Constitucionalidad de los derechos de exportación
- Opinión
El gravamen en estudio representa un impuesto. Estos han sido definidos como “toda prestación obligatoria, en dinero o en especie, que el Estado, en ejercicio de su poder de imperio exige, en virtud de ley, sin que se obligue a una contraprestación, respecto del contribuyente, directamente relacionada con dicha prestación. Es decir, hay independencia entre el pago del obligado y toda actividad estatal relativa a éste.”[1]
Este gravamen integra la categoría de los llamados "impuestos aduaneros" o "derechos de aduana" -comúnmente denominadas “retenciones”-, y que fuera definida por Giuliani Fonrouge[2] como aquellos pertenecientes al Estado nacional con exclusión de toda otra autoridad, en virtud de lo establecido en los arts. 4, 9 y 75 inc. 1°, de
1.
En el caso particular de los derechos de exportación, en su art. 4 establece que "El Gobierno Federal provee a los gastos de
En referencia a la regulación legal del gravamen, el funcionamiento y la mecánica del mismo han sido establecidos en el Código Aduanero. En lo que aquí importa, el art. 754 establece que "el derecho de exportación específico deberá ser establecido por ley". Dicha afirmación, que vendría a funcionar como una regla, no hace más que receptar el llamado principio de legalidad o de reserva tributaria, cuestión inopinable en la aplicación de cualquier tributo.
No obstante ello, en el art. 755[4] del mismo cuerpo legal, el legislador fijó una extensa serie de facultades en cabeza del Poder Ejecutivo que le otorgan, lisa y llanamente, la prerrogativa de hacer la ley, pues se lo faculta para gravar, desgravar, modificar derechos y/o conceder exenciones referidas a los impuestos a la exportación, cubriéndose así casi todos los casos posibles. Un ejemplo de esto fue
Por imperio del art. 1° del Decreto N° 2752/1991, se delegaron en el Ministerio de Economía, Obras y Servicios Públicos, las facultades conferidas por el citado artículo 755 del Código Aduanero, en evidente oposición a la letra y al espíritu de las normas constitucionales.
2. Las garantías constitucionales. El principio de legalidad y la delegación legislativa
Nuestra doctrina constitucional ha establecido, al estudiar los límites al poder de imposición del Estado, que todo tributo debe responder a una causa constitucional. Así la causa constitucional, como elemento de la obligación fiscal, consiste en el cumplimiento de los requisitos que establece la norma fundamental en salvaguarda de la libertad fiscal y que condicionan la validez de la contribución impuesta por el Estado.[6]
Dichos requisitos son la legalidad, la igualdad, la no confiscatoriedad y la libertad de circulación[7].
El principio de legalidad aparece, desde los primeros estatutos patrios, vinculado al poder impositivo. Así lo establecía el Acta Capitular del Cabildo Abierto del 25 de mayo de 1810; estableció que "no pueden imponerse contribuciones ni gravámenes al pueblo o a sus vecinos, sin previa consulta y conformidad del Excmo. Cabildo” Este principio pasó a las Constituciones de 1819 (art. 33) y 1826, así como al proyecto de Alberdi y a
Este principio de legalidad determina que ningún tributo puede ser establecido sin ley. Está contenido en los arts. 17 y 19 de
Asimismo, se trata de un desprendimiento de la clásica doctrina de la división de poderes gubernamentales, cuyo principal objetivo reside en evitar la concentración del poder con su secuela de ejercicio abusivo en desmedro de los derechos y las garantías constitucionales.
El principio de reserva de ley, íntimamente relacionado con el principio de legalidad, surge del ya mencionado art. 75 inc. 1º, también del inc. 2º del mismo artículo y de los arts. 4º, que reserva al Congreso el establecimiento de estos tributos, y 17, que expresamente indica que sólo el Congreso impone las contribuciones expresadas en el art. 4º.
En virtud de este principio, las leyes son interpretadas conforme a su letra y espíritu, vedando la posibilidad de crear impuestos y exenciones por analogía. Además, las obligaciones tributarias nacidas de la ley no pueden ser derogadas por acuerdo de particulares, ni entre éstos y el Estado.
