El ayllu, los ayllus y su evolución
07/07/2013
- Opinión
Cuando se habla de “ayllus” en la zona andina –especialmente en Bolivia- es frecuente escuchar que se consideran a estos como si fueran de un solo tipo, como si no hubieran cambiado a través de la historia, que no habrían tenido evolución histórica ni experimentado cambios según los contextos históricos y socioeconómicos (tema tratado en mi libro “Antropología económica del imperio Inca”, próxima publicación). Se considera en general que los ayllus eran y son lo mismo desde la época incaica o pre colonial, pasando por la colonial, la republicana-hacendal e incluso la post hacendal o actual. A este ayllu sin edad y sin historia se lo denomina “comunidad indígena campesina” en castellano. Habría habido, por consiguiente, ”una sola” comunidad, sin variación, desde los tiempos incaicos y hasta la actualidad. A las comunidades actuales se las llama también “ayllus ancestrales”. Esta “comunidad”, estaría, además, compuesta de los mismos personajes y mecanismos económicos desde tiempos de los incas o antes, es decir, sólo por los pequeños campesinos étnicos o campesinos parcelarios. Entre estos mantendrían desde siempre, relaciones paradisíacas e idílicas de “reciprocidad”.
Esta generalización ha sido ampliamente difundida sobre todo desde mediados del siglo pasado,tanto por los historiadores como, en las últimas décadas, por antropólogos de diversa tendencia filosófica. Estas interpretaciones causaron en realidad graves daños tanto al conocimiento real de nuestro pasado histórico, como al conocimiento de las comunidades campesinas actuales y a sus expectativas de desarrollo.
Los ayllus de los diversos períodos históricos eran, en realidad, diferentes entre ellos, tanto en términos de su composición social y estructura económica, como de sus contradicciones internas, sus relaciones externas y tendencias económicas y sociales. Podemos hablar, en este sentido, de cuatro tipos de ayllus en la historia.
El ayllu incaico, por ejemplo, vamos a considerarlo aquí como el “primer tipo de ayllu”, estaba compuesto de varias clases sociales y no solo de una clase campesina parcelaria. En este ayllu se encontraban, por una parte, la nobleza y sus familias extensas y, por otra parte, los campesinos o jatunrunas y sus familias monógamas. Las familias extensas de la nobleza englobaban de manera subordinada a las concubinas de los jefes y a los yanaconas o esclavos. En estas familias, se encontraban como trabajadores subordinados las concubinas, sus hijos y los yanaconas, realizando diversas actividades productivas como la minería, la metalurgia, el textil, la ganadería y productos ganaderos, así como la agricultura y otros. Cada familia noble podía tener a su servicio y en su beneficio a decenas y a cientos de estos subordinados.
En cuanto a los pequeños campesinos “libres” del ayllu, estos trabajaban una parte del año para ellos mismos en la parcela familiar, pero la mayor parte en las diferentes “mitas” al servicio del Estado. Las mitas estaban constituidas por el trabajo en las tierras agrícolas del Estado y de la iglesia, en la construcción de caminos, de obras hidráulicas, puentes, fortalezas y edificios públicos. Un tiempo importante de estas mitas lo absorbía el servicio militar de los jóvenes y las expediciones militares y guerras de conquista en la periferia del imperio. En los ayllus la parcela agrícola campesina y el producto del trabajo eran de propiedad familiar exclusiva, mientras el trabajo podía ser parcialmente colectivo basado en la ayuda mutua (el ayni y la minc’a), debido a la debilidad de las fuerzas productivas familiares.
La invasión española significó la destrucción de este tipo de ayllu y la eliminación en pocos años de la nobleza y de sus dependientes. Millones de estas personas fueron eliminadas físicamente en poco tiempo, sobre todo de hambre. Con la llegada de los españoles y la destrucción del imperio y de los ayllus incaicos, solo sobrevivieron los pequeños campesinos, productores de sus propios alimentos.
Posteriormente, estos campesinos fueron brutalmente reducidos físicamente por el trabajo forzado en las minas de oro y plata de la administración colonial. La anterior minería de la nobleza, principalmente de cobre y estaño para producir bronce, fue abandonada al no ser de interés para la economía española. Surgió entonces el nuevo “ayllu colonial”, el “segundo tipo de ayllu”, constituido esta vez por los mismos campesinos parcelarios, así como, por encima de ellos, los encomenderos españoles, luego “hacendados”,y los “curacas” o representantes indígenas al servicio de la administración colonial. La tierra ya no pertenecía esta vez a los campesinos parcelarios sino a los hacendados. Los curacas indígenas al servicio de los encomenderos y hacendados, eran los encargados de dirigir la producción agrícola y ganadera de los campesinos, de la cobranza de impuestos y de controlar la prestación de trabajos obligatorios en mano de obra, como las mitas mineras y la construcción de iglesias. Los curacas tenían básicamente la misma condición económica y social que los otros campesinos. Este “ayllu colonial” perduró hasta la independencia.
