Nuevos instrumentos de información y comunicación al servicio de los pueblos
02/05/2004
- Opinión
Entrados ya en el siglo XXI, podemos afirmar cuál está siendo el
papel de los grandes medios en las sociedades actuales
occidentales. El de sofocar las iniciativas populares, el de
servir a los grupos empresariales dominantes, el de poner al
servicio de Estados Unidos los recursos naturales, industriales y
humanos de un país, el de silenciar a los intelectuales honestos y
líderes populares. En una palabra el papel que en el siglo XX
cumplían las Fuerzas Armadas de las dictaduras latinoamericanas.
En este nuevo siglo, la conjura mediática está logrando silenciar
lo que hace décadas hacían las prisiones, concede el absoluto
poder a los grupos económicos tal y como antes hacían los
dictadores, y mantienen al frente de países a gobernantes y
partidos corruptos igual que los hicieron en otras épocas los
militares represores.
En el siglo XXI el fascismo incorpora a sus armas tradicionales
las rotativas y las ondas.
Así, podemos decir que el periodismo honesto en los grandes medios
se encuentra con dos grandes trabas: los intereses estructurales
(los dueños interconectados que están detrás de los medios) y las
servidumbres de la publicidad y los grandes grupos de poder. Se
suele decir que también los gobiernos, pero no estoy del todo de
acuerdo. La presión de los gobiernos democráticos es sólo en la
medida en que manejan dinero. El poder que mueve a los medios es
el del dinero no el de los gobiernos. Y muchas multinacionales u
otros gobiernos distintos de los del propio país pueden manejar
más dinero que el gobierno soberano.
Los medios hace tiempo que han dejado de ser empresas propias de
información, son vastos imperios comerciales donde se entrecruzan
inversores, anunciantes, financieras, empresas tecnológicas,
etc... . Es decir, un periódico, por ejemplo, es en parte
propiedad de una empresa de las que se están anunciando y cuyo
dinero, a través de la publicidad, volverá a los mismos
accionistas, debe dinero a un banco que le mandará una nota de
prensa para que la publique o le presionará para que informe de
las actividades que le interesan e ignore las que no desea. Y a la
vez es cliente de una empresa tecnológica que le pueda ofertar un
mejor precio a sus productos si le trata bien en sus páginas. Pero
ese medio tendrá inversiones en alguna editorial, que será cuyos
libros más difunda el periódico. Y en ella publicarán sus
columnistas, los cuáles si el medio quiere no sólo los podrá
despedir de columnistas, sino que se quedarán sin editorial para
sus libros y por supuesto sin espacio mediático para su difusión.
Pero veamos cómo influyen esos conglomerados financieros.
El profesor Ramón Reig en su libro "Dioses y Diablos Mediáticos"
(1) cuenta un ejemplo divertido. Un periodista trabaja en un
periódico local de Sevilla (sur de España), El Correo de
Andalucía. Ese pequeño periódico es del grupo PRISA, por lo que
comparte acciones con Telefónica y Vivendi Universal. Vivendi
tiene intereses en la industria del agua y de la construcción.
Además, a través de su filial canadiense es propietaria del 50 por
ciento de Port Aventura (Tarragona). El otro 50 es de la Caixa,
una entidad financiera socia de Telefónica.
Al mismo tiempo, Prisa tiene un acuerdo con Time Warner, dueña de
la CNN, con ella han puesto en marcha CNN+. El canal digital de
Prisa emite las películas de Time Warner e incluso un canal de
dibujos animados, típico norteamericano, donde por ejemplo emiten
series como las Supernenas que crean opinión mediante unos
argumentos basados en arreglar los problemas o mamporrazos.
Pero también, Prisa participa en el grupo colombiano Bavaria, que
controla Avianca, y en el boliviano grupo Garafulic. O sea, que
mira por donde nuestro periodista de Sevilla a la hora de escribir
se lo va a tener que pensar mucho si quiere criticar los dibujos
de las Supernenas, el parque temático de Port Aventura, al grupo
Bavaria o las aerolíneas Avianca.
La periodista de programas de telebasura Mariola Cubells, revela
en su libro "Mírame tonto" (2) que hace unos años el productor y
humorista José Luis Moreno presentaba un programa concurso en TVE.
