BP: El mundo en un camino insostenible
- Opinión
Un nuevo informe anual de la empresa petrolera BP revela que el mundo continúa aumentando su consumo de energía fósil y se aleja irremediablemente de la lucha contra el cambio climático
El pasado 11 de junio, la empresa energética BP presentó, como todos los años, su Revisión Estadística de la Energía Mundial (BP Statistical Review of World Energy 2019). No es un informe menor: es una de las fuentes estadísticas privadas más utilizadas por académicos y tomadores de decisión, y de las más completas y fiables a las que puede accederse.
La presentación principal, a cargo del economista jefe de la empresa Spencer Dale, se tituló “Energía en 2018: un camino insostenible”. Y no se refería a la sustentabilidad económica de la empresa, sino a que la trayectoria de la producción y uso de la energía no se condice con los objetivos expresados en el Acuerdo de París sobre cambio climático.
Durante 2018 el consumo de energía a nivel global creció un 2,9%, casi el doble de la tasa media de la última década que había sido de 1,5%. Como ha ocurrido en los últimos años, India y China son dos de los principales motores del aumento de la demanda. Pero este año, Estados Unidos también se ha colado en el podio, con un crecimiento de su demanda energética de 3,5%, el mayor aumento en los últimos 30 años. El consumo de petróleo en Estados Unidos aumentó en medio millón de barriles diarios y su producción de gas natural creció un 5,2%, el mayor crecimiento anual ocurrido en un país en toda la historia. Este dato echa por tierra la tendencia de los últimos años en los cuales los países en desarrollo eran los mayores responsables del aumento del consumo de energía.
Pese a los reiterados pronósticos de un “desacople” entre el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero, estas crecieron a la par, con un aumento del 2%, el mayor incremento en los últimos siete años. De hecho el carbón, el más contaminante de los combustibles fósiles, aumentó su consumo en 1,4% duplicando la tasa de crecimiento de la última década, cuando se anunciaba su declive final.
Las energías renovables crecieron 14,5%, un poco menos que en los años anteriores. Pero a pesar de ello aún siguen representando un porcentaje poco significativo. Las llamadas “modernas” fuentes renovables (básicamente eólica y solar) apenas llegan al 4% de la matriz total, alcanzando al 10% si se incluye la hidroelectricidad. Sin embargo, a pesar de ser modesto, este crecimiento ha tenido un importante impacto en los precios de algunas materias primas imprescindibles para las fuentes renovables como son el litio y el cobalto. La extracción de estos minerales ha crecido en 2018 a una tasa mayor que en la última década (13,9% y 17.6% respectivamente) y sus precios en el mercado internacional han aumentado un 21% en el caso del litio y 30% en el caso del cobalto.
“Mi conjetura -dijo Spencer Dale- es que cuando nuestros sucesores miren hacia atrás a las revisiones estadísticas de este período, observarán un mundo en el que había una creciente conciencia social y demandas de acción urgente sobre el cambio climático, pero donde los datos reales de energía continuaron moviéndose obstinadamente en el dirección incorrecta.
Hay un desajuste creciente entre las esperanzas y la realidad. En ese contexto, espero que 2018 represente el año en que este desajuste alcanzó su punto máximo”.
Quisiera tener la misma esperanza que Spencer, pero lamentablemente no hay ninguna señal de que esta esperanza pueda sustentarse. Las inversiones destinadas al sector energético en los últimos años solo hacen suponer que en 2019 la tendencia al aumento del consumo de energía y su consecuente aumento de emisiones de gases de efecto invernadero, persistan.
América Latina
En Sur y Centro América el aumento del consumo energético fue de un modesto 0,3%. Pero este dato está muy influido por un profundo decrecimiento del consumo venezolano de 12,2%. Si se excluye a Venezuela, el crecimiento del consumo de energía en la región fue de 1%. Los mayores aumentos se dieron en Perú (6,3%), Ecuador (5,8%) y Chile (4,7%).
El mayor productor de petróleo fue Brasil -con una producción de 2,6 millones de barriles diarios (mbd)- que desde hace tres años ha superado a Venezuela (1,5 mbd en 2018). El mayor productor de gas natural fue Argentina, con 39 mil millones de metros cúbicos superando a Trinidad & Tobago y Venezuela con 34 y 33 mil millones respectivamente.
Las energías renovables por su parte (incluyendo la hidroelectricidad) alcanzaron un 28% de participación del consumo total energético. Con un aumento de la generación eléctrica a partir de la energía eólica (17%) y solar (66%) la región alcanzó en 2018 un 12% de participación de estas fuentes en la matriz eléctrica, porcentaje mayor que el 9% que se presenta a nivel global.
Esto, sumado a un menor consumo de petróleo y gas natural, han hecho que las emisiones de CO2 del sector energético de Sur y Centro América se redujeran en 1,4% respecto al año anterior y bajaran al menor nivel desde 2012. Junto a Europa, son las únicas regiones del mundo que redujeron sus emisiones energéticas en 2018.
Cambio climático
Los investigadores que realizaron este informe e BP no se explicaban por qué el consumo energético mundial había aumentado tanto con relación a lo esperado. El crecimiento económico es generalmente la variable más influyente en el comportamiento del consumo energético. Sin embargo, el modesto crecimiento económico verificado en 2018 no alcanzaba a dar cuenta de todo el fenómeno. Así que profundizaron un poco en los datos y encontraron otro factor: el cambio climático.
Según dice el informe la mayor cantidad de días de calor y frío extremos, particularmente en Estados Unidos, China y Rusia han derivado en un incremento de la demanda de energía para calefacción y refrigeración. Estos serían los nuevos factores que explican el inusual aumento de la demanda energética. Un círculo vicioso inquietante: el cambio climático induce el consumo de energía, que aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero, que agrava el cambio climático.
“En un momento en que la sociedad está incrementando sus demandas de una transición acelerada a un sistema de energía baja en carbono, los datos de energía para 2018 muestran un panorama preocupante, con un aumento de la demanda de energía y de las emisiones de carbono a las tasas más altas observadas en años” dijo Spencer Dale al final de su presentación. Y concluyó: “Lo que parece bastante claro es que la imagen subyacente es una en la que el ritmo real del progreso está muy por debajo de la transición acelerada prevista por los objetivos climáticos de París. Los desarrollos del año pasado son otra alarma de advertencia de que el mundo está en un camino insostenible”.
-Gerardo Honty es analista de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social)
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