Resultados electorales:
El Polo Democrático Alternativo y su candidatura presidencial
24/03/2006
- Opinión
Proceso electoral y problemáticas del actual contexto político Las elecciones del pasado 12 de marzo para elegir a los miembros del Congreso de la República y realizar las consultas sobre candidatos a la presidencia del Partido Liberal y del Polo Democrático Alternativo, estuvieron enmarcadas por determinadas circunstancias políticas que, de manera general, se afianzan, a la vez que expresan desarrollos o cambios notorios. Entre ellas destacamos el bajo nivel de legitimidad y participación ciudadana en los mismos comicios, la falta de un régimen de garantías efectivo y la incidencia tanto de proyectos políticos como de actores armados ilegales, o en tránsito de legalización, con propuestas y acciones que atentan de manera grave contra los presupuestos democráticos del régimen constitucional vigente. A pesar de la reforma política por la nueva reglamentación electoral1 que introdujo las listas únicas por partido, el umbral, la cifra repartidora y el voto preferente, las elecciones aún no consiguen, en lo fundamental, cambiar las costumbres políticas, ni consolidar un sistema electoral transparente, sino que se mantienen el clientelismo, el fraude y otros delitos contra el derecho a elegir y ser elegido. Tampoco se consigue la participación mayoritaria de la ciudadanía; por el contrario, de manera preocupante aumenta la abstención, con porcentajes ahora superiores al 60%, lo cual resta legitimidad al proceso. El propósito positivo de consolidar un régimen de partidos, a pesar de la profusa fragmentación en grupos carentes de perfil partidario y que han mercantilizado la política, puede conseguir un avance con el reconocimiento de una decena de partidos en el Senado y una veintena en la Cámara; sin embargo, la mayoría de ellos no pasan de ser coaliciones electorales carentes de definición ideológica y programática, a la vez que en el caso del uribismo, que copa los principales espacios al respecto, es claro que se trata de una disputa burocrática, cuyo referente principal es el apoyo a un proyecto gubernamental caudillista, comprometido con un programa de reformas regresivas. Predomina la polarización entre el gran despliegue publicitario y de medios de los agrupamientos políticos que convocan a la reelección inmediata del Presidente y las campañas con posibilidades notoriamente más discretas de quienes, desde la oposición, presentan propuestas y candidaturas alternativas. El ingrediente nuevo ha sido que por primera vez el Presidente de la República, con el aparato gubernamental a su disposición, interviene directamente en la campaña electoral2, a la vez que se aprecia de forma palpable la ausencia de garantías políticas en muchas regiones por la interferencia de los grupos armados ilegales. De otra parte, como asunto de fondo y con graves consecuencias negativas para la posibilidad de la recuperación del Estado Social de Derecho, el control armado que sostuvo el paramilitarismo sobreponiendo formas autoritarias ilegales en amplios territorios, hace tránsito ahora hacia formas de recomposición de poderes locales y regionales, sobre la base de la pervivencia de factores de presión armada, su incidencia en sectores de la economía legal e ilegal, la apropiación de tierras y propiedades, y la aplicación del programa de reincorporación en medio de un proceso donde afloran nuevas formas de coerción social y de posicionamiento político mediante nuevas alianzas, y el cambio en los métodos y en los perfiles de los candidatos.
Discusión sobre los resultados electorales y su significado
A partir de la consideración de los resultados de las votaciones, se ha dado mucha información y han surgido disímiles interpretaciones sobre lo acontecido. Hagamos algunas precisiones al respecto: en primer término, a pesar de algunos cambios no desestimables, no se produjo un cambio fundamental en la relación política de fuerzas ni en la composición de las corporaciones públicas. El despliegue propagandístico alrededor de la idea de una abrumadora mayoría uribista, al parecer no derrotable, resulta falso. Algunos pretenden presentar con los resultados un aplastante plebiscito alrededor del presidente-candidato, pero ignoran u ocultan que si se considera la abstención (60%) y la oposición e independientes (por lo menos un 30% de las Cámaras), la mayoría del potencial electoral (72%) no expresa su respaldo a Uribe y sólo lo ha hecho una minoría (28%). Por supuesto que el reto es la disputa por la inclinación política de la mayoría abstencionista y de algunas franjas independientes o ambiguas.
