Sus enemigos y sus traidores engañaron a Simón Bolívar

En su Caracas natal, lo va a demostrar la CELAC

03/12/2011
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Caracas.- Al Libertador Simón Bolívar lo engañaron sus enemigos y traidores, al punto de hacerle creer y declarar: “He arado en el mar y sembrado en el viento”. Casi dos siglos más tarde, 33 naciones en nombre de  580 millones de ciudadanos latinoamericanos y caribeños, van a demostrar el engaño celebrando en su ciudad natal una histórica Cumbre de toda América Latina y el Caribe.
 
El 2 y 3 de diciembre se reúne la Cumbre de la UNASUR, la Unión de Naciones Suramericanas. Pero es convocada para la creación de un nuevo organismo hemisférico que llevará por nombre CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
 
No. El Libertador no sembró en el viento pero si sembró en el mar. Simón Bolívar sembró semillas que ahora las olas depositan sobre las riberas de todo un Continente y estas semillas están germinando. Germinan los sueños de Bolívar en todas las costas. Las costas de Norte a Sur y de Este a Oeste. Germinan los sueños de Bolívar en las costas del Mar Caribe y de las Antillas, las costas de los Océanos Atlántico y Pacífico, y también en las riberas del Lago Titicaca y hasta las costas del Golfo de México.
 
Estos días rondará sobre el valle de Caracas el espíritu de Bolívar pero también el de muchos de los héroes latinoamericanos que lucharon para la independencia de sus naciones.
 
En honor a los participantes a la CELAC se deben nombrar y nombrarlos a todos porque van a participar en un hecho histórico que entrará en la historia de cada una de estas naciones: Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Rep. Dominicana, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
 
Esta reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños es histórica porque por primera vez se van a reunir todas las naciones de América Latina y el Caribe. Todas las naciones del continente Sur Americano, pero también todas las naciones que son islas del Caribe y también todas las que pertenecen a América Central y hasta del continente de Norte América.
 
Se van a reunir los gobernantes de varias tendencias políticas, los que pertenecen a la UNASUR y los que no, los que pertenecen a la ALBA y los que no, los que tienen Tratados de Libre Comercio con los EEUU y Canadá y los que no, los que ofrecen socialismo y los que predican capitalismo.
 
Se van a reunir gobernantes que hablan en español, en portugués, en ingles y en francés.
Se van a reunir los que tienen entre ellos zonas en reclamación, los que tienen diferencias vigentes y los que se enfrentaron en conflictos bélicos.
 
Se van a reunir y dialogar los grandes como Brasil con sus casi 200 millones de habitantes y México con sus más de 100 millones con los más pequeños como Dominica de menos 70 mil habitantes o San Cristóbal y Nieves con apenas 40.000. Se va a reunir el gigante Brasil de más de 8 millones de Kms2 con San Cristóbal y Nieves que mide 261 kms2.  Pero todos reunidos son un gran continente y representan más de 580 millones de ciudadanos.
 
La creación de la CELAC entrará en la historia y a los nietos caraqueños por nacer sus abuelos les contarán que estuvieron “allá” y vieron con sus propios ojos cuando tantos Presidentes se reunieron en Caracas.
 
Pero la CELAC entrará en la historia esencialmente porque desde que las naciones de América Latina lograron su independencia de los Imperios español, portugués, inglés y francés, casi todas estas naciones han estado sometidas a otros tipos de colonialismo, más pérfido y con sus cuotas de atentados a sus soberanías, independencias e identidades.
 
Desde hace décadas el destino de los pueblos de América Latina se decidía en la oficina oval de la Casa Blanca o en los pasillos y en los restaurantes de Washington.  Cuando desde allá no lograban que mandatarios latinoamericanos complacientes cumplieran servilmente a sus intereses, entonces pasaban a las acciones directas de las intervenciones y las ocupaciones militares o a las acciones encubiertas para golpes de estado, cuando no a los magnicidios de los mandatarios que no les convenían.
 
