Último día del neoliberalismo y primero de lo mismo
26/02/2007
- Opinión
El nuevo gobierno, autodenominado socialista, de Rafael Correa ha tomado una decisión que ha sorprendido a todos: ha decidido cumplir fiel y disciplinadamente el pago de la deuda externa con los acreedores privados y que está nominada en bonos Global.
Es una decisión que sorprende habida cuenta de la estridencia del régimen que habló en sus primeros días que, con su elección, se había acabado la “larga noche neoliberal” y el dominio del capital financiero sobre el país. Incluso, el gobierno emitió declaraciones explícitas indicando que no reconocería la deuda externa por “ilegítima”.
Para que su posición sobre la deuda externa no genere dudas, nombró como Ministro de Economía, a un miembro de Jubileo 2000, organización que ha luchado denodadamente en contra del pago de la deuda, sobre todo de aquellos tramos que están en poder de especuladores privados, es decir los bonos Global, a los que no solo los consideraban “ilegítimos” sino también “inmorales” e “ilegales”.
En un inicio, los acercamientos a técnicos y funcionarios argentinos, dieron a pensar de que el Ecuador iba a plantear, al menos, una renegociación de la deuda nominada en Bonos Global y que alcanza cerca de 4 mil millones de dólares, con una metodología que podía acercarse a aquella que utilizó Argentina y que le significó a este país un importante ahorro.
Se llegó a sugerir la posibilidad que el Ecuador bien podría abrir un camino de renegociación de la deuda externa nominada en Bonos Global, sin que medien procesos de crisis económica, un camino que, de haberse producido, habría contribuido a cambiar significativamente la manera por la cual los Estados se relacionan con los mercados financieros internacionales.
Existía, además, un enorme apoyo popular a las gestiones del gobierno en ese sentido, por cuanto la moratoria de la deuda recogía uno de los temas más sensibles de los grupos que apoyaron la candidatura de Rafael Correa. Había también un entramado político regional que habría apoyado la posición del Ecuador frente a los mercados financieros internacionales y los tenedores privados de bonos de la deuda ecuatoriana, avalizado por una posición de separarse de las directrices del FMI pagando anticipadamente los tramos de deuda con este organismo que habían adoptado algunos países de la región.
En efecto, temerosos de que la posición ecuatoriana pueda generar un efecto demostración, sobre todo para otros gobiernos de la región que también se dicen de izquierda, los tenedores de bonos Global, al tener pocos caminos de negociación, habrían cedido de alguna manera en sus posiciones y habrían aceptado una renegociación sobre esos bonos, era preferible negociarlos de alguna manera antes que el gobierno de Correa entre en un default y cese el pago de manera definitiva, algo muy plausible dada las características de “izquierda” que había sustentado y promovido durante su campaña electoral.
Existía, en definitiva, un entorno interno y externo favorables para que el gobierno de Rafael Correa demuestre en la práctica que su adscripción al socialismo no solo es de papel, y que sería el primer gobierno en empezar a poner distancias del dominio del capital financiero sobre la economía y la política del país.
Empero de ello, el gobierno ecuatoriano resignó toda capacidad de manejo soberano de su economía en función de los intereses del capital financiero. En Ecuador, los grupos de presión relacionados con el capital financiero criticaron al gobierno por su eventual decisión de renegociar la deuda externa en bonos Global y estaban aterrados de una posible moratoria. Para estos grupos, la deuda externa es una especie de pivote sobre el cual articulan sus relaciones de poder.
De hecho, el modelo neoliberal estaba íntimamente vinculado al pago de la deuda externa. Las políticas de ajuste del FMI se habían diseñado de tal manera que el país pueda garantizar los pagos por servicio de la deuda externa. Si había un tema sensible sobre el modelo neoliberal era justamente la deuda externa en bonos Global.
De ahí que esta decisión asumida por el gobierno ecuatoriano deje malparados a sus aliados de la izquierda. Si el gobierno ecuatoriano quería salir de la “larga noche neoliberal” tenía que haber adoptado una posición firme con respecto a la deuda externa que es, de hecho, el fulcrum de todo el modelo neoliberal.
Esta decisión de cumplir con los acreedores externos privados es una traición dolorosa para los grupos sociales que pensaron que el gobierno de Rafael Correa podía ser una alternativa al modelo neoliberal, y se suma a una serie de decisiones adoptadas por este gobierno que dan a pensar seriamente sobre su posición política, por ejemplo, un gabinete controlado en su mayoría por miembros de los partidos políticos tradicionales, y tecnócratas del Banco Mundial, una política asistencialista que busca romper las solidaridades y las estructuras organizativas de los movimientos sociales; una política agresiva en la extracción petrolera en territorios de pueblos indígenas con la entrega de recursos a las transnacionales, etc.
La organización Jubileo 2000 también sale malparada, cuando uno de sus miembros que ahora ocupa el Ministerio de Economía, ha decidido ir a contrapunto de lo que siempre sostuvo con respecto a la deuda y ha legitimado el pago que el gobierno ha hecho a los tenedores de bonos Global. Duros momentos para aquellos que confiaban en la retórica antisistema del candidato y ahora presidente Rafael Correa.
Cuando se produjo la independencia del colonialismo español, en el siglo XIX, el pueblo de Quito, asombrado por la retórica del poder de las nuevas clases dominantes, escribió en las paredes de la ciudad de los campanarios: “Ultimo día del despotismo y primero de lo mismo”. Al parecer, ahora es el turno de la “larga noche neoliberal”, en la que todos los gatos son grises, y en la que el nuevo gobierno intenta convencer al país que bien puede salirse del neoliberalismo pagando la deuda externa.
