La Iglesia del Papa Francisco: Balance después de un año
30/06/2014
- Opinión
Después de un año ¿cuál es el balance del pontificado de Francisco, cuál es la imagen de Iglesia de Francisco que se va dibujando? ¿Cuáles son los rasgos de la Iglesia según Francisco? Presentemos un pequeño decálogo.
1. Hacia una Iglesia pobre y acogedora
De una Iglesia poderosa, distante, fría, acartonada, miedosa, reaccionaria, de la cual la gente se aleja y se va… a una Iglesia pobre, sencilla, cercana, acogedora, sincera, realista, que promueve la cultura del encuentro y de la ternura. El nuevo obispo de Roma, Francisco se reconoce pecador y pide oraciones; recuerda que la Iglesia necesita una conversión y una continua reforma evangélica, una reforma a lo Francisco de Asís.
2. Hacia una Iglesia centrada en Jesucristo
De una Iglesia moralista obsesionada por el aborto, el control de natalidad, el matrimonio homosexual… a una Iglesia que va a lo esencial, que se centra en Jesucristo contemplado y adorado, recupera el evangelio, anuncia la gran buena noticia de la salvación en Cristo, pues Jesús es lo único que atrae; quiere difundir el olor del evangelio de Jesús, pide a los jóvenes que no se avergüencen de ser cristianos, que pongan a Jesucristo en el centro de su vida, la fe en Jesucristo es cosa seria, no una fe descafeinada. No puede ser un cristianismo de meras devociones sin Jesús. El Papa, como Pedro, no tiene oro ni plata pero trae lo más valioso: Jesucristo, él es la única riqueza. Pero un Jesucristo muerto y resucitado, no hay que quedarse en el sepulcro, no ser cristianos de cuaresma sin Pascua… La alegría del evangelio llena el corazón de todos los que se encuentran con Jesús.
3. Hacia una Iglesia de la misericordia y ternura
De una Iglesia centrada en el pecado y que ha hecho una tortura del sacramento de la confesión y ha convertido la petición de sacramentos en una aduana inquisitorial…a una Iglesia de la misericordia de Dios, de la ternura, de la compasión, con entrañas maternales, que refleje la misericordia del Padre, una Iglesia ante todo hospital de campaña que cure heridas de emergencia, que cuide la creación, en la que los sacramentos son para todos, no solo para los perfectos. La convocatoria de un Sínodo sobre la familia y la encuesta que ha enviado sobre temas pastorales acuciantes como la situación de los divorciados vueltos a casar, la unión de homosexuales, las relaciones prematrimoniales, el matrimonio a prueba, el control de natalidad y el magisterio sobre moral sexual…indica que hay un deseo de ampliar el campo de la misericordia y extenderlo a todas las situaciones conflictivas.
4. Hacia una Iglesia donde los últimos sean los primeros
De una Iglesia centrada en ella misma, autorreferencial, preocupada por el proselitismo…a una Iglesia de los pobres preocupada ante todo del dolor y del sufrimiento humano, de la guerra, del hambre, del paro juvenil, de los ancianos, donde los últimos sean los primeros, donde no se pueda servir a Dios y al dinero; una Iglesia profética, libre ante los poderes de este mundo; en Evangelii gaudium afirma que el actual sistema económico basado en la idolatría del dinero es injusto, pues enriquece a unos pocos y convierte a una gran mayoría en masas sobrantes, es un sistema excluyente que mata; por esto lanza un “no” a una economía de exclusión, un “no” a la nueva idolatría del dinero, un “no” al dinero que gobierna en lugar de servir, un “no” a la inequidad que genera violencia; en Lampedusa critica la actitud de los países ricos ante los emigrantes africanos y asiáticos, muchos de los cuales mueren en el intento de llegar a las costas europeas: es una vergüenza, vivimos en la burbuja del consumo y con el corazón anestesiado ante el sufrimiento ajeno; en Brasil les dice a los jóvenes que hagan lío y sean revolucionarios en busca de un mundo mejor y más justo; afirma que las confesiones religiosas del mundo deben aunarse para resolver el problema del hambre y de la falta de educación...
