Por qué CACIF se incorpora a la Plataforma para la Reforma del Estado
- Opinión
En cuatro meses de intensas luchas, la mayoría de la población de Guatemala vive intensos cambios en su conciencia cívica y ciudadana. Ahora cobran sentido de justicia y razón histórica las luchas que siempre han librado los campesinos, los pueblos, las mujeres, los defensores de derechos humanos, de la educación, de la sanidad y la salud, de la niñez y la juventud, del medio ambiente, de la vivienda social, de los que reclaman el derecho al arte y la cultura. Se activan nuevas propuestas como el Pacto por la integridad, Manos limpias por la Justicia. Los jóvenes en comunidades organizan caminatas solidarias que recorren el país de un extremo a otro. Las redes autónomas, imparables y creativas, crean organización, convocan y aportan la articulación virtual que enlaza al país en todos sus confines. A la población se le cae la venda de los ojos.
Las autoridades, pueblos, comunidades y organizaciones integradas en la Asamblea Social y Popular –ASP- de las regiones norte, sur, occidente, oriente y centro con organización en los 22 departamentos del país, articulan alianzas con importantes sectores de jóvenes de universidades pública y privadas; así como con la membresía democrática, progresista y revolucionaria de diversas organizaciones y sectores. Amplían las articulaciones con las fuerzas de la Plataforma para la Reforma del Estado, cuyo protagonismo ejerce el rector de la USAC y logran condensar y colocar el tema de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos –LEPP– en un primer plano de la coyuntura política.
Entonces CACIF a toda carrera se incorpora, primero en oposición y luego en aceptación y defensa de la LEPP. Lo hacen porque CACIF está aislado socialmente, no cuenta con fuerzas sociales. Su presidente en funciones, el menos troglodita de los oligarcas tradicionales, sortea las presiones de los grandes capitales y se refugia bajo las banderas de lucha de las fuerzas sociales, populares y revolucionarias organizadas. Son las personas que ellos han explotado y discriminado, a los que han llamado terroristas por defender los derechos al bienestar que el pueblo demanda. Y ahora resulta que apoyan las reformas del Estado y hasta el paro nacional, los que siempre han utilizado la fuerza represiva del Estado para impedir las justas protestas ciudadanas.
Sin embargo, no nos equivoquemos, la cúpula empresarial a pesar de su contradictoria actitud, dispone de aliados poderosos, los que prefieren acurrucarse en lo viejo conocido que arriesgarse a construir lo nuevo: son los gringos, las transnacionales, iglesias, instituciones, empresas, medios de difusión, analistas, exconstitucionalistas. Son los intereses políticos equilibristas de doble moral, que por un lado aplauden y alientan a la ciudadanía a continuar las manifestaciones y por otro lado, se hacen de la vista gorda del deterioro del régimen y nos inducen a respetar lo que los mismos corruptos y corruptores atropellaron y violaron: la Constitución de la República, la institucionalidad, el Estado de Derecho y a participar en el ilegal proceso electoral. CACIF juega las cartas de grandes intereses internacionales y locales. Empezando por las del norte, que defendiendo intereses de consorcios capitalistas y de su gobierno no dejan de inmiscuirse y persisten en dictar pautas en la coyuntura política nacional y en amenazar con sus señales bélicas: tienen anclado un barco con marines estadounidenses en Puerto Barrios, por si acaso. CICIG retiene las mejores cartas y las suelta como árbitro de la estabilidad. En fin, la disputa por la hegemonía del poder se libra como un pulso sobre la mesa, los que quieren mantenerlo y quedarse contra los que quieren recuperar control hegemónico. No les interesa a ninguno reformar la base legal de un sistema que les protege, sólo les interesa preservar el control.
A ambos grupos les interesan las elecciones
CACIF no tiene candidato posicionado como ganador, salvo que bajo la mesa hayan apalabrado apoyos y alianzas. Si se le pegaron falsamente a las fuerzas sociales, populares y revolucionarias, por algo será. Ambos grupos enfrentados –emergentes y tradicionales– tienen un plan B. Los resultados electorales en la primera vuelta aparentemente favorecerán al grupo oligárquico-militar de gobierno, con Baldizón. Su plan B, es Jimmy Morales, el candidato de Avemilgua, según dicen los medios, y al que los patriotas llamaron a votar. El plan B del CACIF es el gobierno de transición. Faltando pocas horas para el día de la farsa electoral aparecerá el plan C, que puede ir desde la publicación de resultados de encuestas, para incidir en el electorado; actuaciones como fraudes, apagones y/o intentos de golpe de Estado. Habrán otros alegrones para la población, para animarla.
Sin embargo, aun cuando en las vencidas predomine el control hegemónico de CACIF y los gringos, continuaremos incansablemente exigiendo la realización de una Asamblea Nacional Constituyente, multisectorial y plurinacional, para erigir las bases de un nuevo Estado. Guatemala necesita la revolución social, económica y política que nos han negado, para que todos los habitantes accedamos a una vida digna, justa y democrática.