Las PASO 2017: plebiscitando el neoliberalismo

10/08/2017
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El 13 de agosto se realizarán en Argentina las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) previstas por la Cámara nacional Electoral (CNE) para elegir a los candidatos de cada partido, previo a las elecciones del 22 de octubre. Los comicios de medio término no sólo implican la elección de senadores y diputados nacionales sino que, desde el principio, han sido planteados como una forma de referéndum social del “cambio”  que en 2015 consagró la asunción de Mauricio Macri. El Presidente, por su parte, se ha pronunciado en contra de lo que considera una pérdida de tiempo y de recursos públicos -la realización de las PASO- y a la vez, tal como afirmó en una entrevista en Radio Mitre, considera innecesario que los gobernantes “tengan que interrumpir cada dos años varios meses haciendo campaña”. Por lo antedicho, si bien el oficialismo no espera una reafirmación estridente del cambio, tampoco puede decirse que imagine una derrota contundente.

 

Si algo caracterizó al oficialismo es la abierta confrontación con la ex mandataria, Cristina Fernández de Kirchner. En los casi dos años de mandato, el gobierno construyó su legitimidad en las antípodas de un enemigo encarnado en CFK, al que se le atribuyeron todo tipo de males aglutinados bajo el rótulo de “pesada herencia”, de modo de esquivar el bulto a la responsabilidad por el cambio de rumbo económico  y político. Cambiemos inició de este modo una agresiva política revanchista, y con el poder mediático y cierto apoyo del Poder Judicial, no dejó pasar un día de su mandato sin invocar la imagen de CFK como la encarnación de la corrupción. Mediante denuncias, procesamientos e imputaciones, todo tipo de artillería –legal o comunicacional- ha sido proferida. A su vez, la coalición oficialista liderada por el Pro inició un fuerte proceso de des-kirchnerización de la sociedad, erosionando los programas sociales de distribución del ingreso, el apoyo a la ciencia y la tecnología, los incentivos para el consumo y la producción, e incluso desde lo simbólico –borrando murales o cambiando el nombre de museos y centros culturales-.

 

Por otra parte, la moda regional de la lucha contra la corrupción no fue aplicada con rigor cuando se trata del propio Gobierno, y los escándalos de negociados de personajes claves como el propio presidente, la vice presidenta o la incompatibilidad de funciones entre ministros clave –exs CEOS de empresas a las que en funciones beneficiaron alevosamente- no pasaron desapercibidos a pesar del fuerte intento de blindaje mediático. Sin embargo, el punto central para explicar un creciente descontento en buena parte de la sociedad con el actual oficialismo se debe a factores más pragmáticos que ideológicos: la inflación no sólo no bajó sino que ha aumentado exponencialmente el pasado año, el incremento del desempleo, el tarifazo -que supuso un aumento de hasta el 500% de los servicios básicos-, el grotesco endeudamiento y la subida del dólar, hicieron mella en la población.

 

El mayor error del oficialismo de cara a los comicios ha sido extremar la confrontación y poner en el epicentro de la polarización a la provincia de Buenos Aires, la cual alberga nada menos que el 40% del padrón electoral. CFK tardó en anunciar su candidatura, prácticamente no ha dado entrevistas, no se presenta con su anterior coalición –Frente para la Victoria (FPV)- ni tampoco por el partido de su juventud -el Partido Justicialista (PJ)-. Sin embargo, en todas las mediciones se encuentra encabezando en primer lugar con el frente Unidad Ciudadana -recientemente creado por ella para estas elecciones- con un porcentaje que oscila de 34% a 40%[1]. Esto demuestra que la demonización no ha sido efectiva, al menos para un grueso sector de la sociedad. Mientras tanto, al oficialismo no le ha sido fácil escoger un candidato, y si bien en un principio se habló de la posibilidad de postular a Facundo Manes -un neurólogo con gran capacidad de oratoria en temas de actualidad- éste no aceptó. Tuvieron que conformarse con el poco carismático Esteban Bullrich, actual Ministro de Educación, quien empezó el año con una fuerte confrontación por la largamente disputada paritaria docente. Si bien se espera que quien pueda mantener a flote la imagen de Cambiemos sea la gobernadora María Eugenia Vidal, lo cierto es que todo parece anunciar una eventual victoria de su mayor adversaria política e ideológica, y que un triunfo ventajoso podría augurar una candidatura en las presidenciales del 2019, complicando los planes de re-elección del oficialismo.

 

Si bien, según la mayoría de las encuestas, la intención de voto en Buenos Aires estuvo dividida en un principio en tres tercios –CFK, Bullrich y Massa- lo cierto es que el nada virtuoso papel que desempeñó el ex intendente de Tigre -una oposición demasiado complaciente- y la inclusión en el Frente Renovador de personajes como Margarita Stobitzer –vinculada al progresismo, pero también de extracción No peronista- no han traccionado demasiados votos. Además, una pequeña fracción de sus posibles votantes estaría optando por apoyar a Florencio Randazzo, ex ministro de Transportes de CFK muy vinculado al kirchnerismo pero que ha tomado distancia en el último tiempo.

