El papel de la sociedad en la paz democrática

22/09/2012
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
La circunstancia actual es original: impulso de cambio y paz desde arriba, impulso de cambio y paz desde abajo, si estos dos impulsos se reconocen, encuentran y entienden en puntos centrales podría surgir en 2014 un gobierno de transición con un programa de reformas democráticas como inicio de una paz justa, imperfecta pero perfectible.
 
La sociedad civil activa que trabaja desde hace años por la paz, el movimiento de paz, tiene muy claro que este conflicto armado interno que se subsiste en Colombia no tiene un carácter emancipatorio para el pueblo, ni tampoco un carácter de legitimación para las instituciones.
 
Es un conflicto que, no obstante su origen social y su impronta política, ha devenido en una saga perniciosa de la cual el país no deriva sino dolor, muerte y grave detrimento de sus riquezas, valores y posibilidades. En razón al reconocimiento del carácter social y político, el conflicto debe terminar mediante acuerdo, no mediante victoria militar, y la terminación política debe ser para emprender entre todos la construcción de un proyecto compartido de país. La dolorosa experiencia del conflicto debe dejar una lección positiva: no más rebelión, no más contrainsurgencia, respeto a la opinión y a la vida de hombres y mujeres, en toda condición y circunstancia, porque Colombia se proyecta decididamente como un país que construye democracia en profundidad con el protagonismo de ciudadanos y ciudadanas y de los partidos que ellos y ellas quieran organizar.
 
La sociedad civil en lucha por la paz acoge, entre esperanzada y cautelosa, el emprendimiento de nuevos diálogos para la paz y considera: 1. Que ello debe hacerse con cese de fuegos porque la experiencia enseña que las hostilidades ahogan los diálogos, 2. Que los actores que se sientan a la mesa deben estar conscientes que la sociedad espera un acuerdo para la terminación definitiva del conflicto, no cabe otro ensayo fallido, 3. Que ella misma debe ser reconocida como actor de paz y que se debe abrir espacio a sus propuestas e iniciativas.
 
Paz: nuevo comienzo para armados y desarmados…
 
Cuando la paz vuelve a tener oportunidad una tarea ineludible es la de aproximar, articular, sumar, crear sinergia y asegurar la presencia, participación e incidencia de la gente del común. Solo así se legitima la paz. Para ello las iniciativas de paz existentes tienen que esforzarse en ver, analizar y comprender la compleja realidad que es Colombia en todos los aspectos, incluido el de sus expresiones populares y movimientos sociales.
 
El pueblo en su resistencia y en su lucha es una realidad compleja: lo es en la lucha por los derechos, en la lucha por la democracia, también en la lucha por la paz; ninguna de estas luchas es sencilla. La lucha por la paz, en el momento embrionario en que hoy está, es preciso entenderla en las indecisiones de los actores armados que saben que la guerra no va más, pero no saben como bajarse de ella. Hay que comprender las ambigüedades de la transición: cuando todavía no está en firme la decisión de abandonar las armas, no puede estar totalmente claro como se hace política.
 
A la sociedad debe interesarle favorecer los procesos, las iniciativas, los movimientos mediante los cuales quienes hoy están en armas pueden hacer el tránsito al ejercicio de la política sin armas. Para ello se requiere sabiduría: no ser ingenuos, pero tampoco ser miopes. Se requiere capacidad de asombro y junto con ella capacidad de innovación: lo que está pasando hoy no es simplemente la repetición de lo que pasó ayer, la Marcha Patriótica no es la reedición de la Unión Patriótica UP.
 
Ayer la iniciativa fue de la guerrilla, hoy es de las comunidades locales sobre todo rurales, así exista el interés y aún apoyo de la guerrilla. Lo cual no es negativo sino positivo en cuanto manifestación de búsqueda de vías para transitar de las armas a la política. No es la guerra sino la política la que ahora se expande.
 
El debate en la sociedad civil y política, entre armados y desarmados, son las vías de la paz y el compromiso con la paz política para que las expectativas de hoy se hagan realidad y no se conviertan en una nueva frustración. Oportuno es recordar a Albert Camus en el Hombre Rebelde (1951): “La verdadera generosidad con el porvenir consiste en dar todo al presente”.
 
Hoy, armados y no armados podemos hacer uso de la imaginación instituyente y de la voluntad constituyente para crear una realidad política nueva en la cual nos reinsertemos todos. La paz no es que los armados dejen las armas e ingresen gozosos al inaceptable statu quo existente, la paz es la posibilidad de un nuevo comienzo para todos, lo cual no es maximizar la paz sino entender que el camino comienza estrecho pero se amplía hacia adelante.
 
