Nuevos instrumentos de información y comunicación al servicio de los pueblos

02/05/2004
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Entrados ya en el siglo XXI, podemos afirmar cuál está siendo el papel de los grandes medios en las sociedades actuales occidentales. El de sofocar las iniciativas populares, el de servir a los grupos empresariales dominantes, el de poner al servicio de Estados Unidos los recursos naturales, industriales y humanos de un país, el de silenciar a los intelectuales honestos y líderes populares. En una palabra el papel que en el siglo XX cumplían las Fuerzas Armadas de las dictaduras latinoamericanas. En este nuevo siglo, la conjura mediática está logrando silenciar lo que hace décadas hacían las prisiones, concede el absoluto poder a los grupos económicos tal y como antes hacían los dictadores, y mantienen al frente de países a gobernantes y partidos corruptos igual que los hicieron en otras épocas los militares represores. En el siglo XXI el fascismo incorpora a sus armas tradicionales las rotativas y las ondas. Así, podemos decir que el periodismo honesto en los grandes medios se encuentra con dos grandes trabas: los intereses estructurales (los dueños interconectados que están detrás de los medios) y las servidumbres de la publicidad y los grandes grupos de poder. Se suele decir que también los gobiernos, pero no estoy del todo de acuerdo. La presión de los gobiernos democráticos es sólo en la medida en que manejan dinero. El poder que mueve a los medios es el del dinero no el de los gobiernos. Y muchas multinacionales u otros gobiernos distintos de los del propio país pueden manejar más dinero que el gobierno soberano. Los medios hace tiempo que han dejado de ser empresas propias de información, son vastos imperios comerciales donde se entrecruzan inversores, anunciantes, financieras, empresas tecnológicas, etc... . Es decir, un periódico, por ejemplo, es en parte propiedad de una empresa de las que se están anunciando y cuyo dinero, a través de la publicidad, volverá a los mismos accionistas, debe dinero a un banco que le mandará una nota de prensa para que la publique o le presionará para que informe de las actividades que le interesan e ignore las que no desea. Y a la vez es cliente de una empresa tecnológica que le pueda ofertar un mejor precio a sus productos si le trata bien en sus páginas. Pero ese medio tendrá inversiones en alguna editorial, que será cuyos libros más difunda el periódico. Y en ella publicarán sus columnistas, los cuáles si el medio quiere no sólo los podrá despedir de columnistas, sino que se quedarán sin editorial para sus libros y por supuesto sin espacio mediático para su difusión. Pero veamos cómo influyen esos conglomerados financieros. El profesor Ramón Reig en su libro "Dioses y Diablos Mediáticos" (1) cuenta un ejemplo divertido. Un periodista trabaja en un periódico local de Sevilla (sur de España), El Correo de Andalucía. Ese pequeño periódico es del grupo PRISA, por lo que comparte acciones con Telefónica y Vivendi Universal. Vivendi tiene intereses en la industria del agua y de la construcción. Además, a través de su filial canadiense es propietaria del 50 por ciento de Port Aventura (Tarragona). El otro 50 es de la Caixa, una entidad financiera socia de Telefónica. Al mismo tiempo, Prisa tiene un acuerdo con Time Warner, dueña de la CNN, con ella han puesto en marcha CNN+. El canal digital de Prisa emite las películas de Time Warner e incluso un canal de dibujos animados, típico norteamericano, donde por ejemplo emiten series como las Supernenas que crean opinión mediante unos argumentos basados en arreglar los problemas o mamporrazos. Pero también, Prisa participa en el grupo colombiano Bavaria, que controla Avianca, y en el boliviano grupo Garafulic. O sea, que mira por donde nuestro periodista de Sevilla a la hora de escribir se lo va a tener que pensar mucho si quiere criticar los dibujos de las Supernenas, el parque temático de Port Aventura, al grupo Bavaria o las aerolíneas Avianca. La periodista de programas de telebasura Mariola Cubells, revela en su libro "Mírame tonto" (2) que hace unos años el productor y humorista José Luis Moreno presentaba un programa concurso en TVE. Emitiendo en directo, llama una señora por teléfono para concursar que dice que es de Valencia. Le responde el productor/presentador: "Caramba