En las elecciones al Congreso no todo lo que brilla es oro
17/03/2006
- Opinión
Los resultados de las elecciones al Congreso de la República dejan algunas cosas claras y otras no tanto. A esta confusión en los términos se llega de manos de los grandes medios de comunicación. En una primera mirada los medios dicen que la barrida uribista dejó en el campo medio lesionados y tendidos a los opositores del proyecto del presidente candidato, esto es una verdad a medias.
Varios datos deberían preocupar a los medios de comunicación y a los analistas. Veamos algunos de los más relevantes. El potencial electoral para las elecciones de Congreso era de 26.595.121 votos, escrutado el 95.4% de las mesas de votación el total de los sufragios llegaba a 10.780.668 votos, es decir 40.5% del total del censo electoral. Una abstención que ronda el 60% de los ciudadanos y ciudadanas del país. Pero esto no preocupa a los medios. Es la tendencia histórica una y otra vez corroborada en cada elección al Congreso. Nuestra preocupación es más profunda: ¿Por qué los ciudadanos no se sienten convocados a resolver sobre los asuntos del país y qué debe hacer el sistema democrático para incorporarlos?
Los votos nulos llegaban en este conteo a 1.053.721 para Senado de la República (el total de votos nulos para Cámara y Senado llegaba a 2.299.772), es decir, a ojo de buen cubero más o menos al 10% del total de los votos depositados el 12 de marzo. Las tarjetas no marcadas para Senado sumaban 336.539, es decir, entre nulos y no marcados ya se estaba llegando a un 13.8% de los ciudadanos que no saben votar aunque su manifestación y deseo era tomar parte en las decisiones.
Ante esta realidad, ni la Registraduría Nacional del Estado Civil ni el sistema electoral responden. Que en una elección donde cerca del 14% de los ciudadanos que acuden a las urnas no sepan cómo decidir y que además cerca del 60% de los ciudadanos se abstengan de participar, nos debería llamar la atención por la gran crisis de legitimidad o debería llevarnos a reflexionar sobre una democracia de minorías. La mayoría no decide, no se siente convocada, no se siente llamada a tomar parte en los asuntos de la vida colectiva, de sus intereses, de la vida pública.
El total de los votos válidos por partidos según el boletín de la Registraduría llegaba a 9.117.763, es decir, 34.3% del censo electoral y los votos de las listas que respaldan al presidente-candidato representan apenas el 24% (6.382.434 votos) del total del censo electoral. Los titulares de los grandes medios deberían
ser más modestos, menos amarillistas, más realistas. Las grandes mayorías del presidente Uribe se reducen a un respaldo del 24% de los hombres y mujeres del país que están habilitados para sufragar.
Un sistema electoral de cartón
Metafóricamente, pero también, literalmente el sistema electoral colombiano es de cartón. Los cubículos en donde se vota son de cartón, las urnas son de cartón, pero además, escasean los materiales de trabajo, no hay formación para los jurados ni para los testigos electorales, las autoridades electorales no funcionan y los reglamentos son contradictorios, pero peor aún, se decomisan cédulas, se pilla in fraganti a políticos repartiendo tejas y cemento y no pasa nada. Actualmente en el país existen tres tipos de cédulas válidas, lo cual incrementa todas las posibilidades de fraudes.
Hay casos dados a conocer en el Comité de quejas y delitos electorales que deberían impulsar un cambio y transformación del sistema electoral. Por ejemplo en el municipio El Castillo, Meta, solo 4.865 habitantes están registrados válidamente en el censo electoral de los 6.622 ciudadanos habilitados legalmente para votar en ese municipio. Otro caso es el del municipio de la Jagua de Ibirico en donde el Partido Liberal denunció que los paramilitares intimidaban a su candidato a la alcaldía, sin embargo no pasó nada, a pesar de las exhaustivas investigaciones anunciadas. Gana por supuesto el candidato apoyado por grupos ilegales.
Entre tanto, el censo electoral no está actualizado y las normas electorales son obsoletas. Por ejemplo, mientras la Alcaldía de Bogotá y la Registraduría Nacional señalaron que no se podía repartir propaganda ni portar distintivos partidistas el día de las elecciones; otra cosa dijo el Consejo Nacional Electoral y la Presidencia de la República. Para éstas dos últimas instituciones se podía hacer proselitismo el día de las elecciones solo que se debía guardar una distancia de 200 metros de los puestos de votación. Los vacíos en la legislación electoral son inmensos. Por ejemplo, no hay cómo resolver el problema de la circunscripción nacional indígena. Ahora que se ha presentado el caso de una mayoría de votos en blanco y ante la legislación que establece que cualquier ciudadano puede votar por ésta circunscripción tendría que repetirse la votación completa para elegir a dos senadores indígenas. La justicia electoral es lenta. La última instancia es el Consejo de Estado, donde las demandas o litigios electorales por anulación de votos, fraudes, etc. puede demorar más de tres años. Así pasó con la demanda por anulación de mesas de las elecciones de 2002 que apenas fue fallado en el año 2005.
