Razón de más
Aun diferentes, todos somos americanos
18/12/2014
- Opinión
¿Puedes venderme lluvia…
o una legua de mar, cien
dólares de lago? El agua rueda,
pasa. Nadie la tiene, nadie
Nicolás Guillén, poeta cubano
En las profundidades oceánicas del Golfo de México hay una zona, el polígono occidental de Los Hoyos de dona, que guarda enormes, aunque aún indeterminados en su magnitud, yacimientos petrolíferos. Estados Unidos, Cuba y México habrán de acordar cómo explotarlos equitativamente.
La resolución de los gobiernos de Estados Unidos y Cuba, para restablecer relaciones diplomáticas, económicas y de cooperación, es el último signo del fin de la anacrónica práctica de la guerra fría, que estableció dos bloques irreconciliables y transita hacia una convivencia en la que la cohabitación en el mundo puede darse aceptando las diferencias de ideologías, regímenes políticos y modos de vida que los han separado.
El acuerdo anunciado por los presidentes Barak Obama y Raúl Castro es histórico en ese significado de convivencia, que requerirá, para hacerse efectivo, de la voluntad de romper las ataduras del pasado. El mérito es de ambos: de Cuba por haber resistido más de cinco décadas de aislamiento amenazas y ataques de la mayor potencia mundial y haber demostrado que su soberanía y autodeterminación serían finalmente reconocidas y aceptadas, aun a costa de grandes sacrificios; el de estados unidos, seguramente mayor en la determinación del presidente Barak Obama, el de ceder, aun bajo la presión de los sectores más conservadores de su país y de otras naciones, a la evidencia de la necesidad de aceptar que en el concierto internacional nada puede ser igual ni uniforme, en la aceptación de que América puede ser el sueño bolivariano hecho realidad.
Uno de los principales argumentos en el discurso con el que Barak Obama anunció su difícil decisión de reanudar las relaciones con la isla situada a noventa millas del territorio estadounidense, es justamente el de la tolerancia en la diversidad. Estados Unidos vence, con esa determinación, el prejuicio que lo llevó a excluir –y al mismo tiempo excluirse--- a todo aquello que no coincidiera con su concepto de vida y desarrollo.
Así, Barak Obama se muestra dispuesto a derribar los obstáculos que en otros casos ha salvado para convivir con regímenes diferentes. China, Vietnam, tienen sistemas de gobierno diversos al suyo, y sin embargo de esas diferencias son aceptados por la gran potencia que ha pretendido regir el orden mundial a su imagen y semejanza.
El camino para la desaparición de las medidas adoptadas por estados Unidos contra Cuba por el delito de seguir su propio sendero será arduo. Será preciso vencer resistencias en el Congreso, dominado por la reacción republicana y la contumacia del anticomunismo trasnochado, para desaparecer el irracional embargo económico y las sanciones a todo aquel que ose negociar con la Cuba revolucionaria.
La puerta que se abre a una nueva relación entre Cuba y los Estados Unidos en el rico mar del Golfo de México es un ejemplo, aún distante, de lo que de ella puede esperarse. Aislada por el bloqueo, desprovista de los suministros de petróleo desde la caída del bloque socialista que le permitía abastecerse del crudo proveniente de la extinta Unión Soviética, comparte en teoría los recursos fósiles de las aguas profundas de una parte del llamado polígono Occidental de Los Hoyos Dona, la amplitud de cuyos yacimientos aún está por definirse, pero que deben ser amplios.
Como lo apuntó el subsecretario de Relaciones Exteriores de México, Sergio Alcocer, esa zona del mar océano ofrece la oportunidad, así sea mediante negociaciones a futuro, la posibilidad de que los tres países jurídicamente detentadores de ese potencial –México, Estados Unidos y Cuba— alcancen acuerdos para el aprovechamiento de esos recursos del subsuelo marino en condiciones de equidad y cooperación mutua.
La definición del mar patrimonial de doscientas millas a partir del mar territorial determinada por México en el gobierno del presidente Luis Echeverría y aceptada por el resto de los países, permite la delimitación que a cada uno de los tres situados en ese límite corresponde para la explotación de los yacimientos petrolíferos de esa zona.
Por su parte, México y los Estados Unidos han llegado, mediante negociaciones que se han prolongado por espacio de más de cinco años, a ponerse de acuerdo para el aprovechamiento de los yacimientos localizados en el subsuelo de las aguas limítrofes de sus respectivas jurisdicciones.
La relación que el entendimiento entre Cuba y Estados Unidos que se reinaugurá por la decisión de ambas naciones permitirá, a través de negociaciones diplomáticas posibles en lo sucesivo, la explotación de esas riquezas para beneficio de todos. El agua y lo que ella esconde, como el aire y la tierra, que es de todos, nadie la tiene porque a todos pertenece, como lo aseguraba el poeta Nicolás Guillén.
Como a otros países en el mundo, place a México la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. Es un primer paso, una gran decisión que satisface a todos por igual. En nuestro caso, es la confirmación de la razón que a los gobiernos que en más de cinco décadas se mantuvieron al lado de una revolución y de un régimen con el que las diferencias no fueron óbice para la comprensión, la solidaridad y el apoyo en los momentos más difíciles.
Toca ahora insistir, permanecer unidos junto a quienes, con buena voluntad y conciencia histórica, se esforzarán en llevar a término el paso trascendental que con este acuerdo se ha dado.
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