Es demasiado larga la lista de intervenciones, invasiones, golpes de estado o asesinatos para mencionarlos todos. Pero recordamos algunos emblemáticos: la muerte del Presidente de Chile Salvador Allende; el bloqueo contra Cuba; el Presidente de Haití Bertrand Arístide arrestado y deportado por Marines US pistolas en mano; el Presidente de Honduras Manuel Zelaya secuestrado y expulsado de su país o el Presidente de Venezuela Hugo Chávez arrestado y deportado a la Isla de La Orchilla donde lo esperaba un misterioso avión con siglas de los Estados Unidos. Tampoco se pueden olvidar las sanguinarias invasiones como la de Panamá, la de Dominica o la reciente ocupación de Haití por 20.000 Marines US bajo el pretexto de ayuda humanitaria frente a una catástrofe natural, cuando en realidad la primera ayuda humanitaria llegó desde Venezuela y la labor de asistencia médica para luchar contra el cólera la prestan principalmente los médicos cubanos.   
 
Claro. Existe la OEA, con un rimbombante nombre de Organización de los Estados Americanos que nos hace volver a los pasillos y restaurantes de Washington donde comparten amistosamente lo que el internacionalista venezolano Walter Martínez define reiteradamente en su programa Dossier como “la exquisita diplomacia pagada en dólares”.
 
La OEA, como por casualidad con sede en Washington, se demostró al fin de cuentas como una vulgar Organización al servicio del Tío Sam, el todopoderoso hermano mayor, para controlar a “estos” países que siempre consideró y sigue considerando como “su patio trasero”. En realidad la OEA se comporta más bien como la Organización de los EEUU para América Latina.
 
La OEA de hoy está a punto de pasar a la historia, y pasará a la historia como la Organización que desde Washington ordenaba lo que debía pasar en América Latina. Claro, ordenaba el fuerte y cumplían los más débiles, ordenada el del Norte y cumplían los del Sur.
La OEA podrá seguir como Organización de los Estados Americanos, lo que en si no es una mala idea para el Continente Americano, pero deberá desde ahora contar y respetar las demás 33 naciones reunidas en la CELAC.
 
En Caracas se reúnen los de América Latina y del Caribe. Se reúnen entre ellos, para dialogar entre ellos y para decidir entre ellos lo que más les conviene a ellos, nosotros.
 
El hermano mayor que pertenece a otra parte del continente no está invitado porque lo que conviene a estas 33 naciones no es en realidad de su competencia. Las 33 naciones quieren decidir sobre intercambios y programas de cooperación en beneficio de sus pueblos.
 
Por cierto, en Caracas hablarán también de algo que tiene que ver con el Consejo de Seguridad y Defensa. Hablar de seguridad y defensa es una definición muy clara. Es para asumir la seguridad de sus miembros y la defensa de un miembro víctima de agresión, venga de donde venga.
 
Esto no tiene nada que ver con el nuevo estilo del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, que en los últimos tiempos se transformó en un Estado Mayor para autorizar acciones bélicas y bombardeos contra naciones y pueblos prácticamente indefensos por parte de las grandes potencias.
 
En cuanto a las Naciones Unidas representadas por un emblema y bandera con un mapa del mundo inscrita en una corona de ramas de olivo en oro como símbolo de paz, sería tiempo que cambie su logo por algo más representativo de su nueva misión.
 
Hace tiempo que el actual Secretario General de la ONU, el señor Ban Ki Moon, no se presta realmente a entrevistas. Como se ve con frecuencia su rol principal es dar lectura a comunicados y es fácil imaginar quienes son los que los redactan. 
 
La reunión de la CELAC en Caracas va a obligar a los internacionalistas a escribir una nueva página de geopolítica mundial. Parece claro que de ahora en adelante América Latina desea cambiar su definición de “patio trasero” por una que suene a independencia, soberanía e identidad.
 
Simón Bolívar convocó esta reunión hace 180 años. Lo engañaron haciéndole creer que había arado en el mar y sembrado en el viento. Pero la CELAC en Caracas transforma en realidad su sueño de una Patria Grande formada por varias naciones.
 
La CELAC inspira a unos mucho entusiasmo. ¿Demasiado? ¡Quién sabe! Pero un evento como la primera reunión de todas las naciones de América Latina y el Caribe no puede inspirar más que entusiasmo. A otros la CELAC les inspira adversidad. La adversidad de los otros preconiza que los unos están acertados en su entusiasmo.
https://www.alainet.org/en/node/154436
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