Mundo multipolar emergente e imperio decadente:
Tendencias Geopolíticas en el 2008
28/10/2008
- Opinión
Ad-portas de finalizar el año 2008, las fuerzas mundiales se posicionan de diferentes modos tejiendo un nuevo panorama internacional.
De un lado, la mano invisible de un mercado en descalabro económico y financiero ha echado por tierra los evangelios del modelo neoliberal (1) mientras, por otra parte, la reacción política de la Federación Rusa ha pisado fuerte imponiéndose en los que considera sus territorios (2). La apoteósica olimpiada mundial y la puesta del primer chino en el espacio galáctico ensombrecida por la difusión de productos de consumo cotidiano peligrosos para los usuarios colocan la fresa en la gran torta del avance hegemónico de la República Popular China a lo que habría que añadir a los movimientos sociales sudamericanos reiterando la búsqueda soberana de sus destinos al ganar referendums constitucionales. Sudamérica se convierte en una de las regiones mas interesantes para el análisis político (3).Todos son indicadores de grandes cambios en la geopolítica planetaria.
La presencia de flotas rusas en el mar venezolano para realizar maniobras militares conjuntas y la venta de aviones chinos al país gobernado por Hugo Chávez a cambio de petróleo expresan las alianzas en la escena mundial ante los EEUU que tiende a concentrarse en Medio Oriente y Asia Central (Afganistán, Pakistán) perdiendo iniciativa en Georgia ante el coloso ruso, si bien activa su IV Flota en nuestros mares e intriga con los separatistas bolivianos y venezolanos para fraguar golpes de estado en contra de Morales y Chávez. En Ecuador, el presidente Correa desafía el statu quo buscando cambiar la estructura social y estatal con el apoyo de su pueblo.
Vienen las elecciones norteamericanas en Noviembre así como el referéndum en Venezuela, en un caso en una difícil situación económica y, en el otro, con un Chávez tejiendo lazos con países que el hegemón estadounidense declara conformantes del Eje del Mal, a los que añade sus vinculaciones con las potencias emergentes China Popular y Rusia.
Los cambios configuran un nuevo escenario para todos los países del mundo intercomunicados por un sistema profundo de redes que hoy están cuestionados a nivel planetario. La humanidad asiste perpleja al descalabro financiero cuando no quebrada económicamente mientras se derrumban las hegemonías y los paradigmas. Pareciera un gran parto, momentos de nacimiento de una sociedad que compromete a los habitantes del orbe. Es, pues, una etapa transicional.
Del paradigma privatizador al retorno del Estado
Si en 1929 se crackeó el sistema internacional, la posguerra guerra mundial (1945) trajo la demarcación de un escenario bipolar, removido con la caída del modelo soviético de construcción del socialismo entre 1985 y 1990, que dejó a los EEUU como gran potencia unipolar. El Consenso de Washington, que uniformizara al mundo desde 1990, hoy colapsa dejando su lado más descarnadamente neoliberal y probablemente asuma un sistema de proteccionismo estatal, el capitalismo de Estado que plantee a la población norteamericana un “New Deal”.
Lo hace en momentos de crisis del estado totalitario y de los estados-nación (4) y ante la quiebra financiera global, que lleva a que el gobierno estadounidense aplique una vieja receta proteccionista inyectando fuertes sumas al sistema financiero para reactivarlo y a la vez nacionaliza aquellas empresas que considera rentables. La opinión pública norteamericana se ha resistido a un salvataje que no involucre al pueblo quebrado sino sólo a la aristocracia bancaria, salvada, nada menos, que con el dinero de los contribuyentes.
Lo más importante es que en estos días de setiembre y octubre del 2008 se ha venido por los suelos el paradigma neoliberal que nos planteaba un mundo perfecto de gente feliz con un mercado regulándose solo no debiendo intervenir el estado en la economía (5). Tras veinte años de neoliberalismo descarnado, fetichización de la empresa privada y satanización del estado que ha negligido sus funciones de defensa de la instrucción, la salud, la alimentación y el trabajo, triunfa el sentido común. Sin embargo, la alternativa gubernamental estadounidense es desvirtuada por cuanto lo hace para salvar un sistema que ha demostrado a lo largo de los años su insensibilidad al estar animado por la ley de la ganancia y nunca por el afán de la gente. Se han constituido personas para el mercado y no un mercado para las personas, personas esclavizadas por la rueca del mercado y no un mercado acorde a las necesidades de la población. El gobierno estadounidense intenta el salvataje financiero para que la gente vuelva a tener confianza en el sistema e invierta en él. Pasa EEUU por un mal momento amenazado de recesión productiva, inflación, la temida stagflation. Vuelve el Estado al campo económico en momentos de debilidad del imperio norteamericano.
El imperio: débil y poderoso
Se siente frágil y por tanto se vuelve más peligroso, armado hasta los dientes contando con un presupuesto militar equivalente al 40% del total mundial y siendo quien vende el 50% del total de armas al mundo, lo que explica su talante militarista. Le siguen en la venta de armas Rusia, Alemania, Francia e Italia, haciendo de la guerra un negocio rentable y ganancioso. Difícil empresa la de la paz ya que se está globalizando un modo de industrialización y de guerra sin tapujos. El negocio de armamentos es muy fuerte reduciéndose desde el año 1990 al 2004 los presupuestos de ayuda al desarrollo los que se han quedado estancados en este período en $45,000 millones anuales, que es casi el equivalente a lo vendido en armas en el año 2000.
El imperio es débil y consciente de sus limitaciones de recursos naturales, los que compensa con la invasión militar. Tiene poder económico y a la vez la mayor deuda externa del mundo y un gigantesco deficit de su balanza de pagos y de sus cuentas corrientes (liquidez). Los costos de la guerra de Irak, las alzas y bajas del precio del barril de petróleo, el enfriamiento de la economía mundial, el incremento en las tasas de interés internacionales y el desmedido crecimiento del consumo y de las importaciones llevan a este déficit y a que la gran potencia hegemónica acabe sostenida por economías con la que compite pero que el fenómeno de globalización ata. Paradójicamente, a esta economía de lazos globales la sostienen nada menos que Japón y China Popular comprando los papeles de la deuda de EEUU.
Este año avanza con la imparable caída del dólar, lo que suscita las preocupaciones mundiales, ya que vivimos en una economía mayormente dolarizada. La baja del dólar es una de las vías para que el Tío Sam aminore sus deudas. Ocurre que el desenfrenado consumo de la gente de los EEUU lleva a increíbles deficits presupuestarios dado que el Estado como siempre gasta mucho más de lo que ingresa y así el déficit de cuentas corrientes- total de intercambios con el resto del mundo- genera desconfianza y es, según los expertos, causa de la debilidad del dólar, si bien un dólar bajo, depreciado, justo es lo que interesa a los EEUU ya que lo ayuda a financiar sus deficits y hace más atractiva la compra de activos de los EEUU por los inversionistas extranjeros, caso de los japoneses y chinos.
La “maquinita” estadounidense funciona para la fabricación artificial de dólares que le permiten subvencionar un presupuesto siempre en alza por los altos costos de la guerra. Al comprar Japón y China estos dólares y los papeles de la deuda externa impiden que estalle la inflación dentro de EEUU. Se exporta la crisis. En cambio, el euro que sube como espuma se convierte en un obstáculo para exportar desde la zona euro a la zona dólar y merma la economía europea. Paradójicamente, América Latina y el Perú, considerados como zona dólar, deberían ser favorecidos por la caída del dólar.
EEUU debe obtener del mundo nada menos que la friolera de 4 billones diarios de dólares: con la mitad financia las inversiones de sus ciudadanos en el exterior y con la otra mitad su deficit en cuenta corriente. Pero no puede seguir siendo financiado indefinidamente por las inversiones extranjeras ni vivir gastando eternamente más de lo que produce.
La recesión, la caída del dólar, la inflación internacional de los precios de productos alimenticios, las alzas y bajas del precio del barril del petróleo frente a un mercado volátil y unas bolsas de valores en caídas y alzas así como una profunda crisis inmobiliaria, son algunos de los indicadores de la crisis imperial, en un mundo tan interconectado, que sus crisis afectan al conjunto del sistema. Tal vez las hipotecas “subprime”( de alto riesgo por cuanto la toman gente no necesariamente con trabajo, con capacidad crediticia y a ciertas tasas de interés), hijas de una maniobra bancaria para captar liquidez fácilmente, al subir los intereses súbitamente ha condenado a sus usuarios a la calle devolviendo los bienes logrados.
Algunos dicen que es la peor desde 1929, otros la equiparan a ésta. George Soros sostiene que lo peor ya pasó mientras Alan Greenspan titubea en sus comparaciones con la crisis del 29. En los últimos tiempos han quebrado auditoras (Enron), bancos grandes ( Bearns, el grupo Carlyle, Lehman Brothers,etc), por lo que el gobierno estadounidense se ve obligado a inyectar 700,000 millones de dólares para salvar su estructura financiera nacionalizando algunas empresas financieras e inmobiliarias que considera rentables, cuando antes expidió bonos y préstamos que permitieran a las clases medias consumir y echar a andar el carro económico.
Esto revela que frente al desaceleramiento económico y la quiebra de inmobiliarias y otras empresas claves para el imperio, se desinfla la tesis de libre mercado y vuelve el proteccionismo. No hay, pues, tal libre mercado sino que el sistema es estatista en el fondo recurriendo al Estado en circunstancias de crisis.
Por otra parte, su desempleo no deja de ser alarmante ante un crecimiento insuficiente para eliminar el déficit laboral habiendo dos factores que amenazan la recuperación de los EEUU: los altos niveles de deuda de los hogares estadounidenses y los altos precios del petróleo.
Las crisis de la hora actual
A veinte años del Consenso de Washington y del fenómeno globalizador de corte neoliberal, en el marco de un clima de guerra y de colapso financiero, se juntan seis grandes crisis:
1. Crisis climática
2. Crisis energética (petróleo, gas) y de recursos naturales (agua entre ellos)
3. Crisis alimenticia, biocombustibles
4. Crisis financiera
5. Recesión e inflación
6. Crisis de valores
La unión de la crisis climática, energética, alimentaria, financiera, productiva y de valores amenazan la gobernabilidad del planeta, en lo que algunos llaman la decadencia de Occidente, considerando que este ha dirigido la dinámica mundial en los últimos tiempos, sin olvidar el poderío que fue China en el siglo XIX.
Tras la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio, ente de Naciones Unidas, existe la conciencia planetaria generalizada de que hay que avanzar a coordinaciones profundas para conformar bloques regionales que permitan incrementar la productividad y soportar los retos de apertura de mercados sin perder competitividad ni ser avasallados por las economías hegemónicas.
Por su parte, la crisis climática, producto del recalentamiento global, amenaza al mundo entero, habiéndose convertido como dice Oswaldo de Rivero (6), en la primera amenaza a la paz y seguridad mundiales. Un modelo de industrialización en base al petróleo erosiona la vida natural convirtiendo a EEUU en un gran contaminador así como China lo es también por su uso del carbón. Al haberse recalentado el planeta por acción humana producto de su sistema industrial, se ha generado un clima altamente cambiante así como fenómenos naturales centuplicados por nuestra actuación (tsunamis gigantescos, huracanes, tifones, maremotos, etc).
A lo dicho se une el clima de guerra en el que necesitan vivir los monopolios transnacionales para extraer petróleo y alimentar su industria armamentística. La guerra se convierte en una industria altamente rentable para un sector de productores como de políticos hegemónicos del imperio unipolar de la escena mundial contemporánea. Estamos, pues, ante el poder de los monopolios bélicos y petroleros.
Necesitado el sistema de descontaminar el ambiente, se ha optado por tomar la caña de azúcar, el maíz, la soja para fabricar combustibles. De este modo, se han restado áreas de alimentos a la población encareciéndoselos en momentos en que las potencias emergentes (China, India, Rusia) demandan una gran cantidad de los mismos. La productividad amengua, los precios suben enseñoreándose la inflación y recesión en el cuadro mundial de todos los países. Ya no se trata sólo de una merma de la productividad (recesión) sino de la vuelta a los precios altos (inflación).
