cuba de más de 66 000 dólares como aporte personal de 700 vietnamitas de varias generaciones, egresados de universidades cubanas. Varios ministerios entre ellos el de Defensa y el de Justicia, así como la Asamblea Nacional, han hecho entregas de donativos de suministros médicos al pueblo cubano, como apoyo a los esfuerzos de la isla contra la Covid-19.

 

China ha enviado a la Isla varios donativos de material sanitario (mascarillas y máscaras quirúrgicas, trajes protectores desechables, termómetros infrarrojos, gafas protectoras, guantes quirúrgicos, pares de zapatos de aislamiento). Así también la parte china donó 200 mil dólares a las autoridades sanitarias de Cuba para el enfrentamiento a la pandemia.

 

Entregó 6 de abril de 2000 mascarillas, 10 000 máscaras quirúrgicas, 2000 trajes protectores desechables, 500 termómetros infrarrojos, 2000 gafas protectoras e igual número de pares de guantes protectores y pares de zapatos de aislamiento. Además de la donación del gobierno, la empresa Yutong entregó 10 000 trajes protectores y 100 mil mascarillas. El 20 de mayo se realizó otra donación de suministros sanitarios. Ciudadanos chinos que estudiaron en Cuba organizan donaciones y la compra de insumos para respaldar a Cuba. Hasta el 28 de marzo habían recaudado 18 193 dólares. En resumen, un total alrededor de 14 000 kits de prueba, 3 272 000 máscaras de cirugía, ventiladores (no especificado), termómetros infrarrojos 500, 22 000 vestidos protectores, 102 000 guantes, 12 000 gafas, 2000 zapatos de aislamiento, 6000 máscaras N-95 y 300 000 dólares de donación.

 

Japón y Cuba suscribieron un Canje de Notas para llevar a cabo una asistencia financiera de carácter humanitario mediante la donación de equipos médicos frente a la propagación de la COVID-19 en el país. Esta asistencia por un monto de 500 millones de yenes japoneses (US$ 4.7 millones aproximadamente) se realiza en el marco de la Cooperación Financiera No Reembolsable del Gobierno japonés, a fin de atender a los esfuerzos del pueblo cubano para confrontar la difícil situación que atraviesa el país igual que el resto del mundo. Con la donación de equipos de salud y atención médica, se espera contribuir al fortalecimiento del sistema de salud y las medidas de control de enfermedades infecciosas en Cuba, factores primordiales para proteger la vida de su pueblo ante la pandemia.

 

En cuanto a la cooperación con Rusia es de destacar que La Habana y Moscú trabajan en la búsqueda de candidatos vacunales contra la enfermedad, así como en la posible coproducción de los mismos. En ese contexto sobresale la propuesta del presidente ruso, Vladimir Putin, de crear corredores humanitarios en medio de situaciones de emergencia como la actual. La propuesta fue presentada en medio de la cumbre virtual celebrada por el G-20, el 26 de marzo de 2020, donde, en su intervención, el presidente de la Federación Rusa llamó a la creación de "corredores verdes, libre de guerras comerciales y sanciones"(Xinhua, 2020).

 

En dicha videoconferencia, Putin resaltó la necesidad de enviar medicamentos, alimentos, equipamiento y tecnologías para sopesar los efectos provocados por la crisis que causa mayores daños a países bloqueados. La propuesta del líder ruso de crear un corredor verde en lugar de la guerra económica y las sanciones, cada vez se hace más necesaria en medio de la rapidez con la que se desarrolla el brote de la pandemia. A su vez, ha persistido la decisión de la actual administración de la Casa Blanca de mantener las crudas sanciones aplicadas contra varios gobiernos en medio de la pandemia mundial, contexto en el cual resultan aún más patentes las negativas consecuencias de los bloqueos impuestos por Washington (Ídem). Tales son los casos por ejemplo de Irán, Siria, Cuba, Venezuela. En tal sentido, el Kremlin ha inaugurado estos “corredores verdes”, enviando ayuda para el enfrentamiento de la pandemia.

