Tiene mucha razón la señorita secretaria de estado, Condolezza Rice, cuando dijo que los miembros del Consejo de Derechos Humanos, deben ser países acreditados por su respeto a ese principio si se quiere un órgano creíble. De aplicar literalmente lo planteado por ella en carta a los miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se precisaría concluir que Estados Unidos hace bien en no aspirar al nuevo instrumento internacional, toda vez que resultan inocultables sus violaciones múltiples a la legalidad, ejercidas contra miles de personas encarceladas sin cargos formales y excluidos de habeas corpus o el traslado de buena parte de ellos hacia sitios donde se les tortura como sistema para lograr “confesiones”. A decir verdad si es casi imposible que a Estados Unidos se le tenga dentro del grupo que puede aspirar a darle visto bueno o censura a otras naciones, mientras acumulen tan repugnante débito, aquellos que permitieron el paso sobre sus territorios o medios aeroportuarios, que supieron de esa aberrante anomalía y no la denunciaron, ¿acaso no tienen su porción en culpa en estas perversiones? Pero mire usted qué cosas suceden. En lugar de votos de indulgencia por sus faltas, algunos andan haciendo listas negras de antemano o blanqueándose los pecados. Siempre hay quien no se da cuenta, prefiere olvidarlos o no admite sino que justifica, los que haya cometido. Por todo lo que antecede, antes de que se reúna la Comisión en junio veremos más de un show. Hubo uno en Praga, donde el ministro de Asuntos Exteriores de la República Checa, Cyril Svoboda, hizo público el deseo de "evitar que Cuba sea miembro de la comisión de Derechos Humanos de la ONU". El funcionario salía de una cocinadita reaccionaria que convocó el Comité Internacional para la Democracia en Cuba, un esperpento intrigante creado bajo auspicios del ex presidente checo, Vaclav Havel, entretejido a otros similares, como Reporteros Sin Fronteras, y con personajes que solos-solitos dan idea de que andan en tejemanejes perversos y extremismos aunque redigan que abogan por la pluralidad y en la práctica no aceptan nada fuera de su visión fanática de intolerancia máxima. ¿Uno? Pues José Maria Aznar. Ni él ni el otro estaban de cuerpo presente, pero si con toda su alma en la cita que se hizo cuatro días antes de concluir abril y muy cerca del encuentro previsto para mayo entre el pacto integracionista europeo y Latinoamérica, a la cual le sucederá en junio la cumbre de la UE, donde volverán sobre el tema de la política comunitaria con respecto a Cuba. Como suele decirse, creando condiciones, cabildeando, pergeñando sinrazones Los dos encuentros por suceder indican que el mini-complot en la capital checa no es casuístico ni inocente. Pretende influir en la agenda y decisiones de ambos cónclaves. Que cuatro de los países participantes sean este-europeos, introduce de lleno la mano de EE. UU. en el asunto, aunque de la parte occidental del Viejo Continente no falten enemigos a un proceso que por diferente y por justo es un “mal ejemplo”. Svoboda dice que el grupo quiere “asesorar sobre la estrategia a largo plazo de transición democrática" para Cuba. Para quien nunca estuvo bloqueado ni sufrió permanentes agresiones económicas, militares y políticas, debe ser sencillo sumarse al asedio de una nación pequeña –corajuda, eso si- para continuar acosándola. ¡Vaya majadera necedad! Con tanta injusticia y daños cometiéndose en casi todos los continentes, incluso a cargo de sus patro$sinadore$ o amiguitos ideológicos, obstinarse en querer cambiarle el rumbo a Cuba no es asunto de tercos sino de subordinados y perversos. Es lamentable que emponzoñen el entorno de un nuevo ámbito donde deberían dirimirse temas ciertamente infames y ayudar a que este planeta y el tiempo que se vive sean menos tortuosos e impúdicos. Por lo demás, sin la menor duda, con estos grupos anticubanos no se puede jugar al dominó. Tienen muy pocas fichas y demasiado repetidas.