Finalmente, el desarrollo capitalista informacional que une al mundo en base a sus redes virtuales ha deteriorado las normas y vida de los seres humanos al alejarlos entre sí, automatizándolos (internet, celulares), cosificando las relaciones, deshumanizándolas, volviéndolas altamente individualistas y consumistas. El consumo es un estilo de vivir incentivado por la propaganda y publicidad, en gran parte una ficción, una burbuja de seres humanos presos de marcas y modas. Deshumanización, individualismo, consumismo frenético, realismo, presentismo, pragmatismo forman parte de nuevos sentidos de la vida, crisis de valores y desviaciones que echan por la borda los viejos valores y traen nuevos debiendo nosotros incentivar la ética, la sana convivencia, la solidaridad, la calidad total( no la de los monopolios sino la superación de las personas para su realización personal y colectiva), los planes estratégicos en un clima de libertad pero también de igualdad y fraternidad.
Tendencias epocales
En nuestra época, el tiempo político vuela raudo acelerándose todos los procesos configurados desde la pasada década de los 60 en lo tocante a la política, economía, sociedad, cultura, género y ecología. No sólo fueron años en que las colonias y semicolonias se liberaron de los países colonizadores (casos asiático y africano) sino que se abrieron las compuertas a tendencias que marcaron el inicio del siglo XXI. Al respecto, Castells nos dice que “Un nuevo mundo está tomando forma en este fin de milenio. Se originó en la coincidencia histórica, hacia finales de los años sesenta y mediados de los setenta, de tres procesos independientes: la revolución de la tecnología de la información; la crisis económica tanto del capitalismo como del estatismo y sus reestructuraciones subsiguientes; y el florecimiento de movimientos sociales y culturales, como el antiautoritarismo, la defensa de los derechos humanos, el feminismo y el ecologismo. La interacción de estos procesos y las reacciones que desencadenaron crearon una nueva estructura social dominante, la sociedad red; una nueva economía, la economía informacional/global; y una nueva cultura, la cultura de la virtualidad real. La lógica inserta en esta economía, esta sociedad y esta cultura subyace en la acción social y las instituciones de un mundo interdependiente” (7).
Elevada al máximo grado la revolución de la tecnología de la información (no hay que olvidar que las computadoras y los chips datan de los años 60) y en auge el movimiento antiautoritario y antipatriarcal, la defensa de los derechos humanos, el feminismo, el ecologismo así como la tolerancia y el respeto a las civilizaciones y etnias, todas ellas se han convertido en líneas de acción crecientes que irán consolidándose en el futuro. Pese a ello, en el 2008 pareciera haber una regresión al respecto, si consideramos el autoritarismo antinatural y el belicismo reinante desde inicios del siglo XXI impuesto por la administración gubernamental estadounidense como de la propia Unión Europea (ley del retorno a los inmigrantes ilegales, la xenofobia), el desempleo en grande, la paralización de la producción y el retorno a la inflación.
Es que desde el siglo XXI se han hecho acuciantes las necesidades imperiales de recursos claves para su supervivencia: petróleo, gas y agua, lo que explica las aventuras militaristas actuales y las que estarían por venir. Los propios analistas del Pentágono vislumbran que una tercera conflagración mundial será por agua y dan poco futuro a las naciones andinas aduciendo que Ecuador, Perú y Bolivia no han superado sus problemas ancestrales durante el periodo republicano.
La economía se ha militarizado polarizándose el mundo. Vuelven las relaciones autoritarias y se impone la lógica excluyente de los grandes monopolios como el temor del pequeño farmer y de las clases medias, redundando en la destrucción del medio ambiente con la consiguiente venganza de la propia naturaleza al devolver a la especie humana que la castiga, vendavales que amenazan con la supervivencia de la humanidad.
La última Cumbre del Clima ha hecho evidente la conciencia generalizada de que el planeta puede ir a la extinción de sus recursos naturales y por tanto a su destrucción debido a un tipo de industrialización que no gira en torno a las necesidades del ser humano sino a las necesidades de competencia y de ganancia.
Nuestro siglo se ha iniciado con la violencia que caracterizó al siglo anterior (recordar las dos guerras mundiales). Irak, su ocupación militar, sus elecciones internas y los interminables atentados; Palestina, los reintentos de paz con Israel mientras este país desarrolla una política genocida hacia los palestinos; la locura fundamentalista de crear un eje del mal que tensa la vida planetaria configurándose nudos gordianos en los que pueden estallar guerras regionales, locales o internacionales (Siria, Irán, Libia, Irak; Corea del Norte; Cuba). Ante las elecciones en EEUU en noviembre próximo, el gobierno estadounidense tiende a “obamizarse” reduciendo el grado de radicalidad de su gestión invasora y militarista ante el repudio de su propia opinión pública y la internacional que no están de cuerdo con la guerra en Irak, el genocidio de Israel en Palestina, la posible incursión militar en Irán. EEUU cede y plantea que ya Siria no es enemiga, que Corea del Norte, si deja sus iniciativas nucleares, saldrá del eje del mal. Lo mismo con Irán, si bien la Espada de Damocles pende sobre estos países.
Por otro lado, se ha paralizado la aprobación de una constitución común en la Unión Europea ante votaciones contrarias. Los avances logrados en la V Cumbre ALC-UE en Lima (8) sufren un retroceso con la promulgación europea de la ley del retorno de los inmigrantes ilegales, dictamen repudiado por Latinoamérica.
El Perú prepara para Noviembre el Foro de APEC que congregará a las economías más poderosas del planeta, todas ubicadas en la cuenca del Océano Pacífico. El Pacífico Asiático se consolida como eje geopolítico mientras los productos chinos entran a raudales en todos los mercados. Sudamérica relanza la UNASUR (Unidad de Naciones Sudamericanas) como el quinto polo productivo mundial, el que de inmediato, por iniciativa brasileña, busca crear un Comando de Defensa y Seguridad Sudamericana respondiendo el imperio con el relanzamiento de la IV Flota que supervisará a nuestra región. Brasil, a la vanguardia del UNASUR, ha planteado crear un fondo que salvaguarde la amazonía ante las amenazas imperiales de hacer de la amazonía una propiedad de la humanidad.
Rasgos de la globalización neoliberal
El mundo está cada vez más integrado, en parte producto de las relaciones virtuales como de un frondoso comercio internacional que une a todos los pueblos. Nunca el ser humano ha sido más hijo del planeta gozando del beneficio de estas interrelaciones así como sufriendo con las alteraciones del mercado y las inclemencias del clima. Pero a su vez, la globalización neoliberal no sólo no ha logrado barrer las fronteras nacionales uniformizándolas ni eliminado las culturas vernaculares, pese a sus esfuerzos por estandarizar el mundo sino que pareciera que asistimos a un resurgir del nacionalismo y en nuestro continente al renacimiento del indianismo, de movimientos indígenas hartos de la no resolución de sus problemas ancestrales de supervivencia. Se fortalecen las identidades nativas en el contexto de una identidad global. Globalización, glocalización y movimientos autóctonos marcan a Sudamérica en esta era revelando que no son antitéticas sino que pueden convivir.
Nunca como ahora se puede hablar de un tiempo universal, es decir, para todos es el mismo tiempo. Hay un tiempo y un espacio universales para todos los habitantes del mundo. El tiempo es uno solo y “se caracteriza por la profunda comunicación entre todos los países: se trata de la omnipresente globalización, concepto esquivo pero que está presente en el lenguaje contemporáneo de los debates intelectuales. Como señala Víctor Flores Olea (1999), la globalización, más que un concepto rígidamente definido, alude a una cierta visión del mundo. Al interior del proceso globalizador los fenómenos, no sólo económicos, también políticos y culturales (Giddens 2000), que aparecen al interior de determinadas fronteras nacionales, rápidamente rompen esos marcos para repercutir, de manera inmediata, en otras sociedades. Por esta peculiaridad, Alberto Melucci prefiere hablar de “planetarización”, porque este término “indica que el sistema ya encontró sus límites, sus fronteras; es decir, que ya no hay espacio ni tiempo fuera del planeta. Ya no hay espacio porque el sistema se tranformó en un solo espacio planetario, donde los problemas que pueden surgir en lugares específicos tienen una interdependencia global y un efecto sobre el resto del sistema (Melucci 1996: 294)” (9).
Los franceses, entre ellos Fernando Braudel, prefieren hablar de “mundialización” al referirse al fenómeno integrador incidiendo en los modos de vida, las culturas que se interrelacionan mientras por el lado de la economía Oscar Ugarteche nos dice que la globalización sería “ el libre movimiento de bienes, capitales y personas con información en tiempo real”(10) y algunos economistas hablan también de mundialización refiriéndose a la tendencia a “construir una economía mundial integrada, en la que la circulación de bienes y servicios, capitales y personas no enfrenten barrera alguna por medidas administrativo-políticas de los gobiernos o de corporaciones empresariales, y por tanto funcione como una megaunidad económica en la que las fronteras nacionales sean irrelevantes para los efectos de las decisiones de los agentes económicos y de la competencia entre ellos”(11).
Ulrich Beck establece distinciones entre globalismo, globalización y globalidad planteando que globalismo sería el discurso legitimador del neoliberalismo, globalización sería el conjunto de procesos constituyentes de la globalidad que es la articulación mundial de la vida social y personal más allá de lo nacional-estatal (12).
Estas interconexiones del mundo que hacen de él una sólida unidad, llevan a hacer más pequeño el mundo (la propia idea paradójica de aldea global lo ratifica)(13) y a la vez más grande el mundo de las personas. Todo se acorta, se hace de uno y cada uno de nosotros nos hacemos más universales, más hijos del planeta.
La economía de mercado reposando en sus ciencias más conspicuas (informática, cibernética, robótica, biogenética) ha internacionalizado sus leyes llevando al mundo a una partición Norte-Sur (ricos-pobres). Para algunos, ésta puede ser la contradicción principal que acelera la velocidad planetaria mientras para otros la contradicción principal que maniata el desarrollo mundial es la globalización (la quinta en la historia de la humanidad) de corte neoliberal que sujeta a la especie humana al mercado y a marcos civilizatorios, una globalización a las buenas o a las malas, por la fuerza de las leyes del mercado o por la razón de la fuerza bruta, sin colectivizar la prosperidad y el desarrollo, aquello que Naciones Unidas ya no define en términos de dólares per capita sino de bienestar y calidad de vida como de realización a plenitud. Para NNUUU, las utopías de esta hora pasan por la profundización de la democracia como por la extensión del desarrollo.
A 20 años de la hegemonía del Consenso de Washington y de la globalización del mercado neoliberal, el mundo no parece ser más próspero y además está muy polarizado. La globalización neoliberal que EEUU encabeza con sus 500 megaempresas y su ejército traban el avance industrial, comercial, cultural y civilizatorio de los pueblos del mundo preocupados por el poder desenfrenado de EEUU que rompe con las tendencias internacionales al multilateralismo avanzando de acuerdo a sus carencias, urgencias y apetencias.
El carácter imperial de los EEUU
Pero este carácter unitario e integrador del sistema hegemónico, sólo nos da las características comúnmente llamadas como globalización, olvidando que estamos frente a la esencia imperial del nuevo país hegemón: los EEUU. Debemos recordar que uno de los argumentos centrales sobre el imperialismo, sobre todo de parte del pensamiento marxista, ha sido la existencia de “una relación intrínseca entre el capitalismo y la expansión y que la expansión capitalista inevitablemente adquiere la forma política del imperialismo. El propio Marx escribió muy poco sobre el imperialismo, pero sus análisis de la expansión capitalista son esenciales para toda la tradición de la crítica. Lo que Marx explicó con claridad es que el capital opera constantemente a través de una reconfiguración de las fronteras entre lo interior y lo exterior. En realidad, el capital no funciona dentro de los confines de un territorio fijo y una población fija, sino que siempre sobrevuela sus límites e incorpora nuevos espacios en su interior” (14).