Al establecer el art. 17 de
Destaca Villegas que por el principio de legalidad o reserva en materia tributaria, la ley no debe limitarse a proporcionar "directivas generales" de tributación, sino que ella ha de contener, al menos, los elementos básicos y estructurantes del tributo (hecho imponible, sujetos pasivos y elementos necesarios para la fijación del quántum, así como las exenciones). Rige el principio de legalidad para los impuestos, tasas y contribuciones especiales.[10]
En el caso de los impuestos a la exportación, en virtud de la amplísima delegación de facultades en cabeza del Poder Ejecutivo dispuesta por el art. 755 del Código Aduanero, dicho principio se ve claramente vulnerado.
Hay que resaltar la contradicción interna que trae consigo el Código Aduanero cuando establece, por un lado, la regla de que los derechos de exportación deberán ser establecidos por ley -art. 754- y, por el otro, en su art. 755, otorga extensas facultades al Poder Ejecutivo para la fijación de los mismos significando ello una clara desarticulación de la regla fijada. El ámbito de aplicación de las facultades otorgadas al poder administrador es tan vasto que no se concilia con la limitación que se sugiere en el artículo precedente citado.
Por lo expuesto, es que tal delegación en manos del Poder Ejecutivo resulta claramente contraria al texto constitucional. El art. 755 del Código Aduanero otorga al Poder Ejecutivo facultades sin justificado basamento jurídico constitucional para el otorgamiento de las mismas[11]. No configurarían, tampoco, una delegación de facultades legislativas conforme el art. 76 de
Nuestra norma fundamental se encarga de delinear claramente el régimen de excepción que debe primar en materia de delegación legislativa. En los artículos 29, 76 y 99 inc. 3, queda fijada la limitación que tiene el Poder Ejecutivo para ejercer facultades propias del órgano legislativo.
El principio general surge de los arts. 76 y 99, inc. 3. El primero establece que "se prohíbe la delegación legislativa en el Poder Ejecutivo". El segundo dispone que "el Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso, bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo".
Si bien el último de los artículos citados regula las facultades del Poder Ejecutivo para dictar decretos de necesidad y urgencia (DNU), se ha entendido que la delegación de facultades legislativas y los DNU, son las dos caras de una misma moneda.[12]
En función de ello, las materias categóricamente excluidas por el art. 99 inc. 3, para el dictado de DNU, dentro de las cuales se encuentra la materia tributaria, se extienden al instituto de la delegación legislativa.
Por su parte, el citado art. 76 de
Sobre el particular cabe advertir la improcedencia de aquellas posiciones que sostienen que las cuestiones tributario-aduaneras se encuentran dentro de esas "materias de administración" a las que alude el constituyente. Más allá de las particularidades que pueda presentar esta rama jurídica en virtud de la dinámica que frecuentemente se requiere para atender a las continuas modificaciones que se producen en la política aduanera, lo cierto es que una interpretación sistemática de los artículos 4, 9, 17, 19, 29, 39, 52, 75 inc. 1 y 2, 76 y 99 inc. 3 de
“No se puede, so pretexto de una supuesta cuestión de practicidad y dinamismo, desbaratar toda una construcción del constituyente tendiente a garantizar, mediante el juego sistemático de los artículos citados, una de los derechos individuales más elementales como es el de la libertad fiscal.”[14]
Por otra parte, ese ha sido el criterio sostenido por
En el tema de la delegación legislativa referida a cuestiones impositivas, el Congreso es el único órgano habilitado para crear o suprimir tributos o exenciones. Lo que debe hacer por ley es individualizar debidamente los tributos y, eventualmente, facultar al Poder Ejecutivo para determinar el momento que estime oportuno para su aplicación. Pero no es procedente otorgar al órgano ejecutivo una habilitación genérica para regular en materia fiscal, creando o suprimiendo exenciones.