Emitiendo en directo, llama una señora por teléfono para concursar
que dice que es de Valencia. Le responde el productor/presentador:
"Caramba Valencia, Tierra Mítica, qué bien está Valencia en los
últimos años". A los dos meses, su programa firmaba un contrato
con el gobierno de la Comunidad Valenciana, el cual por cierto
también es accionista de un parque de atracciones que se llama...
Tierra Mítica. Evidentemente, estaban de negociaciones y
comentarios así ante millones de espectadores ayudan a cerrar los
negocios.
Todo eso ha provocado que ya no se pueda sacar un medio de
comunicación fácilmente a la calle. Desde los años setenta las
cabeceras de diarios han disminuido entre un 60 y un 70 por
ciento.
En el siglo XIX la presencia de la prensa obrera era masiva en el
Reino Unido. En un determinado momento, a la prensa conservadora
se le ocurrió que podía cobrar dinero por anunciar productos y
marcas comerciales. A partir de ese momento se generó una nueva
vía de financiación de los periódicos, pero sólo de los periódicos
conservadores que eran los leídos por quienes tenían poder
adquisitivo, nadie se anunciaba en el periódico de combate de un
sindicato de mineros que estaban al borde de la subsistencia. A
partir de ese momento la prensa conservadora pudo bajar el precio
del periódico, la prensa de izquierda costaba en el quiosco el
doble y sus ventas empezaron a caer. Hoy, en España el 50 de los
ingresos de un periódico procede de la publicidad. Eso quiere
decir, que su precio de producción no es el euro que nos cuesta a
los lectores sino dos euros. Y eso también quiere decir que si
apareciese un periódico de izquierdas, donde se no anunciarían los
bancos porque se denunciarían las actuaciones bancarias, ni las
petroleras, ni las telecomunicaciones, costaría a los lectores el
doble que la prensa de derechas.
Otra de las críticas de la izquierda es que los grandes medios han
mercantilizado la información y sólo buscan ganar dinero. Yo creo
que puede ser todavía peor. En algunas ocasiones existen poderes
económicos dispuestos a perder dinero para poder seguir
difundiendo ideología y modelos.
Hoy, entre el 40 y el 70 % del espacio de las noticias está
reservado a las relaciones públicas: notas de prensa oficiales,
comunicados, ruedas de prensa, etc... Es decir, un periodismo
sugerido o impuesto. Soy de los que piensa que periodismo es decir
algo que alguien no quiere que digas, justamente lo contrario de
lo que se está haciendo ahora.
Se suele argumentar que sí existe un supuesto debate y pluralidad
en los medios. Eso es falso. Ese debate sólo aparece cuando hay
diferencias entre las oligarquías. En España lo hemos visto en la
última guerra de Iraq. Antes de la intervención algunos medios se
posicionaron contra la guerra: El País, la Ser, Tele 5. Pero esa
era la cuarta guerra en la que España estaba implicada, antes
sucedió el bombardeo de Iraq en 1992, la invasión de Afganistán y
la intervención en Yugoslavia. En este última tampoco hubo
cobertura ni resolución de la NNUU y se atacaba un país soberano y
esa agresión estaba liderada por un socialista al frente de la
OTAN. En ninguna de ellas se levantó la voz crítica de los grandes
medios. No nos engañemos, en esta última los intereses de los
poderosos estaban enfrentados. La novedad es que en contra de esta
última guerra estaban Francia, Alemania, el Vaticano, el diario El
País y su grupo mediático y la socialdemocracia española. Por lo
demás no había razones por las que un ciudadano no se opusiera a
las anteriores y a esta última sí. Se dice que las razones en las
que se fundó la invasión de Iraq se han demostrado mentira. ¿Pero
se están preocupando los medios de las razones por las que se
bombardeó e invadió Yugoslavia?. Se dijo que fue contra la
dictadura de Milosevic y su limpieza étnica. No se dice que en
Serbia, en las elecciones del 2003, el 70 % de la población no ha
votado, lo que indica que no están muy satisfechos con el modelo
que les hemos dejado. Informaciones de los forenses españoles
desplazados a Kosovo han confirmado que los cadáveres de las fosas
comunes de la limpieza étnica no superan los tres mil y no
aseguran que sean civiles. Son muchos tres mil, pero son más el
millón muertos en Iraq por el embargo. Y, por último, nadie está
informando del juicio contra Milosevic en La Haya, y es un juicio
por cuyos supuestos delitos fuimos todos los países de la OTAN a
una guerra.