En la propia noción del capital radica la tendencia a crear el mercado mundial, presentándose todo límite o frontera como una barrera a ser superada. De hecho, la expansión constante será una característica esencial al capital y su dinámica de realización como de desigual relación con el proletariado. En general, la plusvalía obtenida por la clase capitalista requiere de un mercado adecuado a fin de poder realizarse y ello obliga al capital a expandir permanentemente su esfera de acción hacia el exterior descubriendo nuevos mercados no capitalistas, a los que integra no siempre por la vía pacífica.
El capital requerirá cada vez con mayor intensidad, de disponer plenamente de la totalidad del globo terráqueo. La adquisición de capital variable adicional, la contratación de nueva fuerza laboral y la creación de proletarios, implica un imperialismo capitalista abriéndose permanentemente los procesos de acumulación primitiva y por tanto capitalizándose el mundo no capitalista. No sólo debe el capital de apropiarse de las riquezas de las sociedades no capitalistas sino que debe transformarlas realmente en sociedades capitalistas exportando el capital con la finalidad de producir plusvalía en el exterior y así, trasladar hacia otros países, en la mayoría de los casos, las contradicciones surgidas al interior de las potencias preservando el orden interno y la propia soberanía.
El paso del imperialismo al imperio se da porque el viejo imperialismo se basaba en fronteras fijas, estados-nación y en la distinción entre lo interior y lo exterior, colocándose una camisa de fuerza al capital ya que las fronteras nacionales actuaban como obstáculos para la realización del capital y su mercado mundial. Por ello es que el proceso globalizador actual ha pasado por encima de las fronteras legitimando a partir del Consenso de Washington un solo mercado, un solo mundo, un mercado—mundo, en el mejor sentido capitalista desde siempre, admitiendo que los capitales no tienen patria ni nación sino sólo un mundo amplio, ancho, si bien ajeno.
EEUU ha reestablecido su destino imperial apertrechado con el mayor desarrollo tecnológico de todos los tiempos, su talante invasor militarista y una base social compuesta por industriales, empresarios, petroleros y operadores militares. Se ha lanzado a reconfigurar el mundo del modo más dramático de los últimos tiempos copándolo militarmente ante la conciencia de sus limitaciones (falta de energéticos, déficit económico).
De Irak no saldrá fácilmente porque se juega su supervivencia. EEUU tiene petróleo para unos 18 años mientras Irak lo tiene por ochenta años más. A falta de agua potable, requiere de Sudamérica la que en sus cuencas del Amazonas, Altiplano, Orinoco, La Plata y el acuífero del Guaraní tiene los reservorios más importantes del planeta.
Petróleo, gas y agua en la escena mundial
El modelo de industrialización en base a petróleo explica las invasiones que el país hegemón (EEUU) realiza en esa región, pese a la oposición de las Naciones Unidas y de la propia opinión pública norteamericana. El mundo sabe ahora que la invasión a Irak tuvo como causa real un Irak con petróleo por 83 años y un EEUU con sólo18 años más de producción energética. La potencia del norte no podría sobrevivir mucho más como potencia con tan baja cantidad de petróleo. Si hacia fines de posguerra, producía las 2/3 partes del petróleo mundial, en la actualidad es el primer importador, consume el 26% del petróleo planetario generando sólo el 10% del petróleo total y sus reservas representan apenas el 2.9% del monto total internacional. Persiste, pues, el problema imperial de escasez de petróleo para sus industrias y el consumismo frenético de los habitantes del país del Tío Sam.
Su uso indiscriminado destruye el medio ambiente y sobrecarga las tempestades sobre la especie humana generando un gran cambio climático. La paz y seguridad internacionales tienen hoy como principal amenaza el calentamiento global del planeta.
El agua potable retrocede, lo que según informes del Pentágono no sólo será causa de futuras conflagraciones mundiales sino que se concentra en nuestro continente, rico por su gran biodiversidad. Cerca del 25% del agua potable planetario se encuentra en la Cuenca del Amazonas como en la Cuenca del Altiplano, en la Cuenca del Orinoco, De la Plata y el acuífero del Guaraní. Ello convierte a América Latina en una región importante por su tenencia de petróleo (Venezuela), gas (Bolivia), agua y biodiversidad (Perú).
Hay en juego mercados, petróleo, gas y escasez de agua en un futuro no muy lejano, así como políticas económicas, intereses nacionales, ideologías y civilizaciones en pugna.
La civilización occidental y cristiana se mantiene a la vanguardia, no necesariamente por el expediente de la paz ya que comúnmente recurre a la razón de la fuerza militar para hacer prevalecer sus puntos de vista. Es un artilugio expansivo y avasallador ante el cual las alas recalcitrantes de la civilización musulmana estallan mientras otras civilizaciones se mantienen en sus espacios geográficos. Cada una es un conglomerado continental unido por una religión y creencias sobre el porvenir (15).
El nuevo alineamiento de potencias en la escena mundial
El mundo asiste, pues, al descalabro financiero que arrastra devaluaciones del dólar, alzas y bajas en el precio del barril del petróleo, el retorno de la inflación de precios y la recesión del terreno productivo.
Ya no hay más Acuerdo de Yalta de 1945 ni consensos mínimos ni negociaciones. Así y todo, el cuadro del 2008 se parece al de posguerra. Persiste sin resolver el drama judío-palestino. Israel desarrolla un abierto genocidio contra los palestinos estimulando en la práctica un conflicto mayor que se esconde en pretextos antisemíticos. Hoy como ayer, se mantiene la importancia estratégica del petróleo así como el debate sobre la configuración y rol del Medio Oriente.
La conflictividad del Medio Oriente lo sindica como uno de los nudos gordianos que tensa la geopolítica mundial por su ubicación geográfica entre Europa y Asia como por su riqueza energética, generando avidez en las potencias hegemónicas.
Otros países, como China, han emergido sin recalentar su economía, pese a su crecimiento continuo de un 10% en la última década, una India con un crecimiento sostenido de 7% al igual que la Federación Rusa. Son las nuevas potencias emergentes ante un imperio que en plena ola del multilateralismo, prefirió andar solo, el camino unilateral sometiendo el mundo a sus apetencias, haciendo y deshaciendo todo.
Lo paradójico es que la hegemonía unipolar de EEUU y su carácter militarista, tiene como correlato material su crisis financiera y productiva, colocándolo en una situación delicada. Es fuerte y débil a la vez. Además, como nunca en la situación mundial, se unen la crisis climática, la crisis energética y de recursos naturales, la crisis de producción (recesión), la crisis alimenticia y de alza de precios.
El esquema geopolítico alinea de un lado a los EEUU como una potencia que se ha manejado unilateralmente frente al multilateralismo proclamado por Naciones Unidas. Ello define su carácter de imperio actual , diferente al viejo imperialismo que se movía en medio de los estados-nación mientras que el imperio, hijo del fenómeno de la globalización actual, busca borrar las fronteras nacionales, los estados-nación para crear una sola hegemonía con sus 500 empresas, su ejército y sus propuestas de Tratados de Libre Comercio. De otro lado figuran las potencias emergentes que le dan un tono multipolar a la escena geopolítica contemporánea. Nos referimos a la nueva alianza entre China Popular, Rusia, La India, Brasil (con siglas BRIC), países que son los que más han crecido en los últimos años.
La Unión Europea es otro polo importante de la escena mundial. Rusia la abastece de petróleo y gas manteniendo relaciones con los EEUU para otros fines comerciales. Su economía empieza a paralizarse y a inflarse los precios. El Japón y los países del sudeste asiático son un referente importante así como el Medio Oriente y los emiratos árabes. Entre los países del Sur, América Meridional es un polo que no puede dejarse de considerar en el tablero internacional así como América Central quedando relegada África al cuarto mundo mientras se afirma la importancia de la Cuenca del Pacífico y el ascenso del Pacífico asiático como socios prioritarios en la economía global y la sociedad-red.
Vuelve el imperio ruso
En estos días, la invasión rusa sobre su vecina Georgia, aliada de los EEUU y estando en juego los ductos petroleros y gasíferos que cruzan el Mar Caspio, el Mar Negro y la zona limítrofe a Rusia, reeditan viejos enfrentamientos. Rusia ha respondido militarmente al cerco que en los últimos años ha estado ejerciendo los EEUU en los países vecinos que antes formaron parte de la extinguida URSS. Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán, la misma Georgia, Turquía y otras orbitan en torno al imperio estadounidense. El Mar Caspio es el espacio que se convierte en el liberador moderno de estas repúblicas. Contando con petróleo y gas de gran calidad, los países que colindan con este mar, han logrado en estos años una época de bonanza económica y de fuertes negociaciones geopolíticas. El Mar Caspio tiene capacidad para proveer a Europa un 20% de petróleo. De allí, que tras independizarse de la vieja URSS, estos países entraron en negociaciones con los EEUU, quien desde el comienzo les brindó inversiones, asesoría militar en el indiscutido intento de cercar a Rusia y debilitarlo más en aquellos años 90 en que se desintegraba la URSS y la nueva Federación Rusa atravesaba por graves problemas.
Es ante la agresión georgiana al poblado de Osetia del Sur (de población mayormente rusa) que Rusia interviene cortando Georgia en dos. Para algunos es una reedición de la Guerra Fría y para otros la resurrección del viejo sistema de potencias que definió los equilibrios estratégicos de Europa, desde el final de las guerras napoleónicas en 1815 hasta la Segunda Guerra Mundial. Estaríamos, pues, despidiendo a la vieja bipolaridad Este-Oeste y entrando a una época de consolidación de una serie de Estados o uniones de Estados los que competirían entre sí sin fijar alianzas permanentes buscando lograr sus intereses nacionales y alcanzar posiciones hegemónicas. Volveríamos a un juego de potencias pero esta vez a escala global (16).
De hecho, vuelve con fuerza la Federación Rusa a la escena mundial tras casi dos décadas en que venida a menos, tras los procesos de perestroika y glasnot con Gorbachov a la cabeza, se derrumbara el modelo soviético de construir el socialismo. Ha pasado por momentos de redefinición económica, de crisis y debilidades para hoy constituirse en un modelo con un 7% de crecimiento anual y un singular poderío bélico. No sería una reedición de la Guerra Fría porque no hay una contraposición capitalismo-socialismo, como la que se diera tras la segunda guerra mundial. No hay signos ideológicos contrapuestos. Se trata de una lucha por los mercados y los territorios, defensa de áreas de influencia y de países vecinos.
Hacia un nuevo sistema mundial de naciones
Naciones Unidas, nacida tras la segunda guerra mundial, lo fue por acuerdo de los países ganadores de esta contienda, convirtiéndose en una entidad que resguardara la paz y la seguridad internacionales en un mundo bipolar. Pero roto el equilibrio del mundo bipolar y ante la arremetida belicista que invade países, NNUU es sobrepasado y se transparenta su debilidad frente a una nueva situación, que requiere de otro ordenamiento internacional.
En el nuevo sistema mundial configurado en los últimos veinte años, un mundo sin contrapesos, unipolar, EEUU se afianza sea por la copación de los mercados mundiales con sus megaempresas, sea por los TLC asimétricos con economías diversas, sea por la vía militar.
Al no haber consensos para que NNUU administre y equilibre la paz y la seguridad mundiales, EEUU ha hecho y deshecho sin contrapesos adecuando el ajedrez internacional a su carencia de recursos y apetencias demostrando su gobierno actual que no está dispuesto a hacer la menor concesión al resto de la humanidad al ver agotadas las bases materiales que aseguran su dominación. Está en juego su superioridad económica así como su fuerza moral y civilizatoria, mientras por otro lado emergen las nuevas potencias (China, La India, Rusia, Brasil) que no han dejado de crecer en los últimos años invadiendo el mundo con productos baratos por los bajos costos de su mano de obra.