Valencia, Tierra Mítica, qué bien está Valencia en los últimos años". A los dos meses, su programa firmaba un contrato con el gobierno de la Comunidad Valenciana, el cual por cierto también es accionista de un parque de atracciones que se llama... Tierra Mítica. Evidentemente, estaban de negociaciones y comentarios así ante millones de espectadores ayudan a cerrar los negocios. Todo eso ha provocado que ya no se pueda sacar un medio de comunicación fácilmente a la calle. Desde los años setenta las cabeceras de diarios han disminuido entre un 60 y un 70 por ciento. En el siglo XIX la presencia de la prensa obrera era masiva en el Reino Unido. En un determinado momento, a la prensa conservadora se le ocurrió que podía cobrar dinero por anunciar productos y marcas comerciales. A partir de ese momento se generó una nueva vía de financiación de los periódicos, pero sólo de los periódicos conservadores que eran los leídos por quienes tenían poder adquisitivo, nadie se anunciaba en el periódico de combate de un sindicato de mineros que estaban al borde de la subsistencia. A partir de ese momento la prensa conservadora pudo bajar el precio del periódico, la prensa de izquierda costaba en el quiosco el doble y sus ventas empezaron a caer. Hoy, en España el 50 de los ingresos de un periódico procede de la publicidad. Eso quiere decir, que su precio de producción no es el euro que nos cuesta a los lectores sino dos euros. Y eso también quiere decir que si apareciese un periódico de izquierdas, donde se no anunciarían los bancos porque se denunciarían las actuaciones bancarias, ni las petroleras, ni las telecomunicaciones, costaría a los lectores el doble que la prensa de derechas. Otra de las críticas de la izquierda es que los grandes medios han mercantilizado la información y sólo buscan ganar dinero. Yo creo que puede ser todavía peor. En algunas ocasiones existen poderes económicos dispuestos a perder dinero para poder seguir difundiendo ideología y modelos. Hoy, entre el 40 y el 70 % del espacio de las noticias está reservado a las relaciones públicas: notas de prensa oficiales, comunicados, ruedas de prensa, etc... Es decir, un periodismo sugerido o impuesto. Soy de los que piensa que periodismo es decir algo que alguien no quiere que digas, justamente lo contrario de lo que se está haciendo ahora. Se suele argumentar que sí existe un supuesto debate y pluralidad en los medios. Eso es falso. Ese debate sólo aparece cuando hay diferencias entre las oligarquías. En España lo hemos visto en la última guerra de Iraq. Antes de la intervención algunos medios se posicionaron contra la guerra: El País, la Ser, Tele 5. Pero esa era la cuarta guerra en la que España estaba implicada, antes sucedió el bombardeo de Iraq en 1992, la invasión de Afganistán y la intervención en Yugoslavia. En este última tampoco hubo cobertura ni resolución de la NNUU y se atacaba un país soberano y esa agresión estaba liderada por un socialista al frente de la OTAN. En ninguna de ellas se levantó la voz crítica de los grandes medios. No nos engañemos, en esta última los intereses de los poderosos estaban enfrentados. La novedad es que en contra de esta última guerra estaban Francia, Alemania, el Vaticano, el diario El País y su grupo mediático y la socialdemocracia española. Por lo demás no había razones por las que un ciudadano no se opusiera a las anteriores y a esta última sí. Se dice que las razones en las que se fundó la invasión de Iraq se han demostrado mentira. ¿Pero se están preocupando los medios de las razones por las que se bombardeó e invadió Yugoslavia?. Se dijo que fue contra la dictadura de Milosevic y su limpieza étnica. No se dice que en Serbia, en las elecciones del 2003, el 70 % de la población no ha votado, lo que indica que no están muy satisfechos con el modelo que les hemos dejado. Informaciones de los forenses españoles desplazados a Kosovo han confirmado que los cadáveres de las fosas comunes de la limpieza étnica no superan los tres mil y no aseguran que sean civiles. Son muchos tres mil, pero son más el millón muertos en Iraq por el embargo. Y, por último, nadie está informando del juicio contra Milosevic en La Haya, y es un juicio por cuyos supuestos delitos fuimos todos los países de la OTAN a una guerra. Se pone como ejemplo de pluralidad la polarización de la prensa española. Pero la discusión política que