Por su parte, de acuerdo con la idea de “que la delegación de facultades legislativas debe ser siempre una solución excepcional, sensiblemente limitada y de interpretación restrictiva, y efectuando una interpretación finalista y sistemática del texto constitucional”[16], se ha entendido –como lo aclaramos anteriormente- que la delegación resulta improcedente cuando
Al respecto se ha dicho que si el otorgamiento de facultades que el Código Aduanero establece en cabeza del Ejecutivo se tratara de una delegación de facultades con fundamento en el art. 76 de
3. Sobre las facultades reglamentarias del Poder Ejecutivo
El art. 99, inc. 2° de
Esta es una facultad reglamentaria propia del Ejecutivo, no una habilitación otorgada por el Congreso.
La facultad prevista en el art. 99, inc. 2°, el órgano ejecutivo la hace efectiva mediante el dictado de decretos. Son tales: 1) los decretos reglamentarios mediante los cuales se complementan a las leyes para su debida aplicación; 2) los reglamentos autónomos que son los emitidos por el órgano ejecutivo en el ejercicio de las facultades propias que le asigna
Por su parte Germán Bidart Campos sostenía que "en el decreto reglamentario aparece nítidamente la subordinación de la administración a la legislación. Es uno de los motivos por los cuales negamos al decreto reglamentario la sustancia o contenido de ley material, para atribuirle típicamente la calidad de acto administrativo de contenido general y sublegal."[20]
En suma, como ha dicho Alberto Bianchi[21], al reglamentar en exceso una ley, el Presidente ejerce una actividad legislativa originaria que le está prohibida respecto de materias que son ajenas a su competencia. Ello trae, necesariamente, una violación al principio de la división de poderes.
En el caso, las facultades previstas en cabeza del órgano ejecutivo para el establecimiento de los derechos de exportación con fundamento en el art. 755 del Código Aduanero exceden claramente las atribuciones emergentes del art. 99 inc. 2 de
Se hallan en juego los artículos 4, 9, 17, 52, 75 inc. 1 y 2, y 99 inc. 3 de
Al respecto se ha presentado en
4. El criterio adoptado por
En el precedente "Delfino y Cía."[24],
Más adelante, en el precedente "Prattico c. Basso y Cía."[25], el máximo tribunal exigió, para considerar constitucional la delegación impropia, que la política legislativa estuviera claramente establecida, fijando de ese modo un límite más preciso a los reglamentos delegados emitidos por el Poder Ejecutivo.
Por su parte, en el caso "Mouviel"[26], si bien refiriéndose a cuestiones de derecho penal, se ratificó la doctrina "Delfino y Cía." dotándola de mayor rigidez, y dejando en claro que la facultad "simplemente" reglamentaria del Poder Ejecutivo o de las reparticiones administrativas no puede importar nunca la de legislar en materias exclusivamente reservadas al Congreso.
Asimismo, en el caso específico de la delegación de facultades legislativas en materia tributaria,
Refiriéndose a este caso, Bidart Campos refirió que "cuando
En el mismo precedente ha dicho
En concordancia con este criterio, ya se había sostenido en el caso "
Sostuvo
Asimismo, se ha planteado en el Congreso de
5. Breve nota sobre la posible confiscatoriedad del tributo
Ha sostenido
El porcentaje que
La jurisprudencia del máximo tribunal, también realiza una distinción en la incidencia del tributo para determinar su confiscatoriedad o no. Se denomina “incidencia”, en derecho tributario, al “efecto final de disminución de riqueza para quien lo debe soportar”; así se establece una distinción entre “incidencia”; “percusión” -efecto directo e inmediato del tributo sobre el contribuyente, afectando al primero que lo paga-; y “repercusión” o “traslación” -efecto económico mediante el cual quien lo paga puede descargar la pérdida que implica en el patrimonio de otra persona, que usualmente es el adquirente de la mercadería importada o exportada.[36]
De acuerdo a estos matices en los efectos de los tributos, se entiende que el principio de confiscatoriedad no es aplicable en materia de impuestos indirectos -por ejemplo impuestos al consumo- pues ellos son trasladables.