Con la independencia y con el nuevo periodo surgió el “ayllu republicano”, el “tercer tipo de ayllu”, constituido por los mismos campesinos parcelarios, pero con un nuevo personaje a la cabeza, el ”hacendado criollo”, propietario de la tierra y, de manera subordinada, el curaca indígena. Este continuaba siendo un campesino más, pero gozando de la confianza del patrón. En este “ayllu”, el producto agrícola y ganadero realizado por los campesinos beneficiaba al hacendado criollo, que además era responsable de efectuar la cobranza de los impuestos a los campesinos y de obligarlos a realizar diversos trabajos obligatorios en beneficio del Estado. Este ayllu tenía pequeñas diferencias estructurales con el ayllu colonial.
Este ayllu subsistió, en el caso de Bolivia, hasta la revolución de 1952, cuando gran parte de los hacendados o gamonales fueron eliminados por la “reforma agraria”, por la expropiación de las haciendas y la supresión de la servidumbre campesina. El “ayllu de la revolución” o “cuartotipo de ayllu” significó la apropiación privada “jurídica” de las parcelas familiares por los campesinos y del producto del trabajo, individual y colectivo. En adelante no existía más un hacendado encargado de explotar en su beneficio el trabajo de los campesinos, ni de cobrar los impuestos para el Estado. Tampoco existía más un “curaca” al servicio del hacendado.
El nuevo “ayllu post hacendal” se caracterizaría por ser “libre” por primera vez, sin tener un patrón por encima. Esta vez, este “ayllu libre” se encuentra “solo” frente al mercado. En adelante ya no existe un personaje por encima de ellos encargado de organizarlos para la producción y para la emisión de impuestos. El “nuevo ayllu libre” o ”cuarto tipo de ayllu” se organiza ahora solo y se presenta solo ante el mercado. En adelante, los campesinos se organizan individual o colectivamente en “ayni”, en “minc’a” para la producción y se presentan individualmente ante el mercado, es decir, ante los precios y los intermediarios. El nuevo “curaca” es ahora solo un campesino más, solo un representante de los demás, ya no de carácter permanente sino “rotativo”. Este curaca o representante acepta ejercer el cargo de representante pero solo por un periodo, por “obligación”, ante los costos y sacrificios que significa el ejercicio no remunerado de esta responsabilidad.
Desde la revolución del 52 este “ayllu revolucionario” constituido por los campesinos parcelarios se encuentra solo frente al mercado capitalista. Este está personificado ahora por los “intermediarios” o “rescatistas”, que adquieren los productos agropecuarios a bajo precio y los venden en los mercados urbanos a precio mayor, extrayendo en su beneficio un porcentaje de ganancia. Con el intermediario hacen su aparición en los ayllus mecanismos de mercado tales como la oferta y la demanda de bienes agropecuarios, la oferta estacional o continua, los precios de mercado y la demanda monopsónica y oligopsónica. Tienen también efecto en los ayllus las políticas gubernamentales de bajos precios urbanos de los alimentos debido a las políticas antiinflacionarias de la “canasta básica alimentaria” que reducen los ingresos campesinos. Los anteriores sistemas de trabajo como el ayni y la minc’a, que antes estaban al servicio de los patrones, ahora están al servicio de los intermediarios rurales y de los precios urbanos de alimentos.
El campesino parcelario del nuevo ayllu, para poder sobrevivir en el mundo capitalista actual, se encuentra frente a tres opciones. La primera, es continuar vendiendo sus productos al intermediario a precioscada vez más reducidos; la segunda, abandonar parcialmente sus actividades agrícolas y “vender parcialmente” su fuerza de trabajo en las ciudades; finalmente, la tercera, abandonar totalmente el ayllu y “vender totalmente” su fuerza de trabajo a la ciudad, como mano de obra barata. Habría también una cuarta opción, cada vez más utilizada, “vender totalmente” su fuerza en el exterior.
El intermediario, por su parte, ve también su función de intermediación en peligro. Ante las importaciones crecientes de bienes agropecuarios importados y de contrabando, y ante los controles cada vez más estrictos de precios y su reducción en los mercados urbanos -con el objeto de reducir el precio de la canasta básica-, se ve obligado a disminuir o a suprimir sus actividades de intermediación.
La Paz, 06 de julio de 2013
- Bernardo Corro Barrientos es antropólogo y economista
https://www.alainet.org/en/node/77438
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