Oscar Olivera: “El poder es nuestra capacidad de organizarnos..."
09/01/2006
- Opinión
La trayectoria del boliviano Oscar Olivera es larga. Nacido en Oruro en 1955, desde muy joven trabajó por la defensa de los trabajadores y organizando sindicatos en diferentes fábricas y empresas del país. Pero además de dirigente sindical ha sido dirigente social, destacándose como uno de los portavoces de la Coordinadora de Defensa del Agua y la Vida, entidad que en 1999 desarrolló una ejemplar z lucha contra la privatización del agua en Cochabamba que culminó con la expulsión de las transnacionales Bechtel (estadounidense), Edison de Italia y Abengo de España. Posteriormente, Oscar Olivera intervino en la fundación de la Coordinadora de Defensa del Gas y los Hidrocarburos en Bolivia. Actualmente es secretario ejecutivo de la Federación de Fabriles de Cochabamba.
A mediados de diciembre del 2005, Olivera estuvo en Quito, Ecuador, y se reunió con integrantes del Foro Social Mundial- Capítulo Ecuador, transmitiéndoles su experiencia y sus puntos de vista sobre el accionar y la perspectiva de los movimientos sociales latinoamericanos. Lo que sigue es una versión editada de su intervención.
En toda América Latina estamos viendo un auge de las luchas, protagonizadas en particular por los pueblos indígenas. Es el caso de Bolivia, Ecuador, Brasil... pero hay otras luchas que también son invisibles: las luchas, por ejemplo, de la Patagonia, de Chile, las luchas de los hermanos originarios del Canadá, son luchas invisibles que no se las puede ver y es necesario visibilizarlas. Pero además de esas luchas que se dan en el campo, hay luchas muy importantes que se van librando en las ciudades, fundamentalmente encabezadas por los jóvenes y las mujeres.
Y lo que pasó en Bolivia hace ya casi seis años fue algo muy importante para nosotros como habitantes de esas regiones. Y hasta ahora sigue siendo una especie de inspiración para que movimientos sociales urbanos y rurales de jóvenes, de mujeres, de hombres y ancianos puedan establecer de que es posible lograr victorias en un momento en que parece que todo está decidido y todo está hecho y no hay nada por hacer.
Neoliberalismo y organización social
Yo vengo de una pequeña ciudad de Bolivia que se llama Cochabamba. Es una zona quechua y que el gobierno de aquel entonces del año 1999, al igual que todos los gobiernos de nuestros países, establecieron que todo debería privatizarse, que nuestros pueblos son incapaces de poder administrar sus bienes comunes, que llamamos ahora, o lo que ellos llaman los recursos naturales, de que somos ignorantes, somos salvajes, somos gente que no sabe hacer las cosas; y además somos pueblos pobres y por lo tanto necesitamos de la ayuda del Banco Mundial, como dice el Banco Mundial, estos pueblos como el de Ecuador y Bolivia necesitan ayuda nuestra porque están asentados sobre grandes recursos naturales en hidrocarburos, en bosques, en biodiversidad y no tienen dinero para poder vender sus recursos y por lo tanto nosotros les vamos a ayudar.
Y es así que a partir de 1985, como en muchas partes en Latinoamérica, en Bolivia se da un proceso de transformación total y absoluta de las condiciones de vida de la gente. Yo creo que lo que ha pasado en Bolivia es una fiel copia de lo que está pasando en muchas partes, lo que está pasando también aquí en el Ecuador; y, básicamente diríamos que el nuevo modelo se basa sobre tres pilares fundamentales. Un pilar fundamental es el de darle una nueva utilización, un nuevo uso a la fuerza del trabajo, es decir, a la clase trabajadora, a la clase productiva; entonces se va desmantelando las grandes fábricas, las grandes minas en Bolivia se van cerrando y se van echando a los trabajadores tratando de eliminar esa vieja cultura obrera de organización, esa vieja cultura de agregación, de lucha, de mística como un primer paso muy planificado para implementar evidentemente un plan.
Esto lo que nos está pasando a nosotros, lo que les pasa a ustedes, lo que pasa a todo el mundo no es algo casual, es todo un plan mundial para establecer un nuevo tipo de dominio del capital sobre el trabajo. En Bolivia, un fuerte movimiento sindical, una sola central unitaria, como la Central Obrera Boliviana es prácticamente destrozada, cerrando las minas y las fábricas. Lo que ha ocurrido, ahora, después de veinte años, es toda una clase trabajadora absolutamente domesticada, con un fuerte componente de jóvenes y mujeres sin derechos, una flexibilización laboral total que ya queda como un sueño la vieja lucha y conquista histórica de los obreros de Chicago de las ocho horas de trabajo en 1886.