Se pone como ejemplo de pluralidad la polarización de la prensa
española. Pero la discusión política que se proyecta es
superficial, de ahí que se suela centrar habitualmente en la
corrupción porque, con ser importante, el análisis de la
corrupción, por supuesto necesario, nunca entra en el fondo de las
cuestiones estructurales. Se denuncia que se gaste un alto cargo
trescientos euros en una boutique pero no importa que la boda del
príncipe vaya a costar cuatro millones de euros, nadie se indigna
con el dinero negro que los grandes bancos han llevado a paraísos
fiscales para convertirlos en jubilaciones para sus altos cargos.
No se discute que se hable de unidad europea mientras en unos
países se pagan doble de impuestos que en otros y ni siquiera los
países de la UE se han puesto de acuerdo en el sentido de la
circulación de los vehículos.
La llegada del euro nos ofreció a los europeos un caso elocuente
de consenso mediático, ningún medio ponía en cuestión la decisión
del euro, pero es que cuando se cumplió el año nadie hizo balance
de si era positivo o no. Cuando el euro está débil nos dicen que
es estupendo porque habrá más turismo y cuando está fuerte,
también es estupendo porque podemos comprar más productos de fuera
a mejor precio. Por supuesto, ningún medio discute las tradiciones
instituciones como la Iglesia o el Ejército. Cuando aparecen
tragedias directamente relacionadas con el modelo de desarrollo
capitalista como son las vacas locas o la gripe de los pollos, se
informa superficialmente: vacas tambaleándose, mensajes
tranquilizadores y algún comentario de los ganaderos. Pero no se
profundiza en que lo sucedido es fruto de un modelo desarrollista
que engorda unas vacas vegetarianas, como todo el mundo sabe, con
pienso procedente de carne.
Cambiar de una cadena de radio o televisión, de una cabecera de
prensa a otra, de una revista a la siguiente, es indiferente.
Todos los medios ofrecen los mismo: la ideología del espectáculo y
la frivolidad comunicacional.
La lucha contra el terrorismo nos está ofreciendo otro ejemplo
elocuente de consenso mediático. Cuando se confrontaban los
modelos capitalista y socialista, se argumentaba a favor del
capitalista la incompatibilidad y prioridad de la libertad frente
al intervencionismo igualitarista. El mercado nos ofrecía varias
opciones que suponían libertad y no estaríamos dispuestos a
perderla en aras del igualitarismo comunista. Pero ahora, toda esa
libertad parece que se debe perder por razones de la seguridad:
control de movimientos de las personas, detenciones arbitrarias,
fronteras infranqueables...
El ejemplo de Al Yazzira ha dejado en ridículo a los países
occidentales y su mítica libertad de expresión. Creada hace sólo
cinco años con un presupuesto de 30 millones de dólares y cien
periodistas en plantilla emite informativos 24 horas al día y
arrasa en audiencia en los países árabes. Su secreto es
simplemente informar a los árabes sin el filtro occidental o
pronorteamericano de EEUU. Sólo se trata de dar la voz a los
palestinos de los territorios ocupados o a los afganos durante la
guerra. Emitía la vídeos de Bin Laden que, es evidente, tienen
valor informativo. Por cierto, los países donde más problemas
tienen para acreditar corresponsales son sobre los que EEUU no
tienen ninguna crítica a sus libertades: Bahrein, Arabia Saudí,
Argelia y Túnez. (1)
Otra de las cuestiones más lacerantes es la división del mundo
entre buenos y malos que hacen los medios occidentales, siempre en
base a los criterios de los poderosos y con absoluto consenso. En
occidente hay personajes que encarnan el mal: Gadafi, Milosevic,
Fidel Castro, Hugo Chávez. Sin embargo, otros personajes cuyas
acciones son mucho menos democráticas y acumulan mayores
violaciones de derechos humanos son silenciados: Putin, el rey
Mohaméd VI de Marruecos, el jeque de Kuwait o los pertromonarcas
del Golfo. ¿Por qué no cesan de plantearse la legitimidad del
presidente de Venezuela y les parece indiscutible la de Putin?