Pareciera que hemos pasado de la bipolaridad de posguerra (1945) a la unipolaridad de 1990 para ingresar en estos años a un mundo multipolar. La vida de los actores sociales del planeta ha sido absorbida por la lógica del mercado y no por un mercado hecho a la medida de las necesidades humanas. El sistema requiere de ciudadanos para el mercado cuando en realidad se requiere de un mercado acorde a las necesidades humanas.
En este cuadro, Naciones Unidas ha lanzado su Plan “Metas para el Milenio” buscando eliminar entre otras cosas las disparidades sociales en el mundo, la pobreza, las exclusiones y las discriminaciones.
Frente a las categorías del mercado que enarbola la globalización neoliberal, Naciones Unidas enarbola los postulados de desarrollo que acentúan el bienestar, la calidad de vida, realización integral del individuo y la felicidad así como la democracia que incluye las banderas de libertad, igualdad, fraternidad y la noción de ciudadanía y desarrollo como nuevas utopías societales (17). Frente al FMI, BM, organismos internacional-financieros del Tratado de Yalta, NNUU intenta regular la convivencia humana con la OMC, UNESCO, la OIT, Corte Penal Internacional, el Foro Climático.
Avanza la conciencia ecológica
En el mundo existe una alta conciencia de la finitud de los recursos naturales y la labor depredadora de un modo de industrializar, de explotar la naturaleza y del consumismo frente a una tendencia que busca regresar a la comunión con nuestra aliada, la naturaleza. Los gases industriales recalientan la atmósfera alterando los climas, aumenta la desertificación así como las mareas (tifones, tornados). Es el lobo comiéndose a los otros lobos y la triste constatación que, fuera de toda lógica, la especie humana es la única especie viva capaz de autodestruirse, cosa que no hace ningún animal respetando el ciclo de la vida.
Por ello el Protocolo de Kioto y su puesta en marcha desde el 16 de febrero del 2005 llena al planeta de esperanzas. Frente a ella, la administración estadounidense y la industrialización vigente se yerguen como las enemigas de la humanidad. Les interesa su hegemonía aun a costa de destruir el ecosistema y el planeta. Pese a que EEUU es el causante del 26% de la emisión mundial de gases causantes del efecto invernadero, se niega a reducirla. Los últimos tornados, inundaciones, huracanes que han asolado al país del Tío Sam no lo hacen retroceder, si bien ya Rusia, China, Japón y otras potencias han firmado los acuerdos de Kioto contándose el Perú no sólo entre los países firmantes sino entre los más afectados: aceleración de los períodos del Niño y la desglaciación de los Andes como consecuencia del calentamiento global lo que nos llevará a un cambio de nuestra flora y fauna en un futuro no muy lejano.
Las catástrofes se han multiplicado y han decuplicado su fuerza producto de la erosión de la naturaleza. El cambio climático se está produciendo más rápido de lo esperado, lo que debe llevar a la humanidad a actuar de inmediato para protegerse y de paso a las especies vivientes porque es el planeta el que está en peligro.
El viento viene del Este: un mundo multipolar
Las estadísticas nos dicen que los países que más crecieron en el año que se fue han sido China Popular, La India y Rusia. Es decir, el viento viene del Este.
China Popular no ha dejado de crecer a un promedio de 9% al año invadiendo con sus productos el mercado mundial. Por ahora parece sólo interesada en avanzar arrolladoramente en el plano de la exportación y de que cunda la conciencia mundial de la importancia estratégica de la Cuenca del Pacífico y del Asia Pacífico. El presidente de China Popular se ha paseado en persona por América Latina otorgando empréstitos a Brasil y Argentina y será invitado especial del Perú en noviembre de este año durante el foro de APEC. Hu Jing Tao firma convenios con nuestros países y entusiasma con aperturas al idioma chino y el estudio de su vieja civilización. Las Olimpiadas han sido un buen modo de mostrar toda su grandeza al mundo que observa asombrado sus adelantos.
No ha llegado aun la hora de mover su ejército. Ese día, como decía Napoleón, temblará el planeta. Por ahora negocia en una sola mesa con los EEUU, Rusia, Japón y Corea del Sur el caso del armamento nuclear en Corea del Norte. Pero es China quien apadrina a Pyongyang, por lo que EEUU no puede meterse a fondo con Corea del Norte, pese a las arremetidas verbales de la Secretaria de Estado Condoleeza Rice consciente de las implicancias de conflagración mundial de una posible invasión.
China y La India son dos aliados temibles. La India (con un crecimiento de 7%) será otro de los países que en un futuro no muy lejano hará remecer la coyuntura mercantil cuando salga abiertamente al mundo. Estas culturas milenarias tienen no sólo fuerza productiva sino fuerza poblacional (suman juntos 2,600 millones de habitantes), lo que los convierte en un tremendo mercado mundial).
China ha mantenido su crecimiento en los últimos 10 años con tasas de crecimiento espectaculares bajando su tasa de interés bancario para evitar el recalentamiento de su economía, asunto que llevó que se replegaran las cotizaciones del petróleo y a que se recuperara el dólar en algún momento.
La Federación Rusa es otro país que ha mantenido un crecimiento de 7% en los últimos años al igual que La India. Ya dejó la crisis económica de los años 90 y hoy se mantiene como una economía en franco crecimiento y si bien no es la principal potencia económica, tiene petróleo y gas, que dota a los países europeos, restándole posibilidades a los EEUU, que pierden así a sus viejos aliados europeos. No sólo tiene petróleo en gran cantidad convirtiéndose en uno de los emporios petroleros del planeta sino que tiene a la gran empresa proveedora de gas del mundo, GAZPROM, con gigantescas inversiones en Oriente y Europa, parte de la geopolítica de dominación de Rusia.
La colocación por parte de EEUU de un escudo antimisiles encima de la República de Polonia (antigua aliada de Rusia) es sentida como una amenaza por los rusos, los que no aceptarán por ninguna razón ser cercados por los EEUU. La actual invasión rusa sobre Georgia (partidaria de EEUU y vecina de la Federación Rusa) y la partición de su territorio aislando a Osetia del Sur y Abjasia, puede estar ejemplificando un nuevo capítulo de vida del imperio ruso en un cuadro diferente al de 1945 por cuanto hoy Rusia y China Popular son aliadas, mantienen negocios conjuntos y alianzas defensistas frente al militarismo estadounidense.
La Unión Europea y el Japón, economías que representan casi el 35% de la producción mundial, han desacelerado últimamente su ritmo de crecimiento, tal vez por el comportamiento de las exportaciones, sector que estaría perdiendo competitividad debido a los altos precios del petróleo y el fortalecimiento del euro frente al dólar. Japón, a su vez, ha crecido poco por las menores exportaciones y la reducción en los gastos de capital.
En su conjunto, el mundo está alterado. Los precios del petróleo van de bandazo en bandazo. Echémosle la culpa a la guerra de Irak, a los atentados contra los oleoductos, a la demanda y consumo, a los riesgos propios de la guerra, a la sobreproducción en Arabia que pasa por momentos de alta ganancia con el encarecimiento del barril. Los jeques árabes se han manifestado a favor de estimular la sobreproducción de barriles de petróleo a fin de abaratar el precio del mismo.
No olvidemos que EEUU es el primer demandante de energía petrolera a nivel mundial dado su tipo de industrialización, su tecnificación y sus hábitos de vida que reposan en gran medida en este producto.
Hacia una globalización de todos para todos
Este será un año en el que seguirán enfrentados el fundamentalismo musulmán, no el mundo musulmán que en su conjunto es pacífico sino sus alas recalcitrantes con el fundamentalismo presbiteriano de los halcones republicanos, mundo de locos fundamentalismos en la conducción del planeta. Pero también mundo de ejes civilizatorios enfrentados, pese a que NNUU llama a la convivencia, la fraternidad, a la tolerancia, la coexistencia pacífica.
Mundo de terrorismo internacional, de crimen internacional, de cadenas productivas armamentísticas, mundo de militarismo, mundo de crimen organizado pero mundo a su vez de multilateralismo, de conformación de grandes bloques regionales que compiten abiertamente en el mercado mundial. Escenario de lucha por los derechos humanos, la mayor igualdad de derechos de hombres y mujeres, de apertura a la tolerancia y de una mayor conciencia ecológica.
Mundo en el que el libre comercio que implica la transparencia para competir con total libertad ha sido quebrado por Japón, la UE y los EEUU al subsidiar sus productos rompiendo así con las reglas básicas del mercado y adjudicando al Estado un rol protector, el que curiosamente siempre criticaron los liberales y mucho más los neoliberales actuales.
Globalización que ha buscado la estandarización del mundo al estilo del american way of life sin poder evitar la lucha por las reivindicaciones nacionales, la insurgencia de lo vernacular, lo propio, las tradiciones, lo nacional. El caso sudamericano, el reciente triunfo en el referéndum revocatorio de Evo Morales en Bolivia así como el triunfo de Correa en Ecuador son señales claras así como las insurgencias frente al imperio de parte de Venezuela , países todos andinos y antisistema mientras que los socialistas Lula, Bachelet, Kirshner aparecen más condescendientes con el mercado.
Los pueblos apelan a una globalización no sólo desde los EEUU sino globalización de todas las civilizaciones y marcos identitarios, globalización desde abajo y desde arriba, globalización que convenga a todos por igual y no sólo a unas cuantas empresas y a un solo Estado.
- Eduardo Arroyo es analista político, Lima-Perú.
Bibliografía:
1. Ramonet Ignace, “El fin de una era del capitalismo financiero. La crisis del siglo”. Le Monde Diplomatique, setiembre del 2008.
2. Wallerstein Immanuel, “Nuevo orden geopolítico mundial: fin del acto primero”. Diario mexicano LA JORNADA, setiembre del 2008
3. Chomsky Noam, “ VII Social Summit for the Latin American and Caribbean Unity”. Source: Z Communications, 1 de octubre de 2008
4. Drucker Peter, “La gerencia en la sociedad futura”. Tercera parte, “La economía global y el Estado-nación”, páginas 175-193. Editorial Norma S.A., Colombia, 2002.
Ohmae Kenichi, “El próximo escenario global. Desafíos y oportunidades en un mundo sin fronteras”. Páginas 107-135. Editorial Norma S.A., Colombia, 2005.
5. Fukuyama Francis, “El fin de la historia y el último hombre”. Ediciones Planeta, 1992.
6. De Rivero Oswaldo, “Cambio climático en el planeta. La nueva amenaza a la paz y seguridad internacionales”. Le Monde Diplomatique edición peruana, Nº 3, julio del 2007, páginas 11-13.
7. Castells Manuel, “La era de la información. Economía, sociedad y cultura”.Volumen 3, Fin de milenio. Alianza Editorial, Madrid, 1997, páginas 369-370.
8. Arroyo Eduardo, “De la Cumbre de Viena a la Cumbre de Lima”.
Le Monde Diplomatique edición peruana, Nº 3, julio del 2007.
9. Gonzales Osmar, Makowski Sara, Toto Mario Constantino, “Frágiles suturas. Individuo y comunidad en la globalización”. Biblioteca Nacional del Perú, Lima-Perú, 2004, página 5.
10. Ugarteche Oscar, “La arqueología de la modernidad”. DESCO, 1998. Lima-Perú, capítulo 3, página 101.
11. Gonzales Osmar et al, ob. ant. cit., página 5.
12. Beck Ulrich, “¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización”. Paidós, Barcelona, 1998.
13. Mcluhan Marshall, “La Galaxia Gutenberg: la creación del hombre tipográfico”.
Ediciones Aguilar, Madrid, 1969.
“Guerra y paz en la aldea global”.Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo. Editorial Planeta, coedición mexicana, 1986.
14. Hardt Michael y Negri Antonio, “Imperio”. Ediciones Paidós, 2002, capítulo 10, página 209- 218.
15. Huntington Samuel E, “El choque de civilizaciones y la reconfiguración de un nuevo orden mundial”. Primera reimpresión, Ediciones Paidós, 1997. Primera parte, capítulo 2.
