Cumbre nacional itinerante de organizaciones sociales en el Cauca

Cumbre Nacional de organizaciones sociales

09/05/2006
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Uno de los objetivos del neoliberalismo es el rompimiento del tejido social que por más de dos centurias construyeron trabajadores y procesos culturales en el mundo. Resultado del avance del capitalismo, las pautas de modernidad y de modernización y la experiencia de desarrollos socialistas en varios países de Europa del Este, Asia y América Latina. Las tradeuniones, los gremios, los sindicatos, asociaciones, ligas, federaciones y centrales obreras no sólo fueron las formas de unión y de cohesión social para protegerse de los embates del capitalismo sino también para efectuar demandas que se constituyeron en derechos básicos, en principio de una empresa y luego del conjunto de la sociedad. Eso hizo que el capitalismo fuera revisado permanentemente por las escuelas económicas y políticas que los sustentaban haciendo suyos los insumos que la lucha de los trabajadores y pueblos del mundo iban construyendo. Pero cuando se impuso el neoliberalismo se encontró que ese es un escollo porque limita la plenitud de la libertad de empresa y de mercado y le propone a la sociedad formas de vida comunitaria, colectiva y de cohesión social que no dejan libre al individuo en sus decisiones particulares, condición para el desarrollo de esta expresión extrema del capitalismo. La apuesta, entonces, de quienes tienen en sus manos el desarrollo neoliberal es romper con toda forma de organización social que impida el libre discurrir de la libre empresa y de la acumulación monopolística del capital. Por supuesto, como en todo su engranaje político y económico, lo aplican, ejercen y controlan en los espacios que no se corresponden con sus propios territorios. América Latina es uno de los escenarios en que con más saña se ha producido y Colombia, en particular, podría decirse, ha sido una especie de laboratorio obsecuente con todo lo que ello significa. Sin embargo, la reacción de los pueblos en el continente se ha estructurado lentamente con el liderazgo de movimientos sociales y organizaciones políticas de izquierda que registran los procesos que hoy radicalizan aún más al imperialismo estadounidense. En el caso colombiano las movilizaciones no han tenido la capacidad de convocatoria nacional, sólo con algunas excepciones de los paros nacionales o de las movilizaciones campesinas, pero sin continuidad y sin estrategias coordinadas. El Cauca marcó un derrotero con el paro del Sur de Colombia en 1999 por el impacto que produjo en la economía nacional, la capacidad de organización y los resultados que produjo la negociación. Sin embargo, enmarcado en el espacio regional; sin lograr articular un movimiento nacional. Luego se produjo la llamada mesa de los acuerdos que puso en confluencia a las diferentes organizaciones demandando del Estado el cumplimiento de múltiples compromisos adquiridos a lo largo de diferentes gobiernos tanto del orden nacional como regional. Un buen esfuerzo de unidad regional; pero sin eco en el resto del país; respondido en episódicos momentos en los intentos de formación de la Región Surcolombiana. Quizá la Marcha itinerante del año 2004, que produjo el Mandato indígena y Popular, marcó un nuevo derrotero en la convocatoria nacional a los movimientos y organizaciones sociales. Pues desafió la férrea y autoritaria política de Seguridad Democrática, demostró capacidad de organización y le dijo al país que el TLC enfatiza un modelo de desarrollo que concentrará más la riqueza, incrementará la pobreza y entregará las riquezas naturales a los grandes monopolios económicos del mundo. Alertó sobre la desprotección que tendrá el pueblo, ya de suyo abandonado, con el desmonte de los derechos básicos consagrados en la constitución Nacional. Denunció los impactos y secuelas que produce la guerra principalmente en el campo y la necesidad de una solución política negociada al conflicto armado. En fin, convocó a las organizaciones populares a continuar en esa marcha como destino ineludible de los pueblos si quieren luchar por vida humana digna. Por eso la cumbre Nacional Itinerante que se inicia el 13 de mayo en el Resguardo La María de Piendamó tiene como objetivo principal el de “Fortalecer la convergencia, Unidad y Articulación de las organizaciones sociales y movimientos políticos alternativos en perspectivas de nuevas formas de movilización social que contribuyan a defender la vida, los territorios y los procesos organizativos”. Lo intentarán realizar con la elaboración de un “programa mínimo” y mecanismos de coordinación y de comunicación frente a “la guerra, el modelo de desarrollo, el Plan Colombia, el TLC, y la reelección presidencial”. Al parecer, su carácter itinerante le imprime una nueva modalidad en lo que históricamente se registra en este tipo de concentraciones y de movilizaciones. Pues no se adscribe únicamente a un territorio sino que se desplaza de unos a otros de las organizaciones comprometidas en el proceso. Se pueden producir, al mismo tiempo, concentraciones y movilizaciones en diferentes lugares del país. Será. Entonces, un espacio de encuentro que seguramente allanará caminos hacia formas de unidad y de organización nacional que tanta falta le hace al pueblo colombiano. Los anuncios de unidad de las centrales obreras dicen que efectivamente hay condiciones para esos propósitos. Ya el Gobernador del Cauca se anticipó a decir que detrás de las movilizaciones estaba la subversión; demostrando con ello que su lema por el derecho a la diferencia no es más que un hábito mal puesto tras el que esconde su talante autoritario. Es de esperar que las organizaciones logren los objetivos propuestos con el liderazgo de las del Cauca que han dado muestras de caminar la palabra “tejiendo juntos los hilos de la resistencia organizada por la vida”. Diego Jaramillo Salgado es Profesor Titular de Filosofía política. Universidad del Cauca.
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