Inversiones de las multinacionales españolas en MERCOSUR
20/12/2005
- Opinión
Juan Manuel Ramírez Cendrero es profesor de Economía en la
Universidad Complutense de Madrid. Dentro del curso “Las
multinacionales españolas en América Latina: realidades y
resistencias”, organizado por la asociación Paz con Dignidad en
colaboración con Hegoa, el pasado día 10 de noviembre de 2005 presentó
en Bilbao la ponencia titulada “Inversiones de las multinacionales
españolas en Mercosur”. A continuación se recoge la trascripción de
las ideas que él transmitió en su conferencia.
Lo que voy a presentar en esta ponencia es el resultado de las
investigaciones hechas junto con Luis Miguel Puerto Sanz, en el marco
de la Universidad Complutense de Madrid.
Estas investigaciones se encuadran dentro de la Economía del
Desarrollo. Así, no se ha estudiado la inversión extranjera en sí
misma, sino como un instrumento que tiene muchas repercusiones: es
decir, no nos fijamos en los sujetos que realizan la propia inversión
sino en cuáles son los efectos de esas operaciones desde el punto de
vista de los países receptores de la misma. La pregunta sería: ¿hasta
qué punto la inversión extranjera puede ser un instrumento de
desarrollo? Lo que nos preocupa es ver si puede ser un instrumento
útil o no desde la perspectiva de los países receptores, ver hasta qué
punto hay una redefinición del espacio productivo de los mismos, así
como de las pautas de redistribución de la renta.
En este marco, hemos estudiado lo que pasa con las empresas españolas
que han invertido en MERCOSUR (mercado compuesto por Brasil, Argentina,
Uruguay y Paraguay). En los años 90, las empresas españolas han
liderado las inversiones extranjeras en MERCOSUR, y han asumido un
cierto protagonismo en relación con los capitales estadounidenses, que
eran los que tradicionalmente habían jugado el papel de dinamización
dentro de las economías latinoamericanas.
Actualmente, hay un proceso para firmar un gran acuerdo interregional
entre la Unión Europea y MERCOSUR. Este acuerdo parte del compromiso
de 1995 y debería haber terminado en 2002. Las perspectivas actuales
hablan de que pudiera culminarse en 2006. Ese gran acuerdo reforzaría
las inversiones ya existentes de las empresas españolas que entraron
en América Latina, sobre todo, en el segundo quinquenio de los años 90.
Dicho acuerdo está paralizado, en parte porque los flujos de inversión
se empezaron a detener a partir del año 2002.
La gran oleada de inversiones españolas está acotada en el periodo
1995-2002, aunque se observa una cierta recuperación en 2004. La
consolidación del mercado común europeo, con la firma del Acta Única
en 1993, hizo que algunas pequeñas empresas españolas buscasen en
América Latina espacios para la ampliación de su capacidad, tras
producirse una competencia masiva con capitales de otros países
europeos. En este sentido, se produjo una internacionalización del
capital español, fundamentalmente a partir del segundo quinquenio de
los años 90.
En la lista de las 500 empresas mayores del mundo, las multinacionales
españolas se encuentran en posiciones que van desde el puesto 80 hasta
el 350. Solamente hay dos de ellas entre las 100 primeras. Así que son
empresas de mediano tamaño. Y, como decíamos, se produjo un proceso
muy reciente de internacionalización, en el que América Latina es el
destino de estas empresas medianas, siendo MERCOSUR su destino
preferente.
Dos terceras partes de la Inversión Extranjera Directa (IED) española
se concentran en MERCOSUR (el 95% de lo cual se invierte en Brasil y
Argentina). Esa concentración en el tiempo se da en muy pocos sectores
y en muy pocas empresas. Es un proceso relativamente acotado y escaso,
en el que intervienen: los dos grandes bancos (BBVA y SCH), las
empresas eléctricas (Endesa, Iberdrola y también Gas Natural),
Telefónica y Repsol-YPF. Son solo 7 empresas, que manejan el 80-85% de
toda la inversión española realizada en MERCOSUR (con una inversión
total de sesenta mil millones de dólares).
¿Y por qué actúan en MERCOSUR? La mayor parte de los análisis se
centran en la descripción de flujos, en cómo y dónde se invierte, pero
no suele analizarse desde una perspectiva de la Economía de Desarrollo,
es decir, hacia una redefinición de espacios productivos.
