Capriles, el PP y el fascismo de siempre
16/04/2013
- Opinión
La derecha cree que el poder le pertenece. Cuando salen electoralmente de los palacios de gobierno, suelen desconocer las elecciones. Primo de Rivera, Franco, Pinochet, Salazar, Videla, Carmona… Desde que desapareció la URSS, la derecha del fin de la historia creyó que ya no tenía adversarios. Chávez les descuadró las cuentas. Por eso aplicaron en Venezuela todas las tretas. Pero el proceso bolivariano las derrotó todas, incluido el golpe tradicional. Tuvieron que ponerse la máscara de demócratas. Cuando les sacas diez puntos, parece que no les queda otra que aguantarse. Eso sí, no sin intentar enturbiar los procesos electorales. Cuando las cifras son más apretadas, dan una patada a la mesa. Algo que nunca ocurre cuando el mismo caso ocurre en la dirección contraria.
Todos los grupos de observación internacional en Venezuela expresaron este 15 de abril sus conclusiones sobre las elecciones presidenciales: han sido elecciones limpias, transparentes, fiables, en conclusión, expresión veraz de la voluntad popular. Todos los grupos han coincidido. Observaciones internacionales donde están ex Presidentes de los tribunales electorales de América Latina. Incluidos los de países donde se desarrollan sistema políticos bien diferentes, como Colombia o México. Capriles quiere desconocer estas declaraciones colectivas prestigiosas, y se ha apoyado en individualidades (un eurodiputado del PP que lleva diez años haciendo las mismas declaraciones), o en un par de gobiernos que suelen pecar de los mismos excesos. Qué curioso, los de los dos países que reconocieron como Presidente al golpista Carmona en abril de 2002. El gobierno español de Aznar (hoy de su delfín, Mariano Rajoy) y los Estados Unidos de la doctrina Monroe (da igual que el inquilino de la Casa Blanca sea Bush o sea Obama).
Capriles ha desconocido la victoria de Nicolás Maduro, quien le ha sacado los votos que le sacó Aznar a Felipe González o Felipe Calderón a Andrés Manuel López Obrador. Por supuesto, más de los que le sacó Bush a Al Gore. Pero a Capriles le ha dado lo mismo y ha llamado a sus huestes a la insurrección. Y le han hecho caso: quema de Centros de Diagnóstico Integral (ambulatorios), de sedes de partidos (del Partido Socialista Unido de Venezuela), asedio a las televisiones públicas (VTV y TeleSur), persecución de médicos cubanos, quema de casas sociales y asesinato de chavistas (disparados desde vehículos). Azuzados por los que, hace apenas dos días, sonreían diciendo que para chavistas, ellos. Que iban a respetar las misiones, que iban a nacionalizar a los médicos cubanos, que iban a defender los logros de los últimos años, que estaban con el pueblo. Les sale el golpista en cuanto se juntan tres o cuatro.
Y el gobierno del Partido Popular, apoyando. Qué bochorno. Como si no nos bastara el daño que nos hacen dentro, también nos avergüenzan fuera.
Venezuela ha aprendido del golpe de 2002. También América Latina. Sabe que los que ahora desconocen el resultado, son los fascistas de siempre. Un periodista venezolano del Opus Dei, destacado por matar a Chávez diez o doce veces antes de tiempo, afirmó este lunes 15 que en un centro médico se escondían cajas con papeletas electorales. Las turbas de la oposición han tomado ese centro, destrozando todo, agrediendo a los médicos, secuestrando a pacientes. Unos atizan el odio y otros lo ejecutan. No son menos culpables.
Capriles pide el conteo del 100% de los votos. No habría problema, salvo que es mentira que les interese el resultado. Saben que han perdido. Se lo ha dicho, incluso, el rector electoral que tienen en el CNE. Todos los expertos del mundo saben que auditar el 56% de los votos es mucho más de lo necesario. Es la proporción que se audita en Venezuela. Esa auditoría ha demostrado que el recuento manual de las papeletas y el resultado de la máquina coinciden. 15 auditorías previas habían blindado previamente el procedimiento. El sistema venezolano es el más auditado del mundo. Capriles quiere ahora que se cuenten el 100% de los votos. Y lo exige desde sus medios de comunicación. Lo único que busca es desconocer al Consejo Nacional Electoral (si quiere ese conteo, debiera impugnar las elecciones, pero no lo hace porque quedaría como un imbécil después de las auditorías ya efectuadas). Quieren tiempo y ruido. Por lo mismo muestran fotos de destrucción de material electoral de otros comicios (de 2010) como si fueran actuales, para enardecer a sus ya abducidos fanáticos. ¿No es un delito incitar al odio y la violencia a través de mentiras?
En otros países, lo que ha hecho Capriles y los medios de comunicación que le apoyan les significaría cárcel. Son comportamientos insurreccionales que desconocen las leyes aplicando violencia. No es desobediencia civil pues es violenta y no busca generalizar ningún derecho. Qué hipócrita el PP que apoya estos comportamientos y quiere encarcelar a los indignados, a los desahuciados, a los estudiantes a los que se les niega el derecho a estudiar. El fascismo de siempre, que no cree en la democracia.
Hace poco Aznar estuvo en el continente organizando una derecha iberoamericana. Aquí les vemos actuando. El fascismo de siempre dándole un tiro en la cabeza a un trabajador mientras le grita: ¡Para que aprendas, fascista! Capriles, el PP y el fascismo de siempre.
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