Salvador Allende, ejemplo de lealtad y consecuencia

11/09/2015
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Han pasado 42 años después de la muerte de Salvador Allende en aquel golpe de Pinochet y, la figura de Allende marcó un hito importante al frente de Chile en lo que fue el Siglo XX, como uno de los más convencidos de hacer patria, ser leales a sus convicciones y probablemente ser el único presidente que asumió en plenitud el peso de un gobierno identificado con el pueblo hasta el final.

 

Prueba de ello es que hay una palabra que retoma recurrente a sus labios y que es la única que repite dentro de su arenga: "Lealtad". Por ello dice: "Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo...". Mi recuerdo habrá de ser el de un hombre digno, que fue leal con la patria... "Siempre estaré junto a ustedes y me seguirán oyendo". Privado del único medio de comunicación disponible, sabe que el pueblo lo va a escuchar para siempre en espíritu.

 

"La semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles de chilenos no podrá ser segada...". El pueblo debe defenderse, pero no dejarse acribillar. Y enseguida, una advertencia histórica.

 

¿Qué mejor que ese discurso para descubrir, en una inesperada y profunda síntesis, lo que auténticamente fue en vida Salvador Allende? ¿Cómo poder comparar cualquier clase de observaciones por penetrantes que ellas fueran, con lo que fluye espontáneamente de un gran hombre cuando se ve bruscamente proyectado hacia la eternidad?

 

Salvador Allende se encontró con la muerte durante el bombardeo e incendio del palacio de gobierno, pero antes de ofrendar su vida y ser ejemplo de heroísmo y de consecuencia de ideales para las futuras generaciones, dejó postreros mensajes de verdades al mundo y al pueblo que lo eligió mediante elecciones limpias y democráticas.

 

Informado en la aciaga mañana del 11 de septiembre de 1973 que sobrevenía un golpe militar, adoptó sin vacilación alguna la espartana resolución de afrontarlo con las armas en la mano, encerrado en el Palacio de La Moneda, símbolo del poder civil chileno. Lo acompañó un reducido grupo de sus adictos, armados tan precariamente como él. Y fue este conjunto, apenas una cincuentena de hombres, dotados de armas manuales, el que logró contener a lo largo de más de seis horas el ataque conjunto de las fuerzas militares.

 

Su temple ante la tragedia, su alto concepto de la dignidad del cargo que el pueblo le ha conferido y su noble sentido ético se exteriorizan: "No tengo amargura sino decepción...". "La historia los juzgará"... "Habrá una sanción moral". Es notable advertir la forma en que mide sus palabras al referirse a quienes comandan el golpe, procurando evitar todo exceso. Sabe que no es a él a quien está reservado el juicio, sino a la historia.

 

Los datos de la historia muestran que el 4 de Septiembre de 1970,  la Unidad Popular en Chile obtuvo la primera mayoría relativa. El 26 de octubre Salvador Allende es ratificado por el Congreso como el nuevo presidente de Chile. El 4 de noviembre de ese mismo año, Allende asume la presidencia de Chile, se reanudan las relaciones diplomáticas con Cuba y con los otros países socialistas. Chile se declara como Nación no Alineada.

 

El gobierno de Allende, apoyado por Unidad Popular, un conglomerado de partidos de izquierda, destacó tanto por el intento de establecer un Estado socialista usando medios legales del poder ejecutivo –la vía chilena al socialismo–, como por proyectos como la nacionalización del cobre, la estatización de las áreas «claves» de la economía y la aceleración de la reforma agraria, en medio de la polarización política internacional de la Guerra Fría y de una grave crisis económica y financiera interna.

 

El 11 de septiembre un golpe de estado termina con el estado de derecho en Chile, las instituciones democráticas fueron clausuradas y reemplazadas por una dictadura encabezada por Augusto Pinochet, quien creaba una nueva institucionalidad basada en la represión y la eliminación sistemática de sus opositores.

 

Allende junto a un puñado de colaboradores resistieron en el palacio de la Moneda, bombardeada por la aviación. En el asalto final muere Salvador Allende. La gran mayoría de los sobrevivientes desaparecen, iniciando así la inmensa lista de detenidos-desaparecidos que no dejará de incrementarse durante los años de dictadura.

 

La memoria colectiva coloca a un presidente que, en su consecuencia revolucionaria, fue plenamente solidario con la causa de los bolivianos a tiempo de referir en más de dos ocasiones, la importancia de la demanda marítima que, en ese tiempo, el propio Allende califico como una injusticia el no reconocer esa demanda.

 

- Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe

https://www.alainet.org/en/node/172334
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