Protagonismo de los excluidos
30/07/2003
- Opinión
Quiero comenzar este artículo a partir de una reflexión del
filósofo y sociólogo francés Henri Lefebvre sobre emergencia, y
aplicarla, luego, a nuestro tema. De hecho, ese concepto mereció
la atención de un grupo expresivo de especialistas de la vida en
sociedad, en un ejercicio de producción de conocimiento
multidisciplinar, de sorprendentes resultados.
Estamos acostumbrados a pensar en emergencia como una situación
creada a partir de fenómenos naturales denominados como
catástrofes: inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas,
maremotos, etc. En otras palabras, tomamos las poblaciones
humanas atingidas, como las víctimas de esos eventos naturales,
como personas que deben recibir asistencia de entidades públicas
y de la solidaridad internacional. Cuando mucho, extendemos este
significado a las víctimas de situaciones sociales, tomando las
personas y poblaciones como agrupaciones que necesitan el apoyo
externo para vivir o superar el estado de vida en que se
encuentran. En estos conceptos lo que se refuerza es la acción
externa -fenómenos naturales o sociales, así como acciones de
solidaridad o de asistencia pública -, en favor de seres que no
serían capaces enfrentar dichas situaciones, incluso para
sobrevivir. Todas las acciones que se establecen bajo tal
comprensión de las situaciones de emergencia niegan la
subjetividad y la capacidad de iniciativa de los afectados,
reduciéndolos a meros objetos de prácticas administrativas o
solidarias.
Un nuevo mundo surge de los excluidos y excluidas
Lefebvre llama la atención precisamente para lo contrario: en las
condiciones del mundo moderno sólo la persona apartada, el
marginal, el periférico, el anónimo, y excluido de la horda...
tiene una capacidad creativa. Él examina las acciones y
propuestas de aquellos que están en la emergencia de tipo social
y que no están satisfechos de vivir en ella a cambio de pequeñas
ventajas. Es de estas personas que viven en las fronteras que
emergen nuevas posibilidades. Los que son dejados al margen de
las sociedades establecidas están precisamente en condición de
criticarlas y de proponer alternativas de profundo significado.
Ellos y ellas son los verdaderos diferentes, y no los que tienen
apenas apariencias superficiales o subjetivas diferentes. Por ser
negadas, estas personas son diferentes en su forma de vida y en
la forma de pensar la convivencia. En lugar de verlas como las
víctimas y objetos, el autor las ve como sujetos que emergen,
capaces de proponer y construir algo nuevo en la historia.(1)
Según las reflexiones del sociólogo Boaventura de Sousa
Santos(2), la humanidad vive, hoy, en tránsito, haciendo la
transición del paradigma de la modernidad para un nuevo paradigma
de convivencia. Todavía no salió totalmente de la modernidad,
pero ya está construyendo relaciones diferentes, que la contestan
y abren nuevas posibilidades para su realización. Es de los
diferentes, de los no beneficiados por los caminos seguidos por
la modernidad, de los que contestan las pretensiones de una
racionalidad que absolutiza el poder de la ciencia, del derecho y
del estado, que está naciendo el nuevo paradigma que ni
definición tiene todavía - el autor propone que sea llamado de
postmodernidad crítica. De cualquier forma, se trata de un
paradigma marcado por una norma general que puede resumirse así:
construir un conocimiento prudente para una vida decente. Esto
significa que, al contrario de la modernidad, lo que se busca es
una responsabilidad ética en todos los campos de las acciones
humanas, que debe expresarse en la solidaridad entre los pueblos,
las culturas, las personas y en la relación con la naturaleza. La
mayor visibilidad de esa colisión está en la confrontación entre
las fuerzas que promueven la globalización dominada por el
capital financiero, que tiene en el imperio americano su gendarme
y el movimiento de los movimientos que lucha por un otro posible
mundo. Pero él se manifiesta y tiene su raíz en las innumeras
iniciativas sociales y políticas que el construyen alternativas a
la manera capitalista dominante en el planeta entero.
Crear oportunidades con y para todos los excluidos y excluidas
Todos los pueblos, siguiendo ciertamente caminos diferentes,
marcados por formas concretas de dominación y por diferentes
dinámicas culturales, cuentan con un sinnúmero de experiencias
alternativas, en la producción de bienes, en la oferta de
servicios, en la sistematización de conocimientos, que pueden y
están sirviendo como la base para las iniciativas de lucha para
la consolidación de sociedades humanas en la cuales todas las
personas vivan con dignidad y justicia. Esas luchas, cada día más
articuladas en forma de red, están consiguiendo acelerar el
proceso desgaste y desmonte del poder supuestamente definitivo
del imperio financiero capitalista, sobre todos los pueblos y
personas. Que al contrario de libertad, igualdad e inclusión de
todos en la felicidad propuesta por el mercado, transforman sus
promesas en amenazas, control, miedo, terror, guerra y exclusión
de billones de seres humanos. Esos instrumentos se tornan cada
día más necesarios para mantener la concentración de riqueza y
poder en el planeta y para controlar las reacciones de los
diferentes tipos excluidos dispersos por el mundo.