Las motivaciones de las inversiones españolas en América Latina no
responden a los objetivos de mejorar la cobertura de las necesidades
materiales básicas, sino a la lógica de las empresas transnacionales.
Por eso, siete u ocho años después de haber centrado sus esfuerzos
inversores en la región latinoamericana, las multinacionales están
reorientando sus miras hacia Europa, como ha hecho Telefónica al
comprar O2 en Inglaterra y la compañía telefónica de la República
Checa. En muchos casos, se ha tratado de empresas recién privatizadas
en España, que en muy pocos años han pasado a convertirse en empresas
transnacionales de mediano tamaño.
Se ha producido una orientación hacia los servicios destinados al
mercado interior. Es una estrategia alejada de las tendencias
mundiales, que hacen que las empresas se orienten hacia los mercados
globales y hacia las exportaciones para el mercado mundial. En este
caso, no es así. Lo que se ha producido, insistimos, es una
explotación del mercado interior y, sobre todo, del sector servicios.
Son operaciones que no se comprenden fuera del marco de los procesos
de privatización y desregulación, por los cuales se produjo una
privatización de los activos y la apertura de una vía libre al capital
extranjero, más en el caso argentino que en el brasileño. Es un
proceso muy concreto, es singular e irrepetible, porque sólo se da una
vez: lo que ya se ha privatizado no se puede volver a privatizar. Los
activos que pasan al sector privado ya forman parte de él y cada vez
quedan menos sectores públicos. Eso nos da idea del poco margen que
esta estrategia tiene para poder reproducirse en el tiempo. Hay una
limitación temporal evidente, no se puede volver a reproducir.
Se trata de operaciones de adquisición de activos ya existentes en su
mayoría (esto supone las tres cuartas partes del total). No es, como
se suele presentar, una ampliación de estructuras ya establecidas.
Para la economía española, estas 7 empresas suponen el 60% de la
capitalización del Ibex-35 y su facturación es el 20% del PIB español,
facturación que proviene en una cuarta parte de América Latina (el
5,6% del PIB español).
Al hablar de los hidrocarburos (petróleo, carbón y gas natural),
estamos hablando de Repsol, en realidad, Repsol-YPF tras la compra de
la compañía argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Repsol-YPF se
orienta hacia el mercado interno, regional, dentro de MERCOSUR y a
países asociados como Chile.
En Brasil, hay un fuerte peso de Petrobras, dado que nos estamos
encontrando con un proceso de internacionalización de los capitales
brasileños, que en el ámbito de los hidrocarburos empieza a chocar con
Repsol-YPF. Ésta, huyendo de los capitales europeos, busca una
expansión y choca con Petrobras. Para evitarlo, compra Edenor
(propiedad de EDF, francesa) para reforzar su posición de cara a
enfrentarse a la hegemonía de Petrobras en MERCOSUR.
En definitiva, se trata de movimientos para redefinir sus posiciones.
Esto se traduce en cómo actúa Repsol-YPF en Brasil, que es distinto de
cómo actúa la misma compañía en Argentina. Y todo es por el hecho de
que la apertura a los capitales extranjeros no se da de una forma tan
fuerte en Brasil. Luego, se produjo un acuerdo importante en 2001 para
mantener una alianza entre ellos dos, mediante un intercambio
accionarial: frente al modelo de compra de activos seguido en
Argentina, aquí se sigue una política de alianzas y cooperación
empresarial. Además, en Brasil hay capitales dinámicos y unos ciertos
elementos de política de seguimiento de las empresas transnacionales
por parte de la administración política brasileña.
No puede desvincularse todo esto de la configuración de grandes redes
de interconexión subregional. Brasil es un gran consumidor de energía,
desde hace muchos años. Por ello, tiene una necesidad creciente de
consumo energético, que hace que se necesiten mayores infraestructuras.
En el ámbito eléctrico, hablamos de Endesa e Iberdrola, y en los
últimos años de Gas Natural.
Endesa se orientó hacia el mercado brasileño, y esto se ha traducido
en la construcción de proyectos de centrales térmicas. De la mano de
capitales portugueses (con EDP, de Portugal), se produjo una
estrategia común de expansión que sirviera para reforzar sus
posiciones. Ambos son capitales medianos europeos y se alían, porque
en el caso de Repsol en Brasil lo que pasaba es que no se encontraban
capitales europeos para aliarse. Endesa compró Enersis en Chile, y no
fue suficiente para sus necesidades de expansión. Y, últimamente, ha
llevado a cabo una redefinición de sus inversiones hacia los capitales
europeos, toda vez que ha visto consolidada su expansión allá. Incluso
se ha dedicado a la venta de algunos activos, dentro de esta
reorientación hacia Europa. Ha ido centrándose en los segmentos de
producción de la energía eléctrica.