Por lo tanto, “…si, en el caso concreto, el gravamen no puede trasladarse al precio de venta y que, por ende, absorbe una parte sustancial de la ganancia o ha engendrado una notable disminución de la demanda del producto que se tratare, la confiscatoriedad debería ser acogida por el tribunal, pues en definitiva no es otra cosa que un perjuicio cuya prueba está a cargo de quien lo alegare”[37]
Los exportadores, especialmente en el caso de las commodities, no son fijadores de precios, sino tomadores de éstos, por lo que no pueden trasladar el costo de los derechos de exportación al precio de la mercadería vendida, sin riesgo, o la seguridad, de que el adquirente opte por comprar a otro competidor.
Cuando el exportador es una persona distinta de la del productor, la aplicación de las “retenciones” generará, usualmente, que aquél realice una traslación “hacia atrás” Considerando la cadena de distribución, el exportador pagará al productor un menor precio con la finalidad de recomponer en alguna medida su margen de ganancia. Esto es lo que sucede con las exportaciones del sector agrícola de nuestro país y que influyera en el cambio legislativo operado a través de la reciente ley 26.351 de enero de 2008. Pero cuando el exportador es el propio productor, suele ser él quien absorbe la totalidad de la incidencia económica de los derechos de exportación.
De esta manera, el vendedor deberá resignar parte de su beneficio, ya que no puede hacer el traslado de los derechos de exportación al precio de venta al exterior, por ser el vendedor tomador de precios a los que se debe adaptar, como es el caso de los productos agrícolas. Así, si el margen de beneficios se redujera de tal forma que hiciera que el porcentaje fuera escaso en relación con el precio de venta, “…el incremento de los derechos de exportación podría devenir en la absorción sustancial del beneficio o, incluso en algunos casos, en la imposición sobre los propios ahorros del exportador. A primera vista y a la luz de la doctrina judicial de nuestro país pareciera que el tributo podría ser tachado de inconstitucional por confiscatorio.”[38]
6. Valoración final
En este análisis pretendimos dar un panorama estrictamente jurídico de la cuestión, sin entrar a considerar la oportunidad o conveniencia de las retenciones.
Aun cuando alguna parte de la doctrina entienda que el principio de legalidad se encuentra morigerado a la luz de los hechos y las necesidades que plantea el ejercicio del Poder Ejecutivo[39], considero que el principio de reserva de ley, especialmente en materia tributaria, debe ser mantenido a rajatabla, por lo que el art. 755 del Código Aduanero debería ser modificado, como así todas las disposiciones que en él encuentren su sustento.
En cuanto al principio de no confiscatoriedad, aun cuando debería ser respetado, su defensa en los estrados judiciales es una cuestión más complicada, ya que no es suficiente limitación de las imposiciones a un máximo del 33% -en parte es el criterio seguido por
Para cerrar, consideramos que el impuesto a las exportaciones constituye un expediente muy tentador para obtener divisas extras, por la facilidad de su recaudación y el monto que representa. Al mismo tiempo es un impuesto, que por las mismas razones expuestas, pueden provocar cierta rigidez al ser muy difícil su sustitución en el corto plazo. Por lo tanto, consideramos que se debería intentar llegar a los fines planteados –si es que realmente éstos se corresponden con lo declarado por los defensores de las medidas- por medios respetuosos de la norma fundamental de nuestro ordenamiento jurídico, a través de políticas agropecuarias integrales, y de instrumentos de política económica más eficientes para el sistema productivo, más beneficioso para los consumidores, y para alcanzar el máximo posible de redistribución de los beneficios extra.
- Juan Ignacio Miranda es abogado, alumno de
Fuente: Informe Integrar, Nº 50 – Agosto de 2008, Instituto de Integración Latinoamericana, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Nacional de La Plata
[1] GARCIA VIZCAINO, Catalina, DERECHO TRIBUTARIO. Consideraciones económicas y jurídicas, tomo I, parte general; Buenos Aires, Edit. Depalma, 1996; p. 67.
[2] GIULIANI FONROUGE, Carlos M., Derecho Financiero, 5ª edic.; Buenos Aires, Edit Depalma, 1993, volumen II, p. 883.
