La urgente democratización del poder en Perú

Uno de los grandes retos del bicentenario en el Perú es socializar y de-colonizar el poder.

07/07/2021
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Después de los años ‘90s del pasado siglo, el aparato del Estado fue re-capturado por los grupos de poder, y la intersubjetividad de las relaciones sociales fue re-impregnada de elementos coloniales que parecían haberse superado. El reciente proceso electoral en el Perú ha puesto en evidencia los temores del fujimorismo y de los grupos de poder de perder su espacio, en un contexto de crisis pandémica, urgencia de cambios profundos demandados por vastos sectores de la población y la puesta en escena de un candidato inesperado.

 

Parte del aparato del Estado fue re-privatizado, re-capturado después de los noventa con el fujimorismo y continuado por los gobiernos que se sucedieron después, con pequeñas islas que son actualmente el “dolor de cabeza” del fujimorismo y los grupos de poder. Esa coalición de poder ahora está en su mayor crisis, y se está llevando consigo al fujimorismo y las organizaciones políticas que se asociaron a ella.

 

La re-captura, según afirma Durand, se expresa en influencias excesivas (legales) y por influencias indebidas (ilegales). En el Perú, ambas están activas. Afirma, además, que en este proceso de captura, utilizan medios como el lobby, la puerta giratoria, la financiación de campañas electorales y, en ciertas circunstancias, el soborno (Durand, 2019, págs. 1 y 52). El control sobre el Estado implicó entrar en los espacios indeterminados, las zonas ubicadas en los márgenes, en las intersecciones, espacios dejados al vacío o con candados -por cierto, nada casuales; márgenes en constante tensiones y presiones por parte de los grupos de poder, que después lo usaron y usan a su favor. Es el péndulo entre lo legal y lo ilegal, generando espacios para la discrecionalidad, para las presiones e influencias.

 

Esa captura fue más allá, se amplió hacia la intersubjetividad. El fujimorismo es también un modo de pensar, actuar y relacionarse, cuyos elementos centrales son el patrimonialismo, el clientelismo, el individualismo; todas ellas de raigambre colonial, exacerbadas y resucitadas después de los 90s y más aún en el reciente proceso electoral (Tanaka[1]).

 

El neoliberalismo -que más parece neocoservadurismo- se benefició de esta intersubjetividad, todos ellos factores coloniales que no se han superado. Los medios de comunicación, programas de la televisión abierta y otros, son los vivos reflejos de ello, exacerbando el consumismo y la competencia individual. Además, el control de casi todas las cadenas de la economía, incluso de aquello que se denomina "emprendedurismo" (De Souza Santos[2]).

 

En este tiempo, el fujimorismo y los grupos de poder entienden que no mantuvieron el control total del aparato del Estado, que perdieron espacios, principalmente después del 2000. Por tanto, su estrategia es volver a controlarlos para manejar el Estado a su antojo. Las elecciones recientes en el Perú dan cuenta de esa estrategia; utilizaron toda su red de influencias para revertir los resultados electorales. Continuarán en esa línea, para deslegitimar al nuevo gobierno y tentar el control del Estado por otros medios.

 

Al no poder lograr la re-captura del Estado mediante el proceso electoral, lo quieren hacer mediante otros medios. No estamos en el escenario electoral de la oligarquía donde se ganaban las elecciones sin la participación de los sectores excluidos, que en aquellos años estaban restringidos por razones de alfabetización, género y edad (Portocarrero, 1982). Eso quiere decir que necesitan del control del Estado para beneficiarse de ella legal e ilegalmente. Sin un Estado a su medida perciben que están en peligro.

 

La situación es más crítica porque perciben que el nuevo gobierno electo podría alterar las bases sobre las que se sostienen, como el cambio de constitución. Además, se verían desfavorecidos por los procesos judiciales en marcha tras largos períodos de corrupción.

 

Las redes sociales y varios medios de comunicación fueron sus espacios de control durante el contexto electoral, con distintos efectos dependiendo de los medios. En las redes sociales el control es más difuso porque no está monopolizado, es abierto, y para ello requieren programas o un ejército de operadores actuando en todas las redes sociales posibles. A pesar de ello, tampoco han tenido los resultados que esperaban.

 

Sobre esa base intersubjetiva colonial se montó una “campaña del miedo” durante el último proceso electoral, el temor frente a un nuevo gobierno que ponga en cuestión las bases de la economía liberal y conservadora que se reinstaló hace 30 años. En su percepción y práctica, la “democracia competitiva” entre ciudadanos y organizaciones políticas durante el proceso electoral solamente se tenía que desarrollar entre los que piensan y actúan como ellos, pero cuando en esa competencia se adelantan quienes no piensan y actúan de la misma manera, entonces patean el tablero. Por tanto, no sería una democracia competitiva y tampoco antagónica[3]. Se configura como un sistema corporativo, elitista, corrupto y aniquilador, que busca re-capturar el Estado sin importar los medios, durante y fuera de procesos electorales. Esa es una estrategia totalmente alejada de la democracia.

