La persistente Cuba
31/10/2005
- Opinión
La pregunta más frecuente que nos hacen a los cubanos y a las
cubanas cuando viajamos al exterior es ¿Qué pasará cuando Fidel
muera? Unos la hacen con sincera preocupación, otros por pura
curiosidad y aun otros con disimulada satisfacción. Tan
frecuente es la interrogación que un intelectual con un buen
sentido del humor acuñó una respuesta tipo: de seguro habrá un
funeral.
La pregunta generalmente parte de la visión de que el líder
cubano es un factor imprescindible para la revolución cubana y
esa manera de apreciar la realidad no carece de fundamento.
Desde los primeros momentos en que se inició la lucha contra la
dictadura de Batista, es decir, desde el mismo instante en que
ocurrió el golpe de Estado, la figura de Fidel fue descollando
por sus propuestas audaces que rompían con aquellas supuestas
verdades absolutas de la política cubana.
Una de las primeras acciones de Fidel, luego de intentar
fallidamente organizar una resistencia al golpe, fue presentar
una denuncia contra Batista ante el tribunal de garantías
constitucionales, lo que no se atrevieron a hacer las fuerzas
políticas organizadas ni de derecha, ni de izquierda. El
resultado de esta acción fue la demostración de que el camino
legal estaba cerrado. Lo que podría interpretarse como una
acción fracasada era una victoria política y moral para Fidel y
esta es una de las constantes en su hacer político, una visión de
largo alcance con preponderancia del factor de las ideas, de la
ética, por encima de consideraciones pragmáticas de carácter
coyuntural.
El papel histórico de Fidel
Luego se dedicó a organizar un movimiento político armado bajo la
inspiración del centenario del nacimiento de José Martí. La
Generación del Centenario que protagonizó el asalto a los
cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Céspedes en Bayamo el 26
de julio de 1953. Con esta acción apareció en el escenario
político cubano una alternativa diferente a las propuestas de
todos los actores políticos. Renacía la alternativa
revolucionaria como heredera de las luchas independentistas del
siglo diecinueve y de las tradiciones antidictatoriales de los
años treinta del siglo veinte.
La acción, en el plano militar, fracasó pero en el juicio y
posteriormente en la cárcel, Fidel estructuró un programa que en
adelante unió a la mayor parte del pueblo tras su alternativa.
De nuevo una victoria de las ideas.
La amnistía lograda por presión popular, el exilio en México y la
expedición del yate Granma en 1956 dan muestra de la vitalidad de
esta alternativa y el papel de la voluntad de Fidel como
organizador e inspirador de muchas personas para llevarla
adelante. Pero por supuesto, encontró siempre oídos receptivos y
corazones dispuestos a entrar en una lucha de grandes riesgos y
donde perdieron la vida un valioso número de estos iniciadores.
Ello era expresión de una cultura revolucionaria viva en muchos
cubanos, no puede explicarse sólo desde la personalidad del líder
sino del entorno en que este ejercía ese liderazgo.
Lo que aconteció después es más conocido; pese al revés militar
ocurrido el 5 de diciembre de 1956 con la muerte y dispersión de
la mayor parte de los expedicionarios del Granma, las fuerzas
revolucionarias derrotaron al ejército de Batista en algo más de
dos años y el primero de enero de 1959 triunfaba la revolución
cubana. A veces se piensa esta victoria sólo como resultado de
una contienda militar, obviando la lucha política e insurgente en
todo el país que permitió coronar la victoria con una huelga
general que dio al traste con los planes mediatizadores
elaborados por los Estados Unidos y algunos sectores militares y
civiles.
En este proceso y en el que se iniciaba a continuación
caracterizado por profundas transformaciones de la sociedad
cubana en todas sus esferas y por una aguda confrontación con el
imperialismo norteamericano, el liderazgo de Fidel desempeñó un
rol muy significativo justamente porque estaba interpretando el
sentir popular. No es un profeta esclarecido, sino un
revolucionario en comunicación continua con su pueblo. El Che
dio cuenta de este hecho cuando situó como la condición esencial
del cuadro revolucionario su permanente contacto con las masas.