 

Sin embargo, la solidaridad y extensión de estos corredores, además de los ya mencionados y de los 13 países que incluyen la Unión Económica Euroasiática (UEE,) la Comunidad de Estados Independientes (CEI), Mongolia y la República Popular Democrática de Corea; ha alcanzado a países como Estados Unidos, Italia, España, Serbia, Argelia. Hasta esas tierras y regiones también ha llegado la presencia de China y Cuba. De manera que se evidencia una articulación de la cooperación y la solidaridad. Se trata de despolitizar y reivindicar el más importante de los derechos: el derecho a la vida.

 

Potencialidades Cuba-China: La Ruta de la Seda Sanitaria

 

Respecto a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, se ha hablado mucho de los principales corredores iniciales, así como de sus dos vertientes, es decir, la Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI y la Franja Terrestre. En ese sentido, se fueron desplegando diferentes tipos de rutas como la Digital, la Cultural, y la Ruta de la Seda Sanitaria, pero poco se ha hablado de esta última, incluso algunos creen que esta se lanzó con el avance de la Covid-19, momentos en que ganara titulares a nivel global, tanto a favor, como en contra, especialmente por los medios estadounidenses y europeos.

 

La Ruta de la Seda Sanitaria, no es un proyecto que nació para combatir la Covid-19. La primera vez que se hizo referencia a esta iniciativa fue en la visita que hizo el presidente Xi Jinping a Ginebra en enero de 2017, donde firmó un MOU con la OMS. El propósito de tal acuerdo fue emprender un gran proyecto para mejorar la salud pública dentro de los países integrantes de la IFR. Posteriormente en agosto del propio año, China convocó a líderes de sector tanto de organismos internacionales, como de países miembros de BRI a la celebración del Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Sanitaria: “Hacia una Ruta de la Seda Sanitaria”. Hasta ese momento, ningún país latinoamericano y caribeño se había incorporado a BRI. Sin embargo, la gran nación asiática estaba consciente que para avanzar por los grandes corredores desde Asia hasta Europa había que profundizar también la cooperación en salud pública por la existencia de una serie de enfermedades que han venido aquejando a estas áreas.

 

Es bien conocido que el mundo se enfrenta a un número creciente de epidemias y desastres de grandes complejidades. Asia Pacífico particularmente, ha sido escenarios de varias de ellas, por lo que el presidente chino Xi Jinping propuso esta iniciativa. En este marco, la OMS formuló en el propio 2017 una asociación estratégica con Beijing para asistir a países vulnerables situados a lo largo de BRI, especialmente en el continente africano. BRI contiene lo fundamental para lograr la cobertura sanitaria universal: infraestructuras, acceso a medicamentos, recursos humanos y una plataforma para compartir experiencias y promover prácticas óptimas.

 

La Ruta de la Salud posee un amplio significado ya que absorbe, en este caso, diversos ámbitos que van desde medicamentos, equipamiento, personal calificado, prevención y desarrollo e intercambio científico. Es por ello que tampoco es posible ponerla en un pie de igualdad con la franja terrestre o la ruta marítima o considerarla como una tercera o cuarta rama de BRI. En su caso se trata de una dimensión en la que pueden desarrollarse inversiones en infraestructura, en su relación con las otras rutas, pero sobre todo debe resaltarse su carácter de apoyo ante situaciones concretas de emergencia. Esa es la razón por la cual la construcción del mapa sobre el tema salud o sanitario es también inconmensurable y abierto, ya que ofrece una visión general más que un plan maestro con programas, actividades, metas y responsables.

 

La Ruta de la Seda Sanitaria tiene como objetivo fomentar el desarrollo sanitario y la seguridad a lo largo de toda BRI. A su vez, trabaja en función de los propósitos de la Agenda 2030 para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Las acciones cooperativas pueden fomentar la eliminación de una serie de enfermedades en el marco de la Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI las que tienen un impacto significativo la malaria, el dengue, las enfermedades infeccionas intestinales y la tuberculosis, por citar algunas. Todas ellas en su conjunto causan una carga de enfermedades considerables en estos países que impiden el crecimiento económico y constituyen serios desafíos (Chen J, Bergquist R, y otros, 2019).