se proyecta es superficial, de ahí que se suela centrar habitualmente en la corrupción porque, con ser importante, el análisis de la corrupción, por supuesto necesario, nunca entra en el fondo de las cuestiones estructurales. Se denuncia que se gaste un alto cargo trescientos euros en una boutique pero no importa que la boda del príncipe vaya a costar cuatro millones de euros, nadie se indigna con el dinero negro que los grandes bancos han llevado a paraísos fiscales para convertirlos en jubilaciones para sus altos cargos. No se discute que se hable de unidad europea mientras en unos países se pagan doble de impuestos que en otros y ni siquiera los países de la UE se han puesto de acuerdo en el sentido de la circulación de los vehículos. La llegada del euro nos ofreció a los europeos un caso elocuente de consenso mediático, ningún medio ponía en cuestión la decisión del euro, pero es que cuando se cumplió el año nadie hizo balance de si era positivo o no. Cuando el euro está débil nos dicen que es estupendo porque habrá más turismo y cuando está fuerte, también es estupendo porque podemos comprar más productos de fuera a mejor precio. Por supuesto, ningún medio discute las tradiciones instituciones como la Iglesia o el Ejército. Cuando aparecen tragedias directamente relacionadas con el modelo de desarrollo capitalista como son las vacas locas o la gripe de los pollos, se informa superficialmente: vacas tambaleándose, mensajes tranquilizadores y algún comentario de los ganaderos. Pero no se profundiza en que lo sucedido es fruto de un modelo desarrollista que engorda unas vacas vegetarianas, como todo el mundo sabe, con pienso procedente de carne. Cambiar de una cadena de radio o televisión, de una cabecera de prensa a otra, de una revista a la siguiente, es indiferente. Todos los medios ofrecen los mismo: la ideología del espectáculo y la frivolidad comunicacional. La lucha contra el terrorismo nos está ofreciendo otro ejemplo elocuente de consenso mediático. Cuando se confrontaban los modelos capitalista y socialista, se argumentaba a favor del capitalista la incompatibilidad y prioridad de la libertad frente al intervencionismo igualitarista. El mercado nos ofrecía varias opciones que suponían libertad y no estaríamos dispuestos a perderla en aras del igualitarismo comunista. Pero ahora, toda esa libertad parece que se debe perder por razones de la seguridad: control de movimientos de las personas, detenciones arbitrarias, fronteras infranqueables... El ejemplo de Al Yazzira ha dejado en ridículo a los países occidentales y su mítica libertad de expresión. Creada hace sólo cinco años con un presupuesto de 30 millones de dólares y cien periodistas en plantilla emite informativos 24 horas al día y arrasa en audiencia en los países árabes. Su secreto es simplemente informar a los árabes sin el filtro occidental o pronorteamericano de EEUU. Sólo se trata de dar la voz a los palestinos de los territorios ocupados o a los afganos durante la guerra. Emitía la vídeos de Bin Laden que, es evidente, tienen valor informativo. Por cierto, los países donde más problemas tienen para acreditar corresponsales son sobre los que EEUU no tienen ninguna crítica a sus libertades: Bahrein, Arabia Saudí, Argelia y Túnez. (1) Otra de las cuestiones más lacerantes es la división del mundo entre buenos y malos que hacen los medios occidentales, siempre en base a los criterios de los poderosos y con absoluto consenso. En occidente hay personajes que encarnan el mal: Gadafi, Milosevic, Fidel Castro, Hugo Chávez. Sin embargo, otros personajes cuyas acciones son mucho menos democráticas y acumulan mayores violaciones de derechos humanos son silenciados: Putin, el rey Mohaméd VI de Marruecos, el jeque de Kuwait o los pertromonarcas del Golfo. ¿Por qué no cesan de plantearse la legitimidad del presidente de Venezuela y les parece indiscutible la de Putin? ¿Y qué hace la izquierda política ante todo ello?. La realidad es que no existe relación alguna entre políticos o partidos políticos y ciudadanos. Toda ella está tamizada por los grandes medios. Los ciudadanos no asisten a una intervención en el Congreso, no leen un amplio y profundo documento de un partido político, no escuchan una conferencia de un líder. Los ciudadanos ven en la tele un fragmento de quince segundos de la intervención, parte de una rueda de prensa y el titular de