La revolución a prueba
Aciertos y errores se han sucedido a través de casi 47 años,
rectificaciones y correcciones de rumbo han sido realizados en un
devenir en el que se ha forjado otra Cuba, otro pueblo,
depositario de su pasado, (en sus virtudes y en sus defectos)
pero a la vez portador de nuevas cualidades y valores. Hay una
obra material de la revolución, que se expresa en posesión de
tierras, industrias, viviendas, escuelas, centros de salud, entre
otras, pero sobre todo hay una obra intangible que existe dentro
de los cubanos y las cubanas de hoy. Uno de los pueblos con
mayor instrucción del continente, sino el que mas; un sentido de
la independencia, del orgullo nacional, de la solidaridad humana,
de la organización y del valor de la unidad que constituyen
fortalezas enormes.
La desintegración de la Unión Soviética y del campo socialista
europeo puso a prueba de muerte a la revolución cubana. Los
embotados por la propaganda norteamericana, que reducía a Cuba a
un "estado títere" de la URSS, creyeron que todo había terminado
para esa experiencia histórica. Momentos muy dramáticos hemos
vivido y vivimos aún los cubanos y las cubanas pero no hubo
quiebre, ni arrepentimiento colectivo, ni entrega de las
banderas. Este hecho histórico prueba que hay raíces profundas
de la revolución en el pueblo cubano. Es demasiado simple pensar
que esa resistencia heroica que se expresa en un sacrificio
cotidiano, mucho más difícil que el heroísmo bélico de un
momento, pueda deberse mágicamente a la personalidad de Fidel.
Una vez más, él expresó la determinación, el orgullo, la valentía
colectiva y ese es un mérito compartido entre líder y pueblo. Es
difícil minimizar el papel de Fidel pero sería erróneo reducir la
persistencia de Cuba, como nación independiente y empeñada en
forjar una alternativa diferente al orden mundial dominante y
depredador de los pueblos y de la naturaleza, a ese factor.
También es demasiado simple asegurar que todo está preparado en
Cuba para cuando falte Fidel. Muchas tensiones y contradicciones
atraviesan hoy a la sociedad cubana y las acciones del gobierno
norteamericano por destruir a la revolución no cesan y de seguro
se incrementarán en agresividad cuando crean estar ante un
momento de debilidad por la pérdida del líder.
Las consecuencias de esa pérdida, biológicamente inevitable, van
a depender de cuándo ocurra y de las coyunturas internas y
externas que prevalezcan en ese momento y también de la
preparación que la dirección del país y el propio Fidel realicen
para afrontar ese momento.
La lógica indicaría la necesidad de fortalecer las instituciones
creadas por la revolución por encima del papel personal del
líder. Este fortalecimiento podría ir dirigido a consolidar un
pleno funcionamiento democrático en el seno del partido,
expresado en la regularidad de los procesos internos incluyendo
la realización de los congresos y la utilización más efectiva de
sus bases como una vía de diálogo con el sentir y el pensar de
todo el pueblo. También en el fortalecimiento de los órganos del
poder popular en su capacidad y posibilidad de responder a los
problemas de las comunidades, es decir, el desarrollo de
capacidades locales de gobierno; el fomento de la participación
popular en la identificación y solución de sus necesidades y
problemas, de tal suerte que se haga retroceder la tendencia a
esperar del Estado y de Fidel todo que se necesita lo que provoca
una especie de distanciamiento y pasividad de muchas personas.
Otro factor de fortalecimiento sería la creación de nuevas formas
de la propiedad social sobre los medios de producción y
distribución, como cooperativas de servicios y de producciones
locales hoy día todas en manos de empresas estatales que
funcionan cada vez más centralizadamente y menos eficientemente.
Igualmente, producir un verdadero perfeccionamiento de las
empresas socialistas, no imitando las técnicas de gestión
capitalistas, sino creando un nuevo tipo de empresa donde el
papel de los colectivos de trabajadores esté bien garantizado
frente al predominio de una burocracia y tecnocracia que se
constituye en un peligro real
Otro elemento importante en esa preparación podría ser el dotar
de mayor autonomía a las organizaciones sindicales, campesinas,
comunales, profesionales y otras expresiones de la sociedad civil
organizada para que logren funcionar en una lógica menos
centralista en la que las bases desempeñen un papel mucho más
protagónico en la determinación de sus políticas y actividades de
tal manera que representen mejor los intereses sectoriales o
regionales que deben ser tenidos en cuenta y conciliados con los
intereses más generales de la sociedad.
