El conflicto entre Arias y la Iglesia

26/06/2006
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El enfrentamiento entre Oscar Arias y la jerarquía eclesiástica constituye el acontecimiento más importante y de mayor trascendencia histórica en la actualidad noticiosa nacional, pues sus repercusiones van más allá de la coyuntura política que la originó, como es la posición explícita y reiterada de la Conferencia Episcopal de negarse a avalar y apoyar el TLC como quiere el gobierno. Incluso, debido a la prepotencia e inaudita torpeza de Arias, este enfrentamiento no ha sido solo político o ideológicodoctrinal, que ciertamente lo es en primer lugar, sino que se ha vuelto personal entre la persona de Oscar Arias y Mons. Hugo Barrantes, a quien respalda la Conferencia Episcopal. Un roce de esta índole no se había dado en la historia de Costa Rica desde 1884, cuando el conflicto entre el presidente Próspero Fernández y Mons. Bernardo Augusto Thiel, Obispo de Costa Rica, culminó con la expulsión del prelado y la promulgación de un conjunto de leyes antirreligiosas creando un ambiente hostil entre Iglesia y Estado que perduró durante décadas. El presente conflicto se originó a partir de que los obispos externaran severas críticas al TLC. En esto no han estado solos, pues las más prestigiosas instituciones del país, como las universidades públicas, el Grupo de Notables, el mayor partido de oposición, los gremios de maestros y profesores, la mayoría de artistas y gente de cultura, lo mismo que dos ex presidentes y múltiples organizaciones campesinas, han asumido una posición parecida, si bien con diversos matices y por diversas razones. En cuando a la actitud de la Iglesia, esta no debía haber sorprendido a nadie, ya que los obispos de Canadá y México, lo mismo que la figura más connotada de la Iglesia en Centroamérica, como es el cardenal Rodríguez en Honduras, han explícita y reiteradamente hecho críticas a los TLC. Todo lo anterior explica que, pese a la multimillonaria campaña y a la presión ejercida en forma disimulada o abierta sobre la Iglesia, quienes apoyan el TLC se encuentran hoy a la defensiva. Arias se ha comprado su mayor crítico como es la Iglesia, la que se distancia del gobierno al optar claramente por los sectores más desprotegidos. Esta actitud de la Iglesia no es históricamente novedosa, pues se ha dado en múltiples coyunturas en que nuestro país se juega su identidad como nación. Así, en el siglo XVII al enfrentarse a las invasiones de piratas, en 1821 al aceptar mayoritariamente la Independencia, en 1856 al apoyar a Juanito Mora contra los filibusteros, en 1893 al cuestionar las políticas liberales y en la década de los 40 con Mons. Sanabria, la figura emblemática de la Iglesia costarricense, al propugnar las más profundas reformas sociales de nuestra historia. Mons. Hugo Barrantes es el heredero de esa Iglesia. Oscar Arias, acostumbrado a influir en las instancias de control del poder político, como la Sala IV y la Contraloría, se ha estrellado con un hombre de una entereza y fidelidad a los principios de la doctrina social de la Iglesia que no se conocían desde los tiempos de Sanabria. Ante la torpeza política y la supina ignorancia de la historia nacional evidenciada por los actuales moradores de Zapote, cabe preguntarse quién asesora a este hombre que ha demostrado que el Premio Nobel le queda muy pero muy grande. Arias urge de auténticos consejeros y no seguir rodeándose de individuos proclives a la genuflexión. Ante tan calamitosa situación, solo se me ocurre exclamar: ¡Cómo se nota la ausencia de Margarita y de John Biehl en Rohrmoser!
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