16. Kagan Robert, “El retorno de la historia y el fin de los sueños”. Ediciones Taurus, 2008.
17. PNUD, “La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos”. 2004. 1 UN Plaza, New York, 10017, Estados Unidos de Norteamérica.
De un lado, la mano invisible de un mercado en descalabro económico y financiero ha echado por tierra los evangelios del modelo neoliberal (1) mientras, por otra parte, la reacción política de la Federación Rusa ha pisado fuerte imponiéndose en los que considera sus territorios (2). La apoteósica olimpiada mundial y la puesta del primer chino en el espacio galáctico ensombrecida por la difusión de productos de consumo cotidiano peligrosos para los usuarios colocan la fresa en la gran torta del avance hegemónico de la República Popular China a lo que habría que añadir a los movimientos sociales sudamericanos reiterando la búsqueda soberana de sus destinos al ganar referendums constitucionales. Sudamérica se convierte en una de las regiones mas interesantes para el análisis político (3).Todos son indicadores de grandes cambios en la geopolítica planetaria.
La presencia de flotas rusas en el mar venezolano para realizar maniobras militares conjuntas y la venta de aviones chinos al país gobernado por Hugo Chávez a cambio de petróleo expresan las alianzas en la escena mundial ante los EEUU que tiende a concentrarse en Medio Oriente y Asia Central (Afganistán, Pakistán) perdiendo iniciativa en Georgia ante el coloso ruso, si bien activa su IV Flota en nuestros mares e intriga con los separatistas bolivianos y venezolanos para fraguar golpes de estado en contra de Morales y Chávez. En Ecuador, el presidente Correa desafía el statu quo buscando cambiar la estructura social y estatal con el apoyo de su pueblo.
Vienen las elecciones norteamericanas en Noviembre así como el referéndum en Venezuela, en un caso en una difícil situación económica y, en el otro, con un Chávez tejiendo lazos con países que el hegemón estadounidense declara conformantes del Eje del Mal, a los que añade sus vinculaciones con las potencias emergentes China Popular y Rusia.
Los cambios configuran un nuevo escenario para todos los países del mundo intercomunicados por un sistema profundo de redes que hoy están cuestionados a nivel planetario. La humanidad asiste perpleja al descalabro financiero cuando no quebrada económicamente mientras se derrumban las hegemonías y los paradigmas. Pareciera un gran parto, momentos de nacimiento de una sociedad que compromete a los habitantes del orbe. Es, pues, una etapa transicional.
Del paradigma privatizador al retorno del Estado
Si en 1929 se crackeó el sistema internacional, la posguerra guerra mundial (1945) trajo la demarcación de un escenario bipolar, removido con la caída del modelo soviético de construcción del socialismo entre 1985 y 1990, que dejó a los EEUU como gran potencia unipolar. El Consenso de Washington, que uniformizara al mundo desde 1990, hoy colapsa dejando su lado más descarnadamente neoliberal y probablemente asuma un sistema de proteccionismo estatal, el capitalismo de Estado que plantee a la población norteamericana un “New Deal”.
Lo hace en momentos de crisis del estado totalitario y de los estados-nación (4) y ante la quiebra financiera global, que lleva a que el gobierno estadounidense aplique una vieja receta proteccionista inyectando fuertes sumas al sistema financiero para reactivarlo y a la vez nacionaliza aquellas empresas que considera rentables. La opinión pública norteamericana se ha resistido a un salvataje que no involucre al pueblo quebrado sino sólo a la aristocracia bancaria, salvada, nada menos, que con el dinero de los contribuyentes.
Lo más importante es que en estos días de setiembre y octubre del 2008 se ha venido por los suelos el paradigma neoliberal que nos planteaba un mundo perfecto de gente feliz con un mercado regulándose solo no debiendo intervenir el estado en la economía (5). Tras veinte años de neoliberalismo descarnado, fetichización de la empresa privada y satanización del estado que ha negligido sus funciones de defensa de la instrucción, la salud, la alimentación y el trabajo, triunfa el sentido común. Sin embargo, la alternativa gubernamental estadounidense es desvirtuada por cuanto lo hace para salvar un sistema que ha demostrado a lo largo de los años su insensibilidad al estar animado por la ley de la ganancia y nunca por el afán de la gente. Se han constituido personas para el mercado y no un mercado para las personas, personas esclavizadas por la rueca del mercado y no un mercado acorde a las necesidades de la población. El gobierno estadounidense intenta el salvataje financiero para que la gente vuelva a tener confianza en el sistema e invierta en él. Pasa EEUU por un mal momento amenazado de recesión productiva, inflación, la temida stagflation. Vuelve el Estado al campo económico en momentos de debilidad del imperio norteamericano.
El imperio: débil y poderoso
Se siente frágil y por tanto se vuelve más peligroso, armado hasta los dientes contando con un presupuesto militar equivalente al 40% del total mundial y siendo quien vende el 50% del total de armas al mundo, lo que explica su talante militarista. Le siguen en la venta de armas Rusia, Alemania, Francia e Italia, haciendo de la guerra un negocio rentable y ganancioso. Difícil empresa la de la paz ya que se está globalizando un modo de industrialización y de guerra sin tapujos. El negocio de armamentos es muy fuerte reduciéndose desde el año 1990 al 2004 los presupuestos de ayuda al desarrollo los que se han quedado estancados en este período en $45,000 millones anuales, que es casi el equivalente a lo vendido en armas en el año 2000.
El imperio es débil y consciente de sus limitaciones de recursos naturales, los que compensa con la invasión militar. Tiene poder económico y a la vez la mayor deuda externa del mundo y un gigantesco deficit de su balanza de pagos y de sus cuentas corrientes (liquidez). Los costos de la guerra de Irak, las alzas y bajas del precio del barril de petróleo, el enfriamiento de la economía mundial, el incremento en las tasas de interés internacionales y el desmedido crecimiento del consumo y de las importaciones llevan a este déficit y a que la gran potencia hegemónica acabe sostenida por economías con la que compite pero que el fenómeno de globalización ata. Paradójicamente, a esta economía de lazos globales la sostienen nada menos que Japón y China Popular comprando los papeles de la deuda de EEUU.
Este año avanza con la imparable caída del dólar, lo que suscita las preocupaciones mundiales, ya que vivimos en una economía mayormente dolarizada. La baja del dólar es una de las vías para que el Tío Sam aminore sus deudas. Ocurre que el desenfrenado consumo de la gente de los EEUU lleva a increíbles deficits presupuestarios dado que el Estado como siempre gasta mucho más de lo que ingresa y así el déficit de cuentas corrientes- total de intercambios con el resto del mundo- genera desconfianza y es, según los expertos, causa de la debilidad del dólar, si bien un dólar bajo, depreciado, justo es lo que interesa a los EEUU ya que lo ayuda a financiar sus deficits y hace más atractiva la compra de activos de los EEUU por los inversionistas extranjeros, caso de los japoneses y chinos.
La “maquinita” estadounidense funciona para la fabricación artificial de dólares que le permiten subvencionar un presupuesto siempre en alza por los altos costos de la guerra. Al comprar Japón y China estos dólares y los papeles de la deuda externa impiden que estalle la inflación dentro de EEUU. Se exporta la crisis. En cambio, el euro que sube como espuma se convierte en un obstáculo para exportar desde la zona euro a la zona dólar y merma la economía europea. Paradójicamente, América Latina y el Perú, considerados como zona dólar, deberían ser favorecidos por la caída del dólar.
EEUU debe obtener del mundo nada menos que la friolera de 4 billones diarios de dólares: con la mitad financia las inversiones de sus ciudadanos en el exterior y con la otra mitad su deficit en cuenta corriente. Pero no puede seguir siendo financiado indefinidamente por las inversiones extranjeras ni vivir gastando eternamente más de lo que produce.
La recesión, la caída del dólar, la inflación internacional de los precios de productos alimenticios, las alzas y bajas del precio del barril del petróleo frente a un mercado volátil y unas bolsas de valores en caídas y alzas así como una profunda crisis inmobiliaria, son algunos de los indicadores de la crisis imperial, en un mundo tan interconectado, que sus crisis afectan al conjunto del sistema. Tal vez las hipotecas “subprime”( de alto riesgo por cuanto la toman gente no necesariamente con trabajo, con capacidad crediticia y a ciertas tasas de interés), hijas de una maniobra bancaria para captar liquidez fácilmente, al subir los intereses súbitamente ha condenado a sus usuarios a la calle devolviendo los bienes logrados.
Algunos dicen que es la peor desde 1929, otros la equiparan a ésta. George Soros sostiene que lo peor ya pasó mientras Alan Greenspan titubea en sus comparaciones con la crisis del 29. En los últimos tiempos han quebrado auditoras (Enron), bancos grandes ( Bearns, el grupo Carlyle, Lehman Brothers,etc), por lo que el gobierno estadounidense se ve obligado a inyectar 700,000 millones de dólares para salvar su estructura financiera nacionalizando algunas empresas financieras e inmobiliarias que considera rentables, cuando antes expidió bonos y préstamos que permitieran a las clases medias consumir y echar a andar el carro económico.
Esto revela que frente al desaceleramiento económico y la quiebra de inmobiliarias y otras empresas claves para el imperio, se desinfla la tesis de libre mercado y vuelve el proteccionismo. No hay, pues, tal libre mercado sino que el sistema es estatista en el fondo recurriendo al Estado en circunstancias de crisis.
Por otra parte, su desempleo no deja de ser alarmante ante un crecimiento insuficiente para eliminar el déficit laboral habiendo dos factores que amenazan la recuperación de los EEUU: los altos niveles de deuda de los hogares estadounidenses y los altos precios del petróleo.
Las crisis de la hora actual
A veinte años del Consenso de Washington y del fenómeno globalizador de corte neoliberal, en el marco de un clima de guerra y de colapso financiero, se juntan seis grandes crisis:
1. Crisis climática
2. Crisis energética (petróleo, gas) y de recursos naturales (agua entre ellos)
3. Crisis alimenticia, biocombustibles
4. Crisis financiera
5. Recesión e inflación
6. Crisis de valores
La unión de la crisis climática, energética, alimentaria, financiera, productiva y de valores amenazan la gobernabilidad del planeta, en lo que algunos llaman la decadencia de Occidente, considerando que este ha dirigido la dinámica mundial en los últimos tiempos, sin olvidar el poderío que fue China en el siglo XIX.
Tras la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio, ente de Naciones Unidas, existe la conciencia planetaria generalizada de que hay que avanzar a coordinaciones profundas para conformar bloques regionales que permitan incrementar la productividad y soportar los retos de apertura de mercados sin perder competitividad ni ser avasallados por las economías hegemónicas.
Por su parte, la crisis climática, producto del recalentamiento global, amenaza al mundo entero, habiéndose convertido como dice Oswaldo de Rivero (6), en la primera amenaza a la paz y seguridad mundiales. Un modelo de industrialización en base al petróleo erosiona la vida natural convirtiendo a EEUU en un gran contaminador así como China lo es también por su uso del carbón. Al haberse recalentado el planeta por acción humana producto de su sistema industrial, se ha generado un clima altamente cambiante así como fenómenos naturales centuplicados por nuestra actuación (tsunamis gigantescos, huracanes, tifones, maremotos, etc).
A lo dicho se une el clima de guerra en el que necesitan vivir los monopolios transnacionales para extraer petróleo y alimentar su industria armamentística. La guerra se convierte en una industria altamente rentable para un sector de productores como de políticos hegemónicos del imperio unipolar de la escena mundial contemporánea. Estamos, pues, ante el poder de los monopolios bélicos y petroleros.
Necesitado el sistema de descontaminar el ambiente, se ha optado por tomar la caña de azúcar, el maíz, la soja para fabricar combustibles. De este modo, se han restado áreas de alimentos a la población encareciéndoselos en momentos en que las potencias emergentes (China, India, Rusia) demandan una gran cantidad de los mismos. La productividad amengua, los precios suben enseñoreándose la inflación y recesión en el cuadro mundial de todos los países. Ya no se trata sólo de una merma de la productividad (recesión) sino de la vuelta a los precios altos (inflación).