Desafíos
En fin, el desarrollo de un modelo de socialismo menos centrado
en el papel del Estado, y en el caso cubano en la figura de
Fidel, y más afincado en las diversas expresiones organizadas y
comprometidas con el sistema que emergen de la dinámica social
siempre compleja y diversa. Para ello hay que desplegar
procesos, no campañas como suele hacerse en el estilo de trabajo
predominante. Procesos que fortalezcan el socialismo en las
bases a partir de desarrollar mucho más una participación
conciente, organizada y crítica en el gobierno de la sociedad.
El pensamiento crítico es un elemento clave para lograr una
continuidad de la revolución y de él depende en gran medida la
capacidad de autoperfeccionamiento del sistema social. Las
ciencias sociales tienen mucho que hacer en este sentido. Los
medios de comunicación son vitales también. Medios que no se
limiten a hacer propaganda sino que informen y contribuyan al
diálogo social con reflexiones y voces diversas comprometidas con
el proyecto anticapitalista.
Sin embargo, aunque la lógica indique que éste pudiera ser un
camino de preparación de la revolución para garantizar su
continuidad, lo que apreciamos es que se ha producido una nueva
recentralización de la conducción del país que tiene como piedra
angular a Fidel.
El momento es muy complejo, las condiciones de existencia
cotidiana de la inmensa mayoría de los cubanos y cubanas continúa
siendo muy difícil, el bienestar personal y familiar está
bastante enajenado del trabajo, los salarios, aunque
incrementados en algunos sectores y grupos, no resultan
suficientes para satisfacer las necesidades mas perentorias, se
generalizan entonces estrategias de supervivencia que conducen en
muchos casos a la violentación de la legalidad; muchos jóvenes,
preparados gracias a la enorme obra educacional de la revolución,
no ven con claridad su futuro de realización personal ni la
posibilidad de constituir una familia por falta de recursos
económicos y de vivienda y optan por la emigración como proyecto
de vida.
Dos nuevos factores de peligro se han levantado: el desarrollo de
intereses personales y de grupo de un sector burocrático y
tecnocrático que tiene altas cuotas de poder y la extensión de
expresiones de corrupción. Únase a lo anterior la situación
externa signada por la agresividad de la primitiva administración
norteamericana actual. Todo ello puede haber provocado la
recentralización antes apuntada y la decisión personal de Fidel
de asumir directamente la ejecución de múltiples programas de
beneficio popular centrados en su mayoría en los sectores menos
beneficiados de la sociedad. El carácter profundamente humanista
de esos programas no lo puede negar nadie, sin embargo muchos nos
preocupamos por la posibilidad de su sostenibilidad en el tiempo.
Muchos pensamos que el camino es la descentralización, el
fortalecimiento de las instituciones que han surgido en estos 46
años, el desarrollo de la participación popular, no en el sentido
de seguir una idea, consigna o tarea, sino de poder
identificarlas formularlas y contribuir a su realización, control
y evaluación.
Entonces ¿Qué va a pasar cuando muera Fidel?...
Potencialidades para la continuidad del proyecto histórico de
independencia nacional, libertad, justicia social, bienestar
sostenible, hay; todo depende de si esas potencialidades logren
desplegarse o no. Las visiones que prevalezcan sobre el modelo
socialista van a ser decisivas, por lo que también en Cuba es
necesaria una reflexión sobre el socialismo del siglo XXI que
sintetice esta experiencia histórica, en sus logros y virtudes y
en sus defectos e insuficiencias, y que la proyecte hacia el
futuro. Esta reflexión no debe ser tarea de unos "escogidos" o
"especiales" pensadores, sino una construcción colectiva que
involucre a todos y todas los/as que se sientan motivados y
motivadas a hacerla.
La persistente Cuba puede lograrlo. Trabajemos para que así sea.
José R. Vidal / Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr de
La Habana, Cuba/ Minga Informativa de Movimientos Sociales.
https://www.alainet.org/es/active/12336?language=pt
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