Biden: Estados Unidos y Colombia

12/11/2020
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Finalmente Joe Biden fue proclamado por los grandes medios de comunicación como el ganador de las elecciones presidenciales realizadas este 3 de noviembre en los Estados Unidos. En los conteos finales podría llegar a obtener 306 delegados en el Colegio Electoral, organismo que formalmente se reunirá el 14 de diciembre para su proclamación. Como anticipábamos el presidente Donald Trump insiste en el fraude y ha presentado solicitudes de recuento de votos en varios Estados y prepara demandas para tratar de invalidar los votos principalmente por correo que favorecieron ampliamente a Biden y que le permitió ganar estados como Pensilvania, Michigan, Arizona y Nevada, en donde se presentaron los resultados más reñidos.

 

Pero Trump aún derrotado logró obtener en el voto popular 71 millones contra un poco más de 76 millones que obtuvo Biden. Pero como en EEUU no hay elección directa ni hay un sistema proporcional sino que depende de los resultados de cada Estado en donde quien gana se lleva todos los delegados así la diferencia sea muy estrecha, el que Biden haya obtenido un poco más de cinco millones de votos a su favor en el voto popular poco significado tiene en la conformación del Colegio Electoral. Las reclamaciones de Trump no parecen tener mucho futuro pues no hay signos de fraude y seguramente en el reconteo de los votos poco variarán los resultados finales dado que Biden tiene un amplio margen en el número de delegados al Colegio Electoral.

 

Trump ganó la batalla en el Partido Republicano pues lo llevó a conquistar el mayor número de votos de su historia, de allí el temor de sus líderes por distanciarse de Trump, por lo menos por ahora. Ese resultado con el desastroso manejo que ha dado a la pandemia del Coronavirus que ya deja más de 10 millones de contagiados y más de 240 mil muertos; con el racismo, la misoginia y la xenofobia que son parte de sus prácticas y de su discurso; con el negacionismo sobre la crisis ambiental y climática; con sus abusos del poder público pues ni impuestos paga, según sus declaraciones de renta, divulgadas en plena campaña electoral por el periódico The New York Times; y de colofón por las mentiras, más de 20.000 han sido documentas, desde que es el presidente de los Estados Unidos por The Washington Post, y lo asombroso es que haya obtenido el 48,2% del voto popular.

 

Y eso tiene explicaciones que habrá que profundizar en los análisis sobre lo que ha pasado en los últimos 40 años en los Estados Unidos. Trump se presentó en esta campaña pero también en la del año 2016 como el candidato en contra del establecimiento al que responsabiliza de la pérdida del liderazgo de los Estados Unidos y por ello levanta un exacerbado discurso nacionalista, el volver a hacer grande a EEUU o el América Primero; al establecimiento demócrata amigo e impulsor del neoliberalismo lo responsabiliza de la pérdida de los puestos de trabajo y de la huida de las principales industrias norteamericanas que trasladaron buena parte de su producción a otros países en busca de menores impuestos y de mano de obra barata. La verdad es que el neoliberalismo profundizó la inmensa fractura social que ha existido en los Estados Unidos y esa fractura se expresó en estas elecciones de manera muy clara.

 

Como lo señala Vicenç Navarro según datos del New York Times, recogidos en una encuesta al pie de urna, el 49% de los votantes sin educación media y superior –la mayoría de la clase trabajadora no cualificada- , el 40% de los trabajadores sindicalizados y el 41% de los trabajadores en situación precaria de trabajo, votaron a Trump. Esta canalización del enfado y el rechazo de los sectores populares que viven además en pequeños pueblos y en el sector rural, rechazan al establecimiento liberal representado en el Partido Demócrata e identificado en la candidatura de Biden. El discurso de Trump además fue muy explícito en mostrarse como el defensor de la clase trabajadora industrial, olvidada y maltratada históricamente por los gobiernos del Partido Demócrata. Y además la movilización de la masa abstencionista que votó mayoritariamente a Trump y logró obtener más de 8 millones de votos de los que había obtenido en 2016. La mayor parte de los pobres en los EEUU son obreros blancos que viven en zonas rurales y que no cuentan con ningún sistema de protección social. Creen que los chinos les arrebataron sus puestos de trabajo y que lo propio hacen los inmigrantes, por ello Trump logró un respaldo mayoritario dentro de estos sectores.

 

En cambio el voto demócrata está afincado en las clases medias profesionales de las zonas urbanas y de los suburbios (la parte más pudiente de la clase media) y el sector de la clase trabajadora cualificada, el 57% de los trabajadores sindicalizados votaron a Biden y el voto joven que en esta ocasión concurrió a las urnas. (Navarro, Vicenç. Las consecuencias de la escasa democracia en EEUU. Público, noviembre 11, 2020).