Es fundamental rescatar el potencial de estas luchas y
experiencias alternativas, pues es con ellas y de ellas que está
surgiendo el nuevo mundo deseado y posible. Es en este contexto y
en esta perspectiva que considero importante examinar las
potencialidades presentes en el Programa Hambre Cero, del actual
gobierno federal brasileño.
Antes de todo, merece la pena recordar que él es propuesto como
un programa gubernamental que tiene origen en la sociedad. Son
tan importantes las luchas dirigidas para la superación de la
pobreza y el hambre que, hace diez años, ellas consiguieron
volverse una política gubernamental. Hubo un primero Concejo
Nacional de Seguridad Alimenticia, que realizó una primera
Conferencia de Seguridad Alimenticia de ámbito nacional, pero eso
durante un gobierno fragilizado por la quiebra de fuerza de la
alianza de las elites dominantes, fruto de la destitución del
presidente Fernando Collor de Melo. Apuntando claramente que esa
no era una prioridad de las elites dominantes, después de
reorganizarse políticamente alrededor de la candidatura y
elección del profesor Fernando Henrique Cardoso, su gobierno
cerró el Concejo y lo substituyó por una Comunidad Solidaria que
desarrolló políticas compensatorias, al gusto del FMI y del Banco
Mundial. Sin embargo, hubo continuidad, en iniciativas amplias
como la Acción de la Ciudadanía contra el Hambre, dinamizada para
Herbert de Souza "Betinho", y muchas otras de alcance local y
regional. Recientemente, la Iglesia católica, a través de su
obispado, asumió el compromiso de convocar los cristianos y todas
las fuerzas de la sociedad para se unir en un esfuerzo colectivo
a favor de la superación de la pobreza y del hambre en el país
entero.
El Programa denominado "Hambre Cero" reconoce estas iniciativas
de la sociedad y se propone reforzarlas, declarando que la
superación del hambre sólo acontecerá con un grande esfuerzo
colectivo de todo las fuerzas de la sociedad. El gobierno no
tendría recursos ni fuerzas suficientes para él solo lograr ese
trabajo. Su decisión política está en la línea de suscitar
movimientos positivos dirigidos para la realización de ese
objetivo. Y lo hace por entenderse como un gobierno de esa
sociedad, y no un gobierno que debería substituirla.
El desafío no se limita a garantizar alimento para los millones
que pasan hambre. Pues ese es un derecho de esas personas y un
deber del Estado. El verdadero objetivo es la creación de
oportunidades para que todas las familias y personas garanticen
su seguridad alimenticia y nutricional con la renta de su
trabajo. El Programa quiere evitar el asistencialismo. Lo que se
pretende es el rescate de la dignidad, de las capacidades y de la
ciudadanía de todas las personas. Verificadas las situaciones
extremas, se ofrecen, en colaboración con todas las fuerzas
sociales, oportunidades de alfabetización, capacitación
profesional, organización de asociaciones, creación de empleos,
establecimiento de comunidades en las áreas de reforma agraria,
siempre en busca de las oportunidades de un trabajo que genere
renta que les dé autonomía a las personas y a las familias.
Por consiguiente, cuando la acción del gobierno empieza con la
implantación de un Carné de Alimentación - tarjeta magnética que
le da acceso directo a la madre de familia a la módica suma de 50
reales -, ya en el primer contacto, y en el propio contrato, está
presente el deseo de salir del carné. Lo que busca es que las
personas y familias superen la dependencia al Estado o a la
solidaridad social para garantizar de forma permanente la
cantidad y calidad de los alimentos necesarios para vivir.
Teniendo presente que la pobreza y el hambre son realidades
funcionales a la reproducción de poderes oligárquicos, este
Programa tiene que ver con el rescate eficaz de la ciudadanía, de
la libertad de ser persona y miembro responsable de la sociedad
en la que vive. Y para que eso se concretice, hay otra
característica fundamental del Programa. Al proponerse el
objetivo de seguridad nutricional, él revierte para la necesidad
de enfrentar lo que genera esa inseguridad, teniendo presente que
existen situaciones diferenciadas en cada región del país. Así,
por ejemplo, en la región semidesértica brasilera, que cubre una
área de casi 1 millón de kilómetros cuadrados y atinge casi 20
millones de personas, si el desafío del agua no es enfrentado y
resuelto, poco o nada importa aspirar a la seguridad alimenticia.
Ésa era la razón por la cual el gobierno incorporó inmediatamente
el Programa "1 Millón de Cisternas Caseras" – que fue elaborado y
está siendo llevado a la práctica por más de 700 entidades de la
sociedad civil de la región - como contra cara de "Hambre Cero",
con el nombre "Sed Cero". Su ejecución continúa bajo la
responsabilidad de la Articulación del Semidesierto (ASA),
todavía cuando es financiado con recursos públicos. Se busca así
que la población de esa área sea libre y autónoma a través de la
convivencia con el semidesierto. La cisterna casera es una caja
de hierro y cemento que torna posible capturar y guardar el agua
de las lluvias, conservándola pura para beber y cocinar. Con eso,
se evita tanto la dificultad de buscar agua en lugares distantes
con riesgo de estar contaminada, como la dependencia en relación
con quien tiene recursos y carro tanques para cambiar el agua
para los favores de toda índole, especialmente el voto en la hora
de las elecciones.
