Jorge Zabalza, el último tupamaro
En la madrugada del miércoles 23 de febrero falleció en Montevideo Jorge Pedro Zabalza, el Tambero, el último tupamaro. Le había dado pelea a la enfermedad, y antes, a la traición.
- Opinión
El 8 de octubre de 2005, fecha emblemática de la revolución latinoamericana, Jorge Zabalza le escribió una carta a E. Fernández Huidobro, el segundo (con el permiso de la cultura tupamara) del ya fallecido Raúl Sendic. En ella no necesita usar la palabra traición, solo se atiene a los hechos que fueron encadenando la debacle política y moral de una dirigencia que, abandonando la lucha, asumió la conciliación de clase en nombre de la cual es posible justificar cualquier claudicación. Como escribió Marcelo Estévez: “Estas cosas hicieron grande al Tambero, se atrevió a denunciar el pacto de sus compañeros cuando eran intocables, no midió costos políticos ¡y si los habrá tenido! pero callarse era ser cómplice y cobarde. El Tambero era valiente, rebelde, tupamaro”.
Un militante revolucionario
Antes de entrarle a la carta, le proponemos al lector una breve semblanza del Tambero Zabalza para saber quién escribió “la Carta de los 100”, como se la conoció, por el número de militantes tupamaros que la firmaron.
Zabalza nació en 1943, el mismo año que mi hermano mayor, en la ciudad de Minas del Departamento de Lavalleja. Las inquietudes militantes del futuro revolucionario se iniciaron en el Liceo de su ciudad natal, en el que llegó a ser Presidente de la Asociación de Estudiantes Eduardo Fabini. En la Universidad se anotó en la carrera de notariado participando activamente en su Centro de Estudiantes y en la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU). En 1967 viajó a Cuba con la intensión de incorporarse a la guerrilla del Che Guevara en Bolivia. Mientras realizaba el entrenamiento trascurrieron los hechos que culminaron en La Higuera. De regreso al Uruguay se incorporó al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T). Participó de varias acciones y al año siguiente fue apresado cuando el movimiento preparaba la toma de Pando para conmemorar combativamente el segundo aniversario de la caída del Che. En la acción cayeron tres tupamaros, ente ellos su hermano Ricardo. Jorge dejaba ver el dolor y la responsabilidad que sentía porque en su reemplazo había marchado al combate su hermano menor. Tras una sucesión de fugas, entre ellas la espectacular de Punta Carretas en la que 111 tupamaros recuperaron la libertad, en junio de 1972 quedó prisionero de la Fuerzas Armadas. Durante 12 años fue uno de los nueve rehenes de la Dictadura y protagonista de lo que llamaron la noche de doce años. Fue liberado junto a sus compañeros y compañeras en 1985. Integró el Comité Central y el Comité Ejecutivo del MLN-T hasta 1995. En esos años tuvo a su cargo los periódicos Mate Amargo y Tupamaros.
Quizás la historia más destacada, en la que dio muestras de gran valentía, haya sido la del guerrillero tomando decisiones políticas. Cuando en el año 85 se produce la reapertura democrática, el MLN-T se integró a la vida legal. Mientras estuvo vivo Raúl Sendic, el Bebe, mantuvo su impronta insurreccional y revolucionaria pero actuando en la legalidad. El MLN-T logró integrar el Frente Amplio (FA) a través de una alianza política con el Partido por la Victoria del Pueblo, el Partido Comunista Revolucionario y el Partido Socialista de los Trabajadores e independientes, que crearon el Movimiento de Participación Popular (MPP) como un polo revolucionario dentro el FA, con una fuerte inserción en algunos movimientos sociales que existían en aquel momento.
