Las elecciones son cruciales
03/02/2006
- Opinión
Quiero reaccionar a las afirmaciones que hace el Sr. Hernán Uribe, acerca de las elecciones en Haití, en el artículo que publicó en ALAI recientemente. Ciertamente tenemos inquietudes acerca de la próxima jornada electoral en ese país. También compartimos el rechazo al intervencionismo de Estados Unidos en el mundo, particularmente en América Latina. Sin embargo, me parece que el esquema intervencionista no se puede aplicar tal cual en Haití. Y tampoco se pueden descalificar las próximas elecciones de antemano. La situación es algo más compleja.
La primera ambigüedad empieza con la salida de Aristide. Él clama que fue un golpe de Estado, orquestado por Estados Unidos, Francia y Canadá. Sin embargo, y por supuesto, no quiere mencionar la movilización del pueblo haitiano para pedir su renuncia. He aquí un artículo de la PAPDA (Plataforma Haitiana para un Desarrollo Alternativo), una coalición de organizaciones civiles, publicado en ALAI el 28 de Enero 2004, que decía:
“La renuncia del Presidente Jean Bertrand Aristide constituye un elemento esencial para resolver la actual crisis que vive el país…. Aristide ha traicionado las reivindicaciones centrales del movimiento Lavalas 1986-91 volviéndose cómplice de las políticas fondomonetaristas. …. El gobierno de Aristide se ha sumergido en la inmoralidad, la corrupción y la violación sistemática de los derechos más elementales de los ciudadanos haitianos. …. El gobierno (de Aristide) recurre a la represión, a la violación de la libertad de prensa e incluso a los asesinatos para acallar las manifestaciones de los movimientos sociales y particularmente del movimiento estudiantil…”
Estas movilizaciones populares, empezadas desde el 2002, y que fueron diarias en diciembre 03 y enero 04, todas pacíficas, en donde miles de gente participaban arriesgándose la vida, son la verdadera causa de la salida de Aristide. En resumen, el gobierno de Aristide se tornó represivo, antidemocrático, corrupto, de corte dictatorial, y como tal suscitó el rechazo del pueblo. Se publicaron varios informes en aquella época, de Amnistía Internacional, de los Reporteros sin Fronteras, del Centro Ecuménico de Derechos humanos, el informe del experto independiente de la ONU, Louis Joinet, que lo demuestran.
Cualesquiera que fueran después las maniobras de los Estados Unidos, no fueron más que tentativas para retomar el control de esta ola de protesta en contra de un presidente que, a partir del año 2000, habían considerado como un aliado. No hay que olvidar que fueron los GI americanos que posibilitaron el retorno de Aristide en el 94. No hay que olvidar tampoco que su guardia personal hasta su salida era asegurada por americanos. Unos días antes de su salida, Colin Powel insistía todavía en la necesidad que Aristide terminará su mandato. Sin embargo, la presión interna, junta con protestas que salían de Francia y Canadá, les obligaron en quitarle el apoyo. Y favorecieron sin duda la aparición de este contingente armado de ex-golpistas y ex-militares, muchos de ellos criminales conocidos, que entraron desde la República Dominicana unos días antes de la salida de Aristide. El rol de este grupo no fue determinante, no libraron ninguna batalla, no encontraron ninguna resistencia. Sin embargo, todos los medios de comunicación centraron las cámaras sobre ellos, dejando en la sombra la movilización del pueblo.
Hay que considerar además los hechos siguientes:
1.- El gobierno de Aristide tenía sus propias milicias armadas para ejercer terror y control. Estas milicias siguen existiendo, son más armadas que nunca, y son en gran parte (pero no los únicos) causa del clima de violencia en Haití.
2.- El gobierno de Aristide dejó el país devastado y arruinado, con todas las instituciones del Estado cangrenadas por la corrupción. No dejaron ni un centavo en el tesoro público. Investigaciones independientes recientes (Informe de la UCREF – Unidad central de información financiera) mostraron que millones de dólares de los fondos públicos fueron a parar en las cuentas personales del ex presidente.
Hay muchas críticas sobre la incapacidad y falta de voluntad del gobierno de transición para restablecer las condiciones propicias para realizar elecciones, y son acertadas. Este gobierno no constituye ninguna alternativa, ni mucho menos. Es un gobierno de emergencia, y podemos sospechar que los americanos tuvieron influencia en las decisiones que se tomaron entonces. Por otro lado, hay que reconocer que la situación dejada por el régimen anterior le dificultó mucho llenar su mandato.
En estas condiciones, consideramos que la presencia de la MINUSTAH, la misión de las Naciones Unidas en Haití, es un mal necesario. No vemos cómo, sin ella, haya cualquier posibilidad de restaurar un clima de seguridad, con la presencia de bandas criminales fuertemente armadas por un lado, y con una fuerza de policía nacional debilitada, pobremente armada y parcialmente corrupta por otro lado. Sin embargo, MINUSTAH no cumplió tampoco su mandato, no ha podido restablecer el orden, y sobretodo, no ha efectuado ningún desarmamiento hasta el momento. Si algo podemos pedir a las fuerzas brasileñas y chilenas que forman parte de los cascos azules, sería precisamente de tomar por fin las medidas adecuadas para realizar el desarme.. Tenemos la suerte que, por esta vez, no son los soldados americanos que tienen el mando de la misión. Ellos no hicieron ningún desarme en el 94, y no lo harían ahora tampoco.
Es lo mismo con las elecciones. Alguna gente clama vigorosamente que estas elecciones son impuestas por la “comunidad internacional” y financiadas por ella. Y por ello, cuestionan de antemano su credibilidad. Se habla de parodia. Pero, dada la crisis que vive el país, ¿cuál sería la alternativa sino organizar elecciones?
El proceso electoral sufrió de muchas limitaciones, dificultades técnicas, errores, incompetencia del Comité electoral, mala voluntad del gobierno de transición, torpezas de la MINUSTAH, sin hablar del clima de violencia. Sin embargo, prolongar el período de transición no garantiza de ninguna manera que podamos tener mejores condiciones que las que prevalecen ahora. Estamos muy conscientes que estas elecciones no van a ser perfectas ni van a solucionar los problemas profundos, estructurales e históricos que vive Haití. Pero constituyen un primer paso obligatorio para empezar un proceso de reconstrucción y democratización. Hay que reflexionar también sobre los motivos de quienes presionan para postergar el sufragio, utilizando la violencia entre otros medios.
El pueblo haitiano, desilusionado, viviendo en el terror cotidiano, confundido por tantos intereses e intervenciones encima de su cabeza, nos ha dado, sin embargo, señas importantes: a pesar de la desorganización del proceso y de las dificultades físicas para hacerlo, el 75% se han inscrito en el registro electoral, y de ellos, más del 88% han ido a recoger su tarjeta de elector. Al parecer, consideran importante su participación. Por lo tanto, no podemos menos que respetar esta participación. Y considerar que estas elecciones podrían ser cruciales para el futuro de Haití.
- Marthe Lapierre, desde Montreal, pertenece a Desarrollo y Paz, organización canadiense de solidaridad que apoya a organizaciones de base, campesinas, de mujeres, de jóvenes, de derechos humanos y radios comunitarias en Haití, desde hace más de 20 años.
https://www.alainet.org/es/active/10523
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