 

Que se haya derrotado a Trump produce un alivio pues su gobierno ha representado los intereses de la extrema derecha fascista que además alimenta el racismo presente en amplios sectores de la sociedad norteamericana. Y lo aterrador es que con ese discurso haya capturado al 48,2% de los votantes que concurrieron a las urnas este 3 de noviembre. Un factor adicional para capturar el voto del precariado es que al privilegiar la economía sobre el control de la pandemia en una situación de desempleo, de bajos ingresos y sin seguridad social, logró que las clases populares carenciadas a pesar que son las que más muertos han puesto y padecen los mayores niveles de contagio, no tienen ninguna alternativa para confinarse porque no hay un sistema de seguridad social como los que existen en Europa que los proteja mínimamente. Es la precariedad del sistema público en los Estados Unidos.

 

Ahora bien que viene para los Estados Unidos en estos cuatro años. Todo va a depender mucho de varios factores. El primero si Biden, que es un candidato de centro que fue ungido por el trabajo del aparato demócrata y que representa los intereses más liberales, con poco compromiso social, logra leer la coyuntura. Nada garantiza que la extrema derecha retorne aún con mayor fuerza dentro de cuatro años. Si Biden no emprende las reformas sociales, económicas y culturales que el país está demandando, si gobierna para el sector del capital financiero, para Wall Street, con seguridad la extrema derecha retornará con igual o con mayor fuerza. Y eso se verá si Biden la da juego al sector de Bernie Sanders en su próximo gobierno y por sobre todo si construye una política pública con elementos programáticos de la izquierda del Partido Demócrata. Por lo pronto el discurso de proclamación dejo solo generalidades y dos mensajes importantes: el retorno a los acuerdos de París sobre el cambio climático y el respeto por la diversidad cultural en contra de los discursos de odio, xenofobia, racismo, es decir, lo que ha representado Trump. Y claro la promesa de gobernar para todos y de unir al país polarizado. Pero cómo logrará esto, poco dijo al respecto.

 

Un segundo factor es quién controle el Senado de la República. Después de las elecciones la correlación de fuerzas quedo 50 de los Republicanos contra 48 de los Demócratas. Hay dos curules que se eligen en enero en el Estado de Georgia y allí la batalla va a ser a fondo. Si ganan los dos renglones los Demócratas empatan y el voto dirimente es el de la vicepresidenta, Kamala Harris. Para el proyecto de Biden ganar esos dos renglones es esencial, pues, no hay indicios que los Republicanos no vayan a practicar como ya lo hicieron en el pasado una oposición obstruccionista.

 

Colombia en la era de Biden

 

El diario El Espectador dio a conocer una reseña de hoja de ruta del presidente electo con relación a Colombia. Tres asuntos aparecen allí. El primero el respaldo al maltrecho proceso de paz lo que conllevará un pulso con el gobierno de Duque que ha debilitado el proceso y los ha resquebrajado. Esto sería muy importante para Colombia pues permitiría escalar hasta el propio Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que si bien mantiene una Misión de Verificación poco ha hecho frente a situaciones muy graves como el asesinato de 240 excombatientes de las FARC en proceso de reintegración y el asesinato de más de 1000 líderes sociales y la ocurrencia de 70 masacres en lo que va corrido del presente año. Una verdadera crisis humanitaria.

 

Un segundo aspecto mencionado son las acciones tendientes a la mitigación del cambio climático en donde se fortalecerían las acciones de cooperación y un tercer elemento es el del combate al narcotráfico. Aquí el tema central es si el gobierno de Biden privilegiará como se desprende de los acuerdos de paz y es la mejor estrategia, el respaldo a la sustitución voluntaria y concertada de los cultivos de uso ilícito con las 106 mil familias que los suscribieron y a las cuales el gobierno de Duque no les ha cumplido sino muy parcialmente o si apoya como es la pretensión de Uribe-Duque las fumigaciones aéreas con glifosato para esa erradicación. Allí veremos si hay cambios reales de la nueva administración de los Estados Unidos.

 

Ahora bien este gobierno de entrada quedó mal con el entrante gobierno de Biden puesto que como está documentado funcionarios del gobierno como el embajador en Washington, Francisco Santos, apoyaron abiertamente a Trump en la Florida, tal como también lo hicieron los parlamentarios y dirigentes del Centro Democrático, partido de gobierno. Duque que en realidad es muy mediocre ni siquiera advirtió sobre los riesgos de esa conducta y aún mantiene a Santos en la embajada. Y ahora frívolamente trata de vender la imagen que ha mantenido una buena y tranquila relación en el pasado con el presidente electo Joe Biden. Es pronto para saber qué repercusiones tendrá esa salida en falso del uribismo. Ya veremos.

 

Bogotá 12 de noviembre de 2020.

 

- Pedro Santana Rodríguez es Director Revista Sur

 

 

https://www.alainet.org/en/node/209745
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