Como militante argentino y compañero de Enrique Gorriarán no podemos dejar de recordar que posteriormente al intento de copamiento del Cuartel de La Tablada el MLN-T iba a emitir una declaración. Fernández Huidobro llegó a la reunión del Comité Ejecutivo con la declaración ya escrita, la leyó y el Bebe Sendic la rechazó. Fuera de su estilo, en esa oportunidad dio la orden para que la declaración fuera de total solidaridad con los y las militantes de Todos por la Patria, muchos de los cuales encontraron refugio en la patria de Artigas y Sendic.
Unos meses después, en el mismo año 89, murió Raúl Sendic a causa una enfermedad originada por las terribles condiciones de encierro que sufrió durante 12 años. A partir de esa época empezó a producirse el quiebre ente la dirección del MLN-T, que inició el camino de la institucionalización, y el Tambero Zabalza. Fue una lenta evolución que el Tambero vivió desde su interior, con la ambivalencia de tener la ventaja por verla de cerca y la dificultad de ver más allá de la fraternidad que se adquiere en la acción revolucionaria, profundizada por las condiciones de aislamiento en la cárcel. El revolucionario Zabalza comienza a percibir cómo algunos de los líderes más encumbrados del Movimiento, como José Mujica y Fernández Huidobro, marchaban hacia el abandono de la concepción revolucionaria.
Para las elecciones del 94, en un acto en el barrio obrero el Cerro, tratando de arrimar a los anarquistas al MPP, largó una de sus frases irreverentes que provocó el horror de los timoratos: “Con los anarquistas nos une la bandera roja y negra, el rojo por la sangre y el negro por la pólvora”.
Cuando Jorge Zabalza fue elegido Edil por Montevideo en el año 94 (edil es como un legislador de la Ciudad de Buenos Aires), se convirtió en una verdadera molestia para el MPP y el FA. El votó en contra de la privatización del Hotel Casino Carrasco y con su voto impidió que el Hotel, propiedad del Municipio de Montevideo, se privatizara. El MPP había votado la disciplina partidaria, y presionado a Zabalza para que no entrara a la sala de sesiones. El Tambero entró a la sala pronunció y la palabra “negativo”, provocando el estallido de la barra. Luego declaró que él no votaba con los pies, que el votaba con las manos y daba la cara. El otro gran suceso, que le costó la Presidencia de la Junta Departamental, fue cuando recibió al Presidente de Francia Jaques Chirac. Lanzó ahí un discurso tremendo, dejando atónita a toda la clase política de izquierda a derecha, denunciando en la cara del Presidente Chirac las pruebas nucleares y la política racista que aplicaba en Francia. El Tambero terminó diciendo: “Señor Presidente, reciba el saludo del pueblo uruguayo que nunca le supo lamber la coyunda al colonialismo francés”. Como es de imaginar, provocó un terremoto político que llevó que el MPP, el MLN y el FA lo aislaran.
En el año 98, cuando la toma de la Embajada japonesa en Lima por parte del MRTA, el Tambero estuvo por entrar, por la relación y acuerdos que tenía con sus dirigentes. A último momento se logró convencerlo que no entre y vuelve al Uruguay. El MLN-T lanzó un comunicado en respaldo del MRTA en el momento que se produce la matanza de los revolucionarios. Pero ya se percibía en la interna del MLN-T un viraje a la institucionalización del Movimiento. El Tambero terminó abandonando el MLN en el 96 y el MPP en el año 2000 y pasó a militar en la base, abandonando su actuación en la política institucional.
No le creímos al Tambero, dice Marcelo, cuando en soledad empezó a denunciar el pacto de impunidad que había entre sus ex compañeros y los genocidas. En ese momento se profundizaba el doble discurso, porque mientras que el Pepe Mujica y Fernández Huidobro proseguían haciendo discursos revolucionarios, por otro lado empezaban a pactar la impunidad con los genocidas para posibilitar la llegada del FA al gobierno. Nos cuanta Marcelo, joven militante del Frente que no era conocido por Jorge: “Hace unos 10 años me encontré de casualidad con el Tambero en un centro comercial, nos cruzamos las miradas y me animé a decirle: ‘¿Qué haces Tambero, te debo una disculpa, tenías razón, te puteamos y tenías razón, estos hijos de puta pactaron’. La reacción de Jorge fue darme un abrazo, hablamos un poco y en lo personal sentí un alivio impresionante”.