Relacionar el Programa al nutricional significa revalorizar las
potencialidades de producción de alimentos de cada región, junto
con los hábitos y las culturas alimenticias. Al contrario de la
masificación y homogenización de los hábitos y de los productos,
promovida por el imperio del mercado capitalista, se trata así de
valorizar las diferencias, volviendo cada región más autónoma,
más segura en relación a su alimentación y nutrición.
Existe una condición básica para que todo esto sea construido: la
participación de excluidos y excluidas, y que ellos estén cada
vez más conscientes, con mayores condiciones para hacer valer su
ciudadanía. Puede decirse, entonces, que este puede ser un
esfuerzo colectivo de la sociedad brasilera, con apoyo y refuerzo
de una política pública prioritaria del gobierno federal, que
hará posible la transformación de aquéllos excluidos y excluidas
en sujetos de las transformaciones que el país necesita. Con eso,
la superación de la pobreza y del hambre se convierte en apelo y
motivación para la movilización política de la ciudadanía, una
movilización que será capaz incluso de contribuir
significativamente para que la economía sea colocada al servicio
de la vida y de los derechos de las personas, y hasta para crear
nuevas condiciones para el enfrentar los mecanismos de
exploración y dominación presente en la deuda externa e interna.
Solamente con profundos cambios habrá recursos para promover las
oportunidades de trabajo y generación de renta que rescaten la
dignidad y garanticen la seguridad alimenticia y nutricional para
todas las personas.
Visto de esta manera, el Programa "Hambre Cero" es una apuesta,
una posibilidad, un compromiso. Así como el gobierno coordinado
por Presidente Lula que está siendo disputado por todos los
sectores interesados en las riquezas del país, también este
Programa está en la disputa. La Educación Ciudadana Movilizadora
está siendo promovida para que la perspectiva del rescate de la
ciudadanía y de la creación de oportunidades para y con los
excluidos sea victoriosa. Cabe a ella dar otro paso en la
movilización de aquéllos excluidos y excluidos, articulando en la
forma de red los educadores populares que ya actúan en
movimientos, pastorales, organizaciones y entidades unidas a las
clases sociales que necesitan y luchan por otro Brasil, por una
Nación en que todas las personas vivan con sus derechos
realizados.
El Grito de los Excluidos y Excluidas y la superación de la
exclusión
El Grito de los Excluidos, en cada país, en el conjunto de
América Latina y del Caribe, así como en otras partes del
Planeta, ya está siendo un frente que moviliza aquéllos excluidos
y excluidas para que de ellos puedan salir las alternativas
propuestas para cada nación y para todo el mundo. Iniciativas
como el Programa "Hambre Cero", construidas a partir de las
iniciativas de la sociedad y transformadas en políticas públicas
a través de la elección de gobiernos que quieren realmente la
participación popular, pueden ir uniendo cada día más las fuerzas
sociales y políticas que luchan por las transformaciones
indispensables para que las propuestas que surgen de los sectores
excluidos se vuelvan fuente de sociedades más humanas, en las
cuales las personas vivan solidariamente entre si y con el medio
ambiente.
Los países de América Latina y del Caribe ellos están siendo
disputados por las compañías multinacionales y por el gobierno
estadounidense. Si esas fuerzas vencen, de manera especial a
través de la implantación del Área Libre de Comercio de las
Américas (ALCA), pero también por la capitulación de los
gobiernos nacionales a sus exigencias, nuestra soñada Patria
Grande se transformará en el patio de una minoría cada día más
rica, dominadora, exploradora y violenta; la exclusión será
todavía más profunda. Por consiguiente, nos cabe aumentar el
volumen del Grito de los Excluidos y Excluidas, exigiendo que
nuestros gobiernos promueven iniciativas que lleven nuestros
países a articularse y apoyarse mutuamente, sin la presencia de
los que ya demostraron que desean dominar a todos, y que esa
política se revierta para la creación de oportunidades de vida
digna para todas las personas y todos los pueblos de nuestro
Continente latinoamericano y caribeño.
Goiânia, Goiás, Julio de 2003.
* Ivo Poletto. Filósofo y sociólogo, fue asesor de la Comisión
Pastoral de la Tierra y de Caritas Brasilera y es miembro del
Grupo de Educación Ciudadana – Sector de Movilización Social –
Programa Hambre Cero – Gobierno Federal.
Notas:
(1) Henri Lefebvre, La presencia y la ausencia, México: Fondo de
Cultura Económica, p. 227 – citado en José de Souza Martins,
Henri Lefebvre e o retorno da dialética, São Paulo: HUCITEC,
1996, p. 145.
(2) Boaventura de Sousa Santos, A critica da razão indolente.
Contra o desperdício da experiência, São Paulo: Cortez Ed., 2001.
https://www.alainet.org/en/node/108025
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