Por eso las iniciativas de paz, actuales y venideras, antes que nada tienen que, con mucha inteligencia y mucha paciencia, esforzarse en comprender las complejas realidades que tienen a la vista y, con base en tal comprensión, emprender acciones asertivas y certeras hacia el futuro.
 
Sociedad: el proyecto de democracia en profundidad…
 
Agosto de 2012 fue el mes en que se confirmaron los diálogos que discretamente venían dándose en la Habana entre delegados del Gobierno colombiano y de las Farc-EP. La opinión conoce los términos de estos prediálogos y las dos partes han hecho pública manifestación de que están comprometidas con diálogos serios para poner fin al conflicto de 48 años.
 
La agenda Gobierno–Farc: 1. Acceso y uso de la tierra. 2. Participación política. 3. Fin del conflicto. 4. Solución al problema de las drogas ilícitas. 5. Víctimas. 6. Mecanismos de implementación y verificación, con su correspondientes subtemas, contiene asuntos que son de interés vital para la sociedad, que le dan amplia oportunidad para moverse y contribuir eficazmente a la paz. La agenda, que a algunos parece corta, vista en su real calado rebasa incluso a los actores gubernamentales e insurgentes que la proponen, es preciso que devenga societal para que sea viable y legítima. Algunos de sus elementos como tierras y drogas tienen que ver, inclusive con la agenda global. Las observaciones siguientes apuntan a hacer comprensible esta anotación.
 
Existe una falsa conciencia sobre el origen, la naturaleza y también la salida del prolongado conflicto armado. Colombia necesita entender que la insurgencia apareció como un intento de democratización del país y que, si bien es ahora un proyecto desvirtuado e inviable, su desaparición no tendrá lugar sino en un contexto efectivo de democratización.
 
Ese contexto está dificultado por la voracidad del proyecto económico que impide el avance social, por la herencia guerrerista del uribismo que es activada de muchas maneras, por el carácter gatopardista de las reformas del gobierno que agita los cambios pero los amaga y por la incapacidad de gobierno y sociedad para construir una voluntad política nacional que soporte el proyecto de paz con más democracia.
 
Colombia necesita una gran convergencia por la paz y la democracia, con lucidez y coraje para plantear el conflicto distributivo con algunos puntos menos de ganancia para los ricos y esos mismos puntos de ganancia real para los pobres. Es razonable que la guerra de origen social se acabe modificando en alguna medida significativa la insostenible situación social sobre todo en el campo.
 
La ola de movilización social en curso (por educación, salud, pensiones, ambiente, recursos naturales, territorio, verdad, reparación, derechos, no discriminación, paz política, soberanía…) muestra características inéditas que podrían convertirla en un puntal de la paz democrática: tiene alcance y sentido programático para los sectores populares; se presenta con un carácter civilista, asumiéndose explícitamente como alterna a las armas no como convergente con ellas; se trata de movilización con deliberación y capacidad de mandato y legislación; no es simplemente reactiva, busca llenar espacio social y territorio con proyectos de vida, autonomía y paz; en algunos casos se trata de movilización que crea gobernabilidades alternativas y prefigura el Estado local como movimiento social (Boaventura de Sousa Santos, 2004). Entre esas dinámicas de lucha social sobresalen por el objetivo alcance político que tienen la Mane, la Minga-Acin, las Constituyentes Locales y Regionales, el Congreso de los Pueblos, la Marcha Patriótica, el movimiento de víctimas del conflicto...
 
Entonces el papel de la sociedad es no vacilar en coadyuvar con propuestas y condiciones favorables a que la agenda adoptada se desarrolle y conduzca al fin del enfrentamiento, al tiempo que instala en el imaginario público nacional los trazos de un proyecto compartido de país cuyo sujeto ya está en camino.
 
El papel de la sociedad se discute y dilucida en muy diferentes espacios, entre otros: la Coordinadora de Movimientos sociales, el Colectivo de impulso a la Semana por la paz, el Equipo de preparación del Congreso de Paz, lo que se ha denominado el espacio CINEP. En este último, con ocasión de la reunión del 6 de septiembre se señalaron al menos cuatro elementos comunes en relación con el papel de la sociedad en la paz:
 
“Sostener el propósito de crear condiciones para avanzar en la solución política del conflicto armado. En este sentido, tomar la iniciativa para que las condiciones de paz surjan y se establezcan desde la sociedad misma, como condiciones sostenibles, y no como condiciones impuestas desde lógicas electorales o de beneficio económico. De este modo “la llave de la paz también es nuestra”.
 
