Cuatro años del “Estado Plurinacional”
09/02/2014
- Opinión
Se han violentado los derechos individuales y colectivos de las naciones preexistentes a Bolivia y se hace alarde de ellas, dice el autor
Nicómedes Antelo, Gabriel René Moreno y Bautista Saavedra gritaban al mundo: ¡el indio es rémora para el país, y debe morir! Al parecer este grito ahora es de los Garcías, Romeros, Radas, Evos, entre otros. Ahora el grito es: ¡el indio es de la derecha, y debe morir!
La última epopeya del Gobierno del Estado Plurinacional fue el asalto a Conamaq, el 14 de enero de 2014. El 22 de enero festeja su cuarto aniversario con gran simbolismo indígena. ¿Paradoja o tragedia? Un hecho es real en Bolivia: ser indígena, pensar la política como indígena y de modo crítico es un gran peligro. ¿Cómo? Pues hoy los mallkus y mamas del Conamaq están muriendo en vida por el solo hecho de alzar su voz crítica. Decirlo de este modo es duro, pero es una realidad.
Hoy sufren la mayor violencia y persecución de sus vidas. Ya no tienen libertad de vivir ni la libertad de dormir; su casa fue asaltada. Tampoco tienen libertad de palabra ni libertad de organizarse. En los días de intervención de las oficinas de Conamaq, mallkus y mamas se han declarado en "clandestinidad porque han sido amenazadas sus vidas”, se ha denunciado. Hoy deambulan las calles de la ciudad de La Paz como extranjeros, aunque son los verdaderos dueños de estas tierras.
En los hechos se han violentado los derechos individuales y colectivos de las naciones preexistentes a Bolivia y sin embargo se hace alarde de ellas. Así, ésta es una tragedia moral e intelectual. Se emiten grandilocuentes palabras sobre interculturalidad o proceso de cambio como si fuera lo más bello de la historia, mientras en las calles de la ciudad resuena la muerte del indio. Es tragedia porque se cumplen las profecías darwinistas: "por fin el indio se extinguirá”. Una corriente de darwinistas del siglo XIX habían profetizado el fin del indio en Bolivia. Y hoy esa profecía racista se cumple. En el mundo están muriendo cientos de otros pueblos a manos del estado-nación. En Bolivia están muriendo los ayllus, las naciones que dieron vida a Bolivia; lo cual es un logro histórico de un régimen que se auto-refiere como un gobierno indígena: sus ministros se visten de poncho para asesinar al indio real.
Es en este sentido que ésta es una tragedia humana del Estado Plurinacional. No sólo pasa con los ayllus de los Andes, sino también con los pueblos indígenas de la Amazonia. El petróleo está comiéndose a pueblos vivientes en esta región. Se yergue una realidad casi apocalíptica. Nicómedes Antelo, Gabriel René Moreno y Bautista Saavedra gritaban al mundo: ¡el indio es rémora para el país, y debe morir! Al parecer este grito ahora es de los Garcías, Romeros, Radas, Evos, entre otros. Ahora el grito es: ¡el indio es de la derecha y debe morir! Y aquí la paradoja consiste en que tener autonomía de pensamiento ahora es ser de derecha. Los ayllus son de derecha por ser críticos. Y son de derecha porque grita para vivir su libertad. Ésta es la tragedia intelectual y humana de Bolivia. Hasta hace poco se podría llamar a esto indigenismo, hoy ya no es posible ser llamados indigenistas; es la acción propia de Francisco Pizarro vestido de indio.
Así, ser indio, ser crítico y recordar insistentemente el proyecto de sociedad nacido en octubre de 2003 y del altiplano aymara de 2000 es vivir en vida el peligro; es dejar de pensar y dejar de ser propio. ¿Por qué? Pues al frente tienes pequeños grupos que vociferan ser los únicos dueños de la verdad. Hecho que pasa con los propios militantes del MAS. En efecto. Al conversar con ellos uno siente sus miedos y su inutilidad en vida. O mejor su impotencia. Muchos dirigentes sindicales de niveles comunales y cantonales viven en carne propia este miedo. Es el miedo a disentir. Un miedo a criticar. Y el miedo a ser perseguido por las voces acusatorias de ser traidores. De traicionar al hermano Evo. Por ello esto es una realidad no sólo de los ayllus, sino de las propias comunidades campesinas organizados en sindicatos.
Así los que se han levantado contra el neoliberalismo, contra la dictadura del gonismo, hoy viven su silencio. No pueden ni deben criticar a "su” gobierno. Deben callar. Allí en los hechos gobierna el miedo y es la única verdad. Posiblemente es así porque no quieren ser arrasados por el apocalipsis de la nueva violencia. Y con ello finalmente se está asesinando el gran sentido de sentir orgullo por lo indígena o lo aymara o guaraní. Está muriendo el orgullo de haber luchado contra el Estado colonial y republicano. Se está destruyendo el orgullo aymara; la destrucción de la dignidad india. Pues, hoy ser aymara es casi sentir humillación, sentir miedo. Y también sentir vergüenza de ser opresor del otro hermano. Así la lucha aymara o guaraní ya no connota grandeza de lucha. Porque unos hombres, a nombre de aymara o indígena campesino, asaltan oficinas de derechos humanos. Asaltan el sueño de la justicia social en el mundo.
En este sentido posiblemente hoy lo aymara ya no es garantía de la libertad y de la vida, ideales con las cuales se han levantado en 2000 y 2005 junto a otros pueblos. Si el propio aymara o indio hoy no tiene garantizado su libertad, pues no puede ser garante moral de la libertad del resto. Aunque efectivamente no son los aymaras los que hacen esto, sino son unos ventrílocuos. Hablan por el aymara y hacen a su nombre, se hacen indígenas originarios, sin ser tales. En este último sentido entonces hay un uso vilipendioso de la imagen de lo indígena labrada durante años de lucha. Y ese uso ahora es para hacer acusar que es el indio el que gobierna y las políticas tomadas son de ellos, cuando en los hechos no gobierna; no toma las decisiones centrales en el Gobierno ni en el Estado Plurinacional. Gobiernan otros a su nombre, sin desconocer que el Presidente toma decisiones al ser parte de esta lógica perversa del poder colonial.
En resumen, se ha inaugurado un poder para aplastar el cambio. Se impuso la ceguera de la dictadura sindical y lógica de paramilitarismo del Estado Plurinacional. Se está imponiendo la lógica del orden, paz y trabajo, propio de la dictadura de Bánzer, o de los regímenes fascistas de Europa del siglo XX. Se ha impuesto una impunidad de los de arriba y un ciego arrodillamiento de los de abajo. Nada se sabe, por ejemplo, de la masacre de Caranavi, de El Porvenir, de Chaparina, de Mallku Quta y ahora de la muerte de los ayllus. Y, sin embargo, festejamos el cuarto aniversario del Estado Plurinacional.
Domingo, 26 de enero de 2014
- Pablo Mamani es Sociólogo
https://www.alainet.org/en/node/83061
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