El segundo pilar en que se apoyan estos cambios, es el acaparamiento, la expropiación total de las empresas públicas y, reitero, lo que llaman los recursos naturales, y que nosotros llamamos los bienes comunes, como el gas, el petróleo, el agua, los bosques, la biodiversidad. Hemos presenciado nosotros, y creo que todos los países, el establecimiento de empresas transnacionales en todas las áreas de la producción, del comercio, de la banca; estamos viendo en las gasolineras que ya no existe una empresa estatal de petróleo y son nombres extraños, nombres transnacionales. Todas nuestras empresas públicas (por suerte parece aquí en el Ecuador todavía quedan algunas, porque en Bolivia prácticamente no queda ninguna) han pasado a propiedad de las transnacionales; y las trasnacionales del Ecuador, de Colombia, de Argentina, de Chile, de Bolivia son exactamente las mismas. En el área del petróleo, podemos hablar de PETROBRAS, podemos hablar de la REPSOL, podemos hablar de la British Petroleum. En el agua, podemos hablar de Bechtel -me he enterado recién que está en Guayaquil- que ha estado en Bolivia y está en Irak reconstruyendo los sistemas de agua, y los ductos de petróleo y gas, etc. etc.
Y un tercer elemento es que se han cambiado las formas organizativas de la sociedad, o sea se ha cambiado la forma organizativa del sindicato que era fundamentalmente la fuerza social de nuestros países. Las clases trabajadoras, las organizaciones obreras muy fuertes, con influencia marxista además, han sido divididas con el desmantelamiento de los centros de producción que modificaron y fragmentaron la producción. El sindicato fue sustituido por otras formas organizativas, como por ejemplo el partido político, son los partidos políticos los que asumen una representación ciudadana y son los que empiezan a tomar decisiones. Prácticamente la sociedad en su conjunto queda excluida de algunas formas de fiscalización, de control y de participación en la riqueza producida, que habían conseguido con fuertes esfuerzos en el pasado. En Bolivia la COB, la Central Obrera Boliviana, fue capaz de votar gobiernos, dictaduras militares, de co-gobernar y de cambiar las políticas económicas. Y lo mismo en otros países como en la Argentina la CGT, aquí en Ecuador las tres centrales que tuvieron un papel fundamental, en Colombia la CUT, en Chile lo mismo.
El despertar de los movimientos sociales
Básicamente estamos hablando de esos tres elementos que han cambiado la vida de la gente. Pero parecería que a partir de 1994 ese «ya basta», dicho con mucha fuerza por el movimiento zapatista, es que va recorriendo todos los Andes fundamentalmente y Mesoamérica como una especie de eco. Entonces en Cochabamba, en Bolivia, los movimientos sociales de esta parte de los Andes, empiezan a despertarse, a articularse después de una especie de desconcierto de estas medidas que hemos señalado. Y se van dando procesos de articulación para establecer lo que nosotros llamamos una especie de cerco a esas políticas de despojo no solamente de los bienes colectivos, el patrimonio material, sino también de los derechos de la gente: los derechos a participar, los derechos a tomar decisiones, a tener hijos en las fábricas por parte de las mujeres o de los compañeros, esos derechos tan elementales para el ser humano.
Es así que un 11 de enero del 2000, en Cochabamba, se da el primer bloqueo después de quince años, el primer cerco a la ciudad después de quince años de implementación de un modelo totalmente criminal diríamos de privatización de absolutamente todo y de despojo de los más elementales derechos de la gente. Y a los diez días aquí en Quito, tenemos la noticia de que también se toman el Palacio Legislativo y el Palacio de Justicia para echar al presidente. Asistimos también a las movilizaciones del 2002 en Bolivia con los cocaleros, antes de eso, a fines del 2001, estamos hablando de los movimientos de los piqueteros en Argentina, el famoso cacerolazo que también expulsó presidentes al igual que en Ecuador y en Bolivia, sin olvidar todo lo que ha estado haciendo el MST en Brasil y, obviamente todo lo que pasa en Chiapas. Hay luchas importantes -que quizás muy pocos conocen- como la de los comuneros de Atenco, en el Distrito Federal de México, donde lograron, juntamente con los vecinos, parar el mayor proyecto del gobierno de Fox como era la construcción de un mega aeropuerto en esas zonas, expulsando a comunidades y a vecinos. Y fue la unión de vecinos y campesinos la que logró parar este proyecto tan grande, que muy pocos conocen.
