El nuevo Congreso peruano, elegido el 26 de enero en comicios extraordinarios, es la representación más concreta de la realidad del Perú.: un país informal y fragmentado.

Participaron 21 organizaciones políticas inscritas legalmente luego que el Ejecutivo disolviera el Congreso el 30 de setiembre, luego que se le negara la confianza por segunda vez, tal como establece la Constitución de 1993.

Este Congreso, constituido por 130 legisladores, concluirá el mandato de cinco años que fue elegido en el 2016. Es decir, solo permanecerá hasta el 28 de julio del 2021.

Además, los congresistas elegidos en el 2016 y en el 2020 no podrán volver a postular para el periodo 2021-2016, de acuerdo al referéndum aprobado en diciembre del 2018.

Solo nueve partidos pasaron la valla electoral de 5% de los votos válidos entre los que repartieron las 130 curules. Acción Popular, de centro-derecha, fue la organización más votada, con 10.3% de los 14.3 millones de votos válidos. De los 22.9 millones de electores registrados en el padrón electoral, 17.7 millones acudió a votar. Los votos nulos y blancos ascendieron a 3.4 millones.

De acuerdo con la cifra repartidora y el voto preferencial, Acción Popular contará con 25 congresistas, seguido por Alianza para el Progreso con 22, el Frente Popular Agrícola del Perú (FREPAP) 15, Fuerza Popular 15, Unión por el Perú 13, Somos Perú 11, Podemos 11, Partido Morado 9 y Frente Amplio 9. Este último es el único partido de izquierda que estará representado en el Congreso.

La mayoría de los partidos se ubican en el escenario de la centro-derecha. Sin embargo, sorprendió la alta votación recibida por el Frente Popular Agrícola del Perú (FREPAP), un partido autodenominado teocrático y agrarista, fundado en 1968 por Ezequiel Ataucusi Gamonal, considerado profeta por los fieles de la Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU).

Los seguidores del FREPAP, quienes adhieren estrictamente al Antiguo Testamento, se instalaron en colonias a lo largo del país, particularmente en la selva, a las que denominan “fronteras vivas”.

Diversos analistas coinciden en que, a diferencia del Congreso disuelto, en el que el fujimorismo representado en Fuerza Popular obtuvo 73 curules y junto con el APRA ejercieron el control absoluto del Legislativo, esta vez los partidos tendrán que hacer alianzas para votar temas específicos, particularmente reforma política y lucha contra la corrupción.

Para el politólogo Fernando Tuesta, partidos con bases regionales fueron los grandes favorecidos. Igualmente, los partidos chicos, que no tienen acceso a financiamiento electoral privado, se beneficiaron con la propaganda electoral estatal.

Los grandes perdedores fueron Fuerza Popular, que pasó de 73 congresistas a 15, y el APRA, que no pasó la valla electoral y por tanto no tendrá representación en este Legislativo. Esos resultados son una demostración del rechazo a los partidos que son considerados responsables de la crisis política que desencadenó el cierre del Congreso.

En entrevista con el diario Correo, Tuesta precisó que “se viene un periodo distinto para el gobierno, porque va a tener que mostrar resultados. Ya no tiene la excusa de un Parlamento que obstruye. Entonces, Fuerza Popular va a seguir siendo una bancada abiertamente opositora al gobierno. Pero tendrá 15 congresistas, de haber tenido 73. Se ha empequeñecido. Es la sexta parte”.

Si bien no habrá una “bancada obstruccionista”, como lo fueron Fuerza Popular y el APRA en el Congreso disuelto, el gobierno, encabezado por el presidente Martín Vizcarra, no tendrá una bancada propia, por lo cual está obligado a negociar con los partidos elegidos.

De hecho, los acuerdos o alianzas serán sobre temas específicos, no por coincidencias ideológicas. Habrá que prestar atención a qué intereses representan esos partidos, y su buen o mal desempeño les pasarán la factura en el 2021.