¿Y qué hace la izquierda política ante todo ello?. La realidad es
que no existe relación alguna entre políticos o partidos políticos
y ciudadanos. Toda ella está tamizada por los grandes medios. Los
ciudadanos no asisten a una intervención en el Congreso, no leen
un amplio y profundo documento de un partido político, no escuchan
una conferencia de un líder. Los ciudadanos ven en la tele un
fragmento de quince segundos de la intervención, parte de una
rueda de prensa y el titular de un mitin. Algunas veces me
preguntan cómo me cae tal o cual político. Yo no entiendo cómo la
gente tiene tan clara su opinión sobre muchos políticos, yo
siempre tengo la sensación de que sólo conozco un producto
manufacturado por los medios, no puedo saber cómo son.
Como ha dicho Ignacio Ramonet, "los mercados financieros son el
primer poder, y el segundo no es el político, sino los medios de
comunicación".
Como consecuencia de ello, la izquierda, en Occidente, al menos la
izquierda mayoritaria, vive pensando en el mundo mediático mucho
más que en los ciudadanos. Los partidos grandes de izquierda están
aceptando el juego, en sus órganos y reuniones internas critican
duramente a los grandes medios para después inyectarles enormes
fondos económicos en publicidad en las campañas electorales. A
esos medios les mandan sus notas y comunicados, a ellos les
mendigan entrevistas y les cuidan con todo tipo de asistencia
logística, mientras a los medios de comunicación alternativa
sistemáticamente les ignoran. No quieren entender que su supuesto
discurso alternativo y anticapitalista nunca será aceptado en esos
medios, sólo les darán algún lugar bajo el sol mientras su
presencia sea anecdótica para justificar su pluralidad pero los
barrerán si alguna vez alcanzan alguna trascendencia política.
Su voz, y la de los sectores sociales más críticos o estarán en
los medios alternativos y comunitarios o no estarán en ningún
lado.
Hace un año, yo afirmaba en el Encuentro en Defensa de la
Humanidad en México (3) que los grandes medios habían perdido la
batalla de la credibilidad. Nadie les cree, estamos asistiendo a
la sensación y confirmación generalizada de los ciudadanos del
mundo de que la información que les dan los grandes no es la
verdadera. Hace un mes la Universidad de Columbia confirmó esa
tesis. El informe académico "The state of the news media 2004",
emitido por el "Proyecto para la Excelencia del Periodismo", a lo
largo de 500 páginas, afirma que el periodismo estadounidense del
siglo XXI se encuentra en un estado lamentable "del que solo
parecen salvarse los medios alternativos, aquellos que operan en
internet y las cabeceras en comunidades como la hispana". (4)
La circulación de la prensa escrita cayó un 11 % desde 1990 y el
rating o sintonía de noticieros de TV abierta se redujo en el 34 %
en al última década. "La razón más importante, a la hora de
explicar la decadencia de los medios, se encuentra más bien en la
pérdida creciente de su credibilidad política". Los contenidos de
la "industria" hoy apuestan por la frivolidad, el chismorreo y la
superficialidad. Más bien impera la "calidad cero" con una oferta
desmedida de contravalores opuestos a la ética periodística más
elemental -en detrimento de la verdad-, llegándose últimamente a
"fabricar" noticias que jamás existieron.
Los manifestantes y otros protagonistas de las noticias auténticas
-que luego serán deformadas por los medios- hoy lanzan piedras a
las cámaras de TV y corretean a golpe limpio a los periodistas,
reconoce el propio informe.
El público de EEUU abandona su credibilidad por la gran prensa.
Según los datos del estudio mediático 2004, los estadounidenses
que valoran positivamente la profesionalidad de los medios de
comunicación cayeron del 72 % en 1985 al 49 % en 2002.
El informe señala que en este clima de mediocridad las nuevas
inversiones en medios de comunicación en EEUU se concentran más en
la distribución y presentación que en la búsqueda de la
información, en privilegiar a los salarios de presentadores y
"hombres gancho" que en mejorar los ingresos de los trabajadores
de la información. Todo bajo el imperio del nuevo concepto de que
son "las caras que venden noticias", en detrimento de la calidad
del trabajo profesional de los periodistas.