[3] BARREIRA, Enrique C., “El principio de legalidad y los derechos de exportación con motivo del establecimiento de un sistema variable de derechos de exportación por el Ministro de Economía” en Aduana News. http://www.aduananews.com/legalidad_derechos_exportacion.html
[4] Cód. Aduanero, art. 755: 1. En las condiciones previstas en este código y en las leyes que fueren aplicables, el Poder Ejecutivo podrá: a) gravar con derecho de exportación la exportación para consumo de mercadería que no estuviere gravada con este tributo; b) desgravar del derecho de exportación la exportación para consumo de mercadería gravada con este tributo; y c) modificar el derecho de exportación establecido...
[5] SANABRIA, Pablo D., “Las retenciones a la exportación ¿Un impuesto inconstitucional?”,
[6] SANABRIA, Pablo, ob.cit.
[7] Cfr. LINARES QUINTANA, Segundo V., citado por SANABRIA P., ob .cit.
[8] Cfr. GARCIA VIZCAINO, Catalina, ob. cit., p. 272.
[9] Ibidem
[10] Cfr. GARCIA VIZCAINO, Catalina, ob. cit.
[11] SANABRIA, Pablo, ob.cit.
[12] BADENI, Gregorio, citado por SANABRIA, Pablo, ob.cit.
[13] SANABRIA, Pablo, ob.cit.
[14] SANABRIA, Pablo, ob.cit.
[15] Fallos CS 326:4251.
[16] SANABRIA, Pablo, ob. cit.
[17] BIANCHI, Alberto, citado por SANABRIA, Pablo, ob.cit.
[18] Cfr. SANABRIA, Pablo, ob. cit.
[19] BADENI, Gregorio y Fallos CS 148:430; 269:393, citados por SANABRIA, Pablo, ob. cit.
[20] BIDART CAMPOS citado por SANABRIA, Pablo, ob.cit.
[21] Citado por SANABRIA, Pablo, ob. cit.
[22] Nº de Expediente 0985-D-200, Trámite Parlamentario 014 (27/03/2008) presentado por los diputados FERRO, Francisco José, LINARES, María Virginia y PEREZ, Adrián.
[23] Fallos CS 155:290.
[24] Fallos CS 148:430.
[25] Fallos CS 246:345 (
[26] Fallos CS 237:636 (
[27] Fallos CS 318:1154 (
[28] BIDART CAMPOS, citado por SANABRIA, Pablo, ob.cit.
[29] Fallos CS 326:4251.
[30] Fallos CS 309:3400.
[31] SPISSO, Rodolfo, citado por SANABRIA, Pablo, ob. cit.
[32] Fallos citado por GARCÍA VIZCAÍNO, Catalina, ob. cit., p. 274.
[33] Proyecto de ley Nº de Expediente 0985-D-2008; Trámite Parlamentario 014 (27/03/2008).
[34] Cfr. BARREIRA, Enrique C. ob. cit.
[35] SPISSO, Rodolfo, en su Derecho Constitucional Tributario, Buenos Aires, Depalma, 1991; p. 253, citado por BARREIRA, Enrique, ob cit., notas 19 y 20.
[36] Cfr. BARREIRA, Enrique, ob cit.
[37] BARREIRA, Enrique, ob. cit.
[38] BARREIRA, Enrique, ob cit.
[39] Así “En nuestro país, el principio se debilitó de modo de entender que la ley previa no fuera ley formal; v.gr., por las disposiciones de gobiernos de facto, decretos de necesidad y urgencia.” GARCÍA VIZCAÍNO, Catalina, ob. cit., p. 275.
[40] Fallos" 190-159; y Villegas, "Curso de Finanzas, Derecho Financiero y Tributario", 1993, p. 207.
[41] Resolución 125/2008, modificada por
[42] Fundamentos proyecto de ley 014 ob. cit. párr. 15.
Del mismo autor
- Constitucionalidad de los derechos de exportación 02/09/2008
- Pertenencia e integración 25/09/2007
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