En 2004 el FA triunfó en las elecciones presidenciales: se calcula que al acto de cierre fueron 500 mil personas y a los festejos casi un millón. El tambero se mantuvo desconfiado, porque si bien votó al FA porque decía que había que acompañar esa pueblada, cuando vio la postura de sus ex compañeros escribe la soberbia Carta de los Cien: “¿Pa qué diablos sobrevivimos, Ñato?”
Nuevamente en la base
Al salir del MLN se ganó la vida como carnicero en el barrio Santa Catalina, uno de los barrios más populares de Montevideo, continuando la militancia en la base social, ayudando en la ocupación de tierras, en el movimiento cooperativo, no pudiendo dejar las iniciativas políticas de cultura tupamara. Muchos militantes criticaron a Zabalza en ese momento porque no comprendían la situación, no vieron el pacto. Con los años se fue esclareciendo. Entre muchas frases Mujica dijo “no quiero viejitos presos” refiriéndose a los asesinos y torturadores“, y “yo antes quería cambiar el mundo y ahora me conformo con barrer la vereda de mi casa”. Hoy el MLN es una sigla vacía, el MPP una maquinaria electoral sin contenido transformador. Uno de sus militantes más críticos, fundador e integrante de los nueve rehenes, Julio Marenales, califico al MLN como un gigante estúpido. Mujica ha tenido acercamientos a Cabildo Abierto que es el Partido Militar en el Uruguay.
Como muestran las fechas de publicación, casi todos sus libros fueron escritos desde la militancia de base: El miedo a la democracia (1986). El Tejazo y otras insurrecciones (1995). La Estaca (1998). Raúl Sendic, el tupamaro. Su pensamiento Revolucionario (2010). La experiencia tupamara. Pensando en futuras insurgencias, (2016). El título de uno de los capítulos: “Herejía en la Herejía. Hay que armarse para luchar” lo pinta tal cual era. El 8 de octubre en Minas, como homenaje a su hermano Ricardo, presentó La leyenda insurgente (2019). En él recrea un Artigas no acartonado y se adentra en sus aportes a las rebeldías futuras. En una entrevista definió al ex Presidente: “Mujica es el símbolo del tipo que renunció a su pasado, que lo fantaseó, que lo transformó en un relato épico y con eso hizo el caudal electoral que le permite hoy ser uno de los operadores mayores del capitalismo que hay en Uruguay”.
La carta de Zabalza a E. Fernández Huidobro fue una divisoria de aguas; de un lado la integración al sistema capitalista, del otro la continuidad de la lucha con los principios de siempre, ante todo el bienestar y la felicidad del pueblo trabajador. Pero ese parteaguas no se hizo sin costo. Tuvo que romper con sus compañeros de toda la vida, con varios de los nueve rehenes con los que compartió 12 años de encierro y aislamiento. Estos se trocaron en un aislamiento quizás más doloroso, el asignado por sus mismos compañeros. Después de la Carta. ¿quién de las esferas superiores del Movimiento querría hablar con Zabalza? nadie. Pero la persistencia revolucionaria pudo más y en los 28 años que pasaron hasta su muerte se autoconstruyó en ejemplo para las actuales y futuras generaciones.
