¿Al servicio de quién?
Política Agrícola en Brasil
18/01/2001
- Opinión
Transcurrido un año más, es hora de los balances. El gobierno de Fernando
Henrique Cardoso tuvo el desplante de presentar en la prensa el balance de
los subsidios que concedió a algunos sectores de la economía. El Balance es
trágico, por no decir cómico. El valor total concedido alcanzó 42 mil
millones de reales, lo que significa 4% del PIB o 26% de toda la renta
federal. Ese valor es mayor del que suman los gastos en educación, salud,
reforma agraria, vivienda popular, canasta básica, en fin los gastos
sociales. Eso por sí solo demuestra a qué intereses este gobierno defiende.
¿Pero quién se benefició de los subsidios? El apoyo a las exportaciones
recibió la mayor parte: 14 mil millones de reales. Y aquella minoría de
privilegiados que viajan al exterior tuvieron un subsidio en las tiendas de
los aeropuertos de 707 millones de reales. ?Para comprar productos
importados!
La mitad de los subsidios ofrecidos a las empresas exportadoras se refiere a
las operaciones de importación de materia prima con el compromiso de re-
exportar. Eso beneficia tan solo a las empresas multinacionales que
transformaron nuestros puertos en meros interpuertos para obtener subsidios.
Esa política fue la responsable, por ejemplo, de la destrucción del cultivo
de la semilla del ricino que abastecía 18 fábricas de aceites y derivados.
Con el subsidio para la importación quebraron 15 de las 18 industrias
existentes y las tres que restan prefieren importar la semilla de ricino de
la India, para después re-exportar.
¿Pero cuál es el verdadero resultado de esa política ciega de tan solo
beneficiar las exportaciones? Reventó a muchos sectores nacionales, no
generó empleo, y todavía más, produjo un déficit en la balanza comercial.
Los subsidios para la agricultura siguieron la misma lógica perversa de la
política económica en general. El volumen total de subsidios a la
agricultura brasileña en el año 2000, fue de apenas 350 millones de reales.
Sumados alrededor de 200 millones para igualar la tasa de interés en el
Pronaf a los pequeños agricultores y asentados. Y lo restante como subsidio
para las cooperativas que realizaron compra anticipada de producción. O sea
en rigor no hubo ningún subsidio a la producción agrícola nacional, ni para
los medianos y grandes productores y mucho menos para los 4 millones de
agricultores familiares.
Pero del otro lado de la moneda, para los latifundistas, el gobierno
encontró otras formas para garantizarles privilegios. Entre los 700 mil
agricultores que tenían una deuda acumulada de 24 mil millones de reales, de
crédito rural con el Banco del Brasil, la mayoría aún esta envuelta en
negociaciones interminables con los gerentes locales. Pero los 14 mil
mayores deudores, que debían 15 mil millones (60% de la deuda total)
articulados por la bancada parlamentaria ruralista, rápidamente pudieron
renegociar sus deudas, que costó al tesoro nacional, apenas en ese año,
cerca de 2,2 mil millones de reales.
¿Es acertado dar subsidio a los pequeños agricultores?
La agricultura es una actividad productiva sui generis, que depende de
muchos factores naturales, que no dependen ni del hombre, ni del capital.
Más allá de que es responsable de la alimentación de la sociedad. Por eso
todos los gobiernos de los países desarrollados adoptan políticas de
subsidio directo a los agricultores. El objetivo principal es mantenerlos
en actividad, evitar el éxodo rural, estimular la producción y dar más
competitividad en el comercio exterior. El subsidio total en esos países en
1999, fue de 361 mil millones de dólares. Dividido para el número de
familias de agricultores de aquellos países, la media anual recibida por
familia fue de 11 mil dólares!
Ya el gobierno de FHC prefiere que sigamos importando leche, queso, alpiste,
arroz, frijol, agua mineral, etc... y gastemos 5 mil millones de dólares por
año, en productos agrícolas. En lugar de producir aquí, generar empleo y
renta para millares de familias de agricultores. El gobierno no se preocupa
de mantener las mismas reglas del comercio internacional. Hay un proyecto
de ley acordado entre todos los líderes de los partidos, durmiendo en los
cajones del congreso ya varios años, que establece la equivalencia de
tarifas de los productos agrícolas. O sea, si un país tiene una tarifa para
importar determinado producto, el Brasil debería aplicar la misma tarifa, en
caso que de aquel país resuelva exportar hacia nosotros. Está
enmoheciéndose en el congreso por presión directa del ministro Pedro Malan.
Las multinacionales de Europa y Estados Unidos agradecen a su ministro,
ahora radicado en Brasilia. Como dice la profesora Maria da Conceição
Tavares que tuvo a Malan como alumno, el gobierno de FHC es un mero pro-
cónsul de los intereses norteamericanos en nuestro país.
* João Pedro Stedile es miembro de la Dirección Nacional del MST.
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