 

El Pro se encuentra al frente del Ejecutivo Nacional, pero también gobierna dos grandes distritos: la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, mientras que en el resto de las provincias su presencia es aún relativa o debe compartir cartel con su principal aliado: la Unión Cívica Radical. En este aspecto, el politólogo Sergio De Piero sugiere que algunas de las rispideces ocasionadas por el cierre de listas advierten que “Cambiemos continúa una etapa de construcción como coalición política y que los resultados de estas PASO, definirán mucho sobre el futuro de la alianza”[2].

 

Las PASO en las provincias:

 

Un eventual triunfo en las PASO de Cristina Fernández en provincia de Buenos Aires, obliga al macrismo a hacer unas buenas elecciones primarias en las demás provincias, para argumentar ante la opinión pública que el proyecto nacional y popular del kirchnerismo está naufragando y que la alianza Cambiemos mantiene su vigor tras dos años de gobierno, apelando a la estrategia del voto útil de cara a las elecciones parlamentarias de octubre. De esta forma, las Paso se convierten en un nada desdeñable  indicador del comienzo de la disputa presidencial, en el cual el papel del  electorado bonaerense es un bastión clave por su peso electoral. Otros distritos de gran relevancia son la provincia de Córdoba, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Rosario y Mendoza, fundamentales por ser los   que le siguen en densidad electoral a la provincia de Buenos Aires.

 

En   Córdoba el macrismo y el peronismo anti-kirchnerista lideran las encuestas: la lista oficialista arroja una proyección electoral del 30,4% y el peronismo provincial del 29,2 %, relegando a Córdoba Ciudadana -la formación del kirchnerismo- a un escueto 9,1%[3]. Lo que evidencia que aún se mantiene la tendencia mayoritaria del electorado cordobés por una opción de derechas, tal como ocurrió en las elecciones presidenciales, donde un poco más del 70% votaron por Macri. En CABA, la situación es favorable al macrismo. Elisa Carrió, quien encabeza la lista de Cambiemos, cuenta con una proyección de entre 38% y 44%  los votantes, siendo la representante con el discurso más beligerante de toda la coalición de gobierno. En Unidad Porteña, donde participan tres listas en las PASO -una liderada por Daniel Filmus, otra por Itaí Hagman, y la de Guillermo Moreno- se proyecta un claro triunfo de la lista de Filmus, obteniendo un total de entre 20,7% y 24 %[4], consolidándose como la segunda fuerza en la ciudad. Por último, Martín Lousteau–ex embajador del oficialismo en EE.UU- ha intentado participar como candidato aliado de la coalición Cambiemos, sin embargo ante la negativa del frente ha desempolvado Energía Ciudadana Organizada (ECO) -la lista con la que salió segundo en 2015- la cual se ubica en tercer lugar con un 13,7%[5].

 

En la provincia de Mendoza las encuestadoras dan como ganador en las PASO a Claudia Najul y Luis Petri de Cambiemos con una estimación de entre 38% y  40% de los votos, con una ventaja de 10 puntos por sobre el peronismo. En la interna del PJ se perfila Omar Félix como el virtual candidato, a muy poca distancia de Juani Jofré y relegando ampliamente a Jorge Tanús. La otra formación que aparece en las encuestas con alguna posibilidad es la del Frente de Izquierda, el cual estaría en condiciones de pelear en octubre al menos una banca de diputados[6].

 

En las demás provincias aún no existen datos demoscópicos confiables para exponer en éste informe, sin embargo,  se encuentra en vilo todo el arco político, pues el próximo 13 se definirán las listas que disputarán en octubre las 127 bancas para diputados nacionales y las 24 para senadores, y sobre todo se proyectará una consulta sobre el respaldo o desaprobación a las políticas del gobierno nacional, dado que según los sondeos de opinión, el 44,2% de los votantes participará en las PASO acompañando a algún partido opositor y el 36,5% al oficialismo, aún faltando por conocer la decisión de la franja de indecisos que es cercana al 19,3%[7]. Las elecciones de medio término se proyectan como el  puntapié inicial de una oposición emergente que busca conquistar al electorado inconforme con las medidas neoliberales del oficialismo macrista, quien necesita reafirmar su rumbo político para lograr implementar el paquete de medidas antipopulares que aún falta por venir.

 

 

- Javier Calderón y Bárbara Ester, investigadores de CELAG.

http://www.celag.org/las-paso-2017-plebiscitando-neoliberalismo/

 

https://www.alainet.org/en/node/187358?language=en
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