La cobertura de la guerra de Iraq en las televisiones nos ofreció
un ejemplo de esa mediocridad en España. Mientras todas las
cadenas ofrecían unas ambiguas imágenes de agencia comentadas por
corresponsales que siempre estaban en las azoteas de sus hoteles,
un grupo de españoles del Comité de Solidaridad con la Causa
Árabe, organizados en una brigada de solidaridad que permaneció en
Bagdad y que no tenían formación periodística, difundían por
internet un diario en el que comentaban sus visitas a los
hospitales, a los barrios donde caían las bombas, reflejaban los
comentarios de los heridos y de sus familias, así como de los
testigos iraquíes. Mientras, las televisiones nunca recogían
testimonios de los iraquíes, entre otras razones, porque los
enviados no sabían árabe. Durante la escena del derribo de la
estatua de Sadam frente al hotel Palestina, yo vi la información
en directo transmitida simultáneamente por varias cadenas y a
ningún periodista se le ocurría preguntarle a un viandante iraquí.
Todos los presentadores estaban valorando el sentir del pueblo
iraquí, pero a ninguno se le ocurría preguntar a los iraquíes que
merodeaban por la zona.
Frente a todo ello, la ciudadanía está reaccionando en la búsqueda
de otros modelos informativos que cumplan los dos requisitos que
han secuestrado los grandes medios. El reto es permitir la
libertad de expresión de los individuos y sus colectivos y
facilitar el derecho a la información de una ciudadanía a la que
se le oculta la verdad. En América Latina nacen como hongos las
publicaciones, las radios y televisiones comunitarias donde las
personas se ven como protagonistas de la realidad. El caso de
Venezuela, es fascinante. Proyectos como el diario La Jornada en
México son un ejemplo de magnífico periodismo que hace sonrojar al
resto de la prensa mundial. Algo así como el caso de Al Yazzira
que antes comenté.
Los pueblos están respondiendo con sus propias estrategias y
alternativas de comunicación. Medios que logren recuperar la voz
de las gentes, que se utilizan no para adocenar o fomentar la
situación de injusticia establecida, sino que se pongan al
servicio de los ciudadanos, que sirvan para que en ellos puedan
reflejarse sus propuestas, sus alternativas, sus problemas y sus
causas. Y que puedan ser oídas y leídas por el resto de sus
ciudadanos.
Dentro de esas vías por las que un movimiento ciudadano global
quiere recuperar para la democracia los medios de comunicación
está internet. Un sistema que ni es un espejismo tecnológico
limitado a una elite, ni tampoco una panacea que pueda sustituir a
una sociedad organizada ni a la comunicación humana y cercana que
aportan los formatos tradicionales.
Internet adolece de dos limitaciones importantes. La primera, las
condiciones económicas y tecnológicas necesarias para acceder a
él. Y la segunda, la necesidad de estructurar y organizar toda la
marea de contenidos que pueden desbordar la capacidad de
asimilación del ciudadano. Hay que convertir todo ese maremagno de
datos en conocimiento.
El periódico Rebelión intenta ser una humilde experiencia, como
tantas otras, que compartidas aquí nos puedan ayudar a todos a
aprender y mejorar.
El efecto multiplicador de internet es abrumador. Téngase en
cuenta que algo que se publica en papel o se emite en radio o
televisión, difícilmente se puede volver a reproducir. En cambio,
en internet, lo que se edita se convierte no sólo en comunicación
dirigida al receptor sino también en materia de agencia de prensa
que se reproduce por otros medios. Existen textos en Rebelión que
terminan siendo reproducidos en decenas de lugares y medios. Yo
hice la prueba, por ejemplo, con una entrevista a José Saramago de
la periodista Rosa Miriam Erizalde, en la que el escritor afirmaba
seguir apoyando a Cuba. Se reprodujo en medio centenar de sitios
de internet, de los cuales la mitad se editaban en papel.
Imagínense lo que pudo multiplicarse la audiencia.
Del mismo modo, esos textos quedan archivados y fáciles de
localizar mediante las modernas técnicas de los buscadores a
diferencia del papel prensa que se convierte en papel para
envolver bocadillos 24 horas más tarde.
Pero voy a ofrecerles más curiosidades. Internet es de la
izquierda. No hay más que buscar el nombre de una firma de opinión
de derechas y comparar sus resultados con la búsqueda de otra
firma de opinión de izquierdas. Hace unos meses, me enteré de que
un compañero mío de promoción, subdirector de ABC, se le había
nombrado responsable de informativos de una televisión autonómica.
Se trata, evidentemente, de un periodista conservador. La búsqueda
de su nombre en Google, me llevó a apenas tres textos suyos.
Cualquier firma de izquierdas tiene registrados miles de accesos
en los buscadores de internet.