Promover la vía democrática del debate de las ideas, que deslegitima la opción de las armas y la violencia como instrumentos de la política y la solución de los conflictos sociales.
 
Sostener la movilización social en pro de la paz, prestando atención a la situación de las víctimas y visibilizando las causas de los conflictos sociales, políticos, económicos y culturales en el ámbito nacional y regional.
 
Activar una movilización de carácter político que le cierre el paso a cualquier pretensión de prolongación de la guerra y de mantenimiento de las estructuras generadoras de violencia y exclusión social y política en el país”. (Fernando Sarmiento, Cinep).
 
Paz: ¿de qué se trata?
 
Por supuesto se trata de que los insurgentes vengan a la vida civil y prosigan la lucha tras sus objetivos políticos a través de medios democráticos, esto es, el pensamiento político, la formación de opinión, la movilización y protesta social y el recurso al voto popular. Aunque no se trata solo de eso porque, como se ha señalado por muchos y se ha corroborado en estudios de la Universidad de Los Andes (2003), la confrontación armada forma parte de la crisis política colombiana pero la crisis no se reduce al conflicto armado. Por ello no basta un proceso de paz para superar la crisis.
 
La paz es una oportunidad de emprender cambios en la sociedad porque la guerra tiene que ver con una etiología que antecede al epifenómeno de rebelarse, empuñar las armas y disparar. El Exsecretario General de Naciones Unidas, Boutros BoutrosGali, lo expresaba así: “las transiciones de la guerra a la paz son la oportunidad para que las sociedades emprendan reformas necesarias que antes no han sido posibles”. No quiere decir que todos los huevos se deban colocar en la canasta de las negociaciones gobierno insurgencia.
 
Se trata de que la sociedad tenga un proyecto de país al cual invita, mediante el cual seduce a quienes han estado en el alzamiento armado bajo la consideración de que no había país para todos. La propuesta seductora radica en la oferta creíble y la voluntad demostrada de ir hacia un país incluyente: con derechos para todos, garantías para todos, oportunidades reales para todos, posibilidad de incidencia de todos en las decisiones que afectan a todos. Ello supone un  proyecto para profundizar la democracia soportado por un movimiento plural con fuerza intelectual, moral, material y política para conducir a un pacto histórico que selle el reencuentro entre Estado y sociedad.
 
Al abrirse los diálogos de paz se abre también inevitablemente la discusión sobre el papel de la sociedad en la paz. Según las premisas anteriores el papel de la sociedad no es simplemente el de auxiliar del proceso en la mesa de al lado. No se requiere tampoco que la sociedad se siente con las partes en la mesa central de negociación. La incidencia de la sociedad estará en que sepa sobreponerse a las contingencias, es decir, estar por encima de los altibajos de los diálogos, colocando un punto alto en relación con objetivos, temas, métodos, cesiones y concesiones en materia económica, social, política, institucional, internacional y cultural.
 
Se requiere para ello imaginación instituyente y voluntad constituyente. Se requiere instalar una idea de democratización sustantiva (Planeta Paz, Luis Jorge Garay). Se requiere superar el terrible amor a la guerra (James Hillman). Se requiere avanzar en la construcción de un nuevo sujeto social plural (Isabel Rauber). Se requiere la cultura de la convivencia y la reconciliación (Padre Francisco de Roux S.J.). Se requiere disponerlo todo para que el país tenga uno o varios gobiernos de transición. Se requiere moverse en la perspectiva sugerida por Johan Galtung que él mismo resume en tres expresiones de fácil comprensión: peacemaking (pactar la paz), peacebuilding (construir la paz), peacekeeping (conservar la paz), funciones y momentos que se refuerzan entre sí y en los cuales es progresivamente relevante el papel de la sociedad.
 
Se requiere asumir que la paz posible es la paz imperfecta pero perfectible como lo ha señalado con base en múltiples experiencias la Universidad de Granada en España (Francisco Muñoz, 2001). El horizonte amplio de la sociedad que se propone superar una crisis compleja no entorpece sino que facilita el proceso de paz y lo dimensiona. La paz se pacta, se firma y se declara en un momento determinado pero su construcción es un compromiso de larga duración cuyo sujeto no es otro que la sociedad, civil y política. Se trata de visualizar que nuestra aventura democrática con la paz política da hoy unos pasos importantes pero tiene metas mucho más ambiciosas hacia adelante.
 