Entonces en Cochabamba, y seguramente al igual que en el resto del mundo, se empieza por privatizar lo más elemental que la gente puede contar que es el derecho al agua. El gobierno determina, a fines del 99 como le decía, por decisión del Banco Mundial (BM), que el agua en Cochabamba y en Bolivia debe privatizarse. En Cochabamba tenemos una aguda escasez de agua, hay muy poca agua y se empieza a diseñar la construcción de una represa para dar una solución a este problema, y el BM determina y prohíbe al gobierno boliviano cualquier tipo de subsidio en la solución a la problemática del agua en Cochabamba, es decir, que la solución al problema debe salir de los bolsillos de la gente, y lo dice textualmente; pero además, pone como condición de un préstamo posterior para otro tipo de proyectos de que el agua debe ser privatizada en Cochabamba. Y para esto toma dos medidas: una es un contrato de concesión -no habla de contrato de privatización- por cuarenta años a una trasnacional conformada por Bechtel, Abengo y Edison, tres multinacionales muy importantes en Estados Unidos y en Europa. Y además, promulga una ley de agua potable.
Estas dos medidas, que ya habían sido aplicadas en otras partes del mundo ¿qué significaban para la gente común del campo y la ciudad en su vida cotidiana? Primero, la elevación de las tarifas de agua para la gente de la ciudad que consumía de la empresa entre un 30 y un 300%; es decir, que una quinta parte del ingreso económico de cada familia, debía ser destinado solo a pagar el agua. Significaba que los sistemas alternativos de agua, que se fueron construyendo alrededor de la ciudad en pequeñas cooperativas y comités de agua, perforando pozos, pasaban a propiedad de la compañía sin ningún tipo de indemnización, es decir, se expropiaba el esfuerzo colectivo de la gente porque se había determinado un área de concesión a la empresa y nadie más que la empresa podía prestar el servicio; es decir, había un monopolio absoluto en la prestación del servicio.
Las pequeñas cooperativas deberían pasar su patrimonio a la transnacional y no se indemnizaba un solo centavo por esa expropiación. Además, se dolarizaban las tarifas. En el caso del área rural, las fuentes de agua, estamos hablando de las lagunas, de los nevados, de los lagos, de los ríos, de los tajamares, que habían sido utilizados por las comunidades originarias indígenas campesinas durante siglos y que el Estado reconocía como un derecho propietario por el uso que le han dado durante tantos años, desaparecían y se creaba un mercado de aguas; es decir, que cualquier inversionista podía adjudicarse, podía concesionarse por cuarenta años una laguna, y con esa laguna podía hacer lo que le dé la gana, podía vender agua para riego, agua potable, generación de energía eléctrica, lo que fuera...
Pero lo más grave es que la ley y el contrato, de manera muy disimulada, establecían que estaba prohibido acumular el agua de la lluvia; es decir que para acumular agua de la lluvia en las áreas rurales, donde se podían construir pequeños diques para establecer pequeñas lagunitas para juntar agua y utilizarla para el riego, se tenía que pedir permiso a la empresa o, a lo que allá se denomina, las superintendencias. Pero esta afectación directa a la cotidianidad de la gente no fue aceptada y por lo tanto, principalmente la voz de alerta vino desde los campesinos que dijeron “nos quieren quitar un derecho fundamental que es el derecho al agua”. Ellos empezaron a tocar todas las puertas, muy pocos hicieron caso y principalmente hicieron caso los sindicatos y las organizaciones barriales. Se dio todo un proceso de información a la gente de las consecuencias que iba a significar la privatización del agua y finalmente se privatizó el agua en noviembre del año 99.
La gente no creía que esto iba a afectar de tal forma y cuando vino, en el caso concreto de las ciudades, la factura del agua, realmente la gente empezó a indignarse y se organizó una instancia que se llamó la Coordinadora de Defensa del Agua y de la Vida.
