Los #PanamaPapers y el “asesino del ajedrez”
- Opinión
El apacible Parque Bittsevsky, al sur de la ciudad de Moscú, es un tradicional enclave natural que se hizo célebre por albergar en su intrincado bosque a Aleksandr Pichushkin, mejor conocido como el “asesino del ajedrez”, quien perpetraba sus crímenes en medio del sol resplandeciente, ante la ininteligible bruma o bajo la presencia cómplice de la noche.
Mediante engaños, llevaba a sus víctimas a pasear por los senderos desolados del Bittsevsky, hasta llevarlos hacia la misma alcantarilla remota que desemboca en las turbulentas aguas del río Bitssa. La presión sobrenatural de tan enrevesada corriente se encargaba del resto, desapareciendo los cadáveres en cuestión de segundos.
Una vez atrapado, Pichushkin se dedicó a relatar con desparpajo y en detalle los pormenores de su prontuario genocida y galopante, llevado a cabo entre 2001 y 2006. De aquellas confesiones brilló con luz propia un detalle desgarrador: hacía un conteo minucioso de sus “dianas” en un tablero de ajedrez; por cada muerto un número en cada cuadro hasta completar la asombrosa cifra de 61 homicidios. Su obsesión final era finalizar su carrera de “serial killer” una vez consumado el asesinato número 64.
Al igual que al verdugo del Parque Bittsevsky, o al mismo fascismo, al capitalismo siempre le han hecho falta pocas jugadas para el gran jaque mate: la crisis de 1929, la de principios de los años 80 y la de 2008 así lo confirman.
La jugada sofisticada de los #PanamaPapers
La operación publicitaria disfrazada bajo el ropaje de indagación rigurosa, llevada a cabo por 190 reporteros pertenecientes al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés), con el apoyo de la Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) y denominada #PanamaPapers nos muestra hasta donde son capaces de llegar los mandamases del poder financiero para lavar su imagen construida durante décadas: la de especuladores, amantes del capital y las transacciones de orden especulativo, y por supuesto la de clientes principales de los llamados paraísos fiscales.
De la sistematización del millón de archivos realizada por la ICIJ, que llegaron inicialmente al diario alemán Süddeutsche Zeitung y que pertenecen al buffet jurídico-Financiero Mossack Fonseca, emergieron los nombres de centenares de políticos (Putín, Macri, David Cameron y los jeques árabes), estrellas de cine y televisión (como Almodóvar), deportistas (Lionel Messi) y personas ligadas al mundo del poder con cuentas bancarias anónimas en Panamá.
#PanamaPapers: las hojas extraviadas
No obstante, la investigación premeditadamente omitió decenas de nombres de poderosos en la lista de origen británico y norteamericano ¿porque? La financiación de la ICIJ, eje central del estudio, y de la OCCRP lo explica todo: entre los donantes de esta la primera se encuentran la Ford Foundation y la Open Society Foundation, ésta última perteneciente al especulador consumado George Soros mientras que entre los auspiciadores de la segunda se encuentra la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID)[1]. La otra parte del rompecabezas, de tan sutil ligereza, está en la explicación de los orígenes y relaciones financieras de la misma Mossack Fonseca.
Fundada en 1986 en la ciudad de Panamá por el ex alumno de la London School of Economics Ramón Fonseca y el ciudadano panameño de origen alemán Jurgen Mossack, la compañía logró consolidarse gracias a sus vínculos más que cercanos con la entidad financiera británica Rothschild, de fuerte ascendencia en la reserva Federal de los Estados Unidos y en la corona británica[2].
Lo anterior nos conduce a trasfondos geopolíticos irrebatibles que se esconden tras los #PanamaPapers: minar el prestigio de Vladimir Putin y poner contra las cuerdas a los desaforados “jeques árabes” .
