Estamos a casi 3 meses de que se cumplan 35 años del pinochetazo que terminó con el proceso socialista democrático del Siglo XX, y con la vida del legendario líder del pueblo chileno, Salvador Allende.

No necesitamos que se desclasifiquen (sacar a luz pública) documentos históricos, para saber que ese proceso de desestabilización, de guerra declarada, de deterioro y desprestigio del gobierno socialista; de confabulación de los grandes poderes económicos de la oligarquía, tuvieron un eje, un aglutinador y un ejecutor, made in CIA.

Guayasamín hizo bien en estigmatizar a la CIA en su Mural en el Congreso ecuatoriano, para que las presentes y futuras generaciones recuerden a este siniestro organismo del imperio norteamericano al que debemos cobrarle las vidas de Martin Luther King, de los hermanos Kennedy, de Salvador Allende, del che Guevara y de miles y miles de víctimas de todos los confines del mundo.

Si no pudieron cumplir el criminal designio de asesinar a Fidel Castro es porque Cuba, su pueblo, su entorno político y el propio Comandante, son de una estirpe superior: pero ganas, acciones perversas y decisiones desvergonzadas no le faltaron a las CIA y a los sucesivos gobiernos yanquis, como impúdicamente revelan en estos días.

Debe recordarse que, cuando el Presidente Chávez hace conocer las intenciones de la Revolución Bolivariana y pone en vigor el ejercicio de su soberanía frente a las imposiciones imperiales del gobierno de Bush, la CIA empezó a comandar acciones tendientes a liquidar ése régimen, así tuvieran que pasar por el asesinato del gobernante venezolano.

Seguramente el pueblo norteamericano, noble como son todos los pueblos del mundo, debe sentirse tremendamente avergonzado al conocer las acciones perversas de genocidio que practica su Agencia Central de Inteligencia (CIA), financiada con aportes que paga la ciudadanía gringa.

No hay que esperar que sean las autoridades imperiales las que desclasifiquen sus documentos para que el mundo se entere de la acción impúdica de la CIA para reclutar agentes directos y solapados a fin de que cumplan sus siniestros planes para desestabilizar gobiernos como paso previo a llegar inclusive a los magnicidios.

Ex agentes de la propia CIA, como el célebre Philip Agee, que en sus memorias "La CIA por Dentro" (Inside the CIA), revela los episodios que vivió en el Ecuador como ejecutor de la desestabilización del gobierno de Carlos Julio Arosemena Monroy (a quien no tuvieron que asesinar porque les daba resultado el fomentarle los “vicios masculinos”), sino sacarlo a Panamá con un golpe de estado y reemplazarlo con la dictadura "anticomunista" de los 4 generales, encabezados por Castro Jijón.

En el Ecuador, igual que en el periodo previo al 11 de septiembre de Chile, que culminó con el pinochetazo, ya están apareciendo síntomas similares a los que precedieron al asesinato de Allende.

Que Correa es un émulo igualito a Chávez; que los tomates suben de precio; que el Presidente es un insultador prepotente; que empiezan a darse acaparamientos de productos (gas, arroz, etc.), que hay un exceso de gastos en publicidad; que se promueven paros y resistencias sociales.

¿Cuántos de los agentes de la década del 60 aún están vivitos? ¿Cuántos agentes ha reclutado la CIA desde que Correa se perfiló como ganador de la Presidencia? ¿Se dan cuenta de cómo han ido sacándose la máscara los que reactivan la guerra fría, que se está recalentando?

¿Y no se dan cuenta, ciudadanos, que muchas de esas acciones tienen la marca MADE IN CIA?