Los multimillones de 40
04/08/2010
- Opinión
“Uno no tiene que esperar a morirse para donar su fortuna” dijo un multimillonario. Otro retrucó: “es absurdo donar una fortuna para que la maneje gente que no entiende”. Ambos tienen la razón, mejor dicho: ambos tienen sus razones tan valederas como cualquiera otra. Los dichos salieron a propósito de una iniciativa lanzada por Bill Gates y Warren Buffett. A Gates lo conocen todos, porque es el dueño de Microsoft; su fortuna personal, está por encima de los 60 mil millones de dólares. Buffett es un multimillonario que no hace gastos excesivos, cuya fortuna se estima en más de 40 mil millones. La iniciativa: crear un fondo con grandes donaciones para obras de caridad.
Hasta ahora, 40 de los inmensamente ricos de Estados Unidos, han aceptado el desafío: acordaron donar la mitad de sus fortunas. Pero el fondo no es tal, sino una promesa de que, cada uno por su cuenta, financiará obras de salud, educación y arte, entre las principales, lo antes posible.
Supongamos que, la fortuna de esos 40 multimillonarios, suma entre 600 y 800 mil millones de dólares. Por tanto, la mitad será de 300 a 400 mil millones. Uno no puede explicarse cómo estos bondadosos personajes, no han pensado en Haití que, hace ya 7 meses, padece la miseria más miserable, después del terremoto del 12 de enero.
Pero veamos las posibilidades. Dicen, los 40 multis que financiarán programas de salud. El último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que todos los países empobrecidos tienen graves problemas de salud, con índices de mortalidad y morbilidad debidos a enfermedades de fácil curación, como son las respiratorias e intestinales. Es posible que con menos de 50 mil millones pueda atenderse a todas las personas que las padecen. Pero, ¿de qué serviría? Las enfermedades volverían a presentarse. El problema es de mala alimentación, el problema es pobreza. ¿Donarían su fortuna para acabar con la pobreza? Todos ellos dirían que, el total de sus fortunas, no alcanzaría para eso. Lo cual no es cierto, pero es entendible, porque su riqueza se hizo en base al empobrecimiento de estos países.
Pueden, entonces, financiar la educación. Aproximadamente, 1 de cada 6 habitantes del mundo, no sabe leer ni escribir. Si se trata de hacer escuelas y dotarlas de material didáctico, el dinero necesario es mucho menos que en salud. Pero el problema es que los niños que van a la escuela se duermen en clases, porque no comieron y después de dos o tres años, desertan de la escuela porque deben trabajar para aportar a la familia, pues los padres ganan miserables sueldos o están cesantes. Y vuelve a aparecer el tema de la pobreza.
Entonces, habrá que financiar el arte. Ahí no debiera haber problemas con el hambre. Hacer arte, en los países empobrecidos, es complejo de todos modos. No se trata de hacer teatros ni comprar instrumentos musicales. Se trata de darle apoyo y promoción a las expresiones artísticas de los pueblos. Pero esas expresiones son de protesta, son desafiantes y se enfrentarían con Gates o Buffett. ¿Cómo, los millonarios, pueden apoyar a los extremistas, comunistas y terroristas?
De ese modo, las buenas intenciones se ven truncadas. Eso es, si hay buenas intenciones. Porque, a lo largo de la historia, los millonarios han creado fundaciones, a las que donan grandes sumas de dinero. Pero no lo hacen por caridad, filantropía ni bondad. Es un negocio más y, muchas veces, un negocio muy rentable.
Para mostrar que no es así, tendrían que hacer algo que pueda sacar de la pobreza a una parte, al menos, de los millones y millones de pobres que viven, en la actualidad, con menos de un dólar por día. Si hacen eso, con una parte, basta con una parte, de ellos, entonces habrán hecho, efectivamente, lo que dicen que harán.
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