 

El concepto de la Ruta de la Seda Sanitaria alienta la cooperación regional y la participación extensiva de los gobiernos, así como de las organizaciones regionales e internacionales, las universidades, el sector privado, la sociedad civil, entre otros. En este espacio, China ha firmado una serie de acuerdos, de los cuales 41 programas están activos, incluyendo el Plan de Entrenamiento de profesionales de la salud con la ASEAN en el Sudeste Asiático y el Plan de Cooperación China-África sobre Salud Pública. China también trabajó para fortalecer la cooperación entre tanques pensantes y la Asociación de Tanques Pensantes de la Ruta de la Seda Internacional. La construcción de la Ruta de la Seda Sanitaria no puede llevarse a cabo sin el compromiso multisectorial e involucramiento de expertos. Las plataformas que se están creando están sobre la base de los acuerdos con organizaciones como la OMS y las red Sur-Sur.

 

En ese sentido, hay países miembros de BRI que tienen un alto nivel de desarrollo en el sector sanitario, mientras otros tienen capacidades financieras o de infraestructura en las que se pueden emprender proyectos que traspasen lo bilateral. La experiencia histórica de China de emprender proyectos de cooperación de salud, puede unirse en mutuo beneficio mediante triangulaciones con otros países. Particularmente Cuba tiene una tradición de cooperación médica que data como China desde 1963 y que fue reforzada en los años 2000.

 

Actualmente los miembros de BRI tanto en Asia, como Europa y África están recibiendo la cooperación médica china y cubana de manera independiente. Sin embargo, la experiencia en Venezuela contra la Covid-19, demostró que el trabajo conjunto de expertos permite a profesionales de los tres países tomar experiencias a partir de la metodología usada por cada una de las partes. Tanto China como Cuba, muestran posibilidades de convergencia y de actuación conjunta, incluso ya existe la capacidad de producción mixta de medicamentos para el tratamiento de Covid-19 como es el caso del interferón Alfa 2B. Pero las dos partes pueden profundizar investigaciones en diferentes temas desde mapeo de cerebro, hasta enfermedades que más afectan a los miembros de BRI como dengue, tuberculosis, etc. A su vez ambas partes ya trabajan en el desarrollo conjunto de un Parque Biotecnológico en China.

 

Cuba pese a ser un pequeño país, tiene una larga tradición de cooperación médica que data al igual que China desde 1963 y en el mismo país: Argelia. Además de las misiones médicas que envía en forma de colaboración, ha desplegado desde inicios de los 2000, brigadas específicas contra situaciones excepcionales agrupadas en el Contingente Internacional Henry Reeve que ha acudido en casos de terremotos (Pakistán 2005, Indonesia 2006, Perú 2007, China 2008, Haití 2010, Chile 2010, Nepal 2015, Ecuador 2016), lluvias intensas (Guatemala 2005, Bolivia 2006, México 2007, El Salvador 2009, Chile 2015, Venezuela 2015), emergencias médicas (cólera en Haití 2010, Ébola en Sierra Leona, Guinea Conakri, Liberia 2014) y huracanes (Dominicana 2015, Islas Fiji y Haití 2016) y ahora con la Covid-19 se desplegó a más de 22 países con más de 1370 profesionales de la salud (Domínguez Delgado, 2020).

 

Hasta febrero de 2020, Cuba tenía más de 28 700 profesionales de la salud, en 59 países. Sin embargo, posteriormente se incorporaron más de 1300 médicos, enfermeros y técnicos en 22 países (en varios de los cuales ya existía cooperación cubana). Las cifras son considerables a pesar de la retirada de las misiones médicas de Brasil (2018), Ecuador y Bolivia (noviembre de 2019) que supuso el regreso de más de 9 500 colaboradores al país Ya en mayo de 2020 Cuba tenía 29 455 colaboradores médicos en 59 países y han atendido 5 millones de personas. (Delgado, 2020)

 

La ubicación de las brigadas médicas cubanas actualmente corresponde geográficamente en países de BRI, salvo algunas excepciones. En ese sentido se abre espacios a la cooperación triangular de China y Cuba con países integrantes de la iniciativa. Por lo que podría expandirse con mayor fuerza la Ruta de la Seda Sanitaria y crear incluso hubs subregionales en el sector de la salud en el que se integre el proceso asistencial con la creación de infraestructuras. Cuba tiene no solo capacidades médicas para apoyar a la iniciativa, sino también una fuerte industria biotecnológica, mientras China también posee sus propias capacidades.