 

Todo ello está en crisis, en crisis sucesivas, acrecentado por el contexto de la pandemia. La urgencia de cambios tiene ya varias décadas en el Perú. Con la crisis pandémica, la espera se convirtió en angustia y la necesidad de cambio en urgencia por parte de la mayoría de la población peruana. Con el bicentenario, se abren esperanzas para las poblaciones marginalizadas.

 

El gran reto es por tanto des-privatizar el poder, superando el patrimonialismo con probidad, el clientelismo con autonomía, el individualismo con sociabilidad, la degradación de la naturaleza con el cuidado de la casa común; es decir, democratizar el poder en el Estado y la sociedad.

 

Son varios los desafíos. Uno de ellos es el giro en el pensamiento hegemónico que pretende seguir afirmando que solo la economía primario-exportadora y minera salvará al Perú y otros países, cuando más bien debería ser una economía diversificada. Otro de los desafíos es ampliar el cerco contra las redes de la corrupción y combatirla implacablemente, impulsando un gobierno con altos niveles de probidad, transparencia y honestidad. Otro desafío es establecer un nuevo pacto social con una nueva constitución (Lynch[4]). Un cuarto desafío es la protección y uso sostenible de la naturaleza cuyos impactos tienen alcance global, toda la casa común, en un contexto de crisis climática. Un quinto desafío es poner el Estado al servicio de la población priorizando la salud, educación y seguridad, en un contexto de crisis pandémica.

 

No será fácil esta tarea de generar espacios progresivos de participación popular, con fuertes crisis de representación/representatividad. A pesar de los esfuerzos en varios hermanos países de América Latina, la representación social sigue siendo un tema pendiente. Complejos retos para construir un Estado-nación pluricultural (López[5]).

 

Por tanto, la democratización del poder es uno de los grandes retos que se nos abre como esperanza.

 

 

El autor es un Sociólogo peruano, con Estudios de maestría en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Mención honorífica en el Concurso Internacional de Ensayos “Aníbal Quijano Obregón” – Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS).

 

Bibliografía:

Durand, F. (2019). La captura corporativa del Estado en América Latina. Berlín: Lateinamerika-Institut, Freie Universität Berlin.

Portocarrero, G. (1982). La oligarquía frente a la reivindicación democrática (las opciones de la derecha en las elecciones de 1936). Apuntes. Revista de Ciencias Sociales (12), 61-73.

 


[1] Martín Tanaka señala en un reciente artículo en el diario El Comercio (29.06.2021) que el candidato López Aliaga perdió las elecciones, pero su discurso se instaló y legitimó, entre otros aspectos por sus discursos conspirativos y abiertos llamados a la intervención de las fuerzas armadas. Ver: https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/keiko-fujimori-rafael-lopez-al...

[2] Al respecto Boaventura De Souza Santos señala que el emprendedurismo más que autonomía es “autoesclavitud”. Afirma además que el capitalismo tiene como urgencia “someter a la lógica del mercado todo lo que existe en la vida”. Ver: https://www.semana.com/impresa/portada/articulo/el-emprendedurismo-le-da...

[3] El concepto de agonismo desarrollado por Chantal Mouffe propone en este campo el “pluralismo agonístico” donde los enemigos políticos pasan a ser adversarios políticos. Mouffe señala “La perspectiva agonística es reconocimiento; hay conflicto, no nos vamos a poner de acuerdo, pero vamos a encontrar la manera de vivir juntos con esas diferencias”. Ver: Ramos, Aura Helena et al. Democracia y conflicto en contextos pluralistas: entrevista con Chantal Mouffe. História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro, v.21, n.2, abr.-jun. 2014. p.756-75.

[4] Nicolás Lynch señala en un artículo titulado “Los términos de la política: liberales, neoliberales y constituyentes” (02.07.2021) que “la gramática política, es decir la forma de lucha por el poder en el próximo período, será entonces una gramática constituyente”. Ver: https://www.alainet.org/es/articulo/212905

[5] Sinesio López señala en un artículo publicado en el diario La República (24.06.2021) que en dos siglos de vida independiente el Perú no ha llegado a ser un estado-nación, además afirma que la elección de Pedro Castillo, en el reciente proceso electoral, es la ocasión para construir un estado-nación plurinacional. Ver: “Un Estado-Nación tardío”. https://larepublica.pe/opinion/2021/06/24/un-estado-nacion-tardio-por-si...

https://www.alainet.org/de/node/212961
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