Finalmente, el desarrollo capitalista informacional que une al mundo en base a sus redes virtuales ha deteriorado las normas y vida de los seres humanos al alejarlos entre sí, automatizándolos (internet, celulares), cosificando las relaciones, deshumanizándolas, volviéndolas altamente individualistas y consumistas. El consumo es un estilo de vivir incentivado por la propaganda y publicidad, en gran parte una ficción, una burbuja de seres humanos presos de marcas y modas. Deshumanización, individualismo, consumismo frenético, realismo, presentismo, pragmatismo forman parte de nuevos sentidos de la vida, crisis de valores y desviaciones que echan por la borda los viejos valores y traen nuevos debiendo nosotros incentivar la ética, la sana convivencia, la solidaridad, la calidad total( no la de los monopolios sino la superación de las personas para su realización personal y colectiva), los planes estratégicos en un clima de libertad pero también de igualdad y fraternidad.
Tendencias epocales
En nuestra época, el tiempo político vuela raudo acelerándose todos los procesos configurados desde la pasada década de los 60 en lo tocante a la política, economía, sociedad, cultura, género y ecología. No sólo fueron años en que las colonias y semicolonias se liberaron de los países colonizadores (casos asiático y africano) sino que se abrieron las compuertas a tendencias que marcaron el inicio del siglo XXI. Al respecto, Castells nos dice que “Un nuevo mundo está tomando forma en este fin de milenio. Se originó en la coincidencia histórica, hacia finales de los años sesenta y mediados de los setenta, de tres procesos independientes: la revolución de la tecnología de la información; la crisis económica tanto del capitalismo como del estatismo y sus reestructuraciones subsiguientes; y el florecimiento de movimientos sociales y culturales, como el antiautoritarismo, la defensa de los derechos humanos, el feminismo y el ecologismo. La interacción de estos procesos y las reacciones que desencadenaron crearon una nueva estructura social dominante, la sociedad red; una nueva economía, la economía informacional/global; y una nueva cultura, la cultura de la virtualidad real. La lógica inserta en esta economía, esta sociedad y esta cultura subyace en la acción social y las instituciones de un mundo interdependiente” (7).
Elevada al máximo grado la revolución de la tecnología de la información (no hay que olvidar que las computadoras y los chips datan de los años 60) y en auge el movimiento antiautoritario y antipatriarcal, la defensa de los derechos humanos, el feminismo, el ecologismo así como la tolerancia y el respeto a las civilizaciones y etnias, todas ellas se han convertido en líneas de acción crecientes que irán consolidándose en el futuro. Pese a ello, en el 2008 pareciera haber una regresión al respecto, si consideramos el autoritarismo antinatural y el belicismo reinante desde inicios del siglo XXI impuesto por la administración gubernamental estadounidense como de la propia Unión Europea (ley del retorno a los inmigrantes ilegales, la xenofobia), el desempleo en grande, la paralización de la producción y el retorno a la inflación.
Es que desde el siglo XXI se han hecho acuciantes las necesidades imperiales de recursos claves para su supervivencia: petróleo, gas y agua, lo que explica las aventuras militaristas actuales y las que estarían por venir. Los propios analistas del Pentágono vislumbran que una tercera conflagración mundial será por agua y dan poco futuro a las naciones andinas aduciendo que Ecuador, Perú y Bolivia no han superado sus problemas ancestrales durante el periodo republicano.
La economía se ha militarizado polarizándose el mundo. Vuelven las relaciones autoritarias y se impone la lógica excluyente de los grandes monopolios como el temor del pequeño farmer y de las clases medias, redundando en la destrucción del medio ambiente con la consiguiente venganza de la propia naturaleza al devolver a la especie humana que la castiga, vendavales que amenazan con la supervivencia de la humanidad.
La última Cumbre del Clima ha hecho evidente la conciencia generalizada de que el planeta puede ir a la extinción de sus recursos naturales y por tanto a su destrucción debido a un tipo de industrialización que no gira en torno a las necesidades del ser humano sino a las necesidades de competencia y de ganancia.
Nuestro siglo se ha iniciado con la violencia que caracterizó al siglo anterior (recordar las dos guerras mundiales). Irak, su ocupación militar, sus elecciones internas y los interminables atentados; Palestina, los reintentos de paz con Israel mientras este país desarrolla una política genocida hacia los palestinos; la locura fundamentalista de crear un eje del mal que tensa la vida planetaria configurándose nudos gordianos en los que pueden estallar guerras regionales, locales o internacionales (Siria, Irán, Libia, Irak; Corea del Norte; Cuba). Ante las elecciones en EEUU en noviembre próximo, el gobierno estadounidense tiende a “obamizarse” reduciendo el grado de radicalidad de su gestión invasora y militarista ante el repudio de su propia opinión pública y la internacional que no están de cuerdo con la guerra en Irak, el genocidio de Israel en Palestina, la posible incursión militar en Irán. EEUU cede y plantea que ya Siria no es enemiga, que Corea del Norte, si deja sus iniciativas nucleares, saldrá del eje del mal. Lo mismo con Irán, si bien la Espada de Damocles pende sobre estos países.
Por otro lado, se ha paralizado la aprobación de una constitución común en la Unión Europea ante votaciones contrarias. Los avances logrados en la V Cumbre ALC-UE en Lima (8) sufren un retroceso con la promulgación europea de la ley del retorno de los inmigrantes ilegales, dictamen repudiado por Latinoamérica.
El Perú prepara para Noviembre el Foro de APEC que congregará a las economías más poderosas del planeta, todas ubicadas en la cuenca del Océano Pacífico. El Pacífico Asiático se consolida como eje geopolítico mientras los productos chinos entran a raudales en todos los mercados. Sudamérica relanza la UNASUR (Unidad de Naciones Sudamericanas) como el quinto polo productivo mundial, el que de inmediato, por iniciativa brasileña, busca crear un Comando de Defensa y Seguridad Sudamericana respondiendo el imperio con el relanzamiento de la IV Flota que supervisará a nuestra región. Brasil, a la vanguardia del UNASUR, ha planteado crear un fondo que salvaguarde la amazonía ante las amenazas imperiales de hacer de la amazonía una propiedad de la humanidad.
Rasgos de la globalización neoliberal
El mundo está cada vez más integrado, en parte producto de las relaciones virtuales como de un frondoso comercio internacional que une a todos los pueblos. Nunca el ser humano ha sido más hijo del planeta gozando del beneficio de estas interrelaciones así como sufriendo con las alteraciones del mercado y las inclemencias del clima. Pero a su vez, la globalización neoliberal no sólo no ha logrado barrer las fronteras nacionales uniformizándolas ni eliminado las culturas vernaculares, pese a sus esfuerzos por estandarizar el mundo sino que pareciera que asistimos a un resurgir del nacionalismo y en nuestro continente al renacimiento del indianismo, de movimientos indígenas hartos de la no resolución de sus problemas ancestrales de supervivencia. Se fortalecen las identidades nativas en el contexto de una identidad global. Globalización, glocalización y movimientos autóctonos marcan a Sudamérica en esta era revelando que no son antitéticas sino que pueden convivir.
Nunca como ahora se puede hablar de un tiempo universal, es decir, para todos es el mismo tiempo. Hay un tiempo y un espacio universales para todos los habitantes del mundo. El tiempo es uno solo y “se caracteriza por la profunda comunicación entre todos los países: se trata de la omnipresente globalización, concepto esquivo pero que está presente en el lenguaje contemporáneo de los debates intelectuales. Como señala Víctor Flores Olea (1999), la globalización, más que un concepto rígidamente definido, alude a una cierta visión del mundo. Al interior del proceso globalizador los fenómenos, no sólo económicos, también políticos y culturales (Giddens 2000), que aparecen al interior de determinadas fronteras nacionales, rápidamente rompen esos marcos para repercutir, de manera inmediata, en otras sociedades. Por esta peculiaridad, Alberto Melucci prefiere hablar de “planetarización”, porque este término “indica que el sistema ya encontró sus límites, sus fronteras; es decir, que ya no hay espacio ni tiempo fuera del planeta. Ya no hay espacio porque el sistema se tranformó en un solo espacio planetario, donde los problemas que pueden surgir en lugares específicos tienen una interdependencia global y un efecto sobre el resto del sistema (Melucci 1996: 294)” (9).
Los franceses, entre ellos Fernando Braudel, prefieren hablar de “mundialización” al referirse al fenómeno integrador incidiendo en los modos de vida, las culturas que se interrelacionan mientras por el lado de la economía Oscar Ugarteche nos dice que la globalización sería “ el libre movimiento de bienes, capitales y personas con información en tiempo real”(10) y algunos economistas hablan también de mundialización refiriéndose a la tendencia a “construir una economía mundial integrada, en la que la circulación de bienes y servicios, capitales y personas no enfrenten barrera alguna por medidas administrativo-políticas de los gobiernos o de corporaciones empresariales, y por tanto funcione como una megaunidad económica en la que las fronteras nacionales sean irrelevantes para los efectos de las decisiones de los agentes económicos y de la competencia entre ellos”(11).
Ulrich Beck establece distinciones entre globalismo, globalización y globalidad planteando que globalismo sería el discurso legitimador del neoliberalismo, globalización sería el conjunto de procesos constituyentes de la globalidad que es la articulación mundial de la vida social y personal más allá de lo nacional-estatal (12).
Estas interconexiones del mundo que hacen de él una sólida unidad, llevan a hacer más pequeño el mundo (la propia idea paradójica de aldea global lo ratifica)(13) y a la vez más grande el mundo de las personas. Todo se acorta, se hace de uno y cada uno de nosotros nos hacemos más universales, más hijos del planeta.
La economía de mercado reposando en sus ciencias más conspicuas (informática, cibernética, robótica, biogenética) ha internacionalizado sus leyes llevando al mundo a una partición Norte-Sur (ricos-pobres). Para algunos, ésta puede ser la contradicción principal que acelera la velocidad planetaria mientras para otros la contradicción principal que maniata el desarrollo mundial es la globalización (la quinta en la historia de la humanidad) de corte neoliberal que sujeta a la especie humana al mercado y a marcos civilizatorios, una globalización a las buenas o a las malas, por la fuerza de las leyes del mercado o por la razón de la fuerza bruta, sin colectivizar la prosperidad y el desarrollo, aquello que Naciones Unidas ya no define en términos de dólares per capita sino de bienestar y calidad de vida como de realización a plenitud. Para NNUUU, las utopías de esta hora pasan por la profundización de la democracia como por la extensión del desarrollo.
A 20 años de la hegemonía del Consenso de Washington y de la globalización del mercado neoliberal, el mundo no parece ser más próspero y además está muy polarizado. La globalización neoliberal que EEUU encabeza con sus 500 megaempresas y su ejército traban el avance industrial, comercial, cultural y civilizatorio de los pueblos del mundo preocupados por el poder desenfrenado de EEUU que rompe con las tendencias internacionales al multilateralismo avanzando de acuerdo a sus carencias, urgencias y apetencias.
El carácter imperial de los EEUU
Pero este carácter unitario e integrador del sistema hegemónico, sólo nos da las características comúnmente llamadas como globalización, olvidando que estamos frente a la esencia imperial del nuevo país hegemón: los EEUU. Debemos recordar que uno de los argumentos centrales sobre el imperialismo, sobre todo de parte del pensamiento marxista, ha sido la existencia de “una relación intrínseca entre el capitalismo y la expansión y que la expansión capitalista inevitablemente adquiere la forma política del imperialismo. El propio Marx escribió muy poco sobre el imperialismo, pero sus análisis de la expansión capitalista son esenciales para toda la tradición de la crítica. Lo que Marx explicó con claridad es que el capital opera constantemente a través de una reconfiguración de las fronteras entre lo interior y lo exterior. En realidad, el capital no funciona dentro de los confines de un territorio fijo y una población fija, sino que siempre sobrevuela sus límites e incorpora nuevos espacios en su interior” (14).