Un nuevo tipo de organización, basada fundamentalmente en la participación asambleísta de la gente, en el no establecimiento de una jerarquía en la dirección social, sino mas bien una organización absolutamente horizontal compuesta por portavoces de la Coordinadora y no por presidentes, secretarios, vicepresidentes, etc. etc. O sea, una organización amplia, compuesta absolutamente por toda la sociedad, desde los vendedores de las calles hasta los dueños de los hoteles, una coalición flexible, reitero, horizontal y participativa donde las decisiones principalmente se tomaban en asambleas. Esta Coordinadora decidió adoptar dos objetivos: primero el cambiar la ley de agua potable que había sido aprobada por el Congreso Nacional; y, segundo que se rompa el contrato con la empresa Aguas del Tunami con el consorcio transnacional.
Durante cinco meses fue una pelea muy dura donde, como aquí en Ecuador, hubo movilizaciones, se tomaron las ciudades, se bloquearon las carreteras, se tomaron las plazas, los puentes, y la gente empezó no solamente a demandar - y eso es lo característico de las movilizaciones en el Ecuador, Bolivia, Argentina y México- sino que hay una ocupación, un desplazamiento territorial. La gente ocupa territorios, y eso es muy importante analizarlo y verlo, porque como que la gente establece un territorio donde las decisiones son de la gente, ahí no interviene el Estado; en algunas zonas en el Altiplano boliviano, por ejemplo, se ha expulsado a toda representación estatal, no existe policía, no existen juzgados, no existe ejército, entonces son las comunidades las que establecen su propio gobierno, en su propio territorio.
Y en Cochabamba -las movilizaciones indígenas aquí en el Ecuador tienen esa característica que quizá no nos hemos dado cuenta de su importancia- la gente ocupa el territorio, toma decisiones en ese territorio, quizás simbólicamente, y después, deja ese territorio para irse a las comunidades, por ejemplo. O sea en Cochabamba hubo esa capacidad de unirnos, de organizarnos, para elaborar una propuesta, que es lo fundamental que hemos aprendido de estos movimientos: no solamente oponernos y decir ya basta, no queremos esto, sino decir cómo quisiéramos que sea, y en función de esas propuestas, que tienen que ser elaboradas por nosotros mismos, recuperar nuestros saberes partiendo de nuestra cotidianidad, que es lo queremos. Es que se trata de que la gente también se incorpore a la lucha, porque sabe que esa propuesta que está llevado, es una propuesta que la misma gente la ha elaborado. Es muy importante lo qué queremos y cómo queremos que sean, por ejemplo, las normas del agua para riego, para agua potable. Creo que esa propuesta es muy importante y nosotros elaboramos una ley y en función de esa ley nos movilizamos, nos organizamos, nos unimos y nos movilizamos fundamentalmente.
Las lecciones de la lucha
Hemos aprendido de que cualquier demanda no se la consigue si es que no hay una movilización que acompañe esta demanda, como alguien decía “los derechos no se los mendiga, los derechos se los toma”; y por lo tanto, nosotros tomamos la iniciativa de establecer esas dos demandas fundamentales. El gobierno, como todos los gobiernos, defendiendo la seguridad jurídica, la imagen del país, las inversiones transnacionales que supuestamente generan empleo, es que saca al ejército y a la policía para defender ese contrato y la fe del Estado. ¿Qué es la fe del Estado, qué es la seguridad jurídica? Se garantiza seguridad jurídica de las empresas matando a la gente, y el gobierno, el ejército, mató a cuatro indígenas aymaras en el Altiplano paceño y a un joven en Cochabamba y hubo más de cien heridos de bala, en esta resistencia popular frente a la privatización. De todas maneras, con medio millón de personas, la mitad de la población de cochabambinos y cochabambinas movilizada por el tema del agua, es que después de cinco años logramos establecer que el gobierno rompa el contrato con la trasnacional y que la ley sea cambiada en 24 horas, una ley que era básicamente la propuesta de la coordinadora; es decir, de la población común. Recuperamos la empresa, los campesinos garantizaron la vigencia eterna, permanente, perenne de sus usos y costumbres, y creo que fue una victoria importante contra el BM, primera vez en el mundo que se expulsa a una trasnacional. Todos nosotros creemos que fue, más que una victoria contra el modelo económico solamente, una victoria contra el modelo político.
