Aniversario de la declaración de la Independencia Nacional por Artigas
La historia oficial, con base en los relatos de Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López, excluyó a Artigas de la memoria argentina, país del que fue uno de los mayores patriotas.
- Análisis
El 19 de junio de 1764, 256 años atrás, nació en la ciudad de Montevideo, entonces parte del Virreinato del Perú, el gran patriota argentino-oriental, como él se autoproclamaba, José Gervasio de Artigas, el impulsor del federalismo como forma de organización del estado, a partir del proceso independentista de la corona española, en las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Karaí-Guazú, gran jefe, como lo dieron en llamar los aborígenes guaraníes, era de origen aragonés, y algún investigador español, como Juan Delapuerta, llegó a afirmar que había nacido en el propio Aragón y que llegó a la actual República Oriental del Uruguay como integrante de un regimiento denominado “Lusitania” que arrebatara a los portugueses la ciudad de Colonia del Sacramento en 1777.
En realidad, quién había llegado a la luego llamada Banda Oriental desde Aragón en tiempos de colonización había sido su abuelo, Juan Antonio de Artigas, quién fuera el primer militar radicado definitivamente en Montevideo y que se desempeñara tres veces como alcalde. También fue concuñado del primer poblador civil de la ciudad, Jorge Burgues. Su hijo, Martín José de Artigas, el padre de José Gervasio, jugó un rol importante en 1806 y 1807 cuando se produjeron sendas invasiones inglesas al Virreinato del Río de la Plata. Siendo estanciero donó toda su caballada para que los patriotas enfrentaran a los agresores. Fue en ese marco familiar en el que se crio el futuro Karai-Guazú, también llamado Karai-Oberavá, señor que resplandece, según lo recordó el historiador oriental Gonzalo Abella.
Lamentablemente la historia oficial argentina que tuvo como base los relatos de Bartolomé Mitre, acompañado por Vicente Fidel López, se encargaron de haber uruguayizado a Artigas, según un término utilizado por el segundo de esos escritores para destacar como habían logrado exitosamente sacarlo de la historia argentina de la cual había sido uno de los mayores patriotas.
Uno de los hechos que más se ocultan de su trayectoria es que en el “Congreso de los Pueblos Libres”, más conocido como “Congreso de Oriente”, al que convocara, el 29 de junio de 1815 se declaró la Independencia Nacional, un año y diecisiete días antes de cuando lo hiciera el “Congreso de Tucumán”, el 9 de julio de 1816. Hoy se cumplen 206 años desde ese enorme hecho escondido. Para entonces Karai-Guazú, ya había sido reconocido por los luego asistentes, precisamente, como “Protector de los Pueblos Libres”, cargo en el que lo sucediera Fernando Otorgués.
A ese “Congreso de los Pueblos Libres”, reunido en Arroyo de la China, hoy Concepción del Uruguay, asistieron, además de la Provincia Oriental que lideraba, las de Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe. De todas ellas la única que también estuvo presente en San Miguel de Tucumán fue Córdoba, siendo en ambos casos su representante el presbítero Miguel Calixto Del Corro, quién ya en 1809, siendo rector de la Universidad de Córdoba había publicado un manifiesto independentista.
También su lucha fue importante para favorecer la liberación de los diferentes países que surgieron de la desarticulación del imperio español. En ese sentido cabe destacar la articulación de una flota de corsarios que operaba contra las naves coloniales en toda la costa atlántica americana y que tenía su base de operaciones en la ciudad de Baltimore, en los Estados Unidos de América. Un patriota argentino también poco reconocido como Manuel Críspulo Bernabé Dorrego tuvo relaciones con esos corsarios durante su exilio en dicha ciudad portuaria del estado de Maryland.
Fue siempre un decidido partidario de la unión de las provincias rioplatenses y por ello cuando el 25 de agosto de 1825, con el apoyo de Buenos Aires, se declaró la Independencia de la República Oriental del Uruguay, Artigas, destacando que él seguía siendo argentino-oriental, optó por seguir exiliado en el Paraguay donde falleciera a los 86 años el 23 de septiembre de 1850 en la Quinta Ybyray de Asunción. A pesar de los intentos del gobierno uruguayo que llegó a enviarle a uno de sus hijos, Manuel Artigas, para convencerlo de que regresase se negó terminantemente a ello sosteniendo que la ex Banda Oriental debía reintegrarse a la Argentina.
A pesar de haber nacido en una familia adinerada siendo adolescente ya había optado por la vida campestre conviviendo con los aborígenes charrúas hasta llegar a tener un hijo, el citado Manuel, llamado “El Caciquillo”, con una de las mujeres de esa tribu. Con el tiempo tuvo dos casamientos documentados y varios hijos más, incluido otro, Pedro Mónico, con una desconocida.
En 1797, con treinta y tres años, se alistó como soldado raso en el cuerpo de Blandengues en el que participó en la lucha contra los portugueses que pretendían avanzar sobre la frontera. Unos pocos años después encontró allí un afro-montevideano esclavizado; era Joaquín Lenzina cuya libertad compró y desde entonces, “el Negro Ansina” lo acompañó durante el resto de su vida, siendo además de su camarada de armas el cronista de su vida.