Paz: escenarios propios de la sociedad
 
La sociedad colombiana es la sociedad con mayor número de iniciativas de paz en el mundo según la ONG londinense International Alert, pero no la que muestra mayor eficacia. El inicio de nuevos diálogos es la oportunidad para que la sociedad articule actores, ideas, recursos y destrezas, acumulados durante décadas, configurando un gran movimiento societal, a fin de incidir real y positivamente en la paz. Entre las posibilidades cercanas de acción de la sociedad están:
 
La participación en una gran jornada ciudadana de respaldo a los diálogos que se instalan el día 8 de octubre en Oslo, capital de Noruega.
 
La realización a corto plazo de un Congreso Nacional de Paz (ya en preparación) que apoye los pasos dados por gobierno e insurgencia y que a su vez clarifique el papel de la sociedad procurando el mayor entendimiento posible, plenamente conscientes todos los sectores de que la intervención fragmentada será ineficaz. Hay que apuntar a la construcción de una voluntad nacional de paz.
 
La constitución de una mesa de paz de la sociedad (Cinep, 6 de sept.) quizá con apoyo en el Consejo Nacional de Paz a fin de tener un instrumento propio de afirmación, intervención y trámite de diferencias; al mismo tiempo es necesario que sociedad civil, víctimas, movimientos sociales y regiones tengan acceso a las instancias de 5 y 30 designadas por el gobierno, incluyendo mujeres; estos vasos comunicantes están aún por considerar y definir.
 
Organizar una efectiva veeduría al proceso gobierno - insurgencia el cual debe avanzar discreta pero no secretamente y debe responder a los compromisos iniciales de las partes; la paz es un bien público y un derecho y deber de toda la ciudadanía, es preciso construirla de cara al país.
 
Apoyar que al proceso Gobierno Farc se vincule también el ELN, si es el caso en una mesa propia que luego se articule a la otra, porque no se entendería que se vuelva a otro episodio de paz parcelada, dejando cabos sueltos para que se reproduzca el conflicto.
 
El método no es de homogenización de la sociedad y anulación del juego de pluralidad que constituye su riqueza, es de articulación y canalización de capacidades construyendo participativamente marcos de referencia para la acción y la convergencia; no es unidad sino unión alrededor de puntos que se respaldan con la fuerza de la movilización como expresión del civilismo radical democrático que marca hoy la vida del país.
 
La circunstancia actual es original: impulso de cambio y paz desde arriba, impulso de cambio y paz desde abajo, si estos dos impulsos se reconocen, encuentran y entienden en puntos centrales podría surgir en 2014 un gobierno de transición con un programa de reformas democráticas como inicio de una paz justa, imperfecta pero perfectible.
 
El objetivo es un país sin guerra, pero con más democracia, justicia social y soberanía, progresiva y decididamente construidas. Sociedad que incide eficazmente en razón de su convergencia e iniciativa política en temas centrales y estratégicos de la paz, pero sociedad que reconoce y respeta el papel de gobierno y movimientos insurgentes en la mesa central de los diálogos.
 
En suma, el papel de la sociedad es el de la mediación estructural que corresponde a un sujeto político plural (conjunto de actores políticos y sociales) que actúa en función de ganar la dirección política de la transición de la república señorial que aún somos a la república social que aspiramos ser. Bogotá, sept. 12 de 2012. lucho_sando@yahoo.es
 
Documentación:
 
Le Monde Diplomatique, Nº 115, septiembre de 2012, Por Quinta Vez Ante Otra Comprobación del Fracaso de la Guerra por Ómar Roberto Rodríguez.
 
Le Monde Diplomatique, Nº 115, septiembre de 2012, Política y Movilización por la Paz en Colombia por Fernando Sarmiento S. y Magda López.
 
www.ricardogarciaduarte.wordpress.com, Septiembre 3 de 2012, El Regreso a la Frágil Negociación por Ricardo García Duarte.
 
www.ricardogarciaduarte.wordpress.com, Septiembre 10 de 2012, Voluntad y Correlación de Fuerzas en las Negociaciones de Paz por Ricardo García Duarte.
 
Luis I. Sandoval M.
Investigador social, columnista de prensa, copresidente de Redepaz, autor de la Paz en Movimiento (2 vol), 2005
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 321
Semana del 14 al 20 de septiembre de 2012
Corporación Viva la Ciudadanía.
 
 
https://www.alainet.org/en/node/161209
Subscribe to America Latina en Movimiento - RSS