Estados Unidos: el peregrino paraíso fiscal
Sin embargo, el principal objetivo es de orden económico: proyectar a los Estados Unidos como el principal “off-shore” del mundo ejerciendo una presión paulatina contra otros paraísos fiscales como Panamá, Mónaco, San Marino y decenas de islas del Caribe entre otros “refugios monetarios” que en total generan pérdidas para las naciones que experimentan fugas de capitales, por concepto de pago de impuestos, que se aproximan a los 240.000 millones de dólares anuales según la OCDE[3], cifra equivalente al Producto Interno Bruto anual de países como Singapur, Portugal, Irlanda o Chile.
Cuando en el año 2010 la administración Obama aprobó la Foreign Account Tax Compliance Act (FATCA, por sus siglas en inglés) encaminada a controlar las inversiones de sus conciudadanos en el exterior, y por ende la evasión fiscal en dicho país, más allá de lo taxativo el gobierno norteamericano abrió la compuerta para, gradualmente, lograr que dichos montos de dinero retornaran con el fin de provocar el desangre monetario de los paraísos fiscales tradicionales y emergentes.
En 2014, 54 naciones de todo el mundo, a las que se han sumado otras 43 desde aquel entonces, firmaron en la ciudad de Berlín un marco de estándares para compartir información bancaria, fiscal y financiera que empezará a operar en 2017. De todos los países de la OCDE solo uno se ha negado sistemáticamente a suscribir el acuerdo: los Estados Unidos[4].
La avanzada Estadounidense para cumplir con el objetivo de ser la nueva jurisdicción bancaria secreta ha comenzado en cuatro territorios de la Unión: Dakota del Sur, Delaware, Nevada y Wyoming, primeros Estados donde la tributación, para quienes trasladen su capital, es casi nula. La privacidad para los nuevos inversionistas en estos nuevos paraísos fiscales, cabe acotar, es mayor que en países tradicionales en el ámbito como Suiza.
Por encima de los réditos que los Estados Unidos obtengan por el aumento de su PIB, gracias a la llegada masiva de capitales de todo tipo; más allá de las revelaciones de nombres y apellidos en los #PanamaPapers y los “Suiza Leaks”, la evasión fiscal y el libertinaje financiero en el que viven los todopoderosos dueños de los capitales seguirá por ahora intacta, tal como descarnadamente describe Slajov Zizek en artículo reciente: “La realidad que surge de los PP es la de la división de clases, tan simple como eso. Los documentos nos enseñan cómo los ricos viven en un mundo separado en el que se aplican reglas diferentes, en el que el sistema legal y la autoridad se inclinan a su favor y no sólo los protegen, sino que siempre están preparados para torcer sistemáticamente las leyes para acomodarlos”[5].
Twitter: @pineda0ruiz
Felipe Pineda Ruiz, publicista, investigador social, colaborador de la Fundación Democracia Hoy. Miembro de la plataforma política Somos Ciudadanos. Editor de www.democraciaenlared.com
Fuente: http://www.democraciaenlared.com/2016/04/los-panamapapers-y-el-asesino-del_13.html
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Notas
[1] La información de los auspiciadores de la ICIJ y de la OCCRP se encuentra en los siguientes enlaces: https://www.icij.org/about#_ga=1.6383922.1841843799.1459591576
[2] Henderson, Dean. Rothschild/Crown Finger Prints On Panama Papers. Left Hook by Dean Henderson, abril 6 de 2016. Fuente: http://bit.ly/1SgK76g
[3] Organization for Economic Co-operation and Development (OECD, 2014). Base Erosion and Profit Shifting (BEPS). Fuente: http://bit.ly/23J1ZIS
[4] Toca, Gonzalo. Las cuentas más opacas de Suiza empiezan a huir a Estados Unidos. El Confidencial, diciembre 14 de 2015. Fuente: http://bit.ly/1U3S3XQ
[5] Zizek, Slajov. Explicando los papeles de Panamá o ¿por qué un perro se lame a sí mismo? Revista Newsweek, abril 7 de 2016. Fuente: http://bit.ly/23HCUS3
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