Del paso de Artigas por el cuerpo de los blandengues escribió Ansina: “Aunque en Maldonado está/el cuartel general, /el blandengue siempre va/por toda la tierra Oriental./Artigas enseña/a no encender el fogón/que deje seña/de su posición. /Sigue, de noche y de día, /las huellas criminales/buscando con porfía”. Como blandengue participó en la lucha contra la Invasión Inglesa de 1806 tras lo que fue ascendido a capitán y luego a ayudante mayor y producida la Revolución de Mayo de 1810 los españoles lo enviaron a luchar sin éxito en Entre Ríos.
En su vinculación con la Primera Junta porteña tuvo que ver Mariano Moreno, el secretario de la misma, quién en agosto de 1810 escribió: “Sería muy del caso atraerse a dos sujetos por cualquier interés y promesas, así por sus conocimientos, que nos consta son muy extensos en la campaña, como por sus talentos, opiniones, concepto y respeto; como son los del Capitán de Dragones don José Rondeau y los del Capitán de Blandengues don José Artigas; quienes, puesta la campaña en este tono y concediéndoles facultades amplias, concesiones, gracias y prerrogativas, harán en poco tiempo progresos tan rápidos, que antes de seis meses podría tratarse de formalizar el sitio de la plaza”.
Así fue que el 15 de febrero de 1811 desertó de los blandengues y viajó a Buenos Aires donde recibió el rango de teniente coronel y se le dieron 200 pesos para reforzar, al frente de unos 180 hombres, un levantamiento en la Banda Oriental que se había iniciado el 28 de febrero de ese año mediante el llamado “Grito de Asencio” liderado por Pedro José Viera y Venancio Benavides.
Ya el 11 de abril lanzó la “Proclama de Mercedes” y se puso al frente del levantamiento derrotando a los colonialistas el 18 de mayo en Las Piedras. Luego encaró el “Sitio de Montevideo” como “Primer Jefe de los Orientales” y en 1812 convocó al congreso de Maroñas que estableció un sistema de gobierno federal para la Provincia Oriental, lo que debía ser implementado por el resto de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Ante el acuerdo firmado por la Primera Junta porteña con el virrey Francisco Javier de Elío, Artigas debió levantar el sitio y trasladarse a Yapeyú, entonces parte de Misiones, lo que hizo con unos 16.000 seguidores en unas mil carretas en lo que se conoce como el “Éxodo Oriental”. Tiempo después se rompió el armisticio y se reanudó el sitio de Montevideo encabezado por Manuel de Sarratea y cuando éste cesó en esa función Artigas se unió con sus tropas.
Cuando se realizó la “Asamblea Constituyente del Año XIII” los representantes orientales recibieron de él como instrucciones reclamar la declaración de la Independencia, establecer un pacto de igualdad entre las provincias así como la libertad civil y religiosa, organizar una república como forma de gobierno de carácter federal y confederal, según los casos, y hacer que las Misiones Orientales, hoy parte del Brasil, quedaran en la Provincia Oriental.
Privilegiando la relación con Rondeau los diputados artiguistas fueron rechazados por la Asamblea y reemplazados por enviados de aquél. Artigas abandonó el sitio de Montevideo y el director supremo Gervasio Antonio Posadas lo declaró “traidor a la patria”. El 20 de junio de 1814 los españoles se rindieron en Montevideo ante Carlos María de Alvear y Guillermo Brown. En enero de 1815 el artiguista Fructuoso Rivera derrotó a los porteños y Alvear debió entregar el mando a Otorgués. Alvear incluso ofreció la independencia a los orientales lo que fue rechazado por Artigas quién sostuvo que “La soberanía particular de los pueblos será precisamente declarada y ostentada, como objeto único de nuestra revolución; la unidad federal de todos los pueblos e independencia no solo de España sino de todo poder extranjero (…)”.
En agosto de 1816 los luso-brasileros invadieron la Provincia Oriental la que fue defendida por Artigas y sus lugartenientes, entre ellos el aborigen misionero Andrés Guazurarí, “el indio Andresito”, aunque fue traicionado por Fructuoso Rivera quién se pasó al bando agresor. Los invasores derrotaron a los defensores el 20 de enero de 1817 pero la lucha continuó durante tres años más hasta la victoria final de aquellos en enero de 1820 en Tacuarembó y Artigas debió refugiarse en Entre Ríos donde no fue bien recibido por su hasta entonces aliado, el gobernador Francisco “Pancho” Ramírez, quién lo persiguió hasta Corrientes donde lo derrotó a pesar del apoyo del jefe guaraní Francisco Javier Silí.
Fue entonces que se exilió en el Paraguay bajo el refugio de José Gaspar Rodríguez de Francia. Cuando en 1825 se iniciara la campaña de los “Treinta y Tres Orientales” para recuperar la Banda Oriental de los luso-portugueses, bajo instrucciones de Rodríguez de Francia, no participó en la misma, y no aceptó volver tras la declaración de la Independencia en 1828. Desde entonces sus único compañeros fueron el “Negro Ansina” y Clara Gómez de Alonso con la que en 1827 tuvo su último hijo, Juan Simeón. Sus restos fueron repatriados en 1855 por el entonces presidente uruguayo Venancio Flores.
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