Los capitales españoles llegan, diversifican actividades, consolidan
su posición, redefinen su espacio, abandonan posiciones y se
reorientan hacia Europa. Endesa y Repsol ahora están en este paso. Hay
que ver si es un punto y seguido o un punto y final. Parece hacerse
cerrado un ciclo, pero hay que ver la evolución.
En el caso de Iberdrola, sus posiciones en Brasil están más limitadas.
Solo ha podido introducirse en algunos estados del nordeste brasileño,
allí donde Endesa le ha ido dejando espacios. Ha habido una pugna
entre ellas, con ventaja para Endesa por la compra anterior de Enersis.
La llegada de Gas Natural al sector eléctrico brasileño es más
reciente, y tiene que ver con las estrategias actuales de las empresas
de hidrocarburos: las empresas petroleras y gasistas se van acercando
al sector eléctrico, para garantizar que la producción eléctrica
depende de esas fuentes no renovables. Se produce una articulación
entre las actividades energéticas y de hidrocarburos.
La telefonía es otro de los sectores de referencia. En el marco de su
privatización, Telefónica se expande hacia Brasil y Argentina. En
Brasil, se asocia con Portugal Telecom, creando una alianza para
actuar en el país desarrollando nuevas redes de telefonía. Hay, además,
una pugna por la expansión con las empresas estadounidenses.
Desde 1990, se plantea el gran espacio de expansión del ALCA, proyecto
iniciado por Bush padre y solemnizado por Clinton (1994). En 1995, se
firma el acuerdo marco de la Unión Europea con MERCOSUR. Esto no es
casualidad: expresa una cierta pugna por los espacios de expansión.
Hay una vocación por establecer un gran acuerdo de comercio. Se dan
acuerdos de integración, y hay articulación productiva de la mano de
obra de las empresas transnacionales.
El caso de México es evidente: el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) se promovió para dar
cabida a los grandes capitales estadounidenses ¿o fue al revés? Es
decir, ¿no sería que en realidad fueron los grandes capitales los que
presionaron para la firma de esos acuerdos de comercio? Porque la
Unión Europea firmó acuerdos con MERCOSUR solo cuando había presencia
de capitales europeos, no antes. Es por eso por lo que no hay acuerdos
con el África subsahariana y sí con Marruecos, donde efectivamente sí
que hay capitales europeos.
Éstas son las operaciones de las grandes empresas españolas en el
marco de MERCOSUR. La limitación y estrechez del mercado interno ha
condicionado dichas operaciones. Se produjo un crecimiento volátil en
los años 90 en América Latina, la denominada “década de la esperanza”
según la CEPAL. Luego, se dio una paralización de los procesos de
privatización (en Uruguay ha tenido lugar un referéndum para evitar la
privatización del agua, por ejemplo).
Se han producido algunas incertidumbres en el proceso, porque se
paralizaron las privatizaciones. Además, hay tensiones entre las
empresas y los gobiernos, con la apertura de frentes nacionales donde
las empresas denuncian a los gobiernos, como en el caso de las crisis
eléctricas que afectaron a la región en 2001-2003. Esta crisis pone de
manifiesto las consecuencias de la IED. En la época de Menem, se
suprimió incluso el registro de las inversiones de empresas
extranjeras, porque eso ya era un elemento que podría perturbar la
propia inversión. Y hubo empresas argentinas que cambiaron sus
domicilios fiscales al exterior.
En el caso paradigmático argentino, se pensaba que la mera apertura y
la mera gestión por parte del capital extranjero ya se iba a traducir
por sí mismo en una mejora de los procesos productivos, en una mejora
de la gestión, en una mejora de la calidad del servicio... Siempre se
ha partido del axioma de que la gestión privada es por sí misma más
eficiente que la gestión pública. Únicamente a partir de que hemos
visto los casos de Enron, WolrdCom, Parmalat, etc., se puede pensar
que hay otra posibilidad distinta a la que nos vendían.
La mera apertura al capital extranjero y, en nuestro estudio, la
presencia de empresas españolas, iba a mejorar el servicio. Y basta
que se den algunas incertidumbres para que haya problemas y cortes del
suministro eléctrico, lo que hace que las empresas digan que se van.