 

La colaboración médica cubana pese a la fuerte campaña mediática estadounidense tiene un fuerte prestigio especialmente en África, mientras la participación china en programas de control de enfermedades en Asia y África se ha convertido en un modelo para otros países. La cooperación trilateral no es nueva para Beijing. La experiencia entre China (provisión de apoyo técnico) y Australia (uno de los principales donantes) en Papua Nueva Guinea dedicada a mejorar la preparación de los técnicos locales en la lucha contra la malaria es una experiencia a tener en cuenta. En la misma medida que se logre reducir el número de enfermedades de los países integrantes de BRI, podría generarse una ruta saludable y menos riesgosa. Otra experiencia por parte de China es en África en Tanzania en un programa piloto con el Reino Unido en un programa de control de la Malaria. Por tanto, existen experiencias reales que se pueden expandir. La Covid-19 abre una nueva etapa, la de la cooperación y la complementariedad entre los países miembros de BRI para corregir no solo las asimetrías, sino crear una ruta más confiable.

 

Potencialidades Cuba-Japón: La experiencia africana de la Brigada Médica Internacional Henry Reeve y del Japan Dissaster Relief Team.

 

En el último decenio, África ha experimentado un avance notable en sus relaciones internacionales con actores no tradicionales –países que no tuvieron un pasado colonial en África – tales como Japón. Los intereses nipones se han concentrado sobre todo en las subregiones del África Occidental, el Cuerno africano y el África Oriental y Meridional. Por lo tanto, la ribera africana del Océano Índico, se ha convertido en el epicentro de las relaciones de Japón con África. Esto ha evidenciado en un desplazamiento del centro de atención, tradicionalmente enmarcado en el concepto Asia-Pacífico, hacia una lógica de lo “Indo-Pacífico” (Gabinete de Japón, 2019), en la cual Japón tiene un lugar preponderante a través de sus programas de asistencia al desarrollo y de iniciativas que tienen un impacto en las poblaciones locales en diferentes comunidades africanas.

 

El Indo-Pacífico consiste en la combinación de todos los territorios de Asia-Pacífico, de la costa oriental de África y del Golfo Pérsico. Esta combinación de Estados no es casual: de hecho, el surgimiento del mismo concepto Indo-Pacífico se debe al entendimiento por parte de los principales actores de la región de la creciente interacción económica, política, militar e incluso cultural, entre los componentes del área.

 

Desde 2016, Japón comenzó a implementar oficialmente el concepto de un “Indo-Pacífico Libre y Abierto”, a través de la combinación de dos continentes (Asia y África) y de dos océanos (Pacífico e Índico). Esta proyección japonesa hacia el Océano Índico, demuestra la creciente importancia geoestratégica que la región tiene: en ella se ubican tanto las principales rutas marítimas entre Asia y Europa, así como los principales productores de petróleo del Medio Oriente. Dicha importancia ha motivado la necesidad de desarrollar una mayor cantidad de proyectos de infraestructura en la costa oriental de África, y la consecuente preocupación por la seguridad de esta subregión.

 

Desde 1993, Japón ha incrementado sus programas en el África Subsahariana, a través de la Conferencia Internacional de Tokio para el Desarrollo de África (Tokio International ConferenceonAfricanDevelopment, TICAD). Con este foro ha financiado importantes programas, tanto bilaterales como multilaterales, con impacto local en varios países de la región. Japón es el quinto mayor donante de AOD, después de EE.UU., Reino Unido, Alemania y Francia, y el primero entre los actores asiáticos, con 1 490 millones de dólares, cifra que representa el 5.5% de toda la asistencia hacia el continente.3En particular, la región de África Subsahariana es el tercer mayor destino de AOD japonesa, con un 13% del total.4 De esta manera, Japón se ha convertido en uno de los países que más aporta en materia de AOD al continente africano.

 

Como parte de la edición de TICAD VI, en 2016, en Nairobi, Japón anunció por primera vez en la historia de su política exterior, una estrategia continental en sus relaciones con África. La misma prevé acciones diferenciadas según las particularidades subregionales y los conflictos presentes en estas5. Algunos ejemplos de los programas japoneses en África Subsahariana en el sector de la educación primaria son los desarrollados en Burkina Faso y Ruanda, en cuanto a la ampliación de escuelas y el envió de profesores japoneses para contribuir con la formación profesional. En el caso africano existen vínculos importantes con la Unión Africana (UA), organismo ante el cual tienen acreditado un embajador. También colabora con instituciones financieras multilaterales africanas como el Banco Africano de Desarrollo (AfDB) y el Fondo Africano de Desarrollo (AfDF).

