Aun el papel de las mujeres africanas y sus descendientes en las Américas se sigue enfocando en minusvalía ante una historia eurocéntrica y machista.

A través del tiempo en los discursos del poder instituido y constituido, la reproducción de la dominación primitiva del hombre sobre la mujer continúa como una constante de nunca acabar.

Los aparatos ideológicos, como dijera el filósofo Louis Althusser (1918-1990), la iglesia, sistema educativo, trabajos, partidos, familia, entre otras se metamorfosean para seguir con la presión directa e indirecta contra la mujer. Muchas veces esos discursos de “igualitarismo casi perversos” crean un mundo de fantasía de inclusión que hoy se han puesto de moda en las estrategias discursivas de muchos líderes identificarse como “feministas”, pero si vamos a los indicadores igualdad en lo político, económico y soberanía intelectual, aún falta muchos camino por recorrer.

El cimarronaje de la mujer afro en el Caribe

Las luchas, en primer lugar de la mujer africana desde su continente de origen, fueron una constantes. Ellas, como Nzinga mbandi (Matamba) o Kimpa Vita (Mbanza Kongo), jugaron un papel determinante contra el colonialismo portugués así como también por la reivindicación de su autonomía espiritual, basado en Nzambi Mpungo (Dios creador del mundo Kongo).

Esos ejemplos ancestrales atravesaron el Atlántico en las bodegas de los barcos negreros para concientizarse en las luchas contra la violenta dominación esclavista en las Américas.

Para 1792 en Europa , el feminismo estaba en proceso con la lideresa Mary Wollstonecraft, pero en Bois Caiman (Haiti), el 14 de agosto de 1791, la sacerdotisa del vudú, Cecile Fatime había lanzado con sus palabras sagradas la lucha descarnada contra el imperialismo francés.

El derecho a ser libre y de origen africano marco una pauta contra toda hipocresía patriarcal, machista y racista. Nanny sacerdotisa en Jamaica, dominada por el colonialismo inglés se alza con un ejército de hombres y mujeres africanos para combatir por su dignidad.

Así , el fuego de la mujeres cimarronas sacudió los sistemas carcelario productivos de Brasil, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela, en general cimarronas contra la violación sexual, la explotación del útero, la explotación en las plantaciones, haciendas, trabajo doméstico, amantadora y el uso imbécil de nodrizas. Ese espiritura e indignación contra todo tipo de opresión sacudió al continente. Es rebelión corporal e intelectual que fue transferido a miles y miles de mujeres que lucharon en la Guerra de independencia como soldadas, enfermeras y lideresas que pocas veces nuestras historia oficiales mencionan. Hay que reescribir la historia para recuperar la memoria.