Es decir, que no solamente desprivatizamos nuestra agua sino que desprivatizamos también el monopolio de la toma de decisiones de los poderosos, de los partidos políticos. Creo que eso es lo más importante, la gente desprivatizó eso, recuperó no solamente su patrimonio común que es el agua, sino también el patrimonio común que es la toma de decisiones, que es la democracia y que es la política. Entonces creo que esto fue muy importante para nosotros, porque a partir de esa movilización, de ese demostrar que es posible vencer, que un pueblo común, que un pueblo empobrecido, que un pueblo sencillo y trabajador, se enfrenta a una transnacional, se enfrenta a un gobierno, se enfrenta al ejército y a la policía y logra vencer y expulsa a la transnacional y cambia una normativa en función de su propuesta, creo que es importante.
Para eso, es muy importante, ante todo, establecer espacios de unidad, espacios organizativos, espacios propositivos y espacios que se puedan movilizar en base a esas propuestas. Pero al mismo tiempo, también es importante aprovechar algo, porque alguna gente me preguntaba, en varios lugares donde pude conversar, al margen del tema agrario, qué les ha unido. Yo digo que lo que nos ha unido, más que el agro, son quizás, y aunque ustedes no lo crean, las acciones de los gobernantes, es esa actitud de desprecio, de menosprecio a las demandas de la población. Cuando estuvimos en pleno conflicto, a finales del mes de abril, el gobierno no quería conversar con la Coordinadora del Agua porque era una instancia ilegal, decían ellos son ilegales, no representan a nadie: –qué son, decían no son alcaldía, no son prefectura, no son organizaciones civiles reconocidas, por tanto son organizaciones ilegales, nosotros no podemos hablar. Es más, dijeron, esa gente está financiada por el narcotráfico, y además son apenas cinco vándalos, refiriéndose a los cinco portavoces que la Coordinadora tenía. El hecho de que el Gobierno diga que esa movilización estaba siendo financiada por el narcotráfico y que apenas eran cinco gatos, a mucha gente, que no estaba involucrada en la pelea, la involucró, porque era desconocer, de parte de los poderosos, una demanda absolutamente legítima como el derecho del acceso al agua.
Entonces creo que es importante, también, saber utilizar, saber generar una indignación en la gente a partir de las propias actitudes de los gobernantes, y creo que aquí, ustedes más que nadie, saben lo que ha ocurrido con los diferentes gobiernos, que ustedes han ido echando del Palacio Gubernamental aquí en Quito.
No basta con echar presidentes
Yo quiero terminar diciendo, así como en Argentina, en Ecuador y en Bolivia, los movimientos sociales urbanos y rurales fundamentalmente hemos logrado una gran capacidad de organización, de movilización y de veto. Hemos vetado, no solamente esa ambición de saqueo de las transnacionales de nuestros bienes comunes, sino ante todo hemos vetado las decisiones de los gobernantes, de aquellas decisiones que nosotros consideramos que son absolutamente atentatorias a nosotros. Pero solo hemos logrado eso, porque después en Argentina, Bolivia y Ecuador hemos echado presidentes, pero qué ha cambiado para nosotros, qué ha cambiado para la vida concreta de la gente. Hemos permitido que los políticos, que han hecho mucho daño a los países, a nuestros pueblos, se puedan reciclar y puedan seguir ellos implementando un ritmo en la acción de los movimientos sociales y en función de una democracia absolutamente representativa y que no conduce prácticamente a una transformación radical de la economía y de la política en nuestros países.
En este sentido, nosotros creemos que es importante que los movimientos sociales, los jóvenes en las universidades, puedan ir discutiendo, yo diría dos temas importantes: uno, la lucha por el bien común, por los bienes comunes, por algo que nos sirve a todos nosotros, a los seres vivos, y dos qué es lo que está aglutinando y articulando a la gente: el saqueo de nuestros bienes comunes es algo que está articulando a la gente... Creo que también tenemos que entrar a cambiar el concepto de lo que significa el bien común y el recurso natural.