En la propia noción del capital radica la tendencia a crear el mercado mundial, presentándose todo límite o frontera como una barrera a ser superada. De hecho, la expansión constante será una característica esencial al capital y su dinámica de realización como de desigual relación con el proletariado. En general, la plusvalía obtenida por la clase capitalista requiere de un mercado adecuado a fin de poder realizarse y ello obliga al capital a expandir permanentemente su esfera de acción hacia el exterior descubriendo nuevos mercados no capitalistas, a los que integra no siempre por la vía pacífica.
El capital requerirá cada vez con mayor intensidad, de disponer plenamente de la totalidad del globo terráqueo. La adquisición de capital variable adicional, la contratación de nueva fuerza laboral y la creación de proletarios, implica un imperialismo capitalista abriéndose permanentemente los procesos de acumulación primitiva y por tanto capitalizándose el mundo no capitalista. No sólo debe el capital de apropiarse de las riquezas de las sociedades no capitalistas sino que debe transformarlas realmente en sociedades capitalistas exportando el capital con la finalidad de producir plusvalía en el exterior y así, trasladar hacia otros países, en la mayoría de los casos, las contradicciones surgidas al interior de las potencias preservando el orden interno y la propia soberanía.
El paso del imperialismo al imperio se da porque el viejo imperialismo se basaba en fronteras fijas, estados-nación y en la distinción entre lo interior y lo exterior, colocándose una camisa de fuerza al capital ya que las fronteras nacionales actuaban como obstáculos para la realización del capital y su mercado mundial. Por ello es que el proceso globalizador actual ha pasado por encima de las fronteras legitimando a partir del Consenso de Washington un solo mercado, un solo mundo, un mercado—mundo, en el mejor sentido capitalista desde siempre, admitiendo que los capitales no tienen patria ni nación sino sólo un mundo amplio, ancho, si bien ajeno.
EEUU ha reestablecido su destino imperial apertrechado con el mayor desarrollo tecnológico de todos los tiempos, su talante invasor militarista y una base social compuesta por industriales, empresarios, petroleros y operadores militares. Se ha lanzado a reconfigurar el mundo del modo más dramático de los últimos tiempos copándolo militarmente ante la conciencia de sus limitaciones (falta de energéticos, déficit económico).
De Irak no saldrá fácilmente porque se juega su supervivencia. EEUU tiene petróleo para unos 18 años mientras Irak lo tiene por ochenta años más. A falta de agua potable, requiere de Sudamérica la que en sus cuencas del Amazonas, Altiplano, Orinoco, La Plata y el acuífero del Guaraní tiene los reservorios más importantes del planeta.
Petróleo, gas y agua en la escena mundial
El modelo de industrialización en base a petróleo explica las invasiones que el país hegemón (EEUU) realiza en esa región, pese a la oposición de las Naciones Unidas y de la propia opinión pública norteamericana. El mundo sabe ahora que la invasión a Irak tuvo como causa real un Irak con petróleo por 83 años y un EEUU con sólo18 años más de producción energética. La potencia del norte no podría sobrevivir mucho más como potencia con tan baja cantidad de petróleo. Si hacia fines de posguerra, producía las 2/3 partes del petróleo mundial, en la actualidad es el primer importador, consume el 26% del petróleo planetario generando sólo el 10% del petróleo total y sus reservas representan apenas el 2.9% del monto total internacional. Persiste, pues, el problema imperial de escasez de petróleo para sus industrias y el consumismo frenético de los habitantes del país del Tío Sam.
Su uso indiscriminado destruye el medio ambiente y sobrecarga las tempestades sobre la especie humana generando un gran cambio climático. La paz y seguridad internacionales tienen hoy como principal amenaza el calentamiento global del planeta.
El agua potable retrocede, lo que según informes del Pentágono no sólo será causa de futuras conflagraciones mundiales sino que se concentra en nuestro continente, rico por su gran biodiversidad. Cerca del 25% del agua potable planetario se encuentra en la Cuenca del Amazonas como en la Cuenca del Altiplano, en la Cuenca del Orinoco, De la Plata y el acuífero del Guaraní. Ello convierte a América Latina en una región importante por su tenencia de petróleo (Venezuela), gas (Bolivia), agua y biodiversidad (Perú).
Hay en juego mercados, petróleo, gas y escasez de agua en un futuro no muy lejano, así como políticas económicas, intereses nacionales, ideologías y civilizaciones en pugna.
La civilización occidental y cristiana se mantiene a la vanguardia, no necesariamente por el expediente de la paz ya que comúnmente recurre a la razón de la fuerza militar para hacer prevalecer sus puntos de vista. Es un artilugio expansivo y avasallador ante el cual las alas recalcitrantes de la civilización musulmana estallan mientras otras civilizaciones se mantienen en sus espacios geográficos. Cada una es un conglomerado continental unido por una religión y creencias sobre el porvenir (15).
El nuevo alineamiento de potencias en la escena mundial
El mundo asiste, pues, al descalabro financiero que arrastra devaluaciones del dólar, alzas y bajas en el precio del barril del petróleo, el retorno de la inflación de precios y la recesión del terreno productivo.
Ya no hay más Acuerdo de Yalta de 1945 ni consensos mínimos ni negociaciones. Así y todo, el cuadro del 2008 se parece al de posguerra. Persiste sin resolver el drama judío-palestino. Israel desarrolla un abierto genocidio contra los palestinos estimulando en la práctica un conflicto mayor que se esconde en pretextos antisemíticos. Hoy como ayer, se mantiene la importancia estratégica del petróleo así como el debate sobre la configuración y rol del Medio Oriente.
La conflictividad del Medio Oriente lo sindica como uno de los nudos gordianos que tensa la geopolítica mundial por su ubicación geográfica entre Europa y Asia como por su riqueza energética, generando avidez en las potencias hegemónicas.
Otros países, como China, han emergido sin recalentar su economía, pese a su crecimiento continuo de un 10% en la última década, una India con un crecimiento sostenido de 7% al igual que la Federación Rusa. Son las nuevas potencias emergentes ante un imperio que en plena ola del multilateralismo, prefirió andar solo, el camino unilateral sometiendo el mundo a sus apetencias, haciendo y deshaciendo todo.
Lo paradójico es que la hegemonía unipolar de EEUU y su carácter militarista, tiene como correlato material su crisis financiera y productiva, colocándolo en una situación delicada. Es fuerte y débil a la vez. Además, como nunca en la situación mundial, se unen la crisis climática, la crisis energética y de recursos naturales, la crisis de producción (recesión), la crisis alimenticia y de alza de precios.
El esquema geopolítico alinea de un lado a los EEUU como una potencia que se ha manejado unilateralmente frente al multilateralismo proclamado por Naciones Unidas. Ello define su carácter de imperio actual , diferente al viejo imperialismo que se movía en medio de los estados-nación mientras que el imperio, hijo del fenómeno de la globalización actual, busca borrar las fronteras nacionales, los estados-nación para crear una sola hegemonía con sus 500 empresas, su ejército y sus propuestas de Tratados de Libre Comercio. De otro lado figuran las potencias emergentes que le dan un tono multipolar a la escena geopolítica contemporánea. Nos referimos a la nueva alianza entre China Popular, Rusia, La India, Brasil (con siglas BRIC), países que son los que más han crecido en los últimos años.
La Unión Europea es otro polo importante de la escena mundial. Rusia la abastece de petróleo y gas manteniendo relaciones con los EEUU para otros fines comerciales. Su economía empieza a paralizarse y a inflarse los precios. El Japón y los países del sudeste asiático son un referente importante así como el Medio Oriente y los emiratos árabes. Entre los países del Sur, América Meridional es un polo que no puede dejarse de considerar en el tablero internacional así como América Central quedando relegada África al cuarto mundo mientras se afirma la importancia de la Cuenca del Pacífico y el ascenso del Pacífico asiático como socios prioritarios en la economía global y la sociedad-red.
Vuelve el imperio ruso
En estos días, la invasión rusa sobre su vecina Georgia, aliada de los EEUU y estando en juego los ductos petroleros y gasíferos que cruzan el Mar Caspio, el Mar Negro y la zona limítrofe a Rusia, reeditan viejos enfrentamientos. Rusia ha respondido militarmente al cerco que en los últimos años ha estado ejerciendo los EEUU en los países vecinos que antes formaron parte de la extinguida URSS. Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán, la misma Georgia, Turquía y otras orbitan en torno al imperio estadounidense. El Mar Caspio es el espacio que se convierte en el liberador moderno de estas repúblicas. Contando con petróleo y gas de gran calidad, los países que colindan con este mar, han logrado en estos años una época de bonanza económica y de fuertes negociaciones geopolíticas. El Mar Caspio tiene capacidad para proveer a Europa un 20% de petróleo. De allí, que tras independizarse de la vieja URSS, estos países entraron en negociaciones con los EEUU, quien desde el comienzo les brindó inversiones, asesoría militar en el indiscutido intento de cercar a Rusia y debilitarlo más en aquellos años 90 en que se desintegraba la URSS y la nueva Federación Rusa atravesaba por graves problemas.
Es ante la agresión georgiana al poblado de Osetia del Sur (de población mayormente rusa) que Rusia interviene cortando Georgia en dos. Para algunos es una reedición de la Guerra Fría y para otros la resurrección del viejo sistema de potencias que definió los equilibrios estratégicos de Europa, desde el final de las guerras napoleónicas en 1815 hasta la Segunda Guerra Mundial. Estaríamos, pues, despidiendo a la vieja bipolaridad Este-Oeste y entrando a una época de consolidación de una serie de Estados o uniones de Estados los que competirían entre sí sin fijar alianzas permanentes buscando lograr sus intereses nacionales y alcanzar posiciones hegemónicas. Volveríamos a un juego de potencias pero esta vez a escala global (16).
De hecho, vuelve con fuerza la Federación Rusa a la escena mundial tras casi dos décadas en que venida a menos, tras los procesos de perestroika y glasnot con Gorbachov a la cabeza, se derrumbara el modelo soviético de construir el socialismo. Ha pasado por momentos de redefinición económica, de crisis y debilidades para hoy constituirse en un modelo con un 7% de crecimiento anual y un singular poderío bélico. No sería una reedición de la Guerra Fría porque no hay una contraposición capitalismo-socialismo, como la que se diera tras la segunda guerra mundial. No hay signos ideológicos contrapuestos. Se trata de una lucha por los mercados y los territorios, defensa de áreas de influencia y de países vecinos.
Hacia un nuevo sistema mundial de naciones
Naciones Unidas, nacida tras la segunda guerra mundial, lo fue por acuerdo de los países ganadores de esta contienda, convirtiéndose en una entidad que resguardara la paz y la seguridad internacionales en un mundo bipolar. Pero roto el equilibrio del mundo bipolar y ante la arremetida belicista que invade países, NNUU es sobrepasado y se transparenta su debilidad frente a una nueva situación, que requiere de otro ordenamiento internacional.
En el nuevo sistema mundial configurado en los últimos veinte años, un mundo sin contrapesos, unipolar, EEUU se afianza sea por la copación de los mercados mundiales con sus megaempresas, sea por los TLC asimétricos con economías diversas, sea por la vía militar.
Al no haber consensos para que NNUU administre y equilibre la paz y la seguridad mundiales, EEUU ha hecho y deshecho sin contrapesos adecuando el ajedrez internacional a su carencia de recursos y apetencias demostrando su gobierno actual que no está dispuesto a hacer la menor concesión al resto de la humanidad al ver agotadas las bases materiales que aseguran su dominación. Está en juego su superioridad económica así como su fuerza moral y civilizatoria, mientras por otro lado emergen las nuevas potencias (China, La India, Rusia, Brasil) que no han dejado de crecer en los últimos años invadiendo el mundo con productos baratos por los bajos costos de su mano de obra.