Es una decisión que sorprende habida cuenta de la estridencia del régimen que habló en sus primeros días que, con su elección, se había acabado la “larga noche neoliberal” y el dominio del capital financiero sobre el país. Incluso, el gobierno emitió declaraciones explícitas indicando que no reconocería la deuda externa por “ilegítima”.
Para que su posición sobre la deuda externa no genere dudas, nombró como Ministro de Economía, a un miembro de Jubileo 2000, organización que ha luchado denodadamente en contra del pago de la deuda, sobre todo de aquellos tramos que están en poder de especuladores privados, es decir los bonos Global, a los que no solo los consideraban “ilegítimos” sino también “inmorales” e “ilegales”.
En un inicio, los acercamientos a técnicos y funcionarios argentinos, dieron a pensar de que el Ecuador iba a plantear, al menos, una renegociación de la deuda nominada en Bonos Global y que alcanza cerca de 4 mil millones de dólares, con una metodología que podía acercarse a aquella que utilizó Argentina y que le significó a este país un importante ahorro.
Se llegó a sugerir la posibilidad que el Ecuador bien podría abrir un camino de renegociación de la deuda externa nominada en Bonos Global, sin que medien procesos de crisis económica, un camino que, de haberse producido, habría contribuido a cambiar significativamente la manera por la cual los Estados se relacionan con los mercados financieros internacionales.
Existía, además, un enorme apoyo popular a las gestiones del gobierno en ese sentido, por cuanto la moratoria de la deuda recogía uno de los temas más sensibles de los grupos que apoyaron la candidatura de Rafael Correa. Había también un entramado político regional que habría apoyado la posición del Ecuador frente a los mercados financieros internacionales y los tenedores privados de bonos de la deuda ecuatoriana, avalizado por una posición de separarse de las directrices del FMI pagando anticipadamente los tramos de deuda con este organismo que habían adoptado algunos países de la región.
En efecto, temerosos de que la posición ecuatoriana pueda generar un efecto demostración, sobre todo para otros gobiernos de la región que también se dicen de izquierda, los tenedores de bonos Global, al tener pocos caminos de negociación, habrían cedido de alguna manera en sus posiciones y habrían aceptado una renegociación sobre esos bonos, era preferible negociarlos de alguna manera antes que el gobierno de Correa entre en un default y cese el pago de manera definitiva, algo muy plausible dada las características de “izquierda” que había sustentado y promovido durante su campaña electoral.
Existía, en definitiva, un entorno interno y externo favorables para que el gobierno de Rafael Correa demuestre en la práctica que su adscripción al socialismo no solo es de papel, y que sería el primer gobierno en empezar a poner distancias del dominio del capital financiero sobre la economía y la política del país.
Empero de ello, el gobierno ecuatoriano resignó toda capacidad de manejo soberano de su economía en función de los intereses del capital financiero. En Ecuador, los grupos de presión relacionados con el capital financiero criticaron al gobierno por su eventual decisión de renegociar la deuda externa en bonos Global y estaban aterrados de una posible moratoria. Para estos grupos, la deuda externa es una especie de pivote sobre el cual articulan sus relaciones de poder.
De hecho, el modelo neoliberal estaba íntimamente vinculado al pago de la deuda externa. Las políticas de ajuste del FMI se habían diseñado de tal manera que el país pueda garantizar los pagos por servicio de la deuda externa. Si había un tema sensible sobre el modelo neoliberal era justamente la deuda externa en bonos Global.
De ahí que esta decisión asumida por el gobierno ecuatoriano deje malparados a sus aliados de la izquierda. Si el gobierno ecuatoriano quería salir de la “larga noche neoliberal” tenía que haber adoptado una posición firme con respecto a la deuda externa que es, de hecho, el fulcrum de todo el modelo neoliberal.
Esta decisión de cumplir con los acreedores externos privados es una traición dolorosa para los grupos sociales que pensaron que el gobierno de Rafael Correa podía ser una alternativa al modelo neoliberal, y se suma a una serie de decisiones adoptadas por este gobierno que dan a pensar seriamente sobre su posición política, por ejemplo, un gabinete controlado en su mayoría por miembros de los partidos políticos tradicionales, y tecnócratas del Banco Mundial, una política asistencialista que busca romper las solidaridades y las estructuras organizativas de los movimientos sociales; una política agresiva en la extracción petrolera en territorios de pueblos indígenas con la entrega de recursos a las transnacionales, etc.
La organización Jubileo 2000 también sale malparada, cuando uno de sus miembros que ahora ocupa el Ministerio de Economía, ha decidido ir a contrapunto de lo que siempre sostuvo con respecto a la deuda y ha legitimado el pago que el gobierno ha hecho a los tenedores de bonos Global. Duros momentos para aquellos que confiaban en la retórica antisistema del candidato y ahora presidente Rafael Correa.
Cuando se produjo la independencia del colonialismo español, en el siglo XIX, el pueblo de Quito, asombrado por la retórica del poder de las nuevas clases dominantes, escribió en las paredes de la ciudad de los campanarios: “Ultimo día del despotismo y primero de lo mismo”. Al parecer, ahora es el turno de la “larga noche neoliberal”, en la que todos los gatos son grises, y en la que el nuevo gobierno intenta convencer al país que bien puede salirse del neoliberalismo pagando la deuda externa.
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