Para nosotros, el recurso natural es un término de la economía capitalista que da la idea de algo que se puede medir, y algo que se puede explotar, algo que se puede vender, que se puede convertir en mercancía. Pero cuando hablamos de bien común, estamos hablando de que nosotros no somos propietarios de eso que nos ha dado la Tierra, la Pachamama, sino que ante todo somos beneficiarios del agua, del petróleo, del gas, de los bosques, del territorio como tal y que son patrimonio no solo de los seres humanos sino de todos los seres vivos, y por lo tanto, lo que nosotros tenemos que hacer no es solamente luchar por un cambio en el relacionamiento entre las personas, que es lo que en este momento estamos peleando, para que la relación de dominación, de exclusión, de desprecio por parte de la autoridad de la clase política hacia los pueblos, cambie, sino además, tenemos que cambiar esa relación entre el hombre y la naturaleza.
No podemos seguir expectantes ante un saqueo brutal de esos bienes comunes que nos ha dado la Pachamama. Creo que esto es importante, y entender, además –y creo que los movimientos sociales del Ecuador es el referente más importante que tenemos en este momento- lo que significa la política y el poder. Si ustedes se dan cuenta, el mundo moderno, los ideólogos de estas democracias, han dividido la política entre quienes mandan y quienes obedecen...quienes pueden hacer la política, quienes pueden ejercer el poder y quienes tienen que acatar ese poder. Si nosotros entendemos la política, en términos muy simples y recién lo estamos elaborando, como el cambiar el relacionamiento entre las personas y el cambiar el relacionamiento entre el hombre con la naturaleza, podamos establecer una forma de sociedad como nosotros queremos, con justicia social que es lo que no nos da en este momento el modelo económico; y si nosotros podemos hacer eso, nosotros somos capaces de manejar esos bienes comunes, tenemos la capacidad de poder administrar nuestros bienes, manejar nuestras empresas.
Creo que es la política entendida desde la base, lastimosamente, como les decía en un principio, los ideólogos han dividido la política entre los que gobiernan y la política de lo que es común a todos nosotros, la vida, la producción, la gente. Es como que la gente tiene que producir, la gente tiene que hacer zapatos, tiene que sembrar, cosechar papas, extraer el petróleo y otros son los que tienen que tomar las decisiones; y el poder entendiendo de que no descreo el concepto real de que si alguien llega a la silla presidencial, si alguien llega a un ministerio, si alguien llega a una alcaldía está realmente ejercitando el poder.
El poder, básicamente, creo que es nuestra capacidad de organizarnos y nuestra capacidad de hacer que se cumpla lo que decidamos. Y en la guerra del agua, básicamente, ese poder demostró, que no está en la silla presidencial, no está en los partidos políticos, no está en manos de un caudillo o un líder sindical o indígena, sino está en la capacidad de organización, de movilización y de propuesta que la gente tenga. Y creo que ese poder tenemos que construirlo, porque al margen de que todo esto que estamos hablando, pueda ser no más que un sueño, creo que lo que nos falta a los movimientos sociales, así como tenemos esas fortalezas, es poder vetar, poder cercar al modelo económico, a los partidos políticos, a los gobernantes en función de las decisiones que vayan tomando, creo que lo que nos falta es dar un paso hacia allá: ¿qué hemos ganado, como les decía, echando presidentes, echando trasnacionales?
Creo que el próximo paso, frente al modelo que ya no funciona, que ya no representa a nadie, es que establezcamos formas de autogobierno, creo que hay que prescindir, hay que prácticamente ignorar el aparato estatal que ya no responde a nadie, y establecer de manera autónoma espacios de autogobierno, definitivamente. Si tenemos que tomar una planta de una refinería en alguna parte del Ecuador o Bolivia tenemos que hacerlo porque tenemos la capacidad para hacerlo; si tenemos que dar solución al tema del agua en alguna parte del país, están las experiencias en Bolivia fundamentalmente de cooperativas o comités de agua que prestan el servicio de manera absolutamente autónoma, autogestionaria, con la participación de la gente y creo que son espacios y formas de autogobierno. Están las alcaldías de los municipios donde se han hecho cargo las comunidades indígenas fundamentalmente, donde se pueden establecer espacios de participación y darle un nuevo contenido a esa democracia que no funciona.
Nosotros creemos que es necesario no solamente establecer un discurso antiimperialista, sino un discurso anticapitalista…Ante todo, lo que nosotros creemos es que tenemos que trabajar para cambiar las relaciones económicas que nos están dominando, que nos están saqueando, que nos están explotando y creo que eso es en verdad lo que nos hace falta. Establecer espacios de construcción de una verdadera democracia que nos permita poner en práctica y hacer realidad ese mundo que yo y seguramente todos ustedes soñamos.
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