Pareciera que hemos pasado de la bipolaridad de posguerra (1945) a la unipolaridad de 1990 para ingresar en estos años a un mundo multipolar. La vida de los actores sociales del planeta ha sido absorbida por la lógica del mercado y no por un mercado hecho a la medida de las necesidades humanas. El sistema requiere de ciudadanos para el mercado cuando en realidad se requiere de un mercado acorde a las necesidades humanas.
En este cuadro, Naciones Unidas ha lanzado su Plan “Metas para el Milenio” buscando eliminar entre otras cosas las disparidades sociales en el mundo, la pobreza, las exclusiones y las discriminaciones.
Frente a las categorías del mercado que enarbola la globalización neoliberal, Naciones Unidas enarbola los postulados de desarrollo que acentúan el bienestar, la calidad de vida, realización integral del individuo y la felicidad así como la democracia que incluye las banderas de libertad, igualdad, fraternidad y la noción de ciudadanía y desarrollo como nuevas utopías societales (17). Frente al FMI, BM, organismos internacional-financieros del Tratado de Yalta, NNUU intenta regular la convivencia humana con la OMC, UNESCO, la OIT, Corte Penal Internacional, el Foro Climático.
Avanza la conciencia ecológica
En el mundo existe una alta conciencia de la finitud de los recursos naturales y la labor depredadora de un modo de industrializar, de explotar la naturaleza y del consumismo frente a una tendencia que busca regresar a la comunión con nuestra aliada, la naturaleza. Los gases industriales recalientan la atmósfera alterando los climas, aumenta la desertificación así como las mareas (tifones, tornados). Es el lobo comiéndose a los otros lobos y la triste constatación que, fuera de toda lógica, la especie humana es la única especie viva capaz de autodestruirse, cosa que no hace ningún animal respetando el ciclo de la vida.
Por ello el Protocolo de Kioto y su puesta en marcha desde el 16 de febrero del 2005 llena al planeta de esperanzas. Frente a ella, la administración estadounidense y la industrialización vigente se yerguen como las enemigas de la humanidad. Les interesa su hegemonía aun a costa de destruir el ecosistema y el planeta. Pese a que EEUU es el causante del 26% de la emisión mundial de gases causantes del efecto invernadero, se niega a reducirla. Los últimos tornados, inundaciones, huracanes que han asolado al país del Tío Sam no lo hacen retroceder, si bien ya Rusia, China, Japón y otras potencias han firmado los acuerdos de Kioto contándose el Perú no sólo entre los países firmantes sino entre los más afectados: aceleración de los períodos del Niño y la desglaciación de los Andes como consecuencia del calentamiento global lo que nos llevará a un cambio de nuestra flora y fauna en un futuro no muy lejano.
Las catástrofes se han multiplicado y han decuplicado su fuerza producto de la erosión de la naturaleza. El cambio climático se está produciendo más rápido de lo esperado, lo que debe llevar a la humanidad a actuar de inmediato para protegerse y de paso a las especies vivientes porque es el planeta el que está en peligro.
El viento viene del Este: un mundo multipolar
Las estadísticas nos dicen que los países que más crecieron en el año que se fue han sido China Popular, La India y Rusia. Es decir, el viento viene del Este.
China Popular no ha dejado de crecer a un promedio de 9% al año invadiendo con sus productos el mercado mundial. Por ahora parece sólo interesada en avanzar arrolladoramente en el plano de la exportación y de que cunda la conciencia mundial de la importancia estratégica de la Cuenca del Pacífico y del Asia Pacífico. El presidente de China Popular se ha paseado en persona por América Latina otorgando empréstitos a Brasil y Argentina y será invitado especial del Perú en noviembre de este año durante el foro de APEC. Hu Jing Tao firma convenios con nuestros países y entusiasma con aperturas al idioma chino y el estudio de su vieja civilización. Las Olimpiadas han sido un buen modo de mostrar toda su grandeza al mundo que observa asombrado sus adelantos.
No ha llegado aun la hora de mover su ejército. Ese día, como decía Napoleón, temblará el planeta. Por ahora negocia en una sola mesa con los EEUU, Rusia, Japón y Corea del Sur el caso del armamento nuclear en Corea del Norte. Pero es China quien apadrina a Pyongyang, por lo que EEUU no puede meterse a fondo con Corea del Norte, pese a las arremetidas verbales de la Secretaria de Estado Condoleeza Rice consciente de las implicancias de conflagración mundial de una posible invasión.
China y La India son dos aliados temibles. La India (con un crecimiento de 7%) será otro de los países que en un futuro no muy lejano hará remecer la coyuntura mercantil cuando salga abiertamente al mundo. Estas culturas milenarias tienen no sólo fuerza productiva sino fuerza poblacional (suman juntos 2,600 millones de habitantes), lo que los convierte en un tremendo mercado mundial).
China ha mantenido su crecimiento en los últimos 10 años con tasas de crecimiento espectaculares bajando su tasa de interés bancario para evitar el recalentamiento de su economía, asunto que llevó que se replegaran las cotizaciones del petróleo y a que se recuperara el dólar en algún momento.
La Federación Rusa es otro país que ha mantenido un crecimiento de 7% en los últimos años al igual que La India. Ya dejó la crisis económica de los años 90 y hoy se mantiene como una economía en franco crecimiento y si bien no es la principal potencia económica, tiene petróleo y gas, que dota a los países europeos, restándole posibilidades a los EEUU, que pierden así a sus viejos aliados europeos. No sólo tiene petróleo en gran cantidad convirtiéndose en uno de los emporios petroleros del planeta sino que tiene a la gran empresa proveedora de gas del mundo, GAZPROM, con gigantescas inversiones en Oriente y Europa, parte de la geopolítica de dominación de Rusia.
La colocación por parte de EEUU de un escudo antimisiles encima de la República de Polonia (antigua aliada de Rusia) es sentida como una amenaza por los rusos, los que no aceptarán por ninguna razón ser cercados por los EEUU. La actual invasión rusa sobre Georgia (partidaria de EEUU y vecina de la Federación Rusa) y la partición de su territorio aislando a Osetia del Sur y Abjasia, puede estar ejemplificando un nuevo capítulo de vida del imperio ruso en un cuadro diferente al de 1945 por cuanto hoy Rusia y China Popular son aliadas, mantienen negocios conjuntos y alianzas defensistas frente al militarismo estadounidense.
La Unión Europea y el Japón, economías que representan casi el 35% de la producción mundial, han desacelerado últimamente su ritmo de crecimiento, tal vez por el comportamiento de las exportaciones, sector que estaría perdiendo competitividad debido a los altos precios del petróleo y el fortalecimiento del euro frente al dólar. Japón, a su vez, ha crecido poco por las menores exportaciones y la reducción en los gastos de capital.
En su conjunto, el mundo está alterado. Los precios del petróleo van de bandazo en bandazo. Echémosle la culpa a la guerra de Irak, a los atentados contra los oleoductos, a la demanda y consumo, a los riesgos propios de la guerra, a la sobreproducción en Arabia que pasa por momentos de alta ganancia con el encarecimiento del barril. Los jeques árabes se han manifestado a favor de estimular la sobreproducción de barriles de petróleo a fin de abaratar el precio del mismo.
No olvidemos que EEUU es el primer demandante de energía petrolera a nivel mundial dado su tipo de industrialización, su tecnificación y sus hábitos de vida que reposan en gran medida en este producto.
Hacia una globalización de todos para todos
Este será un año en el que seguirán enfrentados el fundamentalismo musulmán, no el mundo musulmán que en su conjunto es pacífico sino sus alas recalcitrantes con el fundamentalismo presbiteriano de los halcones republicanos, mundo de locos fundamentalismos en la conducción del planeta. Pero también mundo de ejes civilizatorios enfrentados, pese a que NNUU llama a la convivencia, la fraternidad, a la tolerancia, la coexistencia pacífica.
Mundo de terrorismo internacional, de crimen internacional, de cadenas productivas armamentísticas, mundo de militarismo, mundo de crimen organizado pero mundo a su vez de multilateralismo, de conformación de grandes bloques regionales que compiten abiertamente en el mercado mundial. Escenario de lucha por los derechos humanos, la mayor igualdad de derechos de hombres y mujeres, de apertura a la tolerancia y de una mayor conciencia ecológica.
Mundo en el que el libre comercio que implica la transparencia para competir con total libertad ha sido quebrado por Japón, la UE y los EEUU al subsidiar sus productos rompiendo así con las reglas básicas del mercado y adjudicando al Estado un rol protector, el que curiosamente siempre criticaron los liberales y mucho más los neoliberales actuales.
Globalización que ha buscado la estandarización del mundo al estilo del american way of life sin poder evitar la lucha por las reivindicaciones nacionales, la insurgencia de lo vernacular, lo propio, las tradiciones, lo nacional. El caso sudamericano, el reciente triunfo en el referéndum revocatorio de Evo Morales en Bolivia así como el triunfo de Correa en Ecuador son señales claras así como las insurgencias frente al imperio de parte de Venezuela , países todos andinos y antisistema mientras que los socialistas Lula, Bachelet, Kirshner aparecen más condescendientes con el mercado.
Los pueblos apelan a una globalización no sólo desde los EEUU sino globalización de todas las civilizaciones y marcos identitarios, globalización desde abajo y desde arriba, globalización que convenga a todos por igual y no sólo a unas cuantas empresas y a un solo Estado.
- Eduardo Arroyo es analista político, Lima-Perú.
Bibliografía:
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2. Wallerstein Immanuel, “Nuevo orden geopolítico mundial: fin del acto primero”. Diario mexicano LA JORNADA, setiembre del 2008
3. Chomsky Noam, “ VII Social Summit for the Latin American and Caribbean Unity”. Source: Z Communications, 1 de octubre de 2008
4. Drucker Peter, “La gerencia en la sociedad futura”. Tercera parte, “La economía global y el Estado-nación”, páginas 175-193. Editorial Norma S.A., Colombia, 2002.
Ohmae Kenichi, “El próximo escenario global. Desafíos y oportunidades en un mundo sin fronteras”. Páginas 107-135. Editorial Norma S.A., Colombia, 2005.
5. Fukuyama Francis, “El fin de la historia y el último hombre”. Ediciones Planeta, 1992.
6. De Rivero Oswaldo, “Cambio climático en el planeta. La nueva amenaza a la paz y seguridad internacionales”. Le Monde Diplomatique edición peruana, Nº 3, julio del 2007, páginas 11-13.
7. Castells Manuel, “La era de la información. Economía, sociedad y cultura”.Volumen 3, Fin de milenio. Alianza Editorial, Madrid, 1997, páginas 369-370.
8. Arroyo Eduardo, “De la Cumbre de Viena a la Cumbre de Lima”.
Le Monde Diplomatique edición peruana, Nº 3, julio del 2007.
9. Gonzales Osmar, Makowski Sara, Toto Mario Constantino, “Frágiles suturas. Individuo y comunidad en la globalización”. Biblioteca Nacional del Perú, Lima-Perú, 2004, página 5.
10. Ugarteche Oscar, “La arqueología de la modernidad”. DESCO, 1998. Lima-Perú, capítulo 3, página 101.
11. Gonzales Osmar et al, ob. ant. cit., página 5.
12. Beck Ulrich, “¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización”. Paidós, Barcelona, 1998.
13. Mcluhan Marshall, “La Galaxia Gutenberg: la creación del hombre tipográfico”.
Ediciones Aguilar, Madrid, 1969.
“Guerra y paz en la aldea global”.Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo. Editorial Planeta, coedición mexicana, 1986.
14. Hardt Michael y Negri Antonio, “Imperio”. Ediciones Paidós, 2002, capítulo 10, página 209- 218.
15. Huntington Samuel E, “El choque de civilizaciones y la reconfiguración de un nuevo orden mundial”. Primera reimpresión, Ediciones Paidós, 1997. Primera parte, capítulo 2.
16. Kagan Robert, “El retorno de la historia y el fin de los sueños”. Ediciones Taurus, 2008.
17. PNUD, “La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos”. 2004. 1 UN Plaza, New York, 10017, Estados Unidos de Norteamérica.
https://www.alainet.org/en/node/130554
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