un mitin. Algunas veces me preguntan cómo me cae tal o cual político. Yo no entiendo cómo la gente tiene tan clara su opinión sobre muchos políticos, yo siempre tengo la sensación de que sólo conozco un producto manufacturado por los medios, no puedo saber cómo son. Como ha dicho Ignacio Ramonet, "los mercados financieros son el primer poder, y el segundo no es el político, sino los medios de comunicación". Como consecuencia de ello, la izquierda, en Occidente, al menos la izquierda mayoritaria, vive pensando en el mundo mediático mucho más que en los ciudadanos. Los partidos grandes de izquierda están aceptando el juego, en sus órganos y reuniones internas critican duramente a los grandes medios para después inyectarles enormes fondos económicos en publicidad en las campañas electorales. A esos medios les mandan sus notas y comunicados, a ellos les mendigan entrevistas y les cuidan con todo tipo de asistencia logística, mientras a los medios de comunicación alternativa sistemáticamente les ignoran. No quieren entender que su supuesto discurso alternativo y anticapitalista nunca será aceptado en esos medios, sólo les darán algún lugar bajo el sol mientras su presencia sea anecdótica para justificar su pluralidad pero los barrerán si alguna vez alcanzan alguna trascendencia política. Su voz, y la de los sectores sociales más críticos o estarán en los medios alternativos y comunitarios o no estarán en ningún lado. Hace un año, yo afirmaba en el Encuentro en Defensa de la Humanidad en México (3) que los grandes medios habían perdido la batalla de la credibilidad. Nadie les cree, estamos asistiendo a la sensación y confirmación generalizada de los ciudadanos del mundo de que la información que les dan los grandes no es la verdadera. Hace un mes la Universidad de Columbia confirmó esa tesis. El informe académico "The state of the news media 2004", emitido por el "Proyecto para la Excelencia del Periodismo", a lo largo de 500 páginas, afirma que el periodismo estadounidense del siglo XXI se encuentra en un estado lamentable "del que solo parecen salvarse los medios alternativos, aquellos que operan en internet y las cabeceras en comunidades como la hispana". (4) La circulación de la prensa escrita cayó un 11 % desde 1990 y el rating o sintonía de noticieros de TV abierta se redujo en el 34 % en al última década. "La razón más importante, a la hora de explicar la decadencia de los medios, se encuentra más bien en la pérdida creciente de su credibilidad política". Los contenidos de la "industria" hoy apuestan por la frivolidad, el chismorreo y la superficialidad. Más bien impera la "calidad cero" con una oferta desmedida de contravalores opuestos a la ética periodística más elemental -en detrimento de la verdad-, llegándose últimamente a "fabricar" noticias que jamás existieron. Los manifestantes y otros protagonistas de las noticias auténticas -que luego serán deformadas por los medios- hoy lanzan piedras a las cámaras de TV y corretean a golpe limpio a los periodistas, reconoce el propio informe. El público de EEUU abandona su credibilidad por la gran prensa. Según los datos del estudio mediático 2004, los estadounidenses que valoran positivamente la profesionalidad de los medios de comunicación cayeron del 72 % en 1985 al 49 % en 2002. El informe señala que en este clima de mediocridad las nuevas inversiones en medios de comunicación en EEUU se concentran más en la distribución y presentación que en la búsqueda de la información, en privilegiar a los salarios de presentadores y "hombres gancho" que en mejorar los ingresos de los trabajadores de la información. Todo bajo el imperio del nuevo concepto de que son "las caras que venden noticias", en detrimento de la calidad del trabajo profesional de los periodistas. La cobertura de la guerra de Iraq en las televisiones nos ofreció un ejemplo de esa mediocridad en España. Mientras todas las cadenas ofrecían unas ambiguas imágenes de agencia comentadas por corresponsales que siempre estaban en las azoteas de sus hoteles, un grupo de españoles del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, organizados en una brigada de solidaridad que permaneció en Bagdad y que no tenían formación periodística, difundían por internet un diario en el que comentaban sus visitas a los hospitales, a los barrios donde caían las bombas, reflejaban los comentarios de los