El esfuerzo de generación de infraestructuras es enorme, porque Brasil
y Argentina son países muy grandes, y en cuanto hay algunas
incertidumbres esto repercute de inmediato en la falta de inversiones
y la caída del suministro.
Se produjeron devaluaciones de las monedas, que generaron tensiones
con las empresas extranjeras y los consumidores. Tuvo lugar un
enfrentamiento entre la administración argentina y las empresas
extranjeras, con pleitos. Las compañías extranjeras piden una
actualización de las tarifas. Todo esto pone en evidencia el que las
reformas van orientadas a la modernización del servicio, y lo que pasa
es que están orientadas, en realidad, por imperativos de ajuste
fiscales.
También estudiamos los efectos y las consecuencias de todas estas
inversiones de las empresas españolas en América Latina. Hay enormes
dificultades para poder establecer las consecuencias, porque se
dispone de una información agregada para sectores y para el conjunto
de los flujos. Sin embargo, no hay un análisis de las consecuencias de
los flujos de cada país. Se recurre al análisis concreto de empresas
concretas, que te remiten a sus informes anuales. Y si ven tono
crítico a las investigaciones (no a las de los accionistas, claro) hay
mucha más cautela.
Disponemos de información agregada sobre la contribución inversora y
la contribución a la redefinición de la inserción externa. Son dos
aspectos importantes de una estrategia de desarrollo. El esfuerzo
inversor (generación de capacidades) se mantiene constante desde 1990-
2003 en torno al 12-15% para Argentina y al 18% para Brasil. Se
multiplica la tasa de inversión extranjera, pero no el esfuerzo
inversor: eso significa que se concentra en la compra de activos, lo
que no genera nuevas capacidades, y si se hace es a costa de las
capacidades locales.
También hay que preguntarse cuál es la repatriación de beneficios y
la reinversión /reutilización de utilidades. La actuación de las
empresas transnacionales españolas se ha llevado a cabo en el marco de
la creación de valor (termino de moda a finales de los noventa), es
decir, el incremento de la cotización bursátil. Por tanto, sus
actuaciones no están orientadas a la creación de empleo o a la mejora
de los procesos productivos, solo apuestan por la creación de valor.
Así, la reinversión/reutilización de utilidades no genera creación de
valor. Hay una tendencia perversa de las transnacionales a la
repatriación de utilidades pero, como no hay estimaciones fiables, hay
que recurrir a estudios agregados.
Es asimismo interesante observar cómo repercute la IED en la balanza
de pagos, en los patrones de importación y exportación: no se actúa en
ese mercado para exportar, se va al mercado interno; y, en las
importaciones, se ha dado una tendencia a importar los componentes a
las propias casas matrices. La IED se presenta como un mecanismo para
colocar la mercancía del país inversor en el país receptor de la
inversión. Las casas matrices suministran componentes complejos a sus
empresas allá y, claro, hay un fomento de la importación en el país
receptor, que tiene unas
enormes consecuencias desde el punto de vista de la Economía del
Desarrollo. Se ha producido un incremento de los flujos comerciales
intrarregionales.
Pero todavía hay un importante margen de actuación por parte de las
autoridades receptoras. Las empresas transnacionales no son ángeles o
demonios: más allá de eso, hay que analizar esta situación en el marco
de una economía de desarrollo. Aquellos países que tienen cierta
capacidad para imponer restricciones a las inversiones de las
multinacionales extranjeras tienen mejores resultados desde el punto
de vista de la generación de capacidades productivas propias.
Como ejemplo, hay que señalar el estudio de la IED en China como muy
significativo: las exigencias de la administración china a los
capitales extranjeros son fuertes y, sin embargo, los capitales
extranjeros aceptan todo tipo de exigencias (por ejemplo, hacen
empresas mixtas para llevar adelante su gestión). También es
destacable el tratamiento que se da al capital extranjero en Cuba,
país que limita las operaciones del capital extranjero.
Son solo dos ejemplos peculiares en el marco de la Economía de
Desarrollo. Pero, al final, lo que sucede es que se aceptan las
exigencias de las grandes corporaciones transnacionales por temor a
una huida de los inversores. Y, como acabamos de ver en estos dos
casos, no siempre es así. Muchas gracias a todos por su atención.
Fuente: Boletín nº 10 de OMAL (Observatorio de Multinacionales en
América Latina), Madrid, España. www.omal.info
https://www.alainet.org/es/active/10361