Resulta también falso el escándalo sobre los supuestos grandes triunfadores, con alusión a los principales partidos uribistas, y los supuestos perdedores con referencia especialmente al Partido Liberal, pero que algunos generalizan frente a la oposición, e incluso frente a cualquier posición política distinta del uribismo. Si bien es cierto que hay una mayoría notoria del uribismo en el Congreso, resulta ser la misma, e incluso ligeramente menor, que la expresada en el anterior Congreso, conseguida a partir del llamado transfuguismo de parte significativa de los congresistas, principalmente provenientes del Partido Liberal.
Lo único nuevo es que estos personajes se han agrupado formalmente, principalmente con la creación del Partido de la U, pero también en Cambio Radical y otros partidos uribistas. Como algunos recuerdan, hace rato que los más notables varones electores se trastearon del Partido Liberal con sus maquinarias clientelistas.3 Por tanto, las cifras cuadran. Entonces, el Partido Liberal no se debilitó en particular en estas elecciones sino con las herencias de sus anteriores gobiernos, con la elección de Uribe y tras sucesivas divisiones y retiros, en los cuales resultó determinante el activo pago de prebendas del gobierno. Así mismo, el repunte del Partido Conservador, aunque tenga un margen cierto, después de cerrar filas con el uribismo tras la captación de su más reciente ex presidente, se debe ante todo al reagrupamiento de sus congresistas con el retorno de quienes estuvieron en otros agrupamientos transitorios.4 Sin embargo, la discusión no ha ido a fondo sobre la participación, las alianzas y, en algunos casos por lo menos, los evidentes nexos entre los partidos uribistas y la denunciada infiltración del paramilitarismo en el Congreso. La publicitada purga no fue llevada a todas sus consecuencias sino apenas a unos pocos casos de los numerosos reconocidos en el ámbito nacional y regional. Si bien algunos fueron expulsados del Partido de la U y de Cambio Radical y —a regañadientes de la embajada norteamericana— de Colombia Democrática, varios de ellos se trasladaron a otros partidos uribistas menores o aliados del uribismo.5 Entonces, las valiosas expresiones de depuración y algunas valerosas denuncias provenientes incluso de otros parlamentarios uribistas no consiguieron su cometido, de forma que, a pesar de la diferenciación que ahora se estimula respecto de los partidos que lograron reelegir candidatos con esa reconocida reputación6, estas expresiones no constituyen una medida suficiente ante la dimensión de este fenómeno con expresiones más amplias y activas en el ámbito parlamentario y extraparlamentario de la actuación política e institucional. Resultados positivos y perspectivas para el Polo Democrático Alternativo
El PDA, como es conocido, recoge el acumulado político conseguido por el importante despliegue político en los años anteriores por el PDI, la convergencia de una serie de organizaciones políticas de izquierda que conformaron Alternativa Democrática y otros sectores políticos independientes, indígenas y regionales, entre los que se cuentan proyectos políticos valiosos como el que ha liderado Parmenio Cuellar en Nariño y el que ha rodeado al gobernador del Valle, Angelino Garzón. La unidad de la izquierda no ha sido un asunto fácil, y menos cuando, además del acuerdo electoral, se avanzó en un ideario común a partir de consideraciones programáticas y de disponerse a realizar un congreso de unificación, hacia la consolidación de un proyecto partidario común de todas las vertientes de la izquierda colombiana. El proceso unitario se ha asumido con altura política, en emulación fraterna, pero, por supuesto, no está exento de las discusiones, las necesarias diferenciaciones políticas que podrán dar lugar a la organización de debates, la configuración de tendencias y la lucha política franca para evitar que prosperen errores y desaciertos. Tal como lo reconocen amplios sectores de opinión, en las elecciones el PDA afianzó su posición y su presencia política. Considerando las organizaciones que le dieron origen consiguió un ligero avance en el Senado y uno más significativo en la Cámara con las 19 o 20 curules conseguidas.7 Esto es resultado de circunstancias particulares en Bogotá como son, de manera especial, la Alcaldía de Lucho Garzón, el mayor avance del voto de opinión y el crecimiento que había logrado el PDI en el Concejo Distrital y en el activismo político; es así como el PDA se confirma como una de las fuerzas políticas mayoritarias. A la vez, a juzgar por los resultados, su presencia política es significativa en muchos departamentos, aunque aún débil en varias regiones, por distintas razones. Una de ellas es que ha sido más el interés y las interpretaciones sobre las divisiones y disputas existentes a su interior que sobre la dimensión y el carácter real de las propias problemáticas que afronta. Por supuesto que en la realidad política colombiana existe una intensa disputa, en la cual, un aspecto determinante será el futuro del proyecto de derecha que capitaliza en la actualidad Álvaro Uribe, que ha logrado captar sectores sociales y políticos intermedios, así como el proyecto alternativo que lidera el PDA y que, en convergencia con otros sectores, podrá ofrecer una alternativa política democrática con respuestas acertadas y convenientes frente a las principales problemáticas nacionales.