Para cruzar el Río
En 1994 o 95 fui con mi familia de vacaciones a la Coronilla, terminado el estuario y ya en mar abierto. De regreso pasando por Montevideo fuimos al local del MLN-T. No esperábamos ni nos explicamos el trato descortés de nuestros compañeros de la Junta de Coordinación Revolucionaria que integramos con ellos, el MIR chileno y el ELN boliviano entre los años 1972 y 1979. Fue un golpe al corazón ya que en nuestra elección política habían jugado un papel decisivo. La guerrilla del Che en Bolivia y la ofensiva del año nuevo lunar de los vietnamitas, en enero de 1968, nos terminaron de ganar para las filas organizadas del socialismo. Pero fue la brillante línea operativa de los tupamaros quienes nos alinearon con la lucha guerrillera. Comentando esto con dos compañeras del PRT me dijeron que ellas sentían lo mismo. Y como dice la canción: “una gota con ser poco, con otra se hace aguacero”.
En 1971, en una numerosa reunión de la agrupación estudiantil del PRT en la Universidad de La Plata, el activo militante Gerardo Alter informó que por razones personales no iba a militar un tiempo pero que no nos desalentáramos, que iba a volver a militar tarde o temprano. Nos quedó una no explicable sensación, ya que el compañero más que desazón trasmitía convicción. Lo supimos dos años después cuando la hermana organización tupamara informó que dos de sus militantes, Alter y Arteche, había sido asesinados en el Cuartel Florida de Montevideo. También nos hermanaban las decenas y decenas de tupamaros que militaron y cayeron junto con nosotros a partir del 72.
En septiembre de 2004, en la Cátedra Che Guevara de la Universidad La Plata, teníamos programada, como cierre del curso sobre Las Revoluciones del siglo XX en América Latina, la clase sobre los Tupamaros. Habíamos tenido la suerte de contar con compañeros de Bolivia, Chile y Brasil que nos ilustraron sobre sus respectivos procesos de lucha. En el caso de Uruguay intentamos invitar un dirigente histórico de los tupamaros, invitación que no pudimos concretar.
No hubo otro remedio que ponerse a leer de apuro. Contábamos entre otros textos los tres tomos sobre la Historia de los Tupamaros, escrito por Eleuterio Fernández Huidobro. Consultado un librero amigo nos recomendó lo que podríamos llamar el tomo 4, titulado En la nuca. Hojeé las primeras páginas y grande fue mi sorpresa al leer que teníamos (el PRT-ERP) una destacada actuación en el golpe en la nuca propinado al MLN Tupamaros, por lo que me atrapó su lectura. Me causó un tremendo impacto emocional y me dejó una mezcla de desazón y dolor que motivaron una carta que se convirtió en el libro Entre tupas y perros. Un debate con Eleuterio Fernández Huidobro. Este argumentaba que el golpe en la nuca a los tupamaros no se lo habían dado los militares uruguayos sino el MIR chileno y, sobre todo, el PRT argentino. En la respuesta buscamos no calificar sino esclarecer. En ese tono llegamos hasta el final en el que en forma elíptica fuimos durísimos: “Acuerdo con usted en muchos puntos de vista. Quiero resaltar tres. Uno es la banalización y manipulación de la autocrítica. Ésta, en muchos casos, se transformó en el levantamiento cotidiano de la bandera blanca de rendición ante el enemigo. No ahorran esfuerzos para que les crean: ¡ahora somos serios, nunca más la revolución! Otro es cuando usted asume que fueron foquistas -entiendo que como recurso polémico ya que no lo fueron- y que les fue bien, ¡y cómo, si hasta captaban militantes en otros países! En nuestro caso nos acusan de haber sido militaristas (también foquistas pero no es una acusación seria) les respondemos que sí, tomábamos cuarteles y pensábamos y pensamos que la lucha armada es parte esencial de la lucha revolucionaria y que en determinados momentos la lucha de masas se sostiene en la lucha armada. El tercero es que la derrota no fue nacional sino latinoamericana y mundial. Por lo tanto que no es bueno flagelarse buscando la “quinta esencia” de la derrota o, el elixir que nos redima de ella, ya que como estos no existen esa infructuosa búsqueda a lo único que conduce es a un vaciamiento de las concepciones revolucionarias. Entre tupas y perros fue el remo para cruzar el Plata con más suerte.