 

Recientemente, en el contexto de la Covid-19, Etiopía y Japón firmaron un acuerdo de subvención con el propósito de aumentar la capacidad del país africano para detener la propagación de la pandemia. Por un valor de 13.6 millones de dólares, el convenio comprende la adquisición de equipos médicos y la continuación de los compromisos de la TICAD VII, celebrada en Yokohama, en agosto de 2019. Por otra parte, en el caso de Kenya, Japón ha brindado su apoyo a este país frente a la pandemia, sobre todo a partir de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (Japan International, Cooperation Agency, JICA), con tratamientos de cloro para la purificación del agua, y proveyendo una donación de 340 millones destinados al sistema de salud y equipamiento médico a los hospitales. Así también, la misión permanente de Japón ante la UA anunció la donación de un millón de dólares para el Centro Africano de Control y Prevención de Enfermedades, con vistas a implementar una estrategia continental frente a la Covid-19. Respecto de Camerún, Japón donó 2.3 millones de dólares a fin de disminuir el riesgo de contagio en las mujeres y niños cameruneses, sectores muy vulnerables. La ayuda también está encaminada a entrenar a 300 profesionales de la salud y a ofrecer a 450 000 estudiantes la posibilidad de continuar sus estudios por vía online (APO Group, 2020).

 

De igual forma, la misión permanente de Japón ante la UA anunció la donación de un millón de dólares para el African Centre forDisease Control and Prevention (Centro Africano de Control y Prevención de Enfermedades, African CDC), con vistas a implementar una estrategia continental frente a la Covid-19, en lo que respecta a la capacitación de Centros de Colaboración regional en África, así como para un soporte efectivo y eficiente de comunicación y conocimientos en temas relacionados con la Covid-19 y, actividades de manejo y control de la enfermedad.

 

Japón está apoyando de manera muy activa los intercambios Sur-Sur mediante su Programa de Capacitación a un Tercer País. En el caso de Cuba y Japón, existen oportunidades para la cooperación triangular en África en materia de salud y educación, teniendo en cuenta la interrelación entre ambas esferas. Una posibilidad que surge mediante un bosquejo superficial es la cooperación en cuestiones de desastres. Tanto Cuba como Japón poseen una gran experiencia en este campo: el primero por su situación de país tropical azotado por huracanes una parte del año, y el segundo por ser un país de frecuente actividad sísmica y tectónica. Además, ambos poseen equipos especializados para situaciones de este tipo: la Brigada Médica Internacional Henry Reeve por la parte cubana, y el JapanDissasterReliefTeam¸ por la parte japonesa.

 

Tanto Cuba como Japón han desplegado ambos equipos en varias ocasiones en el continente africano con excelentes resultados. La Brigada Internacional posee un alto prestigio debido a los paradigmas humanistas en el trato de pacientes y la flexibilidad en su relacionamiento con las poblaciones locales. Por otro lado, el JDR es reconocido internacionalmente por su eficiencia y rapidez en la solución de situación de desastres extremadamente complejas que normalmente superan las capacidades del Estado afectado (como el reciente derrame de petróleo en las costas de Mauricio). A pesar del potencial de ambos equipos, nunca han cooperado entre ellos, habiendo sido desplegados incluso en las mismas situaciones, como el combate del Ébola en África Occidental. En ese caso, la Brigada Médica Internacional fue enviada a Liberia, Sierra Leona y Guinea, mientras que el JDR a Ghana, Sierra Leona, Liberia y la República Democrática del Congo (Japan´sMinistry of Defense, 2019). Como se puede apreciar, coincidieron espacialmente en Liberia y Sierra Leona.