heridos y de sus familias, así como de los testigos iraquíes. Mientras, las televisiones nunca recogían testimonios de los iraquíes, entre otras razones, porque los enviados no sabían árabe. Durante la escena del derribo de la estatua de Sadam frente al hotel Palestina, yo vi la información en directo transmitida simultáneamente por varias cadenas y a ningún periodista se le ocurría preguntarle a un viandante iraquí. Todos los presentadores estaban valorando el sentir del pueblo iraquí, pero a ninguno se le ocurría preguntar a los iraquíes que merodeaban por la zona. Frente a todo ello, la ciudadanía está reaccionando en la búsqueda de otros modelos informativos que cumplan los dos requisitos que han secuestrado los grandes medios. El reto es permitir la libertad de expresión de los individuos y sus colectivos y facilitar el derecho a la información de una ciudadanía a la que se le oculta la verdad. En América Latina nacen como hongos las publicaciones, las radios y televisiones comunitarias donde las personas se ven como protagonistas de la realidad. El caso de Venezuela, es fascinante. Proyectos como el diario La Jornada en México son un ejemplo de magnífico periodismo que hace sonrojar al resto de la prensa mundial. Algo así como el caso de Al Yazzira que antes comenté. Los pueblos están respondiendo con sus propias estrategias y alternativas de comunicación. Medios que logren recuperar la voz de las gentes, que se utilizan no para adocenar o fomentar la situación de injusticia establecida, sino que se pongan al servicio de los ciudadanos, que sirvan para que en ellos puedan reflejarse sus propuestas, sus alternativas, sus problemas y sus causas. Y que puedan ser oídas y leídas por el resto de sus ciudadanos. Dentro de esas vías por las que un movimiento ciudadano global quiere recuperar para la democracia los medios de comunicación está internet. Un sistema que ni es un espejismo tecnológico limitado a una elite, ni tampoco una panacea que pueda sustituir a una sociedad organizada ni a la comunicación humana y cercana que aportan los formatos tradicionales. Internet adolece de dos limitaciones importantes. La primera, las condiciones económicas y tecnológicas necesarias para acceder a él. Y la segunda, la necesidad de estructurar y organizar toda la marea de contenidos que pueden desbordar la capacidad de asimilación del ciudadano. Hay que convertir todo ese maremagno de datos en conocimiento. El periódico Rebelión intenta ser una humilde experiencia, como tantas otras, que compartidas aquí nos puedan ayudar a todos a aprender y mejorar. El efecto multiplicador de internet es abrumador. Téngase en cuenta que algo que se publica en papel o se emite en radio o televisión, difícilmente se puede volver a reproducir. En cambio, en internet, lo que se edita se convierte no sólo en comunicación dirigida al receptor sino también en materia de agencia de prensa que se reproduce por otros medios. Existen textos en Rebelión que terminan siendo reproducidos en decenas de lugares y medios. Yo hice la prueba, por ejemplo, con una entrevista a José Saramago de la periodista Rosa Miriam Erizalde, en la que el escritor afirmaba seguir apoyando a Cuba. Se reprodujo en medio centenar de sitios de internet, de los cuales la mitad se editaban en papel. Imagínense lo que pudo multiplicarse la audiencia. Del mismo modo, esos textos quedan archivados y fáciles de localizar mediante las modernas técnicas de los buscadores a diferencia del papel prensa que se convierte en papel para envolver bocadillos 24 horas más tarde. Pero voy a ofrecerles más curiosidades. Internet es de la izquierda. No hay más que buscar el nombre de una firma de opinión de derechas y comparar sus resultados con la búsqueda de otra firma de opinión de izquierdas. Hace unos meses, me enteré de que un compañero mío de promoción, subdirector de ABC, se le había nombrado responsable de informativos de una televisión autonómica. Se trata, evidentemente, de un periodista conservador. La búsqueda de su nombre en Google, me llevó a apenas tres textos suyos. Cualquier firma de izquierdas tiene registrados miles de accesos en los buscadores de internet. Más experimentos. Hace aproximadamente un año, Google pone en marcha Google News en español, un editor de noticias que recoge los publicado por unos setecientos medios en castellano y que presenta jerarquizado según