Más experimentos. Hace aproximadamente un año, Google pone en
marcha Google News en español, un editor de noticias que recoge
los publicado por unos setecientos medios en castellano y que
presenta jerarquizado según la hora o según determinados cálculos
algorítmicos (número de acceso, número de referencias o enlaces,
etc... ) por los que los ordenadores valoran la importancia de un
texto. Cálculos que pueden no ser exactos en su valoración pero
que no están sometidos a los criterios manipuladores de los
grandes media. Dos días después de haberse iniciado las
movilizaciones en Bolivia que derrocaron al presidente, los medios
españoles no informaban todavía de nada, pero Google News
destacaba como la noticia más importante esas movilizaciones y
cómo medio elegido el periódico Granma cubano. La informática
estaba demostrando más democracia en la selección de las noticias
que los medios tradicionales.
Quiero también rendir homenaje a las firmas e intelectuales de
izquierda que están demostrando no sólo su ideario solidario y
comprometido, sino que, además lo están ejerciendo, permitiendo y
facilitando la reproducción de sus textos por los medios digitales
alternativos. En Rebelión lo estamos viendo diariamente, cómo
autores consagrados de los que se podría pensar que deberíamos ir
rogándoles su autorización para la reproducción de sus textos nos
los están enviando puntualmente.
Tampoco olvido a los traductores. Legiones de personas que
traducen textos para que puedan ser conocidos por todos.
Traductores que ni siquiera disfrutan de las mieles del
reconocimiento público porque suelen ser ignorados a la hora de
citar las informaciones.
También hemos observado las miserias del mercado editorial. Libros
que no conseguían editor los hemos puesto en Rebelión y han
alcanzado, por poner el ejemplo del último de ellos, quince mil
descargas en los primeros diez días.
Así, cada vez más lectores nos comentan que han dejado de comprar
la prensa mayoritaria. Entran en Rebelión y en otros medios y
elaboran e imprimen su propio periódico.
La euforia sobre la eficacia comunicacional de internet es tal,
que no faltan las voces que afirman preocupados que algo puede
suceder en cualquier momento para terminar con todo eso.
Legislaciones restrictivas, virus informáticos, spam que adultere
la red, instauración de precios altos que impiden el acceso
mayoritario, quien sabe qué podría surgir para atentar contra este
oasis informativo.
En mi opinión, no les falta razón. Debemos de estar preparados
para defender con uñas y dientes ese espacio que, nacido de una
causalidad, ha terminado siendo un arma valiosísima contra el
pensamiento único. Los intentos de control legal son ya una
realidad, los cierres con cualquier excusa también. Por eso,
Rebelión ya creó la sección Cibercensura donde cualquier conato de
agresión es públicamente denunciado.
También debemos mejorar mucho. No basta con que los medios
alternativos que recurren a internet tengan una orientación
crítica y beligerante. Es importante crear portales y medios
digitales con credibilidad, que manejen la información con rigor,
regulares en su trabajo y con un alto nivel intelectual en su
contenido. Cada día asistimos a casos de burdas mentiras que
irresponsablemente podemos caer en el error de difundir. Debemos
lograr no repetir entre nosotros esa ausencia de credibilidad que
han conseguido los grandes medios. Ellos por su interés por
engañar y nosotros por nuestra falta de rigor y seriedad.
Por último, señalar que no quiero magnificar el valor de internet,
se trata sólo de la experiencia que más conozco a través del caso
de Rebelión desde hace siete años. A buen seguro, otras opciones
alternativas como las que aquí se comentarán nos permitirán
percibir todo el abanico de opciones con las que los pueblos
luchan por recuperar la verdad y la democracia que los poderosos
siguen intentando secuestrarles. Conocerlas todas nos puede ayudar
a continuar trabajando en esa lucha.
(1) Ramón Reig. "Dioses y diablos mediáticos". Urano Tendencias.
2004
(2) Mariola Cubells. "Mírame tonto. Las mentiras impunes de la
tele". Masterclass. 2003.
(3) Pascual Serrano. "Llegó la hora de sustituir a los grandes
medios de comunicación". www.pascualserrano.net 30-10-03
(4) Ernesto Carmona. La gente está dejando de creer en los
medios. Adital www.rebelion.org/medios/040409ec.htm
Intervención en Primer Seminario Internacional: La Humanidad
frente al Imperialismo 26-30 Abril. Oviedo (España).
http://www.pascualserrano.net/
https://www.alainet.org/es/articulo/109864
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