Con respecto a las consultas presidenciales el triunfo merecido de Carlos Gaviria (52%) frente al nada desestimable respaldo conseguido por Antonio Navarro (45%), en contraste con otras experiencias ofreció al país una lección de sana y fraterna competencia, planteamientos programáticos, sentido de proyecto político y lealtad asegurada a los compromisos previstos. En tal sentido, el esfuerzo de ambos precandidatos y del conjunto de los sectores integrantes del PDA y de opinión que respaldaron sus iniciativas ahora suma. Además, es claro que en la votación obtenida por Navarro incidió que, en medio de la polarización política, se buscó explotar contra él resistencias, a partir de interpretaciones que se alejaban del sentido de los procesos de paz, además del negativo impacto de su retiro y retorno intempestivos respecto de la precandidatura. Pero, así mismo, el PDA tiene hoy en Carlos Gaviria, como su candidato presidencial, a un personaje de intachable trayectoria, simpatía creciente en distintos sectores, consecuencia y coherencia política —tan necesaria en este proceso político—, actitud unitaria a toda prueba y posibilidad real de convertirse en la figura del fenómeno político alternativo que requiere producir la izquierda democrática colombiana. Entre tanto, aunque el Partido Liberal cuenta con respaldo político apreciable, se debate en una situación difícil: además del debilitamiento y la pérdida de expectativas, sufre las presiones desde la derecha encabezadas por varios de sus dirigentes históricos para que retorne al uribismo; su candidato presidencial, a pesar de haber ganado en la consulta, denota desgaste frente a diversos sectores, niveles de desconfianza de los posibles aliados por su reciente participación en el gobierno y las inconsecuencias de sus proyectos anteriores, así como resistencia abierta y posiciones divergentes en su partido. Por tanto, el positivo dilema en que se debate en los últimos años, tras la apuesta de reconformarse como proyecto político de corte socialdemócrata o de centro izquierda, cuenta con el valioso aporte de personajes, parlamentarios, líderes sociales y sectores populares y de opinión, pero también con una carga histórica, unos costos políticos y unos retos que aún no dejan en claro su panorama futuro.
1 Definida por la reforma política aprobada en el 2003.
2 Habilitado por la reforma constitucional de 2005 que adoptó la reelección presidencial, incluso inmediata, cuya revisión por la Corte Constitucional produjo el controvertido fallo en su respaldo dado a conocer a finales de octubre del mismo año.
3 José Name Terán, Aurelio Iragorri, Piedad Zuccardi, Luis Guillermo Vélez y Carlos García Orjuela, entre otros.
4 La Nueva Fuerza Democrática, el Movimiento Nacional y el Movimiento de Salvación Nacional.
5 Colombia Viva, Convergencia Ciudadana y Dejen Jugar al Moreno.
6 Como ha sido bastante publicitado quedaron personajes de reconocidos nexos con el paramilitarismo en los partidos Alas Equipo Colombia, Colombia Viva, Convergencia Ciudadana y Alternativa Liberal.
7 Esta cifra depende de que se confirme una curul de la circunscripción especial indígena.
- Álvaro Villarraga Sarmiento, integrante de la Dirección Nacional del PDI y presidente de la Fundación Cultura Democrática
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