la hora o según determinados cálculos algorítmicos (número de acceso, número de referencias o enlaces, etc... ) por los que los ordenadores valoran la importancia de un texto. Cálculos que pueden no ser exactos en su valoración pero que no están sometidos a los criterios manipuladores de los grandes media. Dos días después de haberse iniciado las movilizaciones en Bolivia que derrocaron al presidente, los medios españoles no informaban todavía de nada, pero Google News destacaba como la noticia más importante esas movilizaciones y cómo medio elegido el periódico Granma cubano. La informática estaba demostrando más democracia en la selección de las noticias que los medios tradicionales. Quiero también rendir homenaje a las firmas e intelectuales de izquierda que están demostrando no sólo su ideario solidario y comprometido, sino que, además lo están ejerciendo, permitiendo y facilitando la reproducción de sus textos por los medios digitales alternativos. En Rebelión lo estamos viendo diariamente, cómo autores consagrados de los que se podría pensar que deberíamos ir rogándoles su autorización para la reproducción de sus textos nos los están enviando puntualmente. Tampoco olvido a los traductores. Legiones de personas que traducen textos para que puedan ser conocidos por todos. Traductores que ni siquiera disfrutan de las mieles del reconocimiento público porque suelen ser ignorados a la hora de citar las informaciones. También hemos observado las miserias del mercado editorial. Libros que no conseguían editor los hemos puesto en Rebelión y han alcanzado, por poner el ejemplo del último de ellos, quince mil descargas en los primeros diez días. Así, cada vez más lectores nos comentan que han dejado de comprar la prensa mayoritaria. Entran en Rebelión y en otros medios y elaboran e imprimen su propio periódico. La euforia sobre la eficacia comunicacional de internet es tal, que no faltan las voces que afirman preocupados que algo puede suceder en cualquier momento para terminar con todo eso. Legislaciones restrictivas, virus informáticos, spam que adultere la red, instauración de precios altos que impiden el acceso mayoritario, quien sabe qué podría surgir para atentar contra este oasis informativo. En mi opinión, no les falta razón. Debemos de estar preparados para defender con uñas y dientes ese espacio que, nacido de una causalidad, ha terminado siendo un arma valiosísima contra el pensamiento único. Los intentos de control legal son ya una realidad, los cierres con cualquier excusa también. Por eso, Rebelión ya creó la sección Cibercensura donde cualquier conato de agresión es públicamente denunciado. También debemos mejorar mucho. No basta con que los medios alternativos que recurren a internet tengan una orientación crítica y beligerante. Es importante crear portales y medios digitales con credibilidad, que manejen la información con rigor, regulares en su trabajo y con un alto nivel intelectual en su contenido. Cada día asistimos a casos de burdas mentiras que irresponsablemente podemos caer en el error de difundir. Debemos lograr no repetir entre nosotros esa ausencia de credibilidad que han conseguido los grandes medios. Ellos por su interés por engañar y nosotros por nuestra falta de rigor y seriedad. Por último, señalar que no quiero magnificar el valor de internet, se trata sólo de la experiencia que más conozco a través del caso de Rebelión desde hace siete años. A buen seguro, otras opciones alternativas como las que aquí se comentarán nos permitirán percibir todo el abanico de opciones con las que los pueblos luchan por recuperar la verdad y la democracia que los poderosos siguen intentando secuestrarles. Conocerlas todas nos puede ayudar a continuar trabajando en esa lucha. (1) Ramón Reig. "Dioses y diablos mediáticos". Urano Tendencias. 2004 (2) Mariola Cubells. "Mírame tonto. Las mentiras impunes de la tele". Masterclass. 2003. (3) Pascual Serrano. "Llegó la hora de sustituir a los grandes medios de comunicación". www.pascualserrano.net 30-10-03 (4) Ernesto Carmona. La gente está dejando de creer en los medios. Adital www.rebelion.org/medios/040409ec.htm Intervención en Primer Seminario Internacional: La Humanidad frente al Imperialismo 26-30 Abril. Oviedo (España). http://www.pascualserrano.net/
https://www.alainet.org/en/node/109864
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