El proyecto neoliberal en su fase rentista-financiera (2006-2015)
- Opinión
El proyecto neoliberal empieza en Costa Rica hacia 1984. El antecedente inmediato fue la severa crisis económica de los años 1980-1982. Ya desde inicios de la administración Monge Álvarez (1982-1986) se adivinaba cierta tendencia a reformular las tradicionales propuestas económicas que habían caracterizado al partido Liberación Nacional hasta los años setenta. Las autoridades económicas de la época (Carlos Manuel Castillo y Federico Vargas) comenzaban a balbucear un discurso que cuestionaba el papel económico del Estado, reivindicaba las presuntas virtudes del libre mercado y enfocaba las exportaciones como el “nuevo motor” de la economía. Pero todo ello adquirió mucha mayor claridad y contundencia en los planteamientos de Eduardo Lizano, una vez que éste asumió la presidencia ejecutiva del Banco Central en 1984 (sustituyendo a Castillo). El suyo fue un ataque inclemente contra el sistema arancelario que beneficiaba a la industria de sustitución de importaciones, y, en especial, contra el entramado proteccionista que sostenía a la agricultura de producción de alimentos. E igualmente formuló todo un programa, de amplio alcance, para liberalizar el sistema financiero y fomentar el crecimiento de la banca privada. Y si bien todo esto se expresaba desde una ideología y una teorización que apelaban a las presuntas virtudes del libre mercado –incluido un feroz ataque contra la institucionalidad estatal- no hubo escrúpulo en propiciar un dispendioso neo-proteccionismo, a favor de las exportaciones no tradicionales y el turismo.
Durante una parte de los años ochenta, este proceso de reestructuración fue activamente propiciado por el propio gobierno estadounidense, a través, incluso, de masiva asistencia financiera. Ello también alivió sus costos sociales. Por otra parte, es también cierto que sus ritmos fueron más graduales y atenuados que los observados en otros países latinoamericanos, en parte, al menos, como consecuencia de la movilización ciudadana que, desde distintos sectores, se oponía a aquella agenda contra-reformista.
Y, sin embargo, con los tres programas de ajuste estructural (PAE) acordados con el Banco Mundial y diversos convenios con el FMI, se apuntaló el proceso, el cual continuó avanzando, no tan rápido como los ideólogos neoliberales habrían querido, pero siempre de modo sostenido. Con Calderón Fournier (1990-1994) se dio la desregulación completa de los movimientos de capitales y se negoció el PAE-III. Este último fue aplicado por Figueres Olsen (1994-1998), quien dio un empuje decidido a la liberalización financiera, incluyendo el acceso de la banca privada a las cuentas corrientes y el redescuento del Banco Central (reforma legal de 1995). Recordemos que poco antes (1994) se había cerrado el Banco Anglo, lo que debilitaba el sistema de banca pública.
Figueres Olsen fue también quien promovió la instalación de Intel en Costa Rica (1997-1998), lo cual seguramente abrió una nueva etapa en el proyecto neoliberal. Hasta 1997 todavía se trataba de una “exportación ligera”, centrada en industrias tradicionales (principalmente la maquila textil) y en productos agropecuarios y del mar. El capital extranjero jugaba un papel importante, pero el nacional todavía ocupaba espacios significativos, lo cual también era válido para la floreciente actividad turística. A partir de Intel, la estrategia vira marcadamente hacia la inversión transnacional de alta tecnología instalada en zona franca, y cuya capacidad para la generación de empleos resultaba muy limitada. La actividad turística experimentó una reestructuración similar, por el peso creciente que adquieren las cadenas hoteleras tradicionales.
La economía adquiere entonces un perfil dual, con un sector dinámico controlado por el capital transnacional y solo muy débilmente vinculado al resto de la economía y un amplio sector tradicional, relativamente menos dinámico y de inferior productividad. Excepto por el pico registrado en 1998-1999, en los años sucesivos el dinamismo económico fue relativamente menor, pero aún conservaba capacidad para sostener índices de empleo relativamente aceptables, básicamente sostenidos por el sector más tradicional de la economía.
Nuevos acontecimientos mundiales tendrán importante impacto. En los años posteriores a 2002 surge a nivel mundial una burbuja especulativa de grandes dimensiones, centrada en el sector inmobiliario y de la construcción en Estados Unidos. La abundancia de capitales se hizo sentir en Costa Rica, y ello preparó las condiciones para un cambio de escenario a partir de 2006, cuando se pasa del sistema de minidevaluación, aplicado por más de veinte años, al de bandas cambiarias. En la práctica, éstas nacieron muertas. El dólar nunca fluctuó dentro de las tales bandas, en parte porque se establecieron márgenes que, por excesivamente amplios, resultaban inviables, pero sobre todo porque, empujado por la sostenida y abundante entrada de capitales, el dólar quedó sometido a una persistente tendencia bajista.
Se inaugura así, a partir de 2006, una tercera etapa dentro del devenir de la estrategia neoliberal: la etapa rentista-financiera.
El boom inmobiliario mundial llegó a Costa Rica de la mano de enormes entradas de capitales y propició un auge especulativo e insostenible en los años 2006-2007. Entretanto se desata en 2007 la crisis económica mundial detonada por el pinchonazo de esa burbuja inmobiliaria. La fase aguda de la crisis se da a partir de septiembre de 2008 y hasta avanzado 2009. Sus secuelas negativas se hacen sentir incluso hasta el día de hoy. Durante esa período de pánico, los flujos de capitales en Costa Rica se revierten, pero se restablecen hacia 2010 cuando se logra volver a estabilizar la situación. Con ello se reinician las presiones descendentes sobre el valor del dólar frente al colón.
Así, desde finales de 2005 se registra un movimiento hacia la revalorización del dólar en términos reales. Ello socaba, de forma gradual pero sostenida, las bases en que se apoya el aparato de la exportación y el turismo que era el sostén principal de la economía, pero igualmente debilita las actividades que compiten con importaciones. En el contexto del espurio auge de 2006-2007, el desempleo se redujo gracias al boom de la construcción. Luego de la fase aguda de la crisis (2008-2009), la recuperación fue parcial y vacilante. En los años sucesivos, la debilidad económica tiende a volverse crónica, con problemas del empleo cada vez más graves, lo cual inevitablemente impacta en la desigualdad y la pobreza. Todavía algunos sectores de servicios vinculados al capital extranjero logran por algún tiempo un dinamismo considerable. En una mirada de conjunto, dos detalles sobresalen: el decaimiento de las actividades productivas frente a la bonanza en las finanzas, el comercio importador y, más limitadamente, la especulación inmobiliaria.
El proyecto neoliberal es ya inviable pero sigue siendo hegemónico. Dicho de otra forma: nos urge un cambio, pero las condiciones sociopolíticas y las relaciones de poder impiden que se dé.
- Luis Paulino Vargas Solís, Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE)-UNED
3 de mayo de 2015
Del mismo autor
- La economía de Costa Rica en el atascadero 28/05/2015
- El proyecto neoliberal en su fase rentista-financiera (2006-2015) 04/05/2015
- Naufraga la política económica del gobierno de Chinchilla 03/07/2012
- Doña Laura está en problemas 18/10/2010
- Violencia 01/08/2009
- ¡Y que siga la pachanga! 25/11/2008
- Tiene sentido renegociar el TLC? 19/11/2008
- Inseguridad: ¿una estrategia para el control de la población? 10/11/2008
- La crisis tras bambalinas 06/11/2008
- Por qué es necesaria la Unidad Patriótica? 15/10/2008