 

El hecho paradójico de que Cuba y Japón no cooperen en el contexto africano se debe a que las relaciones bilaterales entre ambos países, y fundamentalmente, la cooperación, aun se interpretan bajo el paradigma Norte-Sur. En ese sentido, tanto Cuba como Japón se ajustan a los roles esquematizados en la Organización Económica para la Cooperación al Desarrollo de país “donante” y país “receptor”, lo cual impide que los paradigmas novedosos como la triangulación puedan desarrollarse. Si bien las donaciones que Japón ofrece a Cuba contribuyen indirectamente a la cooperación de la nación caribeña en África, pues mejoraran la posición internacional del país, no explotan el enorme potencial que existe para la triangulación.

 

A pesar de las diferentes formas de relacionamiento con África, la cooperación cubana y japonesa comparte varios rasgos comunes. Debe resaltarse que la cooperación nipona en el continente africano, al igual que la cubana se distingue por la no condicionalidad o injerencia en los asuntos internos. En ambos casos se trata de una proyección exterior claramente definida hacia la región. Así también existen coincidencias en determinados aspectos fundamentales de la proyección exterior de ambos actores hacia África, tales como la importancia de la cooperación en materia de salud y educación como pilares fundamentales para el fortalecimiento de las capacidades, la promoción del desarrollo sostenible y la defensa de la soberanía.

 

Recientemente el embajador cubano en Japón, Miguel Ángel Ramírez, sostuvo un positivo intercambio con el Sr. Matsumoto Kenichi, fundador y presidente de la Fundación Matsumoto, que desde 2013 promueve el desarrollo del personal médico internacional. -Matsumoto es también fundador y presidente de la compañía SAKURA GLOBAL HOLDING CO. LTD, y de la Federación Japonesa de Asociaciones de Dispositivos Médicos (JFMDA), y uno de los pioneros del intercambio empresarial entre Cuba y Japón, recibido por Fidel en varias ocasiones y miembro activo de la Conferencia Económica Japón-Cuba.- En este contexto, Matsumoto, acompañado de la Sra. Hasegawa Fujiko, Directora de la Fundación y Profesora de la Universidad de Tokyo y el Sr. IidaToru, asesor de la empresa, ratificó su voluntad de continuar los vínculos con Cuba, tanto comerciales como de cooperación. Recordó la firma en 2019 de un Memorando de Entendimiento con la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), por un periodo de 5 años, para la entrega de un donativo destinado al desarrollo de los recursos humanos en el campo de la asistencia médica. (Cubaminrex – Embacuba Japón, 2020).

 

Múltiples modelos de cooperación trilateral entre las partes pudieran ser creados: desde los más simples, en que Cuba y Japón comparten experiencias y knowhow propios de los esquemas de cooperación de cada uno, hasta interacciones más complejas que combinen las fortalezas de ambos y multipliquen los beneficios políticos derivados de la cooperación. De esta forma, tanto Cuba como Japón no solo mejorarían su reputación regional y global, sino que se posicionarían como pioneros de un novedoso modelo de cooperación más apropiado para el actual sistema internacional en transición.

 

Conclusiones

 

El actual contexto internacional signado por los efectos de la pandemia del coronavirus demanda mayores esfuerzos en aras de la cooperación internacional efectiva para hacer frente a esta problemática y a otras de impacto global.

 

Cuba y los países asiáticos han constituido importantes referentes en el manejo de la actual crisis sanitaria. No obstante, existen grandes potencialidades de cooperación en el sector de la salud inexploradas aún.

 

Los ejemplos aquí expuestos indican las potencialidades que existen para que esa colaboración y cooperación tenga nuevas dimensiones y alcances, apostando sobre todo por emprendimientos triangulares aprovechando las capacidades y conocimientos de los actores involucrados así como sus experiencias en regiones como las de África Subsahariana.

 

 

 

 

 

Bibliografía

 

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Autores/as

 

Dra. Sunamis Fabelo Concepción

Jefa del Equipo sobre Comunicación, Política y Relaciones Internacionales

sunamisfabelo@yahoo.es

 

Dr. Ruvislei González Sáez

Jefe de Equipo de Asia y Oceanía

vietcuba@gmail.com

 

MsC. Yoslán Silverio González

Jefe del Equipo de África y Medio Oriente

yosilglez@yahoo.es

 

MsC. Franklin M. Hernández

Grupo de Asia y Oceanía, Especialista de Japón

zsmaster1234@gmail.com; franklin@cipi.cu

 

 

Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) La Habana, Cuba.

 

 

 

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