Poco después intentaron visitarme las hermanas Marina y Rita Cultelli, hijas del “viejo” Andrés Cultelli quién, desmintiendo a Huidobro, en las cárceles argentinas conoció el valor de nuestra militancia. Ellas sentían que Entre tupas y perros era la continuidad de La revolución necesaria. Contribución a la autocrítica del MLN Tupamaros escrito por su padre. De estos cruces es la relación con Jorge Zabalza, quién me acompañó hasta la casa de las Cultelli en la que también estaba su madre, que me impresionó por su mirada inteligente. Había sido compañera de trabajo de la investigadora Emilia Ferreiro. Entendí la emotiva relación que había ente ellos al saber que Alfredo Cultelli había caído en Pando junto a Ricardo Zabalza y Jorge Salerno.
Luego Jorge estuvo en la Cátedra Che Guevara informando sobre la historia tupamara y fue presentador de un par de mis libros, entre ellos: ¿Por qué el Che fue a Bolivia? En 2019 fuimos con Marcelo hasta los confines de Montevideo para darle continuidad a una relación que se sostenía en la defensa sin ataduras burocráticas de la lucha revolucionaria por el socialismo. Dos años después, considerando que el Tambero era quién mejor podía darle contenido insurgente e internacionalista a los escritos de Santucho, fue que le pedimos escribiera un prólogo a Mario Roberto Santucho. Sus editoriales y escritos estratégicos.
En él comienza mencionando uno de los motivos del viraje: “La matanza al por mayor instaló el difuso temor a sufrir más desapariciones, asesinatos, violaciones y torturas masivas, a quedar nuevamente desprotegidos ante la violencia irracional de las instituciones”. Más adelante se afirma en su lucha en el descampado: “en el actual clima de apología a la democracia liberal, el pensamiento de Mario Roberto Santucho rompe esquemas y emplaza a la reconstrucción, ayuda a sortear las trampas del laberinto, a descubrir nuevas perspectivas, a pensar en la necesidad de prepararse para navegar con el pampero en contra”. Para finalizar, contundente, dice que “es imperioso debatir nuevas formas de insurgencias, discutirlas con Guevara, Santucho, Marighela, Enríquez y Sendic, desbrozar las malezas y cultivar con esmero las mil flores que se abrirán en el futuro. ¿No será preciso analizar el propósito de desarrollar la guerrilla hasta transformarla en ejército popular? La formación de ejércitos también entraña la de crear las condiciones en que surgen grupos burocráticos que arrojan sombras sobre la sociedad. Las jerarquías estrictas coartan el pensamiento crítico y echan a perder el sentido de responsabilidad social, ¿no habrá que explorar más a fondo en las formas organizativas de “pueblos reunidos y armados” que nos vienen de los pueblos originarios?” “Agradezco esta posibilidad de firmar tan cerca del legado de Mario Roberto Santucho. Me llena de orgullo”. “Gracias por el fuego, Robi”.
El último tupamaro
Así te han llamado tus compañeros queridos y es así. Siento que lo sos de la guardia vieja y como crítica a los que desertaron de la lucha. Pero me ilusiono que tu ejemplo, tu irreverencia, tus acciones, tu lucha sin descanso ni claudicaciones, tus libros y otros escritos, tus discursos, toda tu acción revolucionaria encontrará arraigo en las barriadas populares del Uruguay profundo entre miles de gurises tupamaros, para hacer realidad que la patria sea para todos.
Nos queda un interrogante: ¿por qué las más bárbaras torturas y vejaciones no pueden lo que si las mieles del poder? ¿Por qué fisuras de la conciencia se cuelan esos valores que supimos combatir? Pero sí sabemos que cual San Antonio, Zabalza no fue presa de esas tentaciones, sino que con su entereza moral y fidelidad revolucionaria las pudo derrotar. Ese triunfo lo enaltece y lo convierte en ejemplo ante la historia y su pueblo.
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