5. Hacia una Iglesia en estado de misión, que sale a la calle, a las fronteras, abridora de caminos nuevos
De una Iglesia encerrada en sí misma, reliquia del pasado, con tendencia a mirarse el ombligo, con sabor a invernadero, que espera que vengan los otros… a una Iglesia que sale a la calle, “callejea la fe”, va los márgenes sociales y existenciales, a las fronteras, a los que están lejos, aun con riesgo de tener accidentes; no teme una Iglesia minoritaria y pequeña, con tal que sea semilla y levadura, que abra caminos nuevos, que vaya sin miedo a servir, una Iglesia a la intemperie, que sale a las cunetas del mundo, una Iglesia en estado de misión.
6. Hacia una Iglesia de puertas abiertas, que no discrimina a los que piensan diferente
De una Iglesia que discrimina a los que piensan diferente, a los diversos, a los otros… a una Iglesia que respeta a los que siguen su propia conciencia, a las otras religiones, a los ateos, a los homosexuales, dialoga con no creyentes, con judíos, nuestros hermanos mayores, una Iglesia de puertas abiertas, atenta a los nuevos signos de los tiempos.
7. Hacia una Iglesia del Vaticano II, descentralizada, abierta a la permanente reforma
De una Iglesia con tendencia restauracionista y de vuelta atrás que añora el pasado…a una Iglesia que considera que el Vaticano II es irreversible, que hay que implementar sus intuiciones sobre la colegialidad, evitar el centralismo y el autoritarismo en el gobierno, caminar en medio de las diferencias. El mismo título de Obispo de Roma es un refrendo a la colegialidad episcopal, a la colegialidad con sus hermanos obispos. El Papa reconoce que no tiene la respuesta a todas las cuestiones, que hay que reformar el Papado, que hay que dar responsabilidad a los laicos, dar mayor protagonismo a la mujer, desclericalizar la Iglesia, pues el clericalismo no es cristiano.
8. Hacia una Iglesia con pastores que huelan a oveja: delante, detrás y en medio del pueblo
De una Iglesia con pastores encerrados en sus parroquias, clérigos de despacho, que buscan hacer carrera, que están en el laboratorio y a veces acaban siendo coleccionistas de antigüedades, con obispos siempre en aeropuertos… a pastores que huelan a oveja, que caminen delante, detrás y en medio del pueblo; el carrerismo es la lepra del Papado, la curia es vaticano-céntrica y fácilmente traslada su visión al mundo.
9. Hacia una Iglesia libre, joven y alegre, levadura de la sociedad
De una Iglesia envejecida, triste, con gente con cara de cadáver o con sonrisas de azafata… a una Iglesia joven y alegre, levadura y fermento en la sociedad, con la alegría y la libertad del Espíritu, con luz y transparencia, sin nada que ocultar, con flores en la ventana y olor de hogar, donde los jóvenes sean protagonistas, pues son como las niñas de los ojos de la Iglesia.
10. Hacia una Iglesia Pueblo de Dios, plural y diversa
De una Iglesia ONG piadosa, clerical, machista, monolítica, narcisista,…a una Iglesia Casa y Pueblo de Dios, mesa más que estrado, que respete la diversidad, donde jueguen un papel relevante los laicos, las mujeres, las familias. Es la Iglesia de Aparecida, de discípulos y misioneros para que nuestros pueblos en Cristo tengan vida, una casa eclesial donde reina la alegría.
En realidad, después de un año de su gestión pastoral como Obispo de Roma podemos afirmar que con Francisco se ha retomado el Vaticano II que había quedado de algún modo silenciado y aparcado. No inventa nada nuevo, reasume el impulso pentecostal del Vaticano II. La Iglesia del Papa Francisco en el fondo es la Iglesia del Vaticano II, la misma Iglesia que soñó Juan XXIII y que hasta ahora había sido fuertemente frenada y diluida. Vuelve a renacer una primavera eclesial.