La Observación Electoral
Tuvimos la oportunidad de contribuir a organizar una Misión de Observación Electoral que actúo en las principales ciudades del país (Bogotá, Soacha, Chia, Seuesca, Bucaramanga, Girón, Piedecuesta, Barrancabermeja y San Gil en el departamento de Santander. Además, estuvo presente en Medellín, Sincelejo, Armenia y Calí) en esta Misión Nacional también estuvieron presentes nueve observadores internacionales. En total se registraron 782 observadores que actuaron el día 12 de marzo y que hicieron una observación al proceso electoral en estos municipios del país. Hay que reconocer que el Consejo Nacional Electoral los acreditó debidamente y salvo pequeños incidentes pudieron realizar su trabajo de observación sin mayores dificultades.
En la práctica se observó un sin número de problemas: la mayoría de los jurados de votación no tenía la debida formación para manejar los instrumentos de conteo, control y reporte de los resultados. Los ciudadanos no estaban debidamente informados y mucho menos capacitados para manejar los nuevos tarjetones. Esto es lo que explica la inmensa cantidad de votos nulos y de tarjetas no marcadas. El tarjetón estaba mal diseñado y eso expresa en parte la altísima votación en blanco en la circunscripción nacional indígena (58%) aunque hay que ver más de fondo, debido a que, también, en la circunscripción de las comunidades negras el voto en blanco llegó a superar el 40%.
El día de la votación se presentaron, entre otras, las siguientes irregularidades: suplantación de electores; jurados políticamente pertenecientes a un mismo partido (por ejemplo, esta es la denuncia que ha planteado la representante Zulema Jattin en Córdoba); ciudadanos excluidos arbitrariamente del censo electoral (92 ciudadanos de Manizales, por ejemplo); propaganda electoral en las propias mesas de votación; ausencia de privacidad que viola el derecho de que el voto sea secreto, esto es más evidente en las consultas de los partidos; compra y venta de votos; cambio de votos por utensilios y materiales de construcción; y constreñimiento electoral por los actores ilegales como guerrillas y paramilitares.
Pero luego de la votación se presentan otros problemas que la Misión de Observación está siguiendo tales como fraude en los formularios en donde se registran más votos de los depositados por un partido. Esta última denuncia lleva a un nuevo conteo manual generando incertidumbre sobre los resultados finales. La mayor parte de los llamados cubículos electorales tampoco protegieron el secreto del voto. En pocas palabras, el sistema es obsoleto y la Misión de Observación Electoral como expresión de la sociedad civil tendrá que batallar por lograr una legislación que modernice y democratice el sistema electoral, comenzando por la manera como se elige por ejemplo al Consejo Nacional Electoral, sus funciones, etc. Pero lo propio con relación a la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Las mayorías Uribistas en el Congreso
El Presidente Uribe ganó la elección al Congreso de la República. Obtuvo con las listas que respaldó unos 70 senadores y también logró la mayoría de los 167 Representantes en la Cámara de Representantes. Como lo han dicho diversos analistas mantuvo las mayorías de las que ha dispuesto en el Congreso de la República. Los dos partidos de origen primordialmente liberal que integra a una buena parte de los congresistas más tradicionalistas se reúnen en el Partido de la U que lidera Juan Manuel Santos (20 senadores) y Germán Vargas Lleras de Cambio Radical con 14 senadores.
A ellos se suma como otro gran socio el Partido Conservador con 18 senadores, un poco menos de los que tiene actualmente en el Congreso. Sobre estos tres pilares se mueve ya la mayoría del Congreso, a lo cual hay que agregar otros 19 o 20 agrupados en pequeños partidos. Convergencia Ciudadana, es el partido más grande de ellos, el cual ha sido duramente cuestionado por sus presuntos nexos con el paramilitarismo y logró 7 senadores. Los reciclados de otras listas que se unieron a Colombia Viva fueron elegidos y siguen apoyando a Uribe como lo hará el hijo de Enilce López, alias la Gata, Héctor Julio Alfonso López, que fue elegido por Alternativa Liberal, con la más alta votación para la Cámara en el departamento de Bolívar. Así pues el uribismo logra reunir en torno suyo a un conjunto de tendencias de la derecha colombiana con lo cual se dispone a ganar su segundo período el próximo 28 de mayo.
A pesar del inmenso peso de la propaganda y del poder presidencial puesto al servicio de la campaña para el Congreso la oposición creció. El liberalismo oficialista estaba reducido en el Senado de la República a 12 senadores y a unos 18 representantes. Ahora tiene 17 senadores y 30 representantes. El Polo Democrático Alternativo tenía 9 senadores y llega a 11 y tenía 8 representantes a la Cámara y ahora llega a 9.
- Pedro Santana Rodríguez es Presidente de Corporación Viva la Ciudadanía
Semanario Virtual Caja de Herramientas, 17 Mar 2006.
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