Los límites de la democracia (II)
26/07/2006
- Opinión
Los largos meses que la alianza del Partidos de Acción Nacional, PAN, y Partido Revolucionario Institucional, PRI, dedicó a destruir la figura de Andrés Manuel López Obrador, con el generoso apoyo de las dos poderosas cadenas, Televisa y TV Azteca, que dominan la televisión en México, y varios medios escritos, pasando por una constante campaña de desprestigio, en la que trataron de pintarlo como corrupto e intolerante; pero estas acciones sólo sirvieron para fortalecerle.
Esto puede ejemplificarse en la columna de Ricardo Rocha, en el conservador periódico El Universal : “Si la elección de 2006 se anticipara al día de hoy, Andrés Manuel López Obrador sería presidente de México, sin la menor duda. Hay incluso estudios de opinión que señalan que ni sumados sus probables adversarios Madrazo y Creel alcanzarían en votos al todavía jefe de Gobierno.
La conclusión es contundente y también devastadora: el reventado desafuero para inhabilitar al político tabasqueño lo catapultó aún más en las preferencias de los electores, al grado de que muchos expertos consideran que su ventaja es ya irreversible; en cambio, significa también que el PAN perderá la Presidencia obtenida apenas en el 2000 y que el PRI no podrá recuperarla; para el PRD no sólo significará una primera vez en el Poder Ejecutivo, sino una probable mayoría en el Congreso. Algo absolutamente impensable apenas en marzo de 2004…
¿Qué fue lo que les falló a los conspiradores? Es la pregunta que seguramente ellos se están arrojando unos a otros en el siempre cruento ajuste de cuentas. Ya apuntaba que el error de cálculo más frecuente de los poderosos es el de suponer que todos somos una partida de idiotas. Sin embargo, valdrá reflexionar suficientemente sobre los mecanismos que llevaron a la sociedad mexicana a resistir un embate mediático tan abrumador para destruir políticamente al puntero en las encuestas desde 2003.
Mientras tanto, los resultados globales son apabullantes: Andrés Manuel llegó a 45 puntos, Madrazo bajó un poco a un promedio de 22 y Creel se ha derrumbado a menos de 20; en las preferencias…”
Lo que esos datos de junio del 2005 indicaban era que ni sumando los porcentajes del PAN y el PRI alcanzaban a López Obrador. Más adelante, ante el evidente fracaso de Santiago Creel el delfín de Fox, un hábil político que cayó en la trampa de utilizar la inteligencia del Estado para fines políticos, y que no tuvo la capacidad de proyectarse como una opción seria de triunfo; entonces el PAN promovió a regañadientes a Felipe Calderón, un oscuro abogado, educado en universidades de la derecha de México y con una maestría en Harvard, abogado de banqueros y la transnacional Goodrich en México, de allí su afinidad y aceptación con el Gobierno de Estados Unidos.
Calderón nunca trascendió mucho públicamente, a pesar de haber sido diputado en la Asamblea del DF y Federal en 2000-03; Secretario General de PAN de 1996 a 1999, y más tarde Secretario (Ministro) de Energía, del Gobierno de Fox, puesto desde el cual favoreció la empresa familiar de su esposa y cuñado, con millonarios contratos con PMEX. Pero el oscuro político y funcionario, resultó ser un buen histrión; ya que al mejor estilo de Hollywood desempeñó el papel de candidato triunfador, el que le fue asignado en Los Pinos (casa presidencial), bastantes meses antes del proceso electoral.
La campaña mediática montada para aparentar la vertical caída, en las encuestas, de López Obrador, contó con el apoyo ¿cómo no? de las televisoras y de periódicos como “Reforma” y de empresas encuestadoras que se prestaron para montar el sainete; apoyados desde fuera por las “personalidades democráticas” de los Montaner y Openhaimmer, con el Miami Herald y la Asociación Cubana Americana de Miami, de respaldo.
Entre todos reeditaron la estrategia del miedo, que tan efectiva había sido en El Salvador, sólo que ahora los objetivos eran más ambiciosos: convencer a los grandes inversionistas de Wall Street y del resto del mundo, sobre que López Obrador era una especie de loco populista, que si llegaba al poder podía hacer colapsar la economía de México, poniendo en peligro las enormes inversiones norteamericanas; incluyendo el riesgo para los intereses geoestratégicos de Estados Unidos, frente al colapso de su vecino y tan importante socio económico.
Sin olvidar, claro está, los ya tan resobados argumentos, por tan usados y manipulados, sobre las tan jaladas de los pelos similitudes de López Obrador con Chávez y la supuesta influencia del último; lo que hacía “segura” la confrontación con el gobierno de Bush. Este escenario, tan larga y cuidadosamente montado, fue apoyado por una gigantesca campaña de anuncios de televisión, radio y periódicos, en los que Calderón presentaba a López Obrador como un peligro, casi satánico, para México. La campaña contó con el mal disimulado apoyo del Presidente Fox y del Instituto Federal Electoral, IFE, el primero apoyando abiertamente a Calderón y generando confrontación con López Obrador, y el segundo asumiendo una actitud pasiva, frente a las claras violaciones de la campaña de Calderón, a la ley, la que sólo detuvo cuando asumieron que estaba garantizados los resultados.
Parte importante de la estrategia, fue la manipulación sobre el supuesto notable éxito de Calderón en dos insípidos e intrascendentes debates en televisión, a nivel nacional, en los que, en ausencia de López, Calderón despotricó contra él, e inútilmente se trató de presentar como un político propositivo y serio. A los pocos segundos de terminar los debates, el equipo mediático del PAN, con el apoyo de los medios ya señalados, daban por ganador a Calderón, con el supuesto apoyo (nunca comprobado) de “miles de personas consultadas”.
A pesar de estas graves desventajas, según varias encuestas de empresas serias, López Obrador llegó con ventaja a las elecciones del 2 de julio. Pero el tinglado ya estaba montado, la maquinaria aceitada y todos los actores habían memorizado a la perfección sus diálogos y movimientos. (Espere mañana, la conclusión en el Reporte Diario No. 1018)
Fuente: Boletín Noticias y Análisis de Tendencias Nº 1017 / Incidencia Democrática (Guatemala)
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