El Papa Francisco artífice e impulsor de la Iglesia del Vaticano II
No es casual que Bergoglio provenga de América Latina, una Iglesia que recibió el Vaticano II con gran creatividad y profundidad: la Iglesia de Medellín y Aparecida, la Iglesia con algunos obispos verdaderos Santos Padres de la Iglesia de los pobres -como Helder Cámara y Romero-, la Iglesia de las comunidades de base, de la Biblia devuelta al pueblo, la Iglesia de la profunda religiosidad popular de los pobres, la Iglesia de laicos comprometidos con la justicia y con la pastoral, la Iglesia de una vida religiosa inserta entre los pobres, la Iglesia de numerosos mártires asesinados por defender la fe y la justicia.
1. Cuestionamientos e interrogantes
Es mucho lo que ha realizado el Papa Francisco en su primer año de pontificado, pero es mucho lo que queda por hacer todavía. Le toca a Francisco llevar a término cuestiones que el concilio inició pero no llegó a concretar, como el modo de elección de los obispos, hacer que los sínodos sean no solo consultivos sino deliberativos, favorecer la autonomía y responsabilidad de las Iglesias locales…
Y afrontar lo que el Vaticano II no trató pero que son tareas y desafíos urgentes: reforma del papado y de la curia, abandono de la jefatura del Estado Vaticano, cambiar el modo de elección del Papa, revisión de la estructura de cardenales y nuncios, abandonar el episcopado honorífico y sin diócesis real de los dirigentes de los dicasterios de la curia, repensar el papel de la mujer en la Iglesia, promover la ordenación de hombres casados, revisar la moral sexual y matrimonial, la pastoral con los divorciados vueltos a casar, el problema de la homosexualidad, la relación con los teólogos, asumir el gran desafío ecológico…
2. Responder a la problemática religiosa y espiritual de hoy
Añadamos a lo anterior la necesidad de responder a la problemática religiosa y espiritual que surge del nuevo contexto socio-cultural, científico y técnico del mundo de hoy, del nuevo tiempo axial que está apareciendo con paradigmas que rompen los esquemas religiosos provenientes del neolítico- centrados en el sacerdote, el altar y el sacrificio-, reaccionar ante las nuevas formas de espiritualidad y de agnosticismo, etc. Hoy el problema ya no es, como en el Vaticano II, preguntar “Iglesia ¿qué dices de ti misma”, sino “Iglesia, ¿qué dices acerca del misterio de Dios?”
¿Podrá un solo hombre llevar a cabo estas reformas tan necesarias y urgentes? ¿No es excesiva carga para el primado de Pedro? ¿No debería ser una tarea colegial de todos los obispos, más aún de toda la Iglesia? ¿No es el mismo Francisco el que nos pide que todos seamos “audaces y creativos”?
3. Las grandes transformaciones de la Iglesia surgen desde abajo
Hay que afirmar que es una ilusión el pensar que las reformas y cambios eclesiales solo vienen de arriba. La historia nos enseña que las grandes transformaciones de la Iglesia (como también de la sociedad…) han surgido desde abajo, desde donde ordinariamente actúa el Espíritu: desde los laicos, desde los pobres, desde las mujeres, desde la gente marginada. A todos nos toca comenzar a renovar y reformar la Iglesia desde el evangelio, convirtiéndonos a Jesús de Nazaret y a su Reino. Sin la cooperación e iniciativa de la base, la Iglesia no podrá cambiar nunca.
Mientras agradecemos al Señor por el gran don del Papa Francisco que devolvió la alegría a la Iglesia, estemos dispuestos a colaborar en la renovación de la Iglesia. El Papa Francisco ya nos ha abierto el camino.
Diálogo entre la estatua de bronce de Pedro del Vaticano y el Señor:
Di, Jesucristo, ¿por qué
me besan tanto los pies?
Soy San Pedro, aquí sentado,
en bronce inmovilizado, no puedo mirar de lado
ni pegar un puntapié,
pues tengo los pies gastados,
como ves.
Haz un milagro, Señor.
déjame bajar al río,
volver a ser pescador,
que es lo mío